POV Luciano
Todos nos quedamos mirando como Liam se marcha y Dalila sale a paso rápido detrás de él.
Ojala queden juntos —pienso para mis adentros.
Liam se merece alguien mejor que Fiorella, y sin duda Dalila lo es.
- ¿De que hablaba mi hermano? —Pregunto.
Mi papá dirige inmediatamente su mirada a mí, por un momento me arrepentí al haber preguntado. No es un buen momento para que lo haya hecho.
- No te concierne de lo que hablaba Liam.
Me acaba de decir entrometido en pocas palabras.
—Es mi hermano, todo lo que pase con el me importa —expreso en un tono fuerte, siento como Luciana agarra mi mano por debajo de la mesa evitando justo lo que estaba por venir—. ¡¿Acaso tú y mi abuela son la razón por la cual Liam estuvo en coma ?! ¡Qué le hicieron! Confiesa.
Tarde.
Y como si fuera activado algo en él, camina hacia mi puesto levantándome, alza su mano para golpearme pero algo o mejor dicho alguien lo detiene.
—Golpea a mi hijo y te juro Leandro que lo pagarás caro.
El de inmediatamente me suelta, mi mirada se dirige a ellos dos. Están observándose fijamente, siempre ha sido así, no tienen necesidad de palabras, no cuando con sus miradas se dicen absolutamente todo.
—Luciano —por su tono de voz sé que está enojada, demasiado.
—Sí mamá.
—No vuelvas hablarle en ese tono a tu padre, o seré yo quien te levante la mano. ¿Entiendes?
—Entiendo —susurro—. Pero lo que dijo Li ..
—Pero nada, ambos no sabemos lo que quiso decir tu hermano, así que hablaremos con él y solucionaremos este problema. ¿Entiendes?
-Si.
—Y ustedes —esta vez se dirige a mis hermanas—. ¿Entendieron?
—Si mamá —responden al unísono.
—Ahora discúlpate con tu padre —aprieto fuerte mi mandíbula, ella sabe que me cuesta horrores hacerlo y aun así me lo pide—. Luciano.
Suspiro profundo dirigiendo mi mirada a él, alcanzo a ver un atisbo de sonrisa y unas ganas inmensas de borrarla me recorren.
—Lo...Lo siento...papá.
Me dirijo rápido a mi habitación pero la pregunta de Leandro me detiene.
— ¿Qué hacías hoy en Milán Luciano? —me tenso inmediatamente.
¿Por qué mierdas tiene que darse cuenta de todo?
Maledizione
— ¿Milán? —pregunta mi madre confundida y cruzándose de brazos—. Se suponía que estuvo en la facultad.
—No estuve en Milán —respondo, sabiendo que mentirle en la cara cuando ya sabe la verdad lo único que hará es encabronarlo.
— ¿Piensas que soy estúpido? —cuestiona entre dientes.
— Claro que no papá —me apresuro a decir—. Pero... ¿Por qué sabes que estuve en Milán?, quedamos en que quitarías los malditos rastreadores que habías puesto en no sé dónde de nosotros.
—Y también quedamos en que no volveríamos a esa ciudad, es un pasado que dejamos atrás, que intento dejar atrás todos los días de mi vida. ¡Está prohibido ir Milán y más sin seguridad!
Entonces aquel señor tiene toda la razón, entonces todo lo que me dijeron era verdad.
Entonces mi papá...per l'amor del cielo, mi rifiuto di crederlo (por dios, me niego a creerlo)
—El pasado siempre vuelve, aunque no lo queramos —cito aquellas palabras que me dijo aquel hombre—. Es lo que te mandan a decir.
Una semana después.
Estamos cenando todos juntos, se supone que este es el momento del día donde compartimos juntos, pero cada uno está ensimismado en sus pensamientos... o problemas.
— ¿Nadie tiene nada por decirme? —pregunta Leandro en un tono suave, lo que me alerta. Aparenta estar muy calmado pero por dentro todos sabemos que hay un infierno desatándose en él.
Todos nos miramos confundidos.
—Sea lo que sea yo no fui —hablo rápidamente, siempre terminan echándome la culpa, y aunque siempre soy el responsable, esta vez no es así—. Sé que soy el más problemático, pero esta vez no he sido yo. Mamá lo juro.
—Te creo bebé —sonrió mandándole un beso.
—No he dicho nada aún, así que no te adelantes Lucian —respira hondo poniendo sus codos en la mesa para después entrelazar sus manos—. Alguien ha borrado la grabación de la cámara de la cocina de hoy en la tarde, y me pregunto ¿Por qué?
— ¿Por qué lo haríamos? —Pregunta Luciana—. Papa no fuimos nosotros.
Miro alrededor encontrando a mi papa observándome minuciosamente aun no me cree, a Luciana observando su teléfono, Leandra tensa en su asiento, la veo un poco nerviosa, mi mama mirando con melancolía a Liam y Liam, bueno el sigue comiendo como si nada pasara a su alrededor.
—No importa, en —mira su reloj—. Cinco minutos me mandaran el video y sabré el porqué de borrarlo.
Se crea un silencio tenso en la mesa, Liam levanta su vista observando fijamente a Leandra quien pareciera que le fuera a dar un paro.
— ¿Leandra te encuentras bien? —pregunto preocupado—. Estas muy pálida.
—Principessa —dice papá.
—Estoy bien —indica —. Solo me recorde que tenia un trabajo pendiente y es demasiado largo.
—¿Quieres que te ayude? —pregunta mamá.
—No mamá, debes de estar muy cansada, yo puedo sola.
—¿Ya te enviaron el video? —pregunto curioso—. Quiero saber que ocurrió.
—Te pido que no lo veas papá —todos volteamos a ver a Liam—. Fui yo quien lo borro, se que esta prohibido pero... lo hice porque Dalila —sonrie maliciosamente al pronunciar su nombre, Liam casi nunca sonríe en estos últimos meses y menos de esta manera—. No quería que nos vieran besandonos.
Abro mis ojos grandemente, creo que todos estamos asi. No aguanto asi que empiezo a reírme a tal punto en que casi me ahogaba con mi propia saliva.
—Tú y Dalila s.. —Liam corta lo que sea que iba a decir Luciana.
—Yo y Dalila nada —se levanta de la mesa—. Simplemente paso y ya. Leandra nos vio. Ella sabe más que a nadie en esta mesa que entre Dalila y yo no hay absolutamente nada y que jamás volverá a ocurrir algo como lo de esta tarde. Cada acción tiene una consecuencia, ¿Cierto Leandra?
Ella asiente inmediatamente.
Arrugo mi entrecejo en confusión, ¿Por qué siento que es mentira? Sé cuándo uno de mis hermanos miente, y sé que Liam lo está haciendo y apuesto mi Lambo a que mi pequeña leona tiene que ver en esto.
— ¿Por qué mientes Liam? —cuestiona mi melliza, siempre tan directa y sin guardarse nada.
Joder como la amo. Estaría necesitando unas malditas palomitas.
— ¿Por qué lo haría?
—Dos cosas —señala—. Jamás besarías a Dalila teniendo novia, no eres de los que engaña y la última, ella tampoco.
— ¿Dalila tiene novio? —pregunto rápidamente, Luciana asiente sonriendo—. j***r Liam, ya perdiste cualquier oportunidad con ella.
Por su rostro sé que no le gustó para nada darse cuenta que su fan number one ya tiene pareja.
—Me pediste que confiara en ti papá, este es el momento —se levanta y su mirada se dirige a mí—. Necesitamos hablar Hermano, ¿Vienes?
Asiento un poco confundido.
—Hasta mañana —me despido de mis mujeres con un beso en su mejilla y un asentimiento de cabeza para mi papa. Liam hace exactamente lo mismo.
Sé que la actitud que ambos tenemos hacia nuestro padre es algo que lo afecta, y más cuando siempre hemos sido cariñosos con él, pero hay cosas que simplemente no podemos dejar pasar.
Ambos subimos en un total silencio hasta su cuarto y cuando llegamos a este nos dejamos caer rendidos en su cama, se crea un silencio acogedor. Ambos miramos el techo y sonrió al recordar que usualmente lo hacíamos todos los días, hasta que Liam empezó actuar diferente... exactamente hace ocho meses.
— ¿Por qué? —pregunto en un susurro.
— ¿Por qué, que?
—Cambiar, así de repente —respondo— este no eres tu Liam, este no es mi hermano.
Pasamos varios minutos en silencio, cuando estaba por preguntar nuevamente contesta.
—Volvería a vivir todo lo que he vivido y lo que me falta, si con eso ninguno de ustedes salen heridos.
— ¿Qué quieres decir con eso?
—Que los amo, y que siempre me sacrificare por ustedes.
Me levanto rápidamente mirándolo seriamente, y es donde recuerdo aquel dato que me dio aquel individuo.
— ¿Qué hacías en Milán?
Él se levanta de golpe mirándome de repente furioso.
— ¿Qué mierdas hacías tú en Milán? ¿Acaso no sabes que está prohibido ir allá? ¿Qué te pasa por la cabeza? —Hace un gesto con su mano moviéndola una y otra vez—. Gracias a Dios tocaste ese maldito tema.
—Te lo dices a ti mismo, ¿Cierto?
—No quiero que vuelvas a ese lugar —me señala
— ¿Y por qué tu puedes ir? —refuto.
— ¿Tienes 21? —niego confundido—. Exacto, no los tienes, así que mientras no los tengas acataras todas las normas de esta familia.
—Pero tú vives bajo el mismo techo de nuestro padre, así que también tienes que acatar sus órdenes.
—No por mucho tiempo —confiesa, lo que me deja sorprendido y para qué negarlo...triste.
—No puedes, ¿Cómo dormirás? Necesitas a mama y a papa para hacerlo Liam.
—Ya no los necesito.
Suelto una carcajada amarga. Llevo mis manos a su mandíbula obligándolo a verme, lo observo fijamente hasta dar con lo que buscaba.
—Me prometiste que no lo volverías hacer, prácticamente te estas drogando —se suelta bruscamente de mí y se levanta de la cama.
—Es mi problema, estoy perfectamente bien.
—Cuántos días... ¿Cuántos días llevas sin dormir Liam? —pregunto con toda la seriedad que me caracteriza.
Se cruza de brazos y muerde sus labios, es un gesto de protección. Siempre lo hace cuando siente que están invadiendo su privacidad.
—Tres, tal vez cuatro —mi corazón se rompe al escucharlo, él no se merece tanta mierda en su vida... el no.
— ¿Y me-medicándote? —musito con mi voz un poco rota.
—Pues si no duermo desde hace cuatro días, hace cuatro días no me automedico.
— ¿Qué tienes en la maldita cabeza? —Lo agarro de la camisa estampándolo en la pared, una furia con una impotencia me llenan—. ¿Por qué haces toda esa mierda? ¿Por qué estas actuando como un hijo de puta con todos? ¡¿Por qué Liam?!
—BASTA —gritó, sus ojos se han puesto vidriosos—. Es difícil, toda mi vida lo ha sido. Simplemente a veces no puedo, no puedo con tanto.
—Habla conmigo, soy tu hermano y te amo Liam. Tu eres mi guerrero, tu eres mi idolo, te admiro tanto que verte así me rompe.
—Hace ocho meses —sus lágrimas empiezan a caer igual que las mías—. Hace ocho meses me entere de algo...de algo de mi vida, y eso desencadenó demasiadas preguntas y respuestas que duelen. A veces es mejor no escarbar en el pasado, nada bueno se trae traerlo en tu presente, nada.