—Liam —llamé, tocando suavemente su puerta—. ¿Estás ahí? Escuche unos pasos venir, abrió la puerta, y rápidamente pude notar bolsas negras debajo de sus ojos, el cansancio se notaba demasiado en su rostro, aun cuando acababa de salir del baño, gotas de agua caían de su cabello. —Buenos días —sonrió, haciéndose a un lado para que entrara. — ¿Cómo dormiste? —No dormí —cerro la puerta y se encamino al baño, para terminar de secarse el cabello, supongo. — ¿Por qué? —decidí preguntar, aun sin moverme. — ¿Por qué subiste hasta acá? Tienes que cuidarte Dalila, aun estas muy débil. —Me siento muy bien, te venía a decir que mañana asistiré a clases. —No —respondió rápidamente, asomándose por la puerta—. No puedes ir todavía, Abdul aprovecharía el momento para raptarte y llevarte a Dubái, de