Me había levantado de un buen humor hoy, creo que nadie podría empeorarlo. Mi felicidad fue en aumento cuando al llegar a la universidad me encontré con Andrés ... Mi otro mejor amigo desde que llegué aquí, él ha sido mi roca, lo amo demasiado y agradezco todos los días a Alá por ponerme gente tan hermosa como lo es él y Luciana.
Sus vacaciones eran un poco largas, por eso recién llegaba hoy a la universidad.
—Por tu dios Dalila, te extrañe tanto —me abraza fuerte, tapándome por completa, es más alto que yo y muchísimo más musculoso. Mis bellos del cuello se erizan cuando me susurra al oído—. Estas más hermosa que hace unos meses, más que ayer y menos que mañana.
Siento como toda mi cara arde de vergüenza.
—Y tú estás mucho más musculoso —me separo de él, sintiéndome de repente observada.
Andrés agarra suavemente mi cara y me planta un beso muy cerca a la comisura de mis labios.
No alcanzo a protestar nada, porque escucho como Luciana chilla detrás de nosotros. Me volteo rápidamente encontrándola acompañada de Liam, quien mira muy seriamente a Andrés, cuando su mirada se topa con la mía, hace una mueca de disgusto.
— ¿Acaban de besarse? —Pregunta directamente Luciana—. No, no tienen que responder, claro que lo han hecho.
—Te equivocas —me apresuro a decir desesperada por intentar que sepan que no ha sido un beso—. No, no nos hemos besado.
Andrés ríe al lado mío y lo amonesto con la mirada.
—No tienes por qué negarlo cariño mío. Liam —dice dirigiéndose a su hermano—. ¿Puedes pasar por nosotras?, hoy también estudiaremos en nuestra casa.
Andrés se apresura hablar, antes de que Liam pueda responder.
—Pensé que Dalila hoy estaría disponible, quiero que salgamos a comer...ya sabes para recuperar el tiempo perdido.
—Claro, y que la estúpida de Luciana se ahogue en la soledad —sonríe cínicamente.
—Dalila —habla Liam por primera vez—. ¿Podemos hablar un momento? —Asiento de inmediato—. A solas.
Empieza a caminar a donde visualizo es el estacionamiento, me despido de los chicos diciéndole que más adelante los alcanzo. El timbre suena y todos empiezan a ir a clases, pero eso no es importante para Liam, pues continúa caminando como si nada a donde sea que tenga su automóvil.
—Liam tengo que ir a clases.
—También tenías que ir hoy a mi casa, y no irás por salir de cita con tu novio —las personas poco a poco empiezan a desaparecer, llegamos al estacionamiento encontrándolo completamente solo.
— ¿Acaso me estás reprochando? —pregunto cuando reúno toda la valentía posible. Detiene su paso inmediatamente.
— ¿Qué? —Se voltea mirándome con una ceja alzada—. ¿Acaso la falta de usar tu hiyab te ha afectado?
—Que sea la última vez que digas algo como eso, haciendo referencia a mi cultura, no tienes por qué hablar sobre algo que no te concierne.
—Entonces no hagas estupideces Dalila.
— ¿Pero de que hablas por Alá? —alzo mis manos desesperada.
—Besarte con Andrés, es una estupidez...y que decir de sus abrazos — ¿Acaso Liam...? —. Y no, no estoy celoso por si lo llegas a pensar, bájate de esa nube querida Dalila.
—No tiene por qué importarte.
— ¿Quieres que empiecen hablar de ti? ¡¿Por qué te saltas todas las normas de tu religión?! —grita exaltado.
— ¿Y a ti que te importa si hablan de mí? —lo señalo empezando a enojarme—. Si me salto todas las normas es mi problema, no el tuyo.
¿Por Alá quien se cree?
— ¡Claro que es mi maldito problema señorita rebelde! —dice acercándose rápidamente. Lo detengo con mi mano en su pecho—. Porque la razón por la cual no te he dado un puto beso es esa, te respeto Dalila, y respeto tu religión, tus normas y sé que está jodidamente prohibido un acercamiento de esa forma con un hombre que no sea tu esposo.
Abro mis ojos como platos al escucharlo, ¿Qué se supone que deba suponer después de una confesión como esa?
— ¿De...qu-que hablas?
—Has escuchado y entendido perfectamente Dalila, no me harás repetirlo.
— ¿Te gusto? —suelto de repente dejándonos asombrados a ambos.
No me creí capaz de decir tal cosa, agarra mi mano aun en su pecho y me acerca a él.
—Esto tampoco está permitido —susurro manteniendo mi vista en su camisa de cuadros, no me creo capaz de verlo fijamente a sus ojos.
—Tampoco está permitido que te dejaras besar por ese idiota —su mano izquierda levanta mi rostro—. Y aun así, lo dejaste.
—No me he besado con él, es mi mejor amigo Liam...solo sin querer me dio un beso cerca de mis labios.
—Y queriendo, yo te daré uno Dalila —junta nuestros labios dejándome completamente rígida.
Sus manos ascienden a mis mejillas tocándolas muy suavemente, y aunque sus labios solo hacen presión en los míos, me siento en las nubes, y justamente ahora hay una fiesta dentro mío. Ninguno de los dos hemos movidos nuestros labios.
—Lo...Lo siento —murmura sobre mis labios, abro mis ojos que en algún momento había cerrado, para encontrarme con que Liam los tenía cerrados aun—. Sé que no debemos...pero he querido hacerlo desde un tiempo ya.
—No te entiendo Liam.
Cuando estaba por responder, su celular suena sobresaltándonos.
—Si —contesta en un tono de voz para nada lindo—. ¿Quién?...No espero a nadie...No iré, estoy ocupado...está bien.
Suelta un suspiro, antes de preguntar que sucedía habla.
—Necesito ir a casa... ¿Vamos?
¿Liam invitándome a ir a su casa? ¿Qué sigue?
—Tengo que ir a clases —me excuso apenada.
—Estamos recién comenzando semestre...no pasa nada Dalila.
Lo miro fijamente a sus ojos intentando entender su nueva actitud. No me juzguen, me encanta que no me esté ignorando y mucho menos tratándome mal, pero es un poco difícil entenderlo, él era una caja de sorpresas, y me daba felicidad saber que estaba conociendo poco a poco a el viejo Liam.
Nunca me había escapado de una clase, pero justamente ahora, quería estar con Liam más que nada, todo el tiempo lo quiero pasar con él, y sabía que debía de ponerle freno a estos sentimientos que crecían conforme a sus nuevas actitudes hacia mi persona, pero una cosa era decirlo y otra cosa era hacerlo.
—Está bien —asiente, abre la puerta del auto para él y entra.
Bueno, no puedo esperar más de Liam...poco a poco
Doy la vuelta y entro al auto, miro de reojo y creo ver un atisbo de sonrisa, pero aprieta fuerte sus labios para evitarla.
En el camino a casa de Liam ninguno dijo nada, veía como parpadeaba varias veces seguidas, de una forma un tanto dura, su ceño estaba demasiado fruncido, y sus manos se apretaban muy fuerte en el volante, sabía que se trataba sobre de su enfermedad, pero no quise decir nada...no aun.
Cuando llegamos a su casa, aparcamos y nos dispusimos a bajar. Había un auto que jamás había visto, lo cual alertó a Liam.
— ¿Por qué has venido? —pregunte tratando de seguirle el paso.
— Alguien ha venido a visitarme, y yo no soy alguien que recibe visitas, la única persona que lo haría se encuentra al otro lado del mundo.
Abre la puerta y espera que entre para después hacerlo él.
— ¡Leandro acá estoy! —grita.
— ¡En la sala! —responde el Sr. Licciardi de vuelta.
Nos encaminamos a la sala, y cuando llegamos, la cara de Liam se vuelve como un papel, veo que es lo que mira confundida para ver a una chica muy hermosa que se encuentra sentada en uno de los muebles, El sr. Licciardi y Nicole se encuentran sentados en otro mueble al lado del de ella.
— ¿Qué mierda haces aquí Fiorella? —pregunta enojado.
Fiorella
Por Alá, es su novia.
— Que no es claro, vengo a visitarte mi amor. No te veo desde hace ocho meses, te extraño —se levanta y camina hasta donde estamos, sus brazos se enganchan al cuello de Liam y estampa sus labios contra los de él.
Trago en seco al verlos, siento como mis ojos arden, pero niego a derramar alguna lágrima, me alejo un poco de esa escena.
¿Por qué Liam no hacía nada para detenerla? Eso me preguntaba mientras los observaba, era doloroso saber que minutos antes eran mis labios los que se encontraban tocando los suyos.
No puedo creer que haya dejado besarme de Liam sabiendo que tiene novia.
Cuando se separan, ella entrelaza sus manos sonriéndole. Soy una masoquista por seguir aquí viéndolos, pero mis pies se han convertidos en dos roca inmensas imposible de mover, y mis ojos en la única dirección en donde mirar.
—Adivina mi amor, he decidido y volveré a Italia. Se los he contado a mis suegros.
—Claro que lo ha hecho, lo que me lleva a preguntar...¡¿En dónde mierda pasaste las vacaciones Liam?! —oh por dios está enojado el Sr. Licciardi.
Liam dijo que había estado con su novia, por eso no fue con ellos a Grecia, pero ella ha desmentido absolutamente todo, entonces... ¿En dónde estuvo Liam?
—No tengo porque darte explicaciones —se separa bruscamente de Fiorella y se acerca a su padre que ya se había levantado del mueble.
—Eres mi hijo y vives en mi casa —el Sr. Leandro sonríe—. Así que me dirás en donde estuviste.
—Pues me largo.
—No te iras a ningún lado Liam —interviene Nicole—. Contestanos en donde estuviste, es algo simple.
—Qué pena, pero no lo haré —niega abatido.
—Liam, por favor cariño —pequeñas lágrimas caen del rostro de Nicole, lo que enfurece a su esposo—. Hazlo.
Pasan varios segundos hasta que Liam confiesa, no pensé que llegara hablar delante de Fiorella y de mí, pero lo hizo, no le importo absolutamente nada.
—Estuve en México reuniéndome con Barbara baldi papá, ¿La recuerdas?—veo sorpresa en el rostro del Sr. Leandro y confusión en el de Nicole—. Ohh claro que sí, pues fue tú puta por un tiempo y bueno de esa calentura nací yo.
— ¿Cómo? —pregunta atónito.
—Los secretos tarde o temprano se saben —Liam se apresura en abrazar a Nicole mientras le susurra un par de cosas—. Tú y solo tú eres mi madre, tú eres la que te jodiste con un niño con cáncer y en coma, tu sola sin nadie al lado mientras esperabas mellizos. No me tuviste mi ángel, pero me criaste y me mostraste el verdadero amor, a ti te debo la vida, te debo absolutamente todo, y sin importar que no lleve tu sangre, eres mi madre y yo soy tu hijo.
— ¿Por qué la fu-fuiste a...a ver? ¿Acaso t-te iras con ella?
—No mamá, no. Necesitaba saber algunas cosas, eso es todo.
— ¿Cómo diste con ella? —Liam voltea a ver a su padre, los dos tienen el mismo temperamento, si las miradas mataran, ambos ya estuvieran muerto. Solo se percibe frialdad en sus ojos.
— Tu madre, ella me dijo en dónde encontrarla.