Antes de leer, pongan la canción más triste que les guste en este momento.
POV LIAM
Una media sonrisa brota de mis labios al terminar de cantar say youn't let go, claramente esta canción me identifica en estos momentos.
Abro los ojos de golpe al darme cuenta que los había cerrado por más tiempo del que puedo tolerar, la sorpresa fue grande cuando vi a Dalila observándome.
¿Cuánto tiempo lleva ella ahí?
- ¿Acaso tus padres no te enseñaron a no espiar a las personas? -Pregunto brusco, dejo la guitarra a un lado-. Te hice una pregunta, responde.
Me levanto de la cama y llego hasta ella.
-Y-Yo ... esta ... pasaba ... y -deseé reírme en su cara por lo estúpidamente tierna que se veía nerviosa, pero claramente eso nunca sucedería-. Lo siento.
- ¿Qué haces aquí? ¿Acaso no tienes un apartamento Dalila? -pregunte cruzándome de brazos.
Ella desvía sutilmente su mirada a mis movimientos, haciéndola parpadear rápidamente.
-Claro que lo tengo. Tú eres el dueño, lo sabes Liam -responde confusa sin entender mi indirecta.
Me gustaba un poco más mi nombre cuando era pronunciado por ella, su acento era algo demasiado atrayente ... al menos para mí.
-Lo que te quiero decir Dalila, es que no te quiero ver aquí -ella abre sus ojos sorprendida-. Pero es casi imposible cuando todos te quieren aquí ... todo menos yo.
- ¿Por qué eres así? ¿Qué te he hecho para que me trates así? -escucho como pregunta en un débil susurro.
No la fuera escuchado si no estuviéramos tan cerca, eso, o que mis sentidos se estuvieran desarrollando ya.
¿Qué me has hecho?
Absolutamente nada, pero así era yo desde hace algunos meses. Tratar bien a Dalila implicaría formar una amistad, dejar que nuevas personas entraran en mi vida y no, nadie más podría hacerlo. Todo lo hacía por su bien.
-Soy así.
-No Liam, tú no eres así. Tus ojos demuestran algo muy distinto Liam... ¿Tan malo fue lo que te paso? ¿Qué es lo que te atormenta?
Retrocedo por instinto, sus ojos, su mirada, toda grita que puedo confiar en ella, que me entenderá, que no huirá. Pero no, no quiero ver lástima en sus ojos
Me volteo rápidamente sintiendo vulnerable de repente.
-Vete -exijo.
Respiro tranquilo cuando escucho la puerta ser cerrada.
-Dime Liam -me tenso de inmediato al escucharla, me volteo confundido para mirarla-. No me iré hasta que no me cuentes todo lo que te pasa.
-No te debe importar lo que me pase, así que lárgate, detesto tu presencia Dalila Aryam Kaur.
Veo como sus ojos se vuelven vidriosos, pero sé que no será suficiente para que se vaya, esa determinación en sus ojos aún sigue ahí.
- ¡Eres un niño rico y estúpido que piensa que todo se hará como tú quieres! -Grita de repente dejándome atónito-. Muchos tenemos grandes problemas en nuestras vidas Liam, Alá es testigo de ello, pero eso no significa que nos alejaremos de nuestra familia y seremos unos completos estúpidos con las demás personas.
-Tú no sabes nada sobre mis problemas -comento rápidamente frunciendo mi ceño.
-No, no lo sé, pero... ¿Qué problemas puede tener alguien que lo tiene absolutamente todo? ¡NADA! Tu solo quieres llamar la atención de todos, tu solo quieres que todo gire alrededor tuyo. Madura Liam, tu actitud está dañando a las personas a tu alrededor y no te das de cuenta.
Nadie, nunca nadie me había dicho todo lo que Dalila acaba de decir, simplemente no supe cómo reaccionar y reaccione de la peor forma.
Llorando frente a ella mientras que una ira y tristeza enorme me consumía, cuando me quise dar de cuenta, ya le estaba contando absolutamente todo.
Joder, con ella todo era diferente
-El...El dinero, el maldito dinero no lo es todo en la vida. Daría todo lo que tengo si con ello hubiera podido tener una infancia -la confusión en su rostro es evidente-. Si con ello puedo tener un futuro como cualquier otro chico de mi edad.
-No entiendo, ¿Qué quieres decir?
Suelto una risa amarga mientras me limpio mis lágrimas.
Estúpido sentimental -pienso.
-Ese día, el día en que todo cambio y quede en coma, mi abuela me llevó a una casa, fuimos a ver a una señora, pero no recuerdo bien su rostro, fui al balcón... estaba en un segundo piso cuando sentí un empujón que me hizo caer, alguien me tiró -aprieto mis puños a mi costado-. Alguien me quería ver muerto, y todos los días mi odio hacia quien sea que fue crece. No por lo que hizo, sino por qué no fue capaz de hacer bien su cometido. Todos los días me lamento porque vencí el cáncer y porque la maldita caída no pudo matarme.
- ¿De-Deseas es...estar muerto? -Cuestiona espantada-. ¿Cáncer? ¿Estuviste en... coma Liam?
Retiro mi mirada de la suya sabiendo que no sería capaz de contarle viéndola a los ojos, con Dalila me siento completamente extraño y es algo que no me gusta.
-A los tres años mis padres se enteraron que tenía -siento como mi garganta se cierra y un nudo se instala impidiéndome hablar-. Leucemia, poco tiempo después caí en coma. Es-Estuve...seis años en...en coma. Perdí seis años de mi vida Dalila, más cuatro años en recuperación. ¡¿Sabes lo que son Diez años?! No, no lo sabes y ninguno de ellos -señalo hacia fuera-. Tampoco, caí en un sueño profundo y cuando me quise levantar no...no podía simplemente, todo era oscuro, no había ninguna luz, nada que me indicara algo, no estaba mi mamá, tampoco mi papá...no estaba nadie, estaba solo, sin saber qué rumbo tomar.
Cuando tenemos miedo nuestros padres llegan al rescate. ¿Sabes quién estuvo cuando lo tuve? -Ella niega mientras llora-. Nadie, estuve solo combatiendo con cada uno de ellos. No entendía lo que pasaba. En un momento estaba viendo los árboles, y en el otro estaba viendo todo n***o. Todos mis hermanos tienen fotos de su niñez, tienen recuerdos y anécdotas que contar con mis padres. ¿Sabes que tengo yo? Nada, no tengo nada Dalila. ¿Sabes que hacen para no hacerme sentir mal? No hablan del pasado, no tocan tema de su niñez. Solo recuerdos de los que yo empecé a estar presente. Sacrificaron muchas cosas por mí, su niñez no fue del todo normal por tener a un hermano en coma y me siento culpable por arrebatarles una niñez buena y hermosa. He sido esa oveja negra que hay en cada familia, solo que sin querer.
No sé cuánto tiempo pasó, pero cuando por fin pude escuchar una voz, escuche la de mi padre, recuerdo algunas cosas: Me decía que tenía que cuidar a ambos, que era mi deber hasta que el llegara. Que cuando amara, lo entregara todo y lo que siempre procure no olvidar fue: Estoy tan orgulloso de ti Liam, eres muy fuerte y valiente. Cada momento recordaba sus palabras, no quería olvidarlas y nunca las olvide. Pero le falle, no pude despertarme, y ahora, sé que no está orgulloso de mí, entendería si se arrepiente de ser mi padre.
Nicole Davis, mi tesoro, mi motor, mi fuerza, mi regalo, mi vida, mi ángel...m-mi mamá. Cuando empecé a escuchar a mi alrededor, cuando empecé a distinguir las voces, y pude distinguir la suya, ella hacía que mi miedo se calmara, todo estaba bien cuando escuchaba su voz. Todo en mi estaba en calma. Siempre me decía mi Guerrero, mi hermoso guerrero, y ella era mi escudo -niego mientras una débil sonrisa brota-. Ella es mi escudo, mi lugar de calma... ella es todo para mí. Por ella logre vencer aquel cáncer que prometía acabar con mi vida.
Toda mi niñez fue oscuridad Dalila, fue ser un espectador de todo al mí alrededor. No sabía por cuánto tiempo estaría así, no sabía ni siquiera si despertaría. Gritaba con la esperanza de ser escuchado, intentaba mover mis manos, pero no sucedía nada. Es horrible...simplemente horrible.
Y ahora no puedo dormir, me da miedo cerrar los ojos y no poder volverlos abrir, me da miedo la oscuridad. La única forma en que puedo dormir, es si mis padres están conmigo -rió por lo estúpido que suena-. Todo un bebé, lo sé. Pero esa es la forma en que puedo dormir tranquilo. Y ahora mi mayor miedo se hará realidad, la vida nunca fue buena conmigo, fue una perra y seguirá siendo una perra siempre.
- ¿Tu...Tu mayor miedo? ¿Cuál es ese Liam?
La mire a los ojos viendo estos rojos de tanto llanto, su nariz se encuentra un poco roja. Y aunque trate de buscarlo no lo vi, no veía lastima en sus ojos, lo cual me sorprendió.
Siempre daba lastima, lo cual odio.
-No poder abrir los ojos, o que cuando lo haga...me encuentre con nada.
- ¿Por qué se hará realidad? -sonrió sin poder evitarlo, ver su miedo y preocupación por mí, alguien que no hizo más que tratarla mal desde siempre, es de admirar. Esta chica tiene un gran corazón.
-Tengo una enfermedad genética, mí - ¿Cómo debería llamarla? -.La persona que me tuvo, es portadora. Sufro de retinosis pigmentaria ¿Sabes lo más curioso? Que afecta aproximadamente a 1 de cada 3.000 personas. Nuevamente la vida es una perra conmigo.
- Retinosis pigmentaria -murmura abriendo excesivamente sus ojos-. Es una enfermedad ocular y ...
-Si Dalila, quedare completamente ciego en unos meses, o tal vez en un año, no lo sé, todo depende si tomo el tratamiento o no.
-Pero... claramente lo vas a tomar, ¿Cierto? -niego levemente-. ¿Por qué no? Tienes que tomar el tratamiento para que te mejores.
-No pasare lo que me queda de visión en un hospital Dalila, la mayor parte de mi vida la he vivido entre hospitales, simplemente ya no quiero vivir así. No quiero escuchar falsas esperanzas. No hay una cura para esta enfermedad, no importa lo que haga...quedar ciego es mi futuro y siempre lo fue.
-No puedes hacernos esto Liam, tienes que luchar.
-Toda mi vida lo vengo haciendo -confieso, voy hacia la puerta donde la abro esperando a que salga-. Ya estoy cansado de dar más, ya no quiero vivir con nada de esto... Por favor vete.
Dalila se acerca pero antes de siquiera darme cuenta de sus movimientos, se aferra a mi como un koala.
Mi corazón se acelera repentinamente por tal acto, lo que me hace soltar un jadeo.
Cierro la puerta para que nadie nos vea, es lo último que quisiera en este momento.
-Aléjate Dalila, ya sabes que detesto tu presencia -tengo mis brazos alzados para no llegar a tocarla.
-Por primera vez en tu vida se sinceró conmigo -inclina su cabeza hacia atrás dejando que nuestros rostros queden demasiado cerca, nuestras respiraciones se mezclan causándome un hormigueo en mi estómago.
- ¿En qué? -pregunto atento a sus labios, la Srta. Kaur tiene unos tentadores y grandes labios, y que decir de sus ojos, ahora que los puedo ver de cerca no son del color que pensé, son pardos.
-Admite que no me odias -susurra con un leve sonrojo-. Admite que no detestas mi presencia.
- ¿Otra cosa más? -pregunto irónico-. No te odio y tampoco te detesto, pero detesto la forma en que tú presencia hace que mi corazón lata como nunca antes.