Capítulo 4

1088 Words
《Ya tienen las muestras, leyó el morocho en el chat de la empresa》. El mensaje se lo enviaba su amigo y socio desde la oficina de al lado, se giró para mirarlo y pudo notar la enorme sonrisa de triunfo que tenía en su cara. Sabía que él se molestaría porque el mensaje había sido enviado a Marcos, sabía que esperaba ser él el receptor de aquel mensaje, pero como siempre, la castaña hacía lo que quería y rompía todo lo que conocía. Miró a su amigo con ojos serios y fríos para luego contestar, por el mismo chat en el que le habían comunicado las novedades, que en cuanto quisiera estaba listo para ver aquellas opciones. En realidad, ya ni se molestaba en ocultarlo, estaba listo para recibir a la mujer en su oficina, quería escuchar su voz, verla más de cerca. El trabajo les había llevado dos largos días en los que Jeremías no encontró ninguna excusa decente para acercarse al grupo y comenzar hablar, finalmente se había resignado a esperar que terminaran su trabajo y, recién allí, poder hablar con ella. Se sentía un adolescente inseguro, no le gustaba eso pero tampoco le disgustaba del todo. —En diez minutos están acá —dijo su socio entrando a su oficina y causando cierto estado de alerta en él. — Te he pedido, incontables veces, que no entres así a mi oficina — gruñó irritado. — No es mi culpa que te asustes por todo — rió el rubio —. Ya vienen para acá y tienes que poner tu mejor cara de galán de telenovela —indicó ganándose un gesto de rabia de su amigo. Golpearon despacio la puerta de la oficina y Jeremías indicó que podían pasar. Entró primero la pequeña chica rubia del equipo, tan tímida como la recordaban de la entrevista, era inteligente y talentosa, solo necesitaba más confianza en sí misma, en su enorme potencial. Luego ingresó Julián, el muchacho era confiado y lo demostraba en su forma de andar, realmente destacaba en su trabajo y jamás pasaba los límites del respeto. Finalmente, y para alivio del morocho, entró Camila, sosteniendo en sus manos la computadora plateada que cargaba a todos lados. La castaña sonrió cordial para saludar a sus jefes mientras caminaba al sitio dispuesto para ella. Otra vez lo mismo de siempre, otra vez él se quedaba mirándola como si nunca la hubiese visto y apenas prestando atención a lo que pasaba a su alrededor. Todo su cuerpo le pedía a gritos que se levantara de su lugar para tomarla en sus brazos, para degustar aquellos labios rosados que lo volvían loco, para sentir entre sus dedos la carne de aquellas redondas caderas. Él hacía una fuerza sobrehumana para conseguir mantenerse estático, mientras ella se notaba ajena a todo. Suspiró profundo y comenzó a concentrarse en lo que hablaban las personas a su lado, estaba bien que esa mujer lo perturbara, pero ésto eran negocios, y quería hacer crecer las ganancias. Luego de cuarenta minutos finalmente se eligió la mejor opción de paletas. Marcos llevó adelante la reunión, como era su costumbre. Jeremías, en general, se mantenía al margen realizando alguna que otra pregunta que aclarara la visión de los expositores. Quedaron completamente satisfechos con el trabajo que les fue presentado y los colores seleccionados. El sitio web mejoraría mucho, y con él las ventas on line. Camila les había hablado diez minutos seguidos sobre la importancia de mantener el sitio actualizado, teniendo en cuenta que se dedicaban a la venta de ropa y accesorios para hombre y mujer, no podían dejar pasar desapercibida cualquier nuevo evento o festividad, por lo que ellos se encargarían de estar al tanto de todo para decorar la página según la ocasión. Jeremías jamás la había escuchado hablar tanto y seguido, por lo que disfrutaba sus gestos y la manera en la que mordía suavemente su labio inferior cuando iba a comenzar a explicar un punto nuevo en su presentación. Ese último gesto fue toda una tortura, ya que sus carnosos labios se le hacían más apetecibles. — Buena presentación — dijo su socio una vez que ya estaban a solas en la oficina y con los cristales opacos. — Sí — se limitó a responder. — Veo que no te has dado cuenta, ¿no? —preguntó el rubio con tono confidencial. Jeremías elevó una ceja dando a entender que no podía comprender a qué se refería —. La muchachita ha dejado olvidado el cargador de la computadora sobre el sillón — indicó con la cabeza el lugar donde, efectivamente, estaba aquel cable n***o —, y tiene que volver a buscarlo — Sonrió más amplio mientras el morocho lo miraba sin haber cambiado su seria expresión —, o se lo llevas, no sé. En ese momento la puerta fue golpeada suavemente, los hombres se miraron y el rubio muy despacio se levantó para caminar a la puerta. Abrió para atender a la persona que estaba al otro lado, luego dió dos pasos al costado dejando a la chica ingresar. Jeremías se puso de pie y su socio se despidió dejándolos a solas. — Perdón, me olvidé… — El cargador — interrumpió él señalando el sillón. — Ah, sí, gracias — dijo mientras caminaba a tomar el cable para luego salir, pero antes de tomar la puerta su jefe se acercó. — Este fin de semana es el almuerzo de campo de la empresa, algo para reforzar los lazos me dijeron — hablaba serio y ella lo escuchaba aún más seria —. Espero que puedan ir con tu equipo. — Sí — respondió con una sonrisa —, seguramente nos verán por allí —agregó mientras se movía inquieta, esperando terminar esa conversación, quería ir a terminar el trabajo y sentía que allí perdía el tiempo. Mordió su mejilla por dentro, realizando aquella mueca adorable. — Perdón — dijo él al notar la incomodidad de la mujer —. Te estoy interrumpiendo. — Y se movió a un costado para dejar el camino a la puerta despejado. — No, está bien — se excusó —, yo interrumpo con esto del cargador — agregó con una nueva sonrisa cordial —. Ya me voy y disculpa — dijo abriendo la puerta para después salir rápido del lugar. — Bueno, por lo menos ya sabemos que va — se dijo Jeremías a sí mismo mientras sonreía un poquito más amplio. Sí, definitivamente no sonaba para nada mal.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD