EDWARD
Una tarde después de clase, Emily me presento a su amiga Johanna, ya había escuchado hablar de ella en otras ocasiones, así que acepte, pero en cuanto vi sus gestos, por más que trato de disimular, supe que ella había visto algo en mí que no le gustó. Llámenlo sexto sentido o como se les dé su gana, pero sabía que sería un problema si ella seguía cerca de Emily, y le empezaba a llenar la cabeza de mierda sobre mí, y por supuesto no me equivoque.
Unos días más tarde, Emily me mandó un mensaje al móvil; me pedía verme, parecía urgente, así que le dije que lo haría después de mi trabajo, le pedí algún detalle para saber a lo que me enfrentaría, pero no soltó prenda, toda la tarde estuve distraído en el trabajo, trabajo que utilizaba para despistar. Nadie podía conocer mi verdadera vocación o estaría en severos problemas y problemas, era lo último que quería.
Sabía que tenía que trabajar más rápido a Emily, así que ya iba con un plan en mente para esa noche, salí de ese absurdo trabajo, y me dirigí a un café cerca de ahí, como no estaba lejos, decidí irme caminando, entonces la vi; estaba sentada en una mesa alejada, pero que se encontraba justo al lado de la ventana que daba hacia la calle, al observarla mejor supe que había un problema; esperaría para saber lo que me decía, aunque sabía lo que era, y conforme a eso trabajaría en lo que ya había pensado.
Me acerqué por la acera cercana a la ventana donde se encontraba y me miró, trato de sonreírme, aunque no lo logró muy bien.
—Hola —me acerqué para saludarla.
—Hola —contesto, siempre observando cualquier movimiento que hacía, ahora maldecía haberle enseñado un poco a leer a las personas, pero sabía que le hacía falta mucho para estar a mi nivel, así que necesitaba actuar como siempre.
—¿Y dime, de que quieras hablar?
—En realidad, es sobre algo que me comento Johanna.
—¿Y qué fue lo que te comentó? —observaba atentamente todos mis gestos, pero en este juego solo habría un vencedor y ese sería yo.
—¿Tú… escondes algo?, ¿te acercaste a mí con algún otro propósito?, ¿Qué es lo que quieres de mí?, ¿Qué es lo que buscas? —tenía que aceptar que sus preguntas me descolocaron un poco, tenía que darle cierto crédito.
—¿Y tú crees que escondo algo? —contraataque con otra pregunta, esa era la mejor opción— ¿para qué piensas que me acerque a ti?, ¿crees que busco tu dinero? —me sentía un poco acorralado, pero no se lo demostré.
—Pues no sé, dímelo tú —contestó un poco alterada.
—Si lo que supones que busco de ti es tu dinero, entonces realmente me has malinterpretado todo este tiempo, y te recuerdo que tú fuiste la primera que se acercó a mí, es por eso que no me gusta acercarme a los de tu clase, siempre suponen que estás con ellos por su dinero, ¿de verdad me consideras capaz de eso Emily?, piensas que te necesito para alguna mierda de esas.
—Yo… —no la deje hablar.
—Pues no, Emily, jamás me importó tu estúpido dinero, ni tu apellido, ni de dónde vienes; acepte todo esto, porque simplemente me agradas, me gustas Emily, me gusta tu personalidad, me gusta cómo te manejas ante los problemas que se te presentan, me gusta tu cuerpo, tu cara; me gustas tú, con o sin apellido King, ¿entiendes? —la tomé de la mano, todo lo que le dije fue verdad, ¡mierda! Me estaba enamorado de ella, eso es lo peor que podía hacer.
—Yo… —bajo su mirada a nuestras manos unidas— yo no sé qué decir, supongo que ¡lo siento!, no quería pensar así de ti, pero créeme, toda mi vida he luchado contra esto, solo se acercan por qué buscan obtener algo de mí y ya estoy harta de eso, tal vez Johanna se llevó una idea equivocada de ti, así que perdóname por hacerte pasar por esto.
—Emily no tienes por qué disculparte en nombre de nadie, ya te lo dije; estoy contigo porque quiero hacerlo, no porque busque algo, ven —la tomé de la mano entrelazando nuestros dedos y la saqué de ese lugar— quiero mostrarte algo.
—¿A dónde iremos?
—Ya lo verás —caminamos hasta mi auto que estaba unas cuadras atrás, le abrí la puerta para qué tomara asiento, me acerque a ella para abrocharle el cinturón de seguridad, note como su cuerpo se tensaba y su respiración cambiaba, así que me acerque a su oído y le hable— espero que te guste mi sorpresa —le di una sonrisa lobuna y después me subí a mi asiento.
Todo el trayecto ninguno habló, la llevaría a un sitio apartado, donde nadie nos podría interrumpir o encontrar, era una pequeña cabaña a las afueras de la ciudad, tenía lo necesario para que una persona pasara unas noches cómodamente, así que ahí es donde empezaría todo. Cuando vio que dejábamos la ciudad, comenzó a ponerse nerviosa, así que cuando estábamos a punto de llegar le hable.
—Te voy a mostrar donde me gusta estar cuando quiero desconectarme de todo, sé que te gustará —eso pareció relajarla, asintió con la cabeza, pero no hablo, hasta que vio la pequeña cabaña.
—Es hermosa, ¿de dónde la sacaste?, ¿y por qué jamás me la habías mostrado? —habló a modo de reproche.
—Bueno, ya estás aquí, y además no te había traído porque aún no era el momento; sin embargo, ahora más que nunca si lo es, así que espero y no me rompas el corazón.
—¿Romperte el corazón?, ¿de qué hablas?
Salí del auto sin darle ninguna explicación, abrí su puerta, la tomé de la mano y observe como miraba embelesada la pequeña cabaña; la deje observar todo, por dentro y por fuera.
—¡Woooow!, es hermosa, jamás imaginé que tú pudieras tener algo como esto —de repente se puso seria— no me malinterpretes, no me refiero a lo que piensas.
—¿Entonces a que te refieres?
—Me refiero a una persona como tú, que parece no gustarle este tipo de escenarios, puede tener algo así de bello.
—Bueno, no soy lo que aparento.
—Ya lo veo —sonrió.
—Ven, quiero mostrarte la vista que hay detrás.
Cuando la lleve a la parte trasera de la cabaña se quedó maravillada ante la vista, sé que ahora era el momento de decirlo, así que se lo solté, sin más.
—¿Quieres ser mi novia Emily King? —me miró como si le hubiera dicho que la iba a matar o algo parecido, por un momento llegue a creer que me rechazaría.
—¿En serio? —pregunto con asombro— ¿no estás jugando conmigo?
—No lo hago Emily, lo digo de verdad.
—Pues entonces, ¡si! —se acercó a mí y me beso, fue un beso tierno, nada a lo que yo estaba acostumbrado.
—¡Vaya!, si lo hubiera sabido desde antes, te lo habría propuesto desde hace tiempo.
—Yo supuse que no te atraía de esa forma.
—Te lo dije en la cafetería nena, me gusta todo de ti —la volví a besar y comencé a bajar mis manos lentamente por su cuerpo, sentí como se tensaba, así que me despegue de ella— ¿sucede algo?
—Bueno… la verdad es que… yo… yo soy… —¡carajo! ¿Podía ser lo que estaba suponiendo?
—¿Eres virgen? —vi su cara teñirse de vergüenza y bajo su cara para mirar al piso.
—Si, yo no he estado nunca con nadie —¡por Dios!, me ganaría la maldita lotería con ella, en cuanto mis pensamientos se dirigieron hacia esa parte, también supe que no quería hacerle ningún daño, sabía que mi jefe no lo dejaría pasar si se enterara a quien conocía, así que lo mantendría en secreto el mayor tiempo posible, poco sabía yo que me estaban vigilando.
—No te preocupes Em, iremos a tu ritmo, ¿de acuerdo?
—Si, gracias —hablo con delicadeza.
Conduje hasta la ciudad nuevamente, ella había dejado su auto cerca de la cafetería, así que la lleve hasta él, era mucho más conveniente así, no podía llevarla hasta su casa y dejar que me vieran. Nos despedimos con otro beso y se fue, en cuanto subí a mi auto recibí la llamada que tanto temía.
—Buenas noches, Jefferson, veo que ya tienes un nuevo prospecto, pero aún no recibo ninguna foto de ella.
—Por qué ella no está dentro de esto y lo sabes, o ya hubieras recibido todo lo que necesitas —sabía que con estas personas no tenía que jugar, pero realmente me estaba enamorando de Emily, y no quería hacerle ningún daño, aunque al principio de la noche lo quería hacer, ahora estaba seguro de que no.
—No juegues conmigo, Jefferson, sabías muy bien en lo que te metiste y ahora no te puedes retractar.
—No me estoy retractando, buscaré a alguien más.
—¡No!, la quiero a ella —¡maldita sea!, no me podía negar o terminaría muerto y entonces sí, Emily estaría en un peligro aún mayor.
—Está bien — hablé entre dientes.
—Así se habla Jefferson, espero pronto las fotos —cortó la llamada, ¡mierda!, grite en el auto.
Sabía que era una mala idea acercarme a ella. Ahora por mi maldita culpa estará en peligro si yo no hago el trabajo, tal vez pueda engañarlos, pero como lo haré; se pueden dar cuenta, y entonces sí, no habrá quien me ayude a mí o a ella.