Historia de amor

1538 Words
EMILY Tengo que aceptar que estaba un poco nerviosa en empezar mi primer día en la universidad, por supuesto que estaba entusiasmada y feliz de ir, pero estaba un poco ansiosa, sabía que sería un poco difícil relacionarme con otros chicos de mi edad, bueno en realidad chicas es la palabra correcta. No entiendo por qué les caía mal o lo que fuera que sintieran al verme, sabía que era debido a mi familia, al apellido que representaba y lo que se esperaba de mí, obviamente mi apellido era reconocido en cualquier lugar a donde fuera, muy pocas personas eran las que no lo hacían, pero pese a todo eso; no me daría por vencida, yo siempre portaría con orgullo y dignidad el apellido King, quien quisiera tratarme con gusto sería bien recibido, pero si yo me daba cuenta de que se acercaban a mí por otras cuestiones, y con cuestiones me refiero a mis hermanos, entonces les cortaba el rollo desde un inicio; ellos jamás consentirían que yo les presentara a alguien solo por puro interés, aunque las mujeres que ellos mismos buscaban, también lo hicieran. Sé que sería repudiada por la mayoría de las chicas, desde muy pequeña lo supe, pero ahora sería muy distinto a aquellas veces en las que se burlaban o hablaban a mis espaldas de mí, ahora si me defendería de todo lo que se me dijera, nada me daría más placer que volver a verlas y restregarles en sus estúpidas caras la persona en la que me he convertido. Unas noches antes hablé con Alex, bueno, en realidad siempre estamos en contacto, pero desde que empezó una relación con Irina Paxton, se alejó un poco de mí. Aunque tengo que admitir que hacen una pareja bonita, siento que le hace falta algo a su relación, aunque claro eso jamás se lo he dicho a Alex o me mandaría al mismísimo infierno al escucharme. Recuerdo la primera vez que llevo a Irina a casa para conocerla en una cena familiar que el mismo organizó, era tan tímida y se notaba que no estaba para nada cómoda, pero poco a poco se relajó y se incluyó en la plática, desde el primer día me cayó bien, sobre todo porque mi hermano se veía realmente feliz a su lado. Esta noche era otra como aquella, así que espere a que Alex me contestara la llamada, si no me contestaba al tercer timbre, sabía que estaba ocupado y él más tarde me regresaría la llamada, ese era nuestro código. —Hola Em, ¿pasa algo?— preguntó. —Hola Alex, no pasa nada, solo quería hablar contigo, pero si estás ocupado o estás con Irina te puedo llamar más tarde. —Bueno, en realidad estoy con Irina, pero me dice que debería de hablar contigo y también te manda saludos. —De acuerdo, dile que es muy considerado de su parte y gracias por compartirte con esta humilde súbdito —hasta acá creí ver como ponía los ojos en blanco. —Dices puras idioteces Em, ¿entonces, ya me vas a decir lo que te pasa? —Creo que estoy un poco ansiosa por la universidad —él sabía perfectamente todo lo que sufrí en mis años anteriores, a causa de aquellas chicas que me hacían pasar malos ratos. —¿Por qué? —a veces parecía bobo. Supongo que el amor lo idiotizó. —Creo que lo sabes, nunca les caigo bien a las otras chicas que están cerca de mí, y únicamente se acercan a mí... por tu culpa y la de Logan —farfulle eso último a modo de regaño y él se rio prácticamente de mí. —Em, considero que eso es en lo último en lo que tienes que pensar, además sabes perfectamente que si alguien te molesta siempre puedo hacerme cargo del problema. —Ese precisamente es el problema Alex, que debido a que prácticamente todo el mundo sabe quién soy, se atreven a juzgarme sin darse el tiempo para conocerme realmente o nada más acercan porque puedo ser el medio para que los conozcan a ustedes. —Entonces lo único que tienes que hacer es mandarlos a la mierda, quien esté cerca de ti, será por qué le guste estarlo, no por algo que les puedas proporcionar, ¿entiendes cabeza hueca? —lo escuche reír. —Sí, tienes razón y no me llames así, no soy una cabeza hueca —hablé con molestia. —Bueno, entonces quiero que me digas si alguien te llega a molestar, te aseguro que lo mantendré a raya, sabes que siempre puedes contar conmigo. —Lo sé Alex, únicamente espero que el día que les presente a algún “amigo”, no busquen hasta debajo de las piedras para saber si oculta algo, no todos lo hacen. —En eso te equivocas Em, todo el mundo siempre tiene algo que ocultar, TODO. EL. MUNDO —recalco esas tres palabras— ¿escuchaste?, nadie está tan limpio como te harán creer. —Está bien, confiaré en tus palabras y seguiré tu consejo. —Y eso es lo que espero que hagas. Colgamos dándonos las buenas noches y me quede pensando en todo lo que hable con Alex, y supongo que tiene muchísima razón, quien se acerque a mí, será porque quiere, no por ninguna otra cosa; además soy una King, no puedo tener miedo a nada, si me he enfrentado a mis hermanos, entonces también puedo hacerlo con los demás. A la mañana siguiente me levante de mejor humor y con mucho ánimo, hacía un hermoso día y tenía muchos planes por delante, me subí a mi auto y maneje hasta la universidad, aparque el auto, mientras veía miradas curiosas. —Bueno, aquí vamos – me aliente a mí misma. Cuando baje del auto comencé a caminar como la mismísima puta reina que soy, al carajo las miradas de desprecio que me lanzaban todas las mujeres que me estaban observando, si no podían controlar la mirada de sus hombres a mi paso, ese no era mi maldito problema. A lo lejos divisé a un chico alto y delgado, a juzgar por cómo su playera se le pegaba al torso, supuse que tenía algunos cuantos músculos que tenía muchas ganas de tocar con las palmas de mis manos, me observó así como todos los demás, pero él me miraba de diferente forma, no sabía si era algo bueno o malo el que lo hiciera, pero no le di más importancia y entre a mi primera clase, ahí conocí a la única persona que sería mi amiga, a Johanna García, una chica muy linda con unos ojazos cafés redondos y grandes, desde el primer día congeniamos, además teníamos algunas clases en común. A ella le platique sobre aquel chico con el cual compartía algunas clases, ella fue la que me animo a que le hablara. Tal vez como me dijo alguna vez Johanna, él no estaba interesado en mí, como yo en él, así que después de algunos meses, me atreví a hablarle; y tuvimos nuestra primera cita, si se le puede llamar así, porque aunque yo quería más, él parecía querer lo contrario. Poco a poco lo fui conociéndolo más, se notaba que era el chico perfecto, alguna vez platicando sobre mis hermanos, él me contó su historia, una muy triste por cierto, a que hombre; si se le puede llamar así, se le ocurre abandonar a su familia y más aun sabiendo que su esposa está a punto de morir y deja todo en manos de un joven que apenas está aprendiendo sobre la vida, tal vez por eso Edward es así, algunas veces parecía no querer seguir conociéndome, pero otras veces se mostraba realmente feliz de estar a mi lado, quizá era un poco frustrante. Una tarde le presenté a Johanna, parecieron caerse bien, pero Johanna me sorprendió unos días después por un comentario que me hizo. —¿Te puedo decir algo sin que te molestes? – preguntó con un poco de vergüenza. —Si, pero dime, ¿te pasa algo? —negó con la cabeza. —En realidad es sobre Edward, no quiero que me lo tomes a mal, pero siento que esconde algo —la miré porque en realidad no sabía qué contestarle. —Pero, tú me dijiste que te había caído bien. —Si y no malinterpretes mis palabras, pero siento que… sabes que olvida lo que dije, tal vez este un poco paranoico. —Está bien —ninguna de las dos volvió a mencionar el tema, pero sabía que ella no confiaba en él, lo que me mataba era que no le podía contar a Alex, o sabía que lo investigaría, me dijo que podía confiar en él y no lo hice, más tarde pagaría muy caro por ese error. En ese momento me acordé de sus palabras, “todo el mundo tiene algo que ocultar”, sus palabras me cayeron como un balde de agua fría, y si Johanna tenía razón y Edward escondía algo, pero… ¿Qué es lo que podría esconder?, sabía muchas cosas sobre él, sabía dónde trabajaba por las tardes algunas veces, conocía su casa, era una persona solitaria, así que no conocía a ningún amigo o algún otro familiar, no quería sospechar de él, pero esto encendió mis alarmas.
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