Romara lo miró como si tratara de explicarse por qué procedía con tanta generosidad. Entonces, dijo en voz muy baja: —Imaginé que tal vez, cuando Caryl se encontrara completamente bien, usted querría que regresáramos a Huntingdonshire. —¡No tengo el menor deseo de que hagas tal cosa!— dijo Lord Ravenscar con decisión y él mismo se sorprendió al notar lo exaltado que estaba. Cenaron solos porque, como explicó Romara, Caryl no podía bajar aún a cenar al comedor, de acuerdo con las instrucciones del médico. —Supuse que Caryl desearía verlo— dijo ella—, y que haría un esfuerzo por bajar; pero creo que, en realidad, se siente tímida ante usted. —¿Tímida?— preguntó Lord Ravenscar —Está avergonzada por haber causado tantos problemas y porque tuvo su bebé casi en cuanto llegamos aquí. —A mí