16.

1203 Words
Narrador La situación con sus familiares se salía de sus manos, tanto así que era prácticamente insostenible la conversación, que no solo eran reclamos, sino recriminaciones, pues más que todo, por que eran una familia en donde el respeto era algo que debía prevalecer, pero lastimosamente no todos sus miembros lo tenían en claro. El error cometido por Jonás, mantenía a la familia con molestia, más que todo porque sabían que había un pequeño que había sufrido privaciones, a causa de lo que Jonás había hecho con su madre. Pero lo que ellos no sabían, era que Dayana había dado todo por mantener a sus hijos, no hubo ningún trabajo malo, siempre y cuando no la llevara a cosas que no deseaba hacer, salió adelante y hasta ahora no les ha faltado a sus niños. Mientras en aquella casa se llevaba a cabo un caos, pues después de la llegada de la madre de Diego y Jonás, hubo más noticias que dar, ahora según las investigaciones que mando hacer se pudieron sacar a relucir que la pequeñita que conocieron aquella vez que encontraron a Dayana, era hija de Diego, por eso el sintió tal conexión, pero lo que llevó a su madre a investigar, fue su increíble parecido, pues la nena era exactamente igual a Diego cuando estaba de esa edad. Algo que tenían claro, es que ya demasiados errores habían cometido con las hermanas Duarte, como para ahora seguir algo por el hecho de que Dayana tenía a los dos niños. En el caso de Diego, iba a ser difícil el que Dayana confiara en él, claro que ahora había algo que los uniría de por vida, solo esperar a que ella quisiera darle la oportunidad de compartir con su hija, conocerla, y darle todo lo que por estos años no hizo ya que desconocía de su existencia. […] Aníbal San Clemente, un empresario de renombre en algunos países, había sufrido algunas cosas, entre esas perder a sus hijas y a su esposa en una tragedia. Aunque lleva años buscando a sus hijas, la oportunidad de volver a verlas cada vez se esta esfumando de sus manos. Quizá el hecho de haber cambiado de vida, de nombre, apellido, no le ha hecho coincidir con sus hijas, que para este tiempo ya deben ser todas unas mujeres, quizá hasta tengan familia, lo único que, si pudo saber, después que recupero la memoria, fue que ellas se salvaron, no así su esposa, que lastimosamente falleció. En el aeropuerto donde acaba de arribar, se topo de repente con una mirada muy similar a la de él, algo que hizo que por su cuerpo recorriera un frio que nunca había pasado, la joven que estaba casi frente a él, era exactamente igual a su amada esposa, pero con una mirada que él suele ver todas las mañanas cuando se ve al espejo, quizá es una de sus hijas perdidas, el detalle es como poder saber quien es, o mejor dicho si ella es su niña Dayana. Tal parece la joven noto que el magnate la miraba con insistencia, lo que hizo que ella reaccione, pero también sintió algo extraño al mirarlo, como si lo conociera de toda la vida, ya que su mirada le era muy familiar. El contacto visual fue un poco corto, Aníbal no deseaba apresurar las cosas, ahora pediría a su equipo de seguridad que investigara a la joven, y todo su entorno, ahora el debía ir a descansar, pues en horas de la mañana tenía una reunión con un importante arquitecto, y deseaba que las cosas le salieran como has sido durante todos estos años, correctas. […] Diego Saber que la nenita que tuve en mis brazos, es mi hija, hizo que un sentimiento que nunca había tenido floreciera, las lágrimas vinieron a mis ojos, saber que ella ha pasado alejada de mí, por la imprudencia de haber tomado a su madre como alguien pasajero, no sé qué deberé hacer para volver a ganarme su confianza, pero sea lo que sea que me diga, lo haré. El día de mañana tengo una reunión con un importante empresario, el desea que sea yo quien diseñe uno de los complejos de hoteles que pondrá en esta región, así que ahora mismo deseo solamente descansar, para tener la mente fresca y saber que realizaré. […] Como todas las mañanas, mi taza de café sin azúcar, para terminar de despertarme, aunque sinceramente no fue un sueño muy placido, Dayana volvió a apoderarse de mis sueños, ahora con mi hija, y de verdad que esos pensamientos me mantuvieron en vilo toda la noche. Me dirijo al estudio, don Aníbal San Clemente, llegará en una hora, así que tengo tiempo para tener todo listo en cuanto a planos. Mi secretaria entra de repente a mi oficina y me dice que hay una señorita en el recibidor que desea hablar conmigo, le pregunte su nombre, y cuando me lo dijo de inmediato sentí que la presión arterial se me fue al piso, mi secretaria se asustó, pero le dije que estaba bien, que le hiciera pasar que tenía un poco de tiempo, que la atendería, que la dirigiera a mi oficina y que no permita que nadie nos interrumpa en la conversación. -Tan solo espero que sea una buena conversación, y que Dios me ayude a que ella me deje estar cerca de ellas- Dayana ¿Han sentido alguna vez que hay situaciones que ya vivieron? Pues, a mí me paso al llegar al aeropuerto, no se porque el hombre que me miraba insistentemente se me hacía conocido, quizá más de lo que yo imagino, me di cuenta que tenemos una mirada muy parecida, inclusive alguien podría pensar que somos familiares, pero eso no es posible, pues en este país que yo supiera no tenemos familia, la única que teníamos murió cuando venimos acá, Thais siempre me decía que papá era un buen hombre, que el era de familia extranjera, que huyo de casa porque haberse enamorado de mamá, a mí me parecía una historia muy romántica, y pensar que estuvieron juntos hasta el final. A lo mejor si yo hubiera tenido más edad cuando todo paso, las cosas hubieran sido más claras para mí, solo supe que Thais tenía una enfermedad heredada de la familia de papá, pero nunca tuve la oportunidad de ver una foto de él, pues con las pocas cosas que teníamos nunca vi foto de mis padres. Bueno, el caso es que esa mirada me dejo un poco intrigada, pero el caso es que debo ser fuerte ahora mismo, mañana tengo el plan de ir a la oficina de Diego, luego voy a la entrevista con su madre, por la invitación y eso, pero a dejar las cosas claras. Mientras viajaba me puse a meditar en el hecho de guardar rencor, mi hija no tiene la culpa de las cosas que a mi me pasaron, si a mí se me hizo difícil vivir sin mi padre toda mi vida mi niña debe estar pasándola igual, así que decidí que si Diego desea ser parte de su vida, no me opondré, ella merece estar con sus dos padres, así sea que ellos no estén juntos.   
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