Dayana estaba en casa preocupada por su hermana, no estaba en casa cuando ella llegó y ya habían pasado algunas horas y aun no llegaba. De pronto vio el anuncio donde por primera vez vio el rostro de Diego y se dijo para si mismo que estaba emocionada de haberlo conocido, aunque no de la forma en la que de verdad le hubiera gustado, pero al menos había cumplido uno de sus sueños, estaba acostumbrada a emocionarse con las pequeñas cosas que la vida le proporcionaba.
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A la mañana siguiente, sin esperarlo se volvieron a encontrar, pues Dayana tenía por costumbre llegar un poco antes de la hora de entrada, y justamente Diego había acudido a la oficina por algo que su mamá le había pedido que busque por ella.
En el caso de él, se quedo estupefacto de verla llegar, de inmediato tuvo que cortar la llamada, pues empezaba a sentirse acalorado y sumamente desconcentrado. Ese día Dayana llevaba puesto un vestido un poco suelto, su cabello estaba recogido de manera que dejaba ver sus hermosos cabellos ondulados, su cuerpo se veía perfectamente formado con esa vestimenta.
Se dio cuenta que Dayana miraba a uno de los anuncios que se encontraban en una de las paredes que se apreciaban desde la ventana donde él se encontraba parado, pudo decirse para si mismo que para ella no era indiferente, pues se notaba que ella suspiraba al ver la fotografía.
Dayana casi se desmaya cuando sintió de pronto una mirada, y justamente al mirar hacia el ventanal se dio cuenta que se trataba del mismísimo Diego, sintió una gran vergüenza, fue muy distraída en dejarse ver de esa manera. Las piernas le empezaron a temblar de los nervios, él la había visto suspirar al mirar la foto.
Estaba con una vestimenta que lo hacía ver como un Dios griego, estaba hermoso, sus ojos se veían mucho más brillantes ese día. Sin esperarlo, él llego a donde estaba ella, y se presento sin más, ella contesto lo más tímida posible, pues para ella todas estas situaciones eran primera vez que le pasaban.
No se espero que cuando se dieron la mano, Diego la tomara y le diera un beso encima de los nudillos de esta, dejando casi sin respiración a Dayana, Diego se dio cuenta lo nerviosa que la ponía, por eso le dio una bonita sonrisa con la finalidad que ella se tranquilizara, pero al menos no fue lo que paso, aparentemente el que sonriera le causo uno que otro estrago a Dayana.
Él joven estaba encantado de saberla inexperta, pues el por mucho estaba buscando una mujer con la que pudiera ser maestro en diferentes artes, pues le habían tocado un sinnúmero de mujeres con exceso de experiencia, pues eran de lo más atrevidas.
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La confusión se apodero de la cabeza del joven Diego, pues siempre estaba rodeado de mujeres que deseaban llegar a el de diferentes maneras, desde una foto a tenerlo una noche en su cama, pero con la joven Dayana las cosas eran diferentes, como si de un misterio se tratara, ella no se impresionaba con su fama, o con su bello rostro.
Dayana estaba en su puesto de trabajo, pensando en lo ocurrido por segunda vez, no se sacaba de su mente cual era su lugar, pues el es el jefe y ella una empleada más, una que necesita el trabajo.
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El tiempo pasaba y Dayana estaba trabajando como de costumbre, y en un momento que le toco atender a una clienta un poco difícil, hizo una pausa cuando esta se fue, y se quedo recargada en una de las vitrinas, sin si quiera imaginar que era observada por uno de los solteros mas codiciados de la ciudad, y que para variar gustaba de ella. Diego, estaba tomando un vaso con whisky y no dejaba de observar a la joven mujer que se encontraba un poco lejos de él, no había duda que ella le gustaba, pero como pudo darse cuenta, ella no sería una conquista nada fácil, pero se había propuesto hacerlo y disfrutar lo que vendría, imaginaba que era como las demás, una vez que las probara, quizá lo haría un par de veces más y luego las dejaría que hagan con su vida como si nunca se conocieron.
No se quedo con la duda de averiguar, un poco más sobre la joven que trabajaba en las inmediaciones de la boutique, obtuvo buenas referencias de la chica, que era una buena empleada, cumplida y honrada, sobre todo, un poco ingenua en algunas cosas, era cubana, y solo tenía como único familiar una hermana. El joven se sorprendió cuando le dijeron los datos referentes a la joven mujer.
Una mujer que era una de las asistentes de su madre, se acerco a él y le dio un beso en la comisura de los labios, pero desde donde se encontraba Dayana se podía decir que estaban besándose, eso sin querer hizo que Dayana cambiara su semblante alegre por uno que reflejaba cierto grado de tristeza, pero sacudió su rostro y pensó de inmediato que ella no era quien para ponerse en esas ideas, pues el señor era un hombre inalcanzable para una persona como ella, pues nada mas y nada menos era uno de los hijos de los dueños de más de una de las boutiques reconocidas del país.
Dayana opto por seguir con sus labores, hasta que llego la hora de salir de su trabajo, para su buena suerte el ya no se encontraba cerca, se imaginó que debió salir con la mujer que horas antes había llegado y se lo saco de las instalaciones.
Los pensamientos de la joven mujer no dejaban de recorrer su mente, ella era una muchacha simple, emigrante para variar, sin terminar los estudios, apenas había podido estudiar un poco antes de que su hermana enfermara mucho más, y esta última no había podido salir de la recaída que había tenido recientemente. Una lagrima vaga salió de sus ojos, esa que demostraba que ella estaba al tanto de que su ilusión no podía continuar, que fue bonito conocer al hombre que hace que tenga mariposas en el estómago.