El que Diego estuviera cerca en la entrada era todo un sueño, más o menos como una aparición celestial, hablaba por teléfono con alguien al que le estaba dando explicaciones, algo referente a la seguridad, y se veía que el tema no era de su agrado pues, hacía muecas al contestar, desde donde Dayana lo observaba se podía dar cuenta del asunto, además su agradable aroma estaba en todas partes del lugar, parecía que el joven hombre, no se bañaba con agua sino más bien en perfume.
Dayana no podía dejar de llevar su mano al pecho, pues su corazón estaba a punto de salir de su lugar de la fuerza de sus latidos, claro que el joven no podía saber lo que ocurría, pues ignoraba que alguien se ponía nerviosa con su presencia. Lastimosamente, para Dayana las cosas no eran del todo fáciles, gracias a su desbocado corazón sus piernas no estaban del todo firmes en ese momento, y le tocaba ir a un lugar que comprendía pasar cerca de donde se encontraba el apuesto hombre.
Daba la sensación de que su cuerpo era una caja de juegos pirotécnicos a punto de explotar, por los nervios que se cargaba en ese momento.
Para la mala suerte de Dayana, su cuerpo y el hecho de que Diego no se percato de ella, fue a dar al piso, cayendo en un golpe seco, aunque el intento ayudarla, sintiéndose mal con lo que acababa de hacer por su imprudencia de ir escribiendo mientras caminaba, no alcanzo a evitar que se golpeara, y fuerte de paso.
Diego no pudo más que disculparse por su imprudencia, sabía que ella estaba adolorida por la fuerza del golpe tuvo suerte de no lesionarse alguna parte del cuerpo.
Él se dio cuenta de la joven con la que había chocado, era alguien guapa, una joven escultural, no era excesivamente alta, pero tenía todo bien puesto en los lugares en los que debía de ir.
Este mismo hasta se vio en la necesidad de humedecer los labios, pues su mente se estaba llenando de pensamientos un poco inadecuados al ver a la joven, pero luego reacciono y la ayudo a levantarse del piso, aunque este acto lejos de tranquilizarlo lo altero más pues, el corto vestido de Dayana se había subido y se podía observar sus hermosas piernas con más detalle, y Diego se volvió a distraer.
Se volvió a disculpar, admitiendo que había sido el quien tenía la culpa del evento que causo dolor a la joven mujer, aunque ella admitió que debió ser más precavida, además le echaba la culpa a los zapatos que ese día llevaba puestos.
Todo se vino abajo, cuando él de una manera de burla se refirió a ella como alguien pequeña, por lo que ella lo miró apenada, y seria a la vez, pues no era de las personas que les guste que se refieran a ella de forma despectiva. Él pudo notar la belleza aun mayor que ella irradiaba con esa actitud y sus mejillas levemente sonrojadas.
Después de unos minutos, él volvió a referirse a ella con una nueva disculpa, pero esta vez por lo dicho antes, sobre su estatura, pues consideró que no fue lo adecuado.
Dayana salió del lugar, pues se sentía incomoda, por lo ocurrido, pues era algo que de verdad la sacaba a ella de sus cabales, la persona de la cual había considerado su crush o mejor dicho amor platónico, estaba cerca de ella, y hasta había chocado, le habló y se disculpó por lo ocurrido.
Por otro lado, estaba Diego, quien no dejaba de pensar en lo ocurrido, pues eran las piernas más bonitas que en su vida había visto, y a su mente se venían pensamientos impropios, que hacían que sonriera como tonto, el detalle no eran solo sus piernas sino también su encantador rostro, una mujer definitivamente hermosa, hubiera dado lo que sea por solo rosar sus labios, aunque sea una sola vez.
Se encontraba excitado con solo imaginar esas cosas, no era propio de él, ninguna mujer había causado ese efecto en él con solo mirarla.
Siempre había estado rodeado de mujeres hermosas (gracias al cirujano), pero no de alguien con una belleza como la de la joven mujer que acababa de encontrar, la gran mayoría altas, con el deseo de verse siempre perfectas, vestidas a la moda y sobre todo buscando atención de los hombres, pero en el caso de la joven que había tenido frente a él, ella tenía una mirada muy diferente no era de las que lo miraban con deseo, o esperando que de buenas a primeras se las lleve a la cama.
Para Dayana, lo ocurrido fue un accidente, no debía retrasarse de su trabajo, Diego era uno de los dueños del lugar donde trabajaba ella, aunque el era parte de sus maravillosos sueños, y ahora se volvía un hermoso recuerdo, y por eso no podía perder su enfoque, estaba trabajando por ayudar a su hermana, era su razón de peso, no podía hacer caso a nada que tuviera que ver con cosas del amor.
Cuando Diego llego a donde ella se encontraba, Dayana dio un pequeño salto al escucharlo hablar, y preguntarle como era su nombre y si era posible conversar con ella en otro día, por un momento Dayana se cuestiono su cordura, pues como había estado pasando un poco mal en cuestión de alimentos en casa gracia a no tener recursos suficientes, él que le estuviera hablando y lo que es más diciendo que deseaba hablar con ella, la dejo un poco alterada, y fue cuando ella cayo en cuenta que si aceptaba esa propuesta, podría costarle su trabajo. Se disculpó y le dijo que no era posible que una simple empleada, tuviera una conversación con el jefe, además que no deseaba perder el único sustento que tenía, que realmente necesitaba su trabajo, después de decir dichas palabras salió de enfrente de él joven.
Diego se quedo paralizado, era de los hombres que tenían prácticamente a cualquier mujer a sus pies, era alguien cuidadoso con su aspecto físico, además de que conservaba en perfecto estado su rostro.