LEILA Sí que le puedo sacar provecho a la situación, si algún día lo llegara a necesitar, porque nadie me creería. — ¿¡Qué haces con ese teléfono!? — ¿Tú qué crees? No se necesita ser inteligente para saber lo que este aparato suele hacer. Y no me grites porque esto podría filtrarse y las r************* son como el río. Solo necesita un par de gotas para desbordarse. — ¡Eres una…! ¡Deja de grabarme! — ¡Tú, deja de gritarme! — Cuando me levante de aquí, no tendrás lugar para correr, te voy a atrapar y suplicarás por piedad y no la tengo. — No me gusta correr, eso causa que sude y se me arruine el lacio de mi cabello y que huela mal -me da asco de pensarlo. — ¡Mujer! — ¡Ya dejen de pelear! -nos interrumpe Aitana. -Parecen niños chiquitos, y bien adultos que son. Toma otra cucharad