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2862 Words
Desamor: “El humo de tabaco es algo que se respira. El amor no. El amor es algo que se siente". La clase de la maestra Castula estaba llegando a su fin, alguien llamo a nuestra puerta justo al momento en que yo terminaba de resolver una ecuación de primer grado en el pizarrón. —¿Puedes abrir la puerta por favor? —me dijo la maestra. Deje el plumón sobre la barra, mis compañeros copiaban el resultado en sus cuadernos. Moví la manija y entonces lo vi; me estaba mirando con una sonrisa amplia. Don Luis (el hombre que se encargaba de la limpieza de los salones) venía a buscar algo a la bodega que se encontraba en nuestro salón y Brayan venía a su lado. —¡Gracias! Si quieres ya puedes ir a tu asiento. La maestra se acercó al pizarrón y se nos quedó mirando por algunos segundos. —¡Bien! ¿Ya pensaron que haremos en nuestro próximo convivio de..? No estaba prestando atención, en mi cuaderno había una nota de papel azul, mi banca se encontraba justo a un lado de la ventana y casi hasta atrás, muy cerca de la puerta de la bodega que estaba dentro de nuestro salón. ¿Que se supone que debe pensar un chico mientras su pretendiente está en el mismo lugar que él? Deje escapar un suspiro, decidí prestarle atención a la maestra y no pude. —¿Tendrán un convivio? —me preguntó él. Su respiración estaba muy cerca de mi, su voz me hizo estremecer a la hora en que su aliento acarició mi oído izquierdo. Lentamente me giré a mirarlo y la cercanía era demasiada. Sus ojos parecían brillar mientras suavemente su mano derecha acariciaba mi mejilla y yo como bobo cediendo ante su tacto. —¡Si! Tendremos un convivio. —¿Me vas a invitar? Enarque mis cejas, sentí mucha curiosidad y mi estomago se revolvió ante su gesto que acariciaba una parte de mi. Trague saliva. —Yo… —No distraiga a mi alumno —le reprendió la maestra. Su mano se apartó de mí y me obligue a dejarlo ir. ¿Que sensación marcó la diferencia entre él y yo? ¿Seguiría existiendo alguna diferencia entre los sentimientos de cada uno? —Espero que te vaya bien hasta el final de hoy —dijo él susurrando a mi oído. Acto seguido, salió de mi salón y mis ojos lo persiguieron. Lo vi cruzar la cancha de fútbol, su salón quedaba justo al otro extremo de mi salón y agradecí de cierto modo el poder sentarme junto a la ventana. ¿Estaría atento de él? ¿Vigilaría sus movimientos? ¡Mi interior comenzaba a sentirse bien confundido! Primero de esa chica, luego de Cristian, ¿y ahora? ¿De Brayan? ¡Ojalá el corazón de los adolescentes no fuera tan confuso! —¿Apoco si es cierto que tú y él? —Me preguntó Miguel, un amigo de mi clase. Su pregunta me tomo con demasiada sorpresa, estábamos saliendo de la escuela. —Este… no. Nada de eso, todo es un malentendido. Miguel era demasiado curioso y a veces sus preguntas me hacían sonreír. —¿Te gusta él? —¿Por que me gustaría Brayan? Sus labios se curvaron de forma pícara. —¿Tú le gustas a él? Este Miguel era demasiado abusado a la hora de shippear cualquier gesto que pudiera alimentar un romance. —¡Eres muy metiche! —Lo se y no debería sorprenderte, tú me conoces. Su sonrisa me hizo sonreír. —¿Vendrás al convivio? —Lo más seguro que si. ¿Y tú? —Yo creo que no. —¿Como que no? —Me cambiare de escuela. —¿Te cambiarás? ¡Esto no podía estar pasando! —Si, mi papá tiene un nuevo empleo, así que… No había marcha atrás. ¡La vida siempre nos va a dar sorpresas! ¿Que pasaría conmigo? Ahora mi único amigo de la escuela se mudaría lejos de mí, tenia tres corazones para decidirme por uno y parecía que la secundaria pintaría mucho mejor que la escuela primaria. ¿Fue así? —¿Y cuando te mudarás? Los días se fueron volando, las clases iban avanzando y neta que todo parecía ir demasiado bien en mis días. Comencé a hacer amistad con Maricruz, Julia y Paty. ¿Puras mujeres? Pues si, la mayoría de mis compañeros varones abandonaron la escuela porque o era que ellos se habían puesto a trabajar o simplemente porque habían embarazado a alguna chica. ¿Puedes creerlo? En primer grado éramos veinticinco y el día de nuestra graduación solo fuimos nueve de nuestra clase. ¡La juventud alocada se embarazaba sin pensar en lo que de verdad implica formar una familia! —¿Por que juegas con puras chicas? —me preguntó un chico de segundo grado. —Pues es que no hay muchos chicos en mi salón y los pocos qué hay luego no vienen. ¡La neta es imposible poder hacer amistad con ellos! —¿Y no te gustaría tener mas amigos? —Pues si pero… —¡Yo seré tu amigo! Su nombre era Federico, tenía catorce años y parecía ser un buen tipo. Con los días fui conociéndolo mejor, pude trabar una amistad con este chico y descubrí que su vida era el resultado de una mala decisión que habían tomado sus padres. ¿Cuál había sido el resultado de mi vida? Mis padres se habían casado por amor, ambos se conocieron a los veintitantos, duraron un año de novios y se casaron. Yo nací a los ocho meses después de su boda. ¿Por qué nací? ¿Por qué tengo vida? ¿Me gusta estar viviendo en un mundo como este? Mis padres son las dos personas que me dieron la oportunidad de estar aquí, un amor hizo que una vida como yo fuera concebida a causa de… —¿No te gustaría tener novia? —me preguntó Federico. Estábamos en el receso, sentados alrededor de una mesa de la cooperativa. —Pues estaría chido, solo que… —¡Yo ya tengo novia! Enarque mis cejas, su confesión me hizo sorprender demasiado. —¿Neta? —¡Neta! Ella va en la técnica y vivimos no tan lejos el uno del otro. ¡Ella es demasiado bonita! ¿Bonita? ¿Bonito? ¿Hermosa? ¿Hermoso? Mi corazón suspiraba cuando se hablaba de amor a mi alrededor. ¡Creía que el amor hacía que ambas personas pudieran ser felices el resto de sus vidas! ¿Cuánto duraba el resto de esas vidas? Un día común después del receso fui al sanitario. Solo quería enjuagarme las manos porque habíamos usado pegamento líquido y en mis manos había restos de resistol seco. Camine por el pasillo de lo sanitarios, vi el árbol de peras y justo cuando estaba por doblar para lavarme las manos en los lavabos, los vi. Ella estaba contra el muro, él estaba acorralándola con mucho deseo y sus bocas estaban unidas de forma dulce y salvaje. Las manos de ella estaban sobre el cuello de Cristian, acariciaban sus mejillas y los ojos cerrados confirmaban que ambos estaban disfrutando esto. Un beso, el deseo ardiente de querer estar desnudos y el tacto que se escurría por debajo de sus prendas. ¿Que debía hacer yo en este momento? ¿Que sentí al ver a mi querido alimentar el deseo de una chica como Fany? ¿Se supone que debía doler? ¡Malditos impulsos de la juventud! Sentí que toda mi alma se partía en dos, los celos me consumieron por completo y con todo mi ser deseé estar en el lugar de ella. ¡Era obvio que esto nunca podría suceder entre nosotros dos! ¿A esto era lo que Federico se refería? ¿De verdad era amor? ¿O solo un simple impulso de la calentura que se tiene a nuestra edad? ¡Desee no haber visto nada aquella vez! —¿Te encuentras bien? —me preguntó mi maestra. Todos se giraron a mirarme. —Si, yo… —Concéntrate, estas notas no deben escaparse de ti, ya casi irás al concurso. ¡No quiero que te distraigas! ¿Concurso? Era de los mejores alumnos de la clase mientras el acosó escolar no se hiciera presente a mi alrededor. —Si profa. ¡Esta bien! Intentaré no distraerme. —No quiero que lo intentes. ¡Solo hazlo! ¿Como podía hacer que mi mente se concentrara si minutos atrás encontré a mi crush besuqueándose con otra persona? ¡Jodidamente no podía! En mi cabeza la escena daba vueltas y era repetición tras repetición que imaginaba a Cristian besándose conmigo. ¡Maldita confusión emocional! Y sin esperarlo las cosas sucedieron de forma cruel. El director entró a nuestro salón. —Tengo una noticia que darles. Mi atención se vio puesta en el profesor que vestía un traje de color n***o. —El padre de sus compañeros, Brayan y Aline falleció el día de ayer. En este mismo momento sus compañeros están a punto de sepultar a su… ¿La muerte? ¿El dolor? ¿La angustia? Todos los alumnos de la escuela fuimos a hacerles compañía a Brayan y a su hermana. Había muchas sillas en el patio de su casa, flores y coronas floreadas alrededor de un momento de duelo. ¿Que se supone que debíamos hacer? Creo que cuando uno muere los familiares sufren demasiado, pero el simple hecho de estar ahí, de darles compañía y presencia demuestra el amor que sentimos por la familia. ¡Así es! Brayan estaba de pie, tenía los ojos rojos y el llanto había cedido por algunos segundos. —¿Piensas ir a consolarlo? —me preguntó Federico. —¿Debería abrazarlo? —¡Deberías hacerlo! Él te quiere y lo sabes a la perfección. ¡No seas tan cruel con sus sentimientos! ¿Yo estaba siendo cruel? La neta no fue mi culpa que él terminara enamorándose de mí y tampoco fue su culpa que él comenzara a hacer dudar a mi corazón. ¿Dude de lo que sentía por él? Comenzaba a creer que él y yo podríamos intentar tener algo bonito. —¡Está bien! Ahorita regreso. Me puse de pie, apreté mis puños y los nervios bombeaban en mi corazón a toda potencia. Camine hasta pararme frente a él, sus ojos se posaron sobre mí y toda la atención de su vida me perteneció por varios segundos. —Brayan yo… —ni siquiera me dio tiempo de pensar en palabras de consuelo—. ¡Lamentó mucho tú perdida! Y sin pensarlo más le abracé con todas mis fuerzas. Su altura me hizo rodearle la espalda sin problema alguno, no tardó en corresponderme y allí fue donde él también aprovechó para alimentarse de mi. Su respiración me rebotó en el cuello, sentí sus manos sobre mi cintura y no me importó en lo más mínimo lo que los demás pudieran llegar a pensar de mí. ¡Me olvide de todo el trauma que viví en la primaria! —¡Gracias por haber venido a consolarme! Su voz quebrada me hizo querer tomar su mano una vez que nos separamos del abrazo. El calor que emanaba nuestro cuerpo me hizo sentir tranquilo por algunos minutos. Sentía que nadie más importaba, solo nosotros intentando hacer que nuestros corazones congeniaran de forma completa. ¿Era amor? ¿Enamoramiento? ¿Despechos? ¿El pasado que quería que no me olvidara de él? Si bien era cierto que los recuerdos de Orlando aún seguían en mi interior, había días en los que su nombre comenzaba a no tener significado en mi vida. —¿Entonces si andabas con él Brayan? —su pregunta me tomo desprevenido. Tuve que darme la vuelta para poder verlo a los ojos. —No. Yo no ando con él. ¿Por qué tanto interés? Sus cejas se enarcaron, como si mi pregunta hubiese sido un tanto egoísta al tratar de destacarle que yo le importaba. ¿De verdad llegaría a sentir interés por mi? ¿Un chico de quince con uno de doce? —Es que como los vi tomados de la mano el día del funeral, yo pensé que ya habían formalizado. Su suposición me hizo sonreír con una mueca demasiado curiosa. —¿Te gusta estar muy pendiente de lo que hago? —Para nada, es solo que… —¿Por qué andas de metiche entonces? —Yo… Se quedó callado. Eran las dos quince de la tarde cuando Cristian intentó hablar conmigo para averiguar la realidad de mi corazón. ¡Aún había sentimientos en mí que llevaban su nombre con mucha intensidad! —Tengo que irme, mis padres me esperan temprano. Me di la vuelta y quise retomar mi camino. ¡No pude! —¿Sabias que Brayan ya no vendrá a clase? Su pregunta me hizo detenerme en seco, justo en medio de la calle y a todo golpe. —¿Que? —Brayan se mudó a otro estado. Escuche que su madre se los llevo a su tierra y hace tres días que él ya no viene a clase. ¿Era así? Bueno, yo había notado su ausencia en días anteriores, nunca pensé en la posibilidad de que él ya no volviera. —No sabía de eso. ¿Estás seguro? —Si. El director nos aviso esta tarde después del receso. Una vez más mi oportunidad de poder sentir y tener una relación amorosa con alguien que comenzaba a hacer dudar a mi corazón, se esfumo lejos de mí. ¿Por qué me pasaban esas cosas? —Pues, que te puedo decir. Espero que le vaya bien a donde quiera que esté. —¿Lo vas a extrañar? —¿Tu lo vas a extrañar? No me respondió y yo decidí salir de allí. Llegue a mi casa y me encerré en mi habitación, me tiré en la cama y lo dejé salir a toda fuerza. El llanto ahogado que me consumía, esta vez no quise guardarlo mas y decidí sacarlo sin miedo. ¿Llore por alguien? No realmente. En ese momento lo único que de verdad me causaba daño era pensar en la clase de sentimientos que se albergaban en mi corazón. ¡Como si la vida me estuviera jodiendo! Que soy un chico y que de pronto me gustaban los chicos, que luego me atraían las mujeres y nadie, absolutamente nadie en este planeta sabía sobre mi confusión emocional. ¡Quise morirme! Vida mía que piensas y sientes, te pido valor ante lo que acontece a mi. ¿Que me ocurre? Dentro de mí se esconde la sensación más cobarde que se pueda experimentar: El enamoramiento. Que de pronto sentía la necesidad, la confusión y el deseo porque alguien en este mundo pudiera entenderme. Que yo fui el crush de un chico que aparentemente estaba muy colgado por mi, que luego el sentimiento que yo tenía hacía mi Cristian se hizo pedazos cuando lo descubrí besándose con aquella chica y al final una vez más me estaba quedando solo. ¿Que el amor no está hecho para mí? He de explicar que nunca en mi vida he fumado un cigarrillo, pero si, he respirado el humo o el olor a tabaco. De hecho, creo que todos alguna vez lo hemos hecho: de camino por las aceras, en la tienda de la esquina, en un parque o en la misma casa el olor a tabaco se hace presente. Con el sentimiento en la mano, decidí escribir la frase de hasta arriba, por que en ocasiones (quizá suene cursi y muy ñoño, pero es la verdad) no siempre es fácil encontrar a alguien que demuestre su sentir de "amor". Solo basta con mirar a tu alrededor, no amas así de la nada. No se trata de hablar con una persona dos segundos y decirle que la amas, por que es una mentira. No sales a la calle y a la primer persona que te encuentras abrazas con mucho cariño, no, eso no pasa. El humo de tabaco es muy penetrante y parece muy consolador pero a la larga es muy mortal. No se trata de encontrar un amor casual y muy placentero, se trata de encontrar un amor verdadero fundado en confianza. Nunca he amado a nadie de forma completa y espero hacerlo algún día; claro, con la persona indicada, no iré a besuquear a cualquier persona que me encuentre por ahí, ¿o si? Por que, uno no puede gritar ¡amor! cuando ni siquiera se sabe amar. No se puede decir ¡te amo! cuando ni el amor esta en su corazón. Eso te convertiría en un mentiroso inexperto y claro, se necesita mucha sinceridad para poder crecer en sentido emocional. ¿Que es lo que de verdad quieres en tu vida? ¿A quien vas a darle tu parte completa? ¿Quien será la persona a la que le des tus desahogos? ¿Cuando será el momento para que digamos que este amor es de verdad?
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