27 Alfonsina

1498 Words
Escapar de Mexico, abrazar a mis hermanos y a mis padres, ha sido un soplo de aire puro para mi sistema. Cuando Noemí y Matías me informaron que tenían previsto a Martín como padrino de bodas, no me gustó mucho. Me opuse y negocié cuanto pude aunque no lo pude impedir. Para ser sincera, no he hablado con nadie de lo que pasó ese día. No había necesidad. Al final de cuentas, no involucramos a tanta gente. Su nana y su madre, me deben de estar odiando en este momento y con justa razón. Mi familia no lo sabe tampoco. Todo es camuflado a un cuarto, porque aunque no parezca, tengo consciencia y mucha. Culpa. Esa es la palabra mágica para describir lo que siento justo ahora. Lo mejor que puedo hacer por ese sujeto, es dejarlo tranquilo. No involucrar a más nadie en esto. La chica que trajo, esta como Lucy en Narnia, encantada con tía Less porque es arquitecta y ella una futura diseñadora de interiores. Menuda mierda. En una cena, comentaron como se conocieron. Una computadora rota, meses de por medio donde no sabían nada del otro, un choque en pleno centro comercial, se recordaron, hablaron ese día, notaron que sus padres se conocen y las palabras que se repiten en mi mente. 'Y desde ahí, simplemente todo fluyó, porque Martín es un sujeto sensacional Es buena persona, un buen amigo y siempre está ahí para mi' fueron textualmente sus palabras. Tarde, pero ahora se que tiene razón. Dicen que 'el pez por la boca muere', asi que aquí estoy en la situación que ambos hemos evitado desde que llegó. Evitar que una hormonada embarazada, nos ataque, me hace quedarme sentada junto a la ventanilla, apreciando el paisaje, hasta que ingresamos a la clínica privada. Sentir su olor tan cerca, sabiendo que su cuerpo está tan cerca y a la vez tan lejos, me tiene loca. El consultorio es de tamaño moderado. El ecografo tiene una pantalla mediana y la camilla parece cómoda. -Podemos acomodarnos- indica el especialista.- Puede acostarse y levantar su blusa, señora. Señores, el papá puede sentarse- señala la silla intercambiando miradas entre los dos hombres. -Queríamos pedirle que ellos, que son los papás no sepan que es y solo nos lo diga a nosotros- hago un ademán de mi y Martín y de regreso a mi- Queremos que sea revelación sorpresa. -Algo me habían comentado por teléfono, por eso- admite en tono divertido y levanta un marco de aluminio forrado en tnt azul- me traje esto. Una vez todos acomodados, cada uno en su lugar, comienza el procedimiento. -Muy bien, familia, acá tenemos unas medidas que corresponden con el tiempo de gestación- presiona botones y se dibujan líneas por el cuerpo de mi ahijado o ahijada en la pantalla, indicando lo que marca a la vez que habla- su fémur, columna, perímetro cefalico y por acá, veamos. Presiona otro botón y un bom bom en el lugar, me llena de emoción. Acerco más mi cuerpo y siento el de Martín hacer lo mismo. -Ese es su corazón- agrega el médico viendo a los presentes antes de mover otra vez el aparato- y ahí está su se.xo. Un 'Oh por Dios' se escucha a coro. Yo no me doy cuenta de que es. Entre el famoso cordón umbilical y tanto color neutro, no distingo nada. -Me di cuenta ¡Si! - festeja Martín a mi lado. -Muy bien, entonces, está todo listo.- espeta retirando todo. -¿Ya está?- Noe parece emocionada. -¿No hay más?- secunda Matías desilusionado. -Él ya sabe el se.xo y ya les dije que esta todo bien- el médico entrecierra los ojos- ¿quieren saber el se.xo? -Si- dicen ellos. -Noooo- decimos Martín y yo al unísono. -Lo prometiste, amiga- le recuerdo cuando la chantajee con la venida de mi ex y saber esto primero- Ahora cumples y nos llevan a la pastelería. -Está bien- acceden desanimados. Yo no vi nada y no sé cómo acercarme a preguntar a un Martín que sonríe como si fuera navidad. Nos subimos a la camioneta de Brandon y Matías conduce hasta el lugar acordado. -Se quedan acá y no pueden hacer trampa- los acuso. -Si, si. Vallan, vallan- apremia Mat. -Te sigo- me dice parado en el cordón de la vereda. Tenemos que caminar un tramo de aquí hasta la puerta de la panadería. Muero por hablarle, por tocarlo y sentir su calor, pero se que no debo. Él vino con su chica aunque la haya presentado como a una amiga y no creo que se lo tome a bien. De costado, veo que se puso una camisa de manga corta negra con una remera blanca debajo, una bermuda en Jean beige tipo cargo, y unos zapatos casuales en tono marrón. Las chicas que pasan por nuestro lado, lo observan caminar con sus manos en los bolsillos, así todo concentrado en el camino. Tiene unas gafas con el marco más fino y el pelo revuelo, como si recién se levantara de la cama. ¿Porque no lo ví desde el principio? ¿Porque me dejé engañar? Meses después, no tengo respuestas. -Buenos días, ¿en que les ayudo?- la dependienta nos observa con una sonrisa. -Nuestra amiga, Noemí Ferreira dejó la indicación para modificar un detalle del pastel de bodas. -Oh, si señorita. Dijo que nos iban a pedir que le diéramos tono a la masa.- busca una libreta, pasa hojas y nos mira para anotar- Los escucho. Martín me mira, lo miro, ella lo mira, pero nadie habla. -Yo no entendí que es- acepto apenada. -¿Enserio?- inquiere él. -Enserio. Solo vi blanco, n***o e identifiqué lo que dijo que eran los brazos y las piernas. - reconozco con una mueca- La cabeza si adivine y los ojos y todo eso. Se ríe bajito y cierra sus ojos un momento antes de mirar a la dependienta, dependienta que está encantada con él. Olvidé lo que las uruguayas adoran a los hombres de buen ver e intelectuales. Martín no las mira, pero ellas a él si y una punzada de celos me estremece. Tiene novia, me recuerdo, así que él así de educado como es, no les sonreirá de regreso ¿o si? -Color rosa o lila, por favor- indica educado. Razono lo que dijo y... -¿Es nena?- asiente sin verme directamente- ¡Oh, por Dios! ¡Una princesa! ¡Va a ser nuestra princesita y! -¿Algo más?- la mujer corta mi impulso de colgarme de su cuello para festejar. Me frustra su actitud y me doy cuenta de que dije nuestra y lo agradezco en mi mente. También quiero tirar de su pelo por sonreirle tanto, pero es solo en mi mente. -No, señorita. Eso es todo.- le contesta sonriendo levemente. Con lágrimas en los ojos y dando saltos, regreso a la camioneta. ¡Mi ahijada! Y me voy a tener que aguantar hasta la boda para decirlo en voz alta y se que me va a costar guardar silencio porque estoy emocionada, muy, mucho emocionada. Ya la imagino toda divina con vestidos y coletas, llevándola al colegio o de compras y me muero de emoción y ansias de que llegue al mundo. Días después, después del ajetreo de la boda, decido que he sido demasiado masoquista y hablo con mis padres. Su recomendación fue no esperar más y decirle toda la verdad. No quería dañar su nueva relación. Ya demasiado había echo y me negué a hacerlo nuevamente. No iba a hacerlo hasta que, sin querer, escuché a su amiga, ahora sin comillas ninguna, en una videollamada con su novio musculoso y mulato. Está en la biblioteca donde se quedan mucho, demasiado tiempo, con Martín. Sentada en el sofá con la computadora abierta, comenta cuanto extraña a un morocho enorme que le sonrie con devoción y ella habla de cuanto le gustaría regresar a este país con él. Al principio pienso que está engañando a Martín y la ira comienza a fluir. ¿No le hice yo el daño suficiente para que alguien más lo haga y quedarme solo mirando? Al avanzar decudida para encararla, pasar una columna de libros, veo a Martín parado detrás del sofá, sonriendo por el intercambio de palabras entre la pareja y quedó estática. -Tu debes de ser Alfonsina- dice el hombre mirando en mi dirección. Los presentes, rotan sus cuerpos para verme. No me queda más remedio que terminar de avanzar para no quedar en más ridículo del que ya estoy haciendo. -Si. Un gusto- murmuro muerta de la vergüenza al ser descubierta. -Eric. - se presenta exponiendo sus dientes blancos y brillantes- El novio de Tahina. Intercambia mirada con los presentes. Tahina sonríe para Martín que ve sus manos con el rostro prácticamente rojo. -Oh. Justo a quienes estaba buscando.- mi padre irrumpe en la sala- Martín, Alfonsina ¿Me acompañan por favor? Se, sin lugar a dudas, que es el momento de la verdad
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