7 Alfonsina

1293 Words
Al llegar a la oficina, veo a mi amiga alejando al hombre que quiere. Primero la reprendo, luego la comprendo y la abrazo. Llega el momento de ir por papá al aeropuerto y me siento una nena mimada por él, aunque lo disfruto poco rato. Llegó cansado y mañana sale temprano a Las Vegas. Dublin será juzgado por atentado de delito se abuso con uso de drogas. Las otras chicas, pasaron por la misma situación asique el gran Mauricio Madeiro, tiene un caso sólido. Papá baja del avión y me acerco a la cafetería para hablar con él el poco rato que lo puedo disfrutar. -Mi muñeca. ¿Cómo estas? -Mejor ahora que te puedo abrazar- reconozco enroscada contra su pecho.- Estoy deseando que sean las vacaciones y podamos estar unos días juntos. -Ya falta poquito mi vida. En menos de un mes son las vacaciones de primavera y tenemos pensado venir, pero- me amenaza con un toque de la carta en mi frente- no puedes decir nada porque es una sorpresa. -Se lo dijiste a la que mejor guarda secretos, papi- contradigo con los ojos cerrados. -Pudiste callar lo de tu prima, asique esto no te va a costar nada- abro la boca para objetar y me interrumpe- jura que no le vas a decir. Bufo como nena chica, hago pucheros y toda la cosa, pero no funciona. ¡Estoy perdiendo el toque! -Está bien. Juro que voy a dejar que sea una sorpresa, papá.- levanto la mano izquierda para reafirmar mi palabra. -Muy bien. Ahora dime de ese chico con el que sales.- mira a las personas que circulan por el lugar.- Pensé que iba a venir, hija. -Tuvo un pendiente que resolver y era importante, papá- lo defiendo. -¿No estará evitando al suegro? Dile que soy buena onda- sugiere cuando nos dejan las tazas de café y el tostado familiar. Me carcajeo de sus ocurrencias. -Solo tu podrías decir algo así. No entiendo tu apuro. -Digo la verdad.- levanta sus hombros- Me despertó el bichito de la curiosidad, nada del otro mundo. -Del otro mundo sería que no seas chusma, papá. Eres peor que mamá y Less cuando se juntan a hablar de alguien.- me burlo. -¡Oye, niña! ¡No soy chismoso, eh!- se hace el ofendido- Recolección de datos con fines lucrativos, se le llama. -Si, como no- insisto en pelear hasta que terminamos lo que pedimos y es su turno de abordar. Noemí recién esta abordando en Las Vegas, por lo que me voy a camuflar las lágrimas afuera. Sin querer me quedo dormida y siento el cel cuando mi amiga me escribe. "Desembarqué ¿dónde estas?" Noe "Afuera" Yo Arranco el auto y voy para el lado de la cebra. Desde lejos, veo a Matías caminando al lado de una mujer rubia y madura. Noemí trepa al auto como alma que lleva el diablo. Hablando de chismosos, yo soy una. -Arranca, Alsonsina- ordena. Trato de llegar a ver mejor a la mujer, pero no lo logro. -¿Con quien está Matías?- chismoseo. -Arranca por favor- repite secamente. Abro la boca ofendida ¿A esta que le pasa? -Ya, ya. No seas grosera. En el camino trato de encontrar respuestas a su actitud hostil. Me enfada cuando se considera el ombligo del mundo. Mi padre jamás habla de esas cosas si no es necesario. Por mi que se guarde sus palabras si no me quiere contar. De todos modos no me voy a dejar, me enojo y se lo hago saber. Ingreso a casa enojadísima con ella. No puedo creer que me trate como quiera porque es una cobarde que no quiere luchar por la persona que quiere. Lo digo y lo sostengo. Me refugio en mi novio y su amigo por lo que resta del fin de semana. -Sigo ofreciendo 3000, Victor. Aprovecha la oportunidad porque no sabes si se va a volver a repetir.- Silas, un colega, intenta convencerlo por ¿novena? ¿decima vez? Yo le presiono la mano para darle a entender que es su momento de deshacerse del carro. Quizá hoy lo logre. Sonrío con ese pensamiento. -Ja ja ja, Ah, Sil, Sil- se burla negando con la cabeza- No te voy a vender mi coche a ese precio, ni loco, hermano. -No jodas, Victor. Tienes suerte de que arranque.- insiste. -Ese dinero lo tiene tan solo en repuestos, Silas. Si no mejoras por al menos el doble, no hay trato. -¿El doble? Mejor te hago una mejor oferta.-señala su gol- La última, asique escucha bien porque nadie va a pagarte un dólar por esa porquería. -A ver que tienes.. Dispara- mi chico se cruza de brazos. -Una picada. -Silas levanta su índice- Tu gol contra el mío. Si llega a la meta, te doy mi auto como está, sino me entregas el tuyo. Auto por auto ¿te animas? Samuel tira de su brazo para hablar a solas. Yo lo sigo para no quedarme con esos tipos. Tienen cara de mafiosos y no me dan confianza. Mi novio dice que Martín me ve raro, pero estos tipos te ven como si fueras un asado para poner a la parrilla. Lo triste, es que cuando corre, no duda en dejarme rodeados de ellos, pero cada vez que sabe que el nerd está en casa, se vuelve loco.. -Lo estás pensando, Victor. No jodas- lo reprende. -Puedo hacerlo Samuel. Está reforzado con aquello. A aquello, se refieren a un tanque de nitro que le colocaron ayer. Lo vimos mientras se hacía de un juego de llantas nuevas. El distraído dejó su tarjeta en casa y termino siendo cargado todo a la mía. Ya me dijo que me la paga a inicios de mes. Le creo, porque no es la primera vez que le compro algo y siempre es puntual con el dinero. -Estoy de acuerdo con Samuel. - intervengo- Si pierdes esa carrera, te quedas sin nada, amor. -No me tienen fe, pero lo voy a hacer. -Escucha a tu chica, Victor.- trata de disuadir- Por una vez en tu vida, no seas impulsivo. -¿Tu me vas a dar la diferencia para el carro que necesito?- me pregunta pegado a mi rostro. -Te dije que o tengo ese capital, amor. -¿Tu?- encara a Samuel esta vez. -Todo lo que agarro va directo al apartamento y lo sabes, Vic, sino ya lo habríamos echo. -Si ninguno me va a dar lo que necesito, no se entrometan. Le da la mano a Silas y sube a su auto. Pactaron dos kilómetros de ida y de regreso hasta la próxima rotonda. Todos se apartan de la ruta a la playa para que ellos coloquen sus autos. Samuel y yo vamos a la rotonda como siempre con Jean, el amigo de Silas. Controlan que ninguno haga trampa y todo se conserve dentro de lo legal. Desde la distancia se escucha el rugir de los motores y el cuerpo se me llena de adrenalina. Sam se entretiene con el celular. Si las cosas no salen como pretende, nos vamos todos a pie. Se escucha como aceleran los autos. Unos minutos después, aparece el auto de Silas primero y a la distancia veo el gol. -Sube al auto, Alfon.- ordena Samuel. -¿Qué? ¿Estas loco? -Sube o te quedas. - amenaza- Tenemos que ir por él. Subo sin dudar y siento la aceleración del vehículo. Victor hace la rotonda y nosotros emprendemos el viaje detrás de él, con Jean pisando nuestros talones. Al llegar a la meta, Victor sube con sus pertenencias y las mías. Todo lo que ha pasado, debía ser suficiente, pero no pude ver las señales hasta que me dejó en la nada misma.
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