Martin. - Mamá, abuela. Me voy a lo de Noe- aviso mientras guardo mi play station 5 en la mochila.
-¿Vienes a dormir, hijo, o te quedas con tu amiga?- cuestiona mamá.- Así te guardo cena.
-No lo se, ma. Depende de si está sola o no.- respondo honesto y siendo consciente de que si está su amiga, me regreso.- Pero ustedes coman tranquilas que nosotros vamos a cenar.
-Para la próxima, que vengan a cenar a casa, mijo.- intercede mi abuela.
-Noe ya vino a merendar una vez- le recuerdo tomando su mano.
-A la otra, mijo. No te hagas. Quiero nietos.- se queja.
-Yo soy tu nieto, nana.- dejo un beso en sus manos arrugadas. - La otra no me soporta, asique va a ser difícil que acepte venir.
-Ah mijo- se queja.- Si fueras como tu abuelo, ya le hubieras arragado la jeta- hace la seña de agarrar a alguien del rostro- le hubieras encajado un beso con lengua y todo y ya andaría algún niño corriendo por ahí.
Con mamá explotamos en carcajadas y nos mira ofendida.
-Suegra- mamá trata de controlar la risa para hablar- Ni su hijo era así. Deje que valla a sus tiempos.
-Pero niña Estela ¡No me hago más joven!
-Eso es verdad, Fanny- secunda- Tiene razón. A este paso, nos vamos a morir sin nietos.
-Lo único que se, es que las dos están locas. Me voy antes de que se me contagie- beso la frente de mi nana- descansa, abuela y deja de insistir con esas cosas- camino hacia mi madre para hacer lo mismo- Te escribo si me quedo, ma.
Camino hasta la puerta, cuelgo mi mochila y saco las llaves de casa.
-¡Mijo!- grita nana desesperada- ¡Invitala a salir, muchacho! ¡No sea lento!
-Chau, nana. Chau ma.- les hablo fuerte desde la puerta y me desaparezco antes de que sigan.
Si es por ellas, me tienen toda la tarde en la misma cantaleta y mi amiga me necesita.
Nos conocimos cuando había que hacer un trabajo en equipos. Siempre estaba atenta a la clase, pero en esos últimos días, estaba tan distraída que no se dio cuenta que quedó sola.
Se concentró bastante, pero noté que algo le pasaba y me contó la historia que tiene con su actual jefe.
Nos hicimos platica enseguida y nos comenzamos a juntar para hacer los trabajos y luego solo porque si. No habían escusas. Me invitó a su mesa y seguimos hablando de la vida.
Su amiga, es otra cosa. Cada vez que puede nos evita.
Conocí a sus padres en una oportunidad. Trató de intimidar, pero como dice nana, "El que nada debe, nada teme". Me presenté respetuosamente y me centré en lo que estaba haciendo.
Con su amiga, la historia es totalmente diferente. No le caigo para nada bien y no lo disimula.
La había visto desde el primer día de clases.
Yo estaba en mi banco, contra la pared opuesta a la puerta y de pronto la vi.
Su metro sesenta y cinco enfundados en un vestido de hilo gris combinado con retazos de tela en azul. Su cabello castaño ondeando por el movimiento de su cuerpo a la mitad de su espalda y un bolso marrón del mismo tono que sus botas de taco medio. Estuve tentado en preguntar su nombre muchas veces, pero luego me retracté. La observé ir y venir toda la primer semana. Tímida, callada y recatada. Siempre con su amiga cerca.
Para el final de esa semana, vi que se le acercó Victor. Tomó todo de mi controlar el impulso de hablarle, solo para advertirle sobre ese patán.
Lo que no evité, fue tratar de hacer que entrará en razón de que ella no lo merece. Recompensa para mi, el puño de Victor en mi rostro y que no le caiga bien a ella.
-Mijo, en boca cerrada no entran moscas- repetía las palabras de mi abuela en mi mente como un mantra. Lo dejé estar para evitarme un dolor de cabeza.
No iba a ser la primera o la última vez que le advertía a alguien sobre ese par y terminaba con un ojo morado de sus puños y un insulto de la chica. "No te metas, Martín. No te metas." me recordé cada vez que los veía acercarse.
Cuando comencé a relacionarme con Noe, ellos se acercaban a dónde estuviéramos. Fue la primera vez que la tuve tan cerca.
-Alfonsina, su novio Victor y su amigo Samuel- indicó quien era quien- Chicos, el es Martín.
-Un gusto- saludó ella con la mano y una mueca rara.
-¿Qué onda?- fue el escueto saludo de ellos.
No les di importancia. No me interesan porque no aportan nada bueno.
Sentados en la cafetería, luego de que se tomaron el trabajo de ignorarnos, Noemí se descargó conmigo.
-Te juro que no soporto al novio de mi amiga. -lanzó su bolso a la silla contigua y yo coloqué mi mochila en el mismo lugar.
-No pareces de esas personas que juzgan sin conocer ¿qué pasó?
-En la primera comida que tuvimos en grupo, demostró que es un interesado.- se desahoga- Demasiado interés en saber lo que tiene.
-¿Te puedo decir algo y te lo guardas para ti?
-Si, por supuesto. Lo que hablemos entre nosotros queda acá.
-Siempre ha sido igual- sus cejas se levantan sin creer lo que digo.- Busca a alguien de bien, pasan cosas y las descarta, Noe.
-¿Es enserio?- cuestiona alarmada.
-Si. Tuvimos un par de intercambio de palabras con él y me terminó golpeando- reconozco- Así que se exactamente como es.
-Tienes que decirle tu.- niego de inmediato con la cabeza.- Si, si. Si tu le dices que lo conoces y todo lo que pasó, se va a alejar.
-No, Noe- junto mis labios en una línea porque no comprende la actitud del ser humano.- Ella lo tiene que descubrir por si misma, Noemí. Estoy seguro que si se lo dice alguno de nosotros, va a creer que solo los queremos alejar.- tomo una bocanada de aire- La mejor manera de ayudarla es estar con ella cuando nos necesite.
-Y tu vas a ser el primero ahí, ¿verdad?- me dice sonriendo.
-Voy a estar para quien quiera que esté, Noe.
-Si, pero ella es especial para ti- insiste cruzada de brazos.
-No se de que hablas- desestimo.
Tomo una porción de la pechuga de pollo que elegí para almorzar y me la introduzco en la boca.
-Yo creo que te gusta Alfonsina- niego con la cabeza pero no me cree- Si te gusta. Te he visto mirarla.
-Nada que ver, Noe. Tu estás enamorada de tu peor es nada y nos metes a todos en la misma bolsa.
-Si no asumes nada, voy a ir y le voy a decir que te acercaste solo para saber de ella e invitarla a una cita.
-No serías capaz.- abro la boca incrédulo.
-Si que lo soy, asique anda. Te he visto mirarla.
Pienso en sus palabras, en como es ella. Confió ciegamente en mi y me contó su vida. Tal vez si lo digo en voz alta, deja todo por la paz.
-Está bien. Si me gusta- reconozco.
Entrecierra los ojos y analiza mi postura. Voltea su rostro a la derecha, luego para el otro lado. Me pone incómodo y siento el rubor en mis mejillas.
-Yo diría que más que te gusta, estas enamorado de ella.- afirma segura.
-No tan así- refuto.
-Martín. No tienes que mentir acá.
-La que mientes eres tu. ¿Porque no reconoces que estas enamorada de ese muchacho?
-Estamos hablando de ti. No necesito tu respuesta. - desestimar con un gesto- No eres para nada disimulado cuando ella está cerca.
Golpeo la palma abierta en mi frente. Esto no puede ser bueno.
Mi amiga solo se ríe de mi.