13 Martín

1373 Words
Dicen por ahí que la vida da muchas vueltas y que no hay mal, que por bien no venga. Las palabras de Alfonsina calaron hondo y se hicieron un lugar en un rincón de mi mente, donde nunca podría quitarlas, aunque rogara por ello. En la mañana se disculpó. No soy Dios para juzgar. Puede que hallan sido honestas, pero yo no sé si lo fui, en verdad. Pensar en ser su amigo, no está nada mal. Se que tengo que olvidarme de ella como mujer. Dejó claro la perspectiva que tiene de mí y no creo que cambie. -Hola, ma. Nana- dejó un beso en cada una de ellas. -Tienes que desayunar, mijo- la abuela intenta retenerme. -Ya desayuné. No tengo tiempo, nana. Las chicas me esperan para irnos a la universidad. -¿Están afuera?- mamá se acerca a la ventana y abre apenas la cortina- Diles que pasen. -No hagas eso, mamá. Se que es inútil y van a mirar igual. Chusmas en potencia es lo que son. Siempre quieren saberlo todo. Corro a mi cuarto a la velocidad de la luz. Meto la computadora en la mochila, una que me traje del trabajo para reparar en casa y hacer unos pesos extra. Tiro en la cama un pantalón cualquiera, una camisa con rayas blancas celestes y negras, tomo un abrigo y me meto bajo la ducha para higienizarme. La simple idea de salir de mi casa sin bañarme, me causa picazón. Sin tiempo ni para verme en el espejo, corro a tomar la lista de los mandados y a despedirme de mis mujeres. -Hijo ¿Qué te pasó?- mamá me detiene del codo. -¿De qué o qué? Pasa sus manos en mis mejillas y me percato de lo que habla cuando junta sus cejas y delinea debajo de mis ojos. -Estoy bien, ma- la tranquilizo- Me voy que llegamos tarde y el profe no nos deja entrar después de la hora. Poco convencida, me deja irme. En el auto, las chicas están hablando. Mientras Noe maneja, me ponen al corriente del tema. Chocamos los cinco con Alfonsina cuando Noemí accede a hablar con su jefe y nos promete contarnos al otro día. El día en la universidad se pasa volando y cuando quiero acordar, ya estoy entrando a mi lugar de trabajo. -Buenas tardes, Martín. - saluda mi jefe, Ramiro- ¿Arreglaste la computadora de la muchacha? -Si, Ramiro. Le instalé el disco duro SLD que te compró y ya tiene lo que pidió- informo pasando el USB con los software más importantes y los que solicitan con frecuencia. -Muy bien, muchacho. Nos hicimos unos pesos extra los dos con esto. -Tiene razón- concuerdo. -Yo me tengo que ir a reparar en mi esposa así que quedas a cargo de cerrar el local. Abro la boca para contestar, pero Ramiro ya ha desaparecido por esa puerta. Estoy agradecido que me dió un trabajo aun sin haberme recibido. Estoy juntando el dinero para comprar una camioneta. Mi familia no tiene problemas de dinero porque mi madre es trabajadora en un banco y mi nana cobra la pensión de mi abuelo. Me gusta tener lo mío. Con el sueldo de acá p**o la carrera que estoy haciendo ahora y aporto un poco a la casa. Los trabajos extras, como este, van a la futura camioneta, porque mamá insiste en que mientras estudie, no me tengo que preocupar por nada más. Cierro el local a las seis de la tarde, hago los mandados y me voy a hacer otro trabajo extra que salió. Mi jefe vende todo tipo de software, repuestos de celulares y computadoras y dispositivos nuevos. Ahora me centro en separar el display de la placa madre con todo el cuidado del mundo. Los táctiles son buenos, pero hay que cuidarlos para que no le pase como a este muchacho, que dejó el celular en el techo del auto, arrancó sin darse cuenta y partió la pantalla completa. Mamá me llama para cenar y charlamos tranquilamente. -Oiga, mijo- nana me toma la mano- Hoy lo vi medio raro. ¿Quién le hizo daño a mi nietecito? -Nadie, nana.- la calmo- Estaba sentimental y me desahogue con mis amigas. -Hace mucho que no te pasa, hijo- intercede mamá, sospechosa- ¿No será que te peleaste con tu amiga? -No, ma. Nada que ver.- desestimo- Las chicas son buenas amigas y nos entendemos genial. -¡Ah, no! ¿Cómo que chicas, mijo? -Las que estaban en el auto, en la mañana suegra. Mi abuela me mira y se que es mi momento de huir antes de que me saque todo. No puedo permitirlo. Si llego a decir todo lo que dijo Alfonsina, lo primero que van a hacer si las invito, es hablar de que yo soy buena gente y todo el discurso que le hicieron a Noe. Con ella lo soporté porque es una amiga y la quiero así. Si le dicen esas cosas a Alfon, me muero de vergüenza. -Me voy a la cama, que estoy molido, nana- tomo su rostro y le besos sus cachetes y la frente y luego repito con mi viejita- Mamá. Descansen. La noche anterior dormí muy poco e incómodo, por lo que toco la almohada y caigo rendido. En la universidad, ingreso y me siento en el lugar de siempre. Al rato, entra Alfon y se sienta donde solía hacerlo los primeros días. No mira para ningún lado en particular. Sacudo mi cabeza y me concentro en lo que habla el profesor para tener los apuntes al día. En la segunda hora, Noemí ingresa, se sienta junto a su amiga y me saluda con una sonrisa. A medio día, ambas me esperan y nos dirigimos a la cafetería de siempre. -Cuenta, Noe- le incentiva Alfonsina, sentada a mi derecha. -Pues les cuento- y comienza a detallar todo lo que hablaron- y quizá venga a comer con nosotros. Mi concentración está completamente en ella mientras habla. Su celular suena y teclea feliz en el. -Viene con Lucía.- comenta de pronto. -¿Quién es Lucía?- musito perdido en el hilo de la conversación. Noe entrecierra los ojos y abre la boca ofendida. -La nueva compañera de trabajo que tenemos. - Alfonsina levanta un hombro al hablar- Vas a ver que es bellísima. Una pareja se aproxima justo en ese momento. El hombre se presenta como Matías y ella dice su nombre. Me paro por educación. -Si que es hermosa, tenías razón Alfonsina.- pienso -¡Martín!- hablan ambas ofendidas. Mierda. Hablé en voz alta. Los invitados se ríen de mi imprudencia. . -Estemmm. Disculpe. Martín, amigo de ellas- extiendo mi mano, carraspeo y me siento. Las chicas se alborotan cuando se saludan de beso. Esto es muy incómodo. El mesero nos trae las pizzas que ya habíamos pedido y ellos siguen charlando de temas diversos, mientras yo tengo la vista en el plato. Cuando escucho las palabras mágicas "computadora y error" en la misma oración, me atrevo a comentar. -Tal vez deba probar actualizando el software o adquiriendo otra aplicación más eficiente- y continuo en lo mío. -¿Qué estudias Martín?- pregunta Matías. -¿En la U?- pregunto como tonto a lo que el asciente- Lo mismo que las chicas. -¿Y por fuera?- presiona haciéndome sentir vergüenza- O que hayas estudiado, no se. -Ejemmm. Soy técnico informático- reconozco al lado de la chica que me ha llamado nerd en numerosas oportunidades- Es lo que hago en mi trabajo después de almorzar con las chicas. -¿Cuánto te pagan? En este momento, me siento interrogado por la interpol, pero igual contesto. "El que nada debe, nada teme" me repito. -Unos 1000 dólares- informo. Se hace un poco para adelante y sonríe de costado. -Puedo ofrecerte 2000 si estas dispuesto a venirte conmigo- promete. -¿Por qué tanto? Mientras me explica todo el tema de lo que se paga normalmente y comienzo a pensar que puede ser buena opción, solo escucho el cuchicheo de Noe, pidiendo que acepte. -Lo pensaré. Gracias.- le digo educado y recibo su tarjeta. Al final del día, ellos se hacen novios y yo de una nueva propuesta de trabajo. Debo pensarlo muy bien.
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