12 Alfonsina

1399 Words
Al entrar a casa, escucho el sonido de la televisión en la sala y ahí voy a darle su razón. Mi enojo es con todos. Con Victor por dejarme así humillada después de todo lo que hemos pasado, con mi amiga porque tenía razón aunque me halla negado a dársela y conmigo por darle tanta atención y ser tan abierta con lo que él quería cuando no obtuve lo mismo de su parte. -Espero que estés feliz. Ya terminamos con Victor- ataco sin mirar a nadie más que a ella. -No tengo porque sentirme feliz porque estés así, amiga.- se levanta, seguramente a abrazarme y no se lo permito. Quiero que me diga ahora lo que quiero escuchar. No voy a esperar una semana, cuando tiene la oportunidad de hacerlo ahora. Estoy tan enojada que la presiono a ella y a Martín, quien estaba a su lado, hasta que me da lo que quiero. -¡Si!- los señaló a los dos- ambos díganlo. -Te dije que Victor solo jugaba contigo porque pensaba que la casa era tuya y que lo iba a hacer hasta que se aburriera- habla neutral con sus brazos en su pecho y la mirada de perro degollado. Escuchar sus mismas palabras en boca de mi amiga, me hace subir el nivel de enojo. No me mido para nada y le digo exactamente como me dejó. No agrego lo que pasó justo antes. Sería demasiado humillante para mi y esta este otro. No lo va a escuchar. Lógicamente habla de que no le gusta ver a sus seres queridos lastimados y yo le refriego lo que pasa en su vida. -Esto no es así, Alfonsina- Martín habla serio defendiendo a su amiga. No me dejo convencer de nada. Ella no se limitó para decirme lo que iba a pasar, entonces no lo hago para detallar cada cosa que ha echo para hacer sufrir a alguien. -No es así. Para- vuelve a defenderla cuando sabe todo lo que ha pasado- Yo le dije todo lo que escuché de ese tipo y le dije que no te lo dijera. -Tu lo sabias ¿entonces?- lo encaro por no decir nada- ¿Porque no me lo dijiste a mi? Noemí vuelve a interceder por él, diciendo que no le creería. Le echo en cara que se que siente cosas por mi y es obvio que no le creo las bobadas que dice. Victor me lo dijo y me di cuenta con los días de que era verdad. Como ella escoge ponerse de su parte, le largo hasta lo último que se de Matías. En este punto ambas lloramos. No se si es enojo con ella, conmigo misma por no escuchar o simplemente es el lugar donde clavar las espinas. -Escúchame ¿si?- Martín se acerca y cubre a Noemí con su cuerpo.- Soy consciente de que soy un nerd para ti, pero no quería verte sufrir así ¿vale?- trata de mediar la situación- Solo queríamos que te dieras cuenta sola. ¿Querer? ¿Qué sabe él de querer? Una persona que escuchó exactamente lo que me iban a hacer y no dijo nada. Ahora se defienden como leonas a sus cachorros, ya no les importo y ellos no pueden importarme menos. -Que linda forma de querer la tuya- comienzo a aplaudirle en la cara- permiteme aplaudirte. En mi vida te quiero volver a ver- me acerco a apuntarlo con el dedo directamente en su pecho- Si me vez, cruza la calle. Retrocede un paso dolido. Al menos ya no habla. Está igual de dolido que yo. No me importa nada y menos cuando Noemí insiste en defenderlo. -Ni que me importara- lo veo de arriba a abajo con desprecio- Pueden hacer lo que quieran. Llorando me voy a mi dormitorio, cierro la puerta de un portazo y me tiro a la cama. Comienzo a mirar lo que hay a mi alrededor y veo mi propia realidad. Victor tiene razón. Esta no es mi casa, es la de mi amiga. Mi casa está a miles de kilómetros de aquí. Mi hogar es mi madre y la extraño tanto que me duele el pecho. -Mamá- sollozo cuando atiende la llamada. -¿Qué pasó, cariño? -Me duele, ma. -¿Qué te duele, hija?- la voz alarmada de mi padre, me hace llorar más fuerte. -Victor me dejó.- trato de respirar para no ahogarme- Ya no quiere saber nada conmigo. -¿Porque cielo?- mi madre susurra y puedo imaginar sus ojos aguados. -Porque soy una arrimada que no sirve para nada y y- suelto un jadeo- soy una niña que no valgo la pena, ma. -Eso no es cierto, muñeca. Eres maravillosa y si el no lo vio, alguien más lo hará. No puedo hablar. Solo lloro mientras mis padres están al otro lado de la línea. Mamá llora junto conmigo y más se me parte el corazón. -¿Dónde esta Noemí, hija?- pregunta papá- ¿Porque no está contigo? Me rio entre el llanto. Soy increíble. Hice con mi mejor amiga lo que la acusé de hacer. A ellos no puedo mentirles. -Le dije cosas horribles, papá. - reconozco en voz alta- La lastimé mucho y ahora no tengo ni novio ni amiga y me siento tan sola que me duele, papi. -¿Qué es lo que más te duele, hija? ¿Quieres regresar a casa?- mamá habla dolida- Vamos por ti ¿Quieres? Niego con mi cabeza aunque no me vean. No quiero ir a casa. Lo que más me duele es mi amiga. Usé todos sus miedos como armas y la lastimé como nunca lo había hecho. En realidad hice lo mismo con los dos y debo de ser honesta conmigo misma. -Lastimar a mi amiga. Eso es lo que más me duele.- contesto con la verdad.- A ella y a Martín que estaba en casa. -Entonces soluciónalo ¿si?- Mamá hace una pausa. -Muñeca. ¿Recuerdas cuando rompían un juguete de tu hermano? ¿Qué hacías? -No es una niña papá- le recuerdo al ver por donde va su idea y ruedo mis ojos aunque no me vean. - Ninguno de los dos -Lo que cuenta es la intención, hija. Si quieres remediar las cosas, estás a tiempo. Hazlo- me anima la mujer que me dió la vida. -Luego nos cuenta que tal te va, muñeca. Debo decir que su consejo al menos sirvió para bajar a tierra. Nos despedimos después de que me calmara, pero no pude conciliar el sueño. Los pensamientos no me dejababan tranquila. Me di cuenta, a pesar de mi misma, que es verdad mucho de lo que dijo Martín. Victor dijo que me miraba raro, que es raro y nerd y yo repetí sus palabras una y otra vez a modo de insulto. Una vez me dijo que no lo conozco, es verdad. No me he tomado el tiempo de conocerlo como corresponde. Sólo lo etiqueté del mismo modo en que lo hizo Victor. Creo que medio salón, inclusive. Como amigo de Noe ha sido genial. Ha estado cuando yo me alejé por un tipo que me desechó al tener todas las cartas sobre la mesa. Ni hablar de las veces que no quería salir porque el auto estaba en el taller. Sé lo que debo hacer. Es lo correcto y lo hago desde el corazón. Cuando ya no aguanto estar tanto tiempo sin dormir en la cama, me levanto y veo que aún no ha salido el sol. El sonido de la tele me hace ir a la sala. Los dos se durmieron ahí, tomados de la mano. Siendo el apoyo que el otro necesita y que no fui capaz de ser. El apoyo que jamás seré porque lo he arruinado todo. Martín con la cabeza colgando, los lentes puestos, el codo en el posa brazos del sofá como sostén de su rostro y las ojeras inflamadas. Mi amiga del alma, arrollada, apollada en su hombro. Los pelos alborotados, pegados en su rostro rojo de llorar por mi culpa. Me doy la vuelta con mis dientes presionando mi labio, convencida de solucionar lo que he echo. Mientras mezclo la masa, rezo para que sean suficiente las palabras. Y por un tiempo lo son. Tarde descubrí que puedo seguir causando dolor medida por las palabras de los demás y no todas las personas son de bien corazón.
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