Después de pasar demasiado tiempo pensando en él, me dedico a ir con Noe a la cafetería de la Universidad.
-Hola, Alfon. Que bueno verte de nuevo- me sorprende una voz grave desde mi espalda.
Giro mi cuerpo y me paro a saludarlo.
-Hola, Victor. Te presento a Noemí, mi mejor amiga- le indico con educación.
-Hola, un gusto- Noe lo saluda de lejos con la mano.
-Hermano ¿vamos a ocupar una mesa?- dice un chico morocho tan alto como Victor, pero detiene su perorata al vernos- Oh, perdón, no me di cuenta que estabas hablando.
-Ven, Sam. Te presento a las chicas. Noemí- señala a mi amiga que sacude la mano- y ella es Alfonsina.
-Un gusto, soy Samuel.- se presenta- Compartimos clases.
-Lo mismo dijo Victor- acoto recordando.
Miro a mi amiga que levanta sus hombros cautelosamente. Una simple mirada y ya sabemos lo que piensa la otra persona, por lo que con su ok silencioso, los invito a merendar con nosotras. Estoy siguiendo el consejo de mi amiga de invitarlo y el de mamá cuando te dice "Jamás te quedes a solas con alguien que apenas conoces, Alfon".
-Si quieren nos pueden acompañar-les digo segura- Recién nos sentamos.
-¿Seguras? No queremos molestar- Victor habla con cautela.
-No se preocupen. Siéntense tranquilos- tercia mi amiga con media sonrisa.
-Bueno. Por hoy les aceptamos. Cuéntame de ti, Alfon- accede sentándose a mi lado de la mesa y su amigo al lado de Noe.
-No se que quieres saber- manifiesto.
-Todo. Lo quiero saber todo de ti.- menciona con una sonrisa coqueta.
Río nerviosa y comienzo a contar un poco de mi vida. La doble nacionalidad Mexicana y Uruguaya, mi edad, lo que estudio, que vivo con mi amiga y no se me ocurre mucha cosa más.
-¿Ustedes?- inquiero.
- Yo nací acá, pero mi padre es estadounidense. Tengo 24 años y sigo en la misma carrera porque por la enfermedad de mi madre, nos instalamos en el extranjero un tiempo- comienza Victor- Vivo en un apartamento con Sam a dos cuadras de acá y mi hobby es picar en motos o en autos preparados.
-Eso es ilegal- replica mi amiga- Puedes ir preso por eso.
-Siempre nos cuidamos y no le hacemos mal a nadie- lo justifica Samuel antes de su monólogo directamente a ella.- Yo tengo 23 años. Nací, crecí y moriré acá. Estudio porque me obligan y ya. ¿Tu hermosa?
-Noemí. Tengo 18 años y estudio inversión.
-¿Tus padres y todo eso que nosotros contamos?- le insiste.
-No es necesario, por el momento- acota con una sonrisa que pretende ser simpática, pero se que es incómoda.
-Tu ¿me vas a decir donde vives, linda?- Victor toca mi brazo para que regrese mi mirada para su lado.
-Ya les dije que con ella- repito.
-Si pero algo más específico- piensa sus próximas palabras- El barrio, cerca, lejos, en que vienes, yo que se.
-Ya veremos si los invitamos un día- lo corta Noemí- así sacias tu curiosidad.
-Victor no quería molestarte, preciosa. No es para que te enfades.- le explica Samuel.
-No me enojé, pero preferiría que me llames por el nombre. No hay confianza- lo corta seco.
Por un momento, luego de disculpas por parte de los chicos y al hacerse nuestra hora de ir a la oficina, se crea un ambiente tenso.
Espero que con el pasar de los días se le pase la locura a mi amiga, porque el chico en verdad me gusta y ya quedamos en repetir la salida.
Como dije antes, las señales están ahí.
Escuchar picadas e ilegal en una conversación, deberían haberme despertado las alarmas, pero fuí demasiado tonta para ello.
Durante unos días, Victor y Samuel nos han acompañado a comer. Noemí sigue en su posición de contar poco sobre su vida y mantiene las distancias.
-Noe- le paso el plato con tallarines y albóndiga que acaba de preparar- Te quería preguntar que tal Victor.
Suspira pesadamente, deja el tenedor y sorbe agua.
-¿Honestamente?- es lo primero que dice.
-Como siempre- le doy carta blanca.
-Me parece que ese chico no es para ti, Alfon. Siempre está muy interesado en saber en que te mueves, donde vives.
-No me voy a casar con él, Noe. No me importa lo que indague- le corto la siguiente oración.
-Solo no quiero que te ilusiones y luego te rompan el corazón. Mereces algo bonito.- se justifica.
-Ya lo sé, es solo diversión- aclaro.
-Si tu lo dices- me da la razón como a los locos.
Trato de no insistir con el tema, porque se que algo le está pasando. Todas las veces que le he preguntado, se ha negado a hablar. Espero que se de cuenta que puede confiar en mi. De todos modos, sigo saliendo con Victor durante toda la semana.
El martes siguiente, en la oficina, comenzamos a planificar un proyecto de mercadotecnia que Holt, el dueño del hotel en Las Vegas, solicitó de imprevisto para el jueves.
-Yo no puedo el jueves, tendría que ser viernes para que pueda ir.- aviso de antemano.
-Yo si puedo, pero no se que quiere Daniel- informa, Noe.
Matías se pasa la mano por el rostro frustrado.
-El se retira unos días desde el jueves en la noche. Después de medio día es el único lugar que nos pudo hacer.
Trato de buscar una solución, porque lo que nos piden es importante, pero si cambio la fecha del examen de manejo, me van a dar para dentro de dos meses.
-Si quieren lo planeamos hoy y ustedes se encargan de exponérselo- sugiero lo que se me ocurre más razonable.
-Es viable- mi amiga está de acuerdo- Manos a la obra.
Lo primero que hacemos es organizar las ideas. Llamo a las aerolíneas y con pocas palabras, acceden a escucharme, estando dispuestos a asociarse para hacer paquetes de viaje. Soluciona todos los problemas comunes de los pasajeros. Con un solo clic, van a tener vuelo de ida y regreso y el hotel con desayuno y cena incluida.
Nos centramos en hacer una presentación digital con profesionalismo y a practicar como la harían.
-Muy bien, chicos. Me han convencido- extiendo la mano como si fuera yo la dueña- Trato hecho.
-Tu y tus cosas, Alfon- me reprende mi amiga, pero me da la mano a las carcajadas igual que Matías.
Misión cumplida, jornada completa y de regreso en casa a descansar.
Mi amiga anda medio perdida estos días con cosas que le pidió su madre, asique hoy, entro a la universidad en completa soledad. Camino tranquila por los pasillos, hasta que alguien me sorprende.
-Hola linda- Victor cuelga su brazo en mi hombro.- Estás hermosa.
Miro mi ropa. Para mi estoy normal. Pantalón de jean, botas de caña corta y poco taco, un suéter afelpado en el mismo tono borra de vino que en mis pies. Mis pertenencias las tengo en un bolso de cuero azabache y no me puse maquillaje. Solo desenredé mis cabellos castaños oscuros y los tiré sobre mis hombros.
-Estoy igual que todos los días, Victor.- desestimo su comentario.
-Por eso, linda. Eres hermosa- toma mi mejilla y me besa.
Sus labios son suaves y besan con ferocidad. Lógicamente no me quedo atrás y respondo enredando su cabello entre mis dedos.
Toma profundidad y en poco tiempo, ambos gemimos. Se que si estuviésemos solos, ya me estaría desnudando.
-Quiero que vengas a bailar conmigo, el viernes a la noche- me invita con la voz ronca.
Asiento como puedo porque tengo las piernas temblando.
-Te paso a recoger. Pásame tu ubicación el viernes ¿va?
-Está bien- accedo y besa mis labios castamente.
-Hoy puedes ser mi invitada especial o mi amuleto fe buena suerte. ¿Qué piensas?
-Que puedo ser lo que desees- comento coqueta.
-Entonces vamos, linda.
Lo sigo entre risas directo a su auto, auto que enciende y saca del estacionamiento haciendo sonar las ruedas en el pavimento.
Un rato después, estamos enfilamos junto a dos carros más.
-Estas a tiempo de arrepentirte- informa con tono burlón.
-Ni loca- rio a carcajadas con su mirada juguetona.
Una chica agita una tela frente a nosotros, el motor vibra con violencia y la trompa del auto se eleva cuando la tela cae al suelo.
Todo parece ir en cámara super rápida. A penas se distingue lo que hay a nuestros lados por el efecto de la velocidad y el corazón se me sube a la garganta cuando diviso una rotonda a unos metros de distancia.
-¡Cuidado!- grito en pánico cuando nos valanceamos hacia la vanquina con el derrape.