Capítulo 4 Falsos Novios

4401 Words
Andrew - Quiero que investigues a Clara Hamilton, todo lo que puedas sacar de ella, pero principalmente su número personal, para ahora en lo posible – hay silencio del otro lado de la línea. - Enviado señor – sonreí. - Te enviaré el dinero en breve y un plus por la velocidad – sonreí de lado. - Gracias – responde tranquilo. - ¿Ya lo tenías preparado verdad? - Apenas salieron las noticias comencé con ello – chasqueo la lengua. - Va doble por tu inteligencia – saludo y cortó la llamada. Mi celular no para de sonar, mi madre me ha llenado de mensajes, pero lo único que puedo ver es la foto donde salgo con ella, la forma en que mi mano tiene su cintura, lo único en lo que puedo pensar es en cómo me miraba, sus ojos claros y como su boca encajo con la mía en aquel beso, joder, fue un buen beso, quizás unos de los mejores que he tenido. Suspiro y miro el techo, a la mierda mi teatro de soy gay, descartado el decirle a mi madre que aquella chica de la cual me enamore me dejó con el corazón roto y sin posibilidades de un gran amor, porque me negaba a cambiarla, reemplazarla y toda esa chorrada de cursilerías que leí en alguna novela y funcionó, si en los libros literarios funcionaba, a mí también me podía funcionar, mamá amaba eso de los grandes amores, ella se quedaría tranquila esperando que un gran amor llegará nuevamente a la vida de su hijo, para borrar aquella mala mujer de mi sistema y así vivir feliz. Era fantasioso pero aceptable, lo necesario para poder seguir con mi vida en paz, aunque ahora eso no pareciera una opción, ¿Por qué? Pues la castaña de ojos claros decidió poner el jaque a todas mis mentiras y demostrarme que ellas tienen patas cortas y el puto karma llega. Ya no había excusas, no cuando mi lengua estaba metida hasta su garganta, cuando la tenía de aquella forma tan íntima y mucho menos cuando tenían seis putas fotos donde nos veíamos en un estado de complicidad increíble. Cómo nos pueden engañar las imágenes. - Jodido, así me encuentro – me vuelven a llamar. – Deberías saber que no voy a responder cuando llamas por sexta vez mamá – miró la pantalla. La foto de mi madre aparece en ella, tengo que morderme el interior de la mejilla repetidas veces para corroborar que no estoy en una pesadilla, que esto en verdad está pasando y que yo, bese a Clara Hamilton. Sí, un descarado como yo, beso a una de las mujeres más deseadas de la ciudad y sin tener que mover un solo dedo, porque esto no era mérito mío, sino de ella, que me había usado como el prostituto que soy y no tuvo reparos en decírmelo en la cara, algo que la hacía más increíble. Me levanto para salir de mi oficina, me había encerrado aquí desde temprano y ahora tenía que enfrentar a las personas, las mujeres que trabajan acá me observan de reojo, sobre todo porque ayer me había olvidado del desfile de mi supuesta novia, por eso y porque la entrada está llena de reporteros. - Trágame tierra y escúpeme en Dubái – ruego y cierro mis ojos, pero nada pasa. – Gracias – miro al techo - Señor, ¿quiere salir por atrás? – la secretaria interrumpe mis pensamientos y señala la puerta en el momento justo que la otra se abre. - Amigo – Félix entra con sus brazos abiertos – La entrada es un caos, sé que les va bien, pero para tanto – lo ignoro un poco. - ¿Estás chistoso el día de hoy? – consulté. Félix era el contador de la joyería y mi mejor amigo desde que tengo memoria, nuestros padres eran amigos de la juventud y por cuestiones de la vida terminaron viviendo en el mismo barrio y con sus casas juntas, es decir, eran mis vecinos. Mi amigo era dos años menor que yo, él con treintaiún años, yo con treinta y tres, su cabello era color azabache y sus ojos marrones, iba mucho al gimnasio por lo que se mantenía en forma todo el tiempo, tenía como una obsesión con eso. - Te lo tenías guardado, pillín – me señala – Clara Hamilton – niega - ¿Que hace un bombón como ella, con alguien como tú? – lo ignoro y camino a la salida trasera. - No tengo tiempo para tus idioteces – murmuró molesto, sus palabras me molestan. - Vamos, soy tu amigo de toda la vida, tenemos confianza – duda un segundo mientras caminamos al otro lado – O eso pensaba porque me he enterado por una revistas que tú estás con esa chica – abro la puerta y caminó hasta mi auto - ¿Has visto esos pechos, la cintura que tiene? – hace un gesto con la mano. – Te dan ganas de… - me vuelvo para quedar frente a él que se calla. Su comentario me molesta, cada palabra que sale de su boca lo hace, porque no es una chica de la que uno pueda hablar, no de esa manera, no hay forma en que yo permita que hable de ella así. - Será mejor que te calles – mi tono de voz fue duro y rudo. – O no conservarás tus dientes mucho tiempo. - Okay, novio celoso, lo capte. – levanta las manos – No hablamos de tu chica. No era su novio, no estaba celoso, pero consideraba que había momentos para los comentarios y chicas también, si bien todas se merecían el mismo trato, con algunas uno podía ser un poco más cavernícola que con otras, por ejemplo, Amber, esa rubia con la que me acostaba de vez en cuando, estaba buena, era follable, pero no era alguien con quién pensar una vida, la mujer estaba desquiciada y no había duda de eso. - ¿Te enojaste? – suelto el aire. Estaba molesto, sí, pero no tenía sentido, no éramos nada, solo nos vimos algunas veces, yo la vi más a ella que ella a mí, apenas intercambiamos palabras en el día de ayer y nos besamos como novios adolescente, pero nada más, no había pasado nada más. - No todo bien – palmeo su espalda – Voy camino a la clínica ¿Vamos? – afirma. - Quién iba a pensar que se te cumpliría la fantasía – sonríe divertido. - ¿De qué hablas? – arranco mi auto y salgo. Los reporteros intentan sacar fotos, saben que es mi coche, pero los vidrios polarizados no dejan ver en el interior, al menos los del costado, lo que te da la libertad de hacer lo que uno quiera, podrías sacarles el dedo del medio, justo como estaba haciendo ahora mientras nos alejábamos y no me verían. - Muy maduro – murmura Félix. - Gracias, me esmero cada día por mejorar eso – ambos carcajeamos. - ¿Qué fantasía? – pone la radio. - Recuerdas cuando estuvimos de vacaciones hace unos cuatro años, en esa playa de México – mi mente viaja. - El día que bailó y cantó en público – recuerdo y mi mejilla tira para un lado – Es buena cantando. - Y bailando – admite – Te había dejado completamente idiota, hasta que te dijeron que tenía dieciséis – carcajeo. - Recuerdo ese día – admito – También mis pocas ganas de ir preso. La había visto en la playa, paseando con sus padres, bailando cuando su hermana le dijo algo, los vi a todos riendo, pasando momentos en familia, la mayoría de los hombres la miraban a ella y a su hermana, no importaba que esta última estuviera embarazada y con dos hijos, ambas resaltan, como lo hacía su madre. Siempre pasaba lo mismo, los Hamilton salían en millones de programas, hasta por comer un helado, creo que esa fue su hermana mayor. Clara salió en un bar con amigos, con un micro vestido que apenas la tapaba, con un vaso de algún licor y tacones de infarto, se la veía relajada y feliz, pero sobre todo las cosas ebria. Después había fotos de ella con ropa deportiva, con licuados o alguna bebida, supongo que la quieren dejar mal por estar con ropa normal, pero, aun así, ella resaltaba entre toda la gente, era linda, seductora y podía estar con un trapo que se vería bien. Llegamos al hospital momentos después, los reporteros estaban en la entrada como era de esperarse, me baje tranquilo y entre sin siquiera mirar una cámara., aunque las preguntas no se hicieron esperar. - ¿Son novios con la señorita Hamilton? - ¿Hace cuánto están saliendo? - Algunos dicen que solo es una de sus conquistas – no mire, ni hable. - ¿Es algo pasajero o la tomará en serio? Saludé al guardia y subí a la habitación de mi padre sintiendo todas las miradas sobre mí, Félix me acompañaba tranquilo, era como un hijo más para ellos, lo habían adoptado de esa manera, ya que mis padres no habían podido tener más hijos después de mí, así que podemos decir que no solo era mi amigo, era mi hermano, sabía todo de mí, menos este pequeño incidente. - Buenos días – entré en la sala. Mi madre se levantó automáticamente como si fuera un resorte, mi padre bajó el volumen de la televisión donde para mí desgracia todavía salíamos los dos, las mismas imágenes que publicó la revista que mi madre sostenía en sus manos en esté preciso momento. - ¿No que eras gay? – preguntó papá y Félix se atragantó con su saliva. - ¿Gay? ¿Su hijo? A este hombre le gusta más el… - lo mire fijamente – Gay, sí bueno, ya ven lo que dicen de los lindos – carraspea – Siempre terminan en el otro lado. - Félix, simplemente cállate – muevo la mano. - Gay – repite mi padre – Eres gay y besas a la hija de Oliver Hamilton. - Hay una explicación muy graciosa para eso – señaló la pantalla del televisor. Ahora hay un vídeo, un puto vídeo donde se ve detalladamente cómo mi lengua termina en su garganta, aunque no se ve la lengua, simplemente se ve un beso, un buen beso, entre dos personas heterosexuales, porque joder, ninguno parecía incómodo. - Gay – repite papá. - Me crees si te digo que ella me besó y yo simplemente actúe – me defiendo – Ustedes siempre me han inculcado el respeto hacia la mujer y no podía dejarla mal, ella se lanzó y me besó, fue algo realmente traumático – suspiro y él enarcó su ceja gris poblada. - No parece que lo estés pasando mal – señala la pantalla. - Para nada mal – murmuró mamá. - Soy un buen actor – susurro mirando nuestro beso – Un gran actor – repito. - Ahora quiero la verdad – sentencia mi padre. En este momento ese pequeño demonio me está molestando, es que ella con sus caderas infernales, sus labios seductores y la forma en que mira, me estaba jodiendo la vida, complicando todo. - Cariño – mamá habla y la veo – Deja, seguramente es algo que ambos están viendo, si no lo dijeron puede ser porque aún no es seguro. – y mamá me salva, tengo que comprarle flores. - Por favor, solo no me pregunten nada todavía – paso la mano por mi rostro. – Tengo que hablar con ella. - Me gusta esa chica, es un poco joven, podrías haber elegido alguien más maduro, pero es de buena familia – junto mis cejas. - ¿Cómo sabes que no es madura? – y éste era yo defendiendo una extraña. - Tiene veinte años – responde – Una mujer así busca vivir… - habla – No busca tener hijos, sobre todo ese tipo de chicas, con esa familia – subo mis cejas. - ¿Una familia qué respetan lo que quieren? – consultó - Debe ser un putada vivir así – me giro – Espero que estén bien. - Andrew – mamá me llama – No te enojes, tú padre no quiso ofender a tú novia – quise reírme en su cara, no era mi novia, no éramos nada. - Lo siento hijo – responde – Sí es lo que elegiste me parece bien – habla con desconfianza – Aunque seré honesto, no te creo y dudo que ella esté contigo – no me inmutó. Si hay algo que mi padre no era, era ser imbécil, no, Marc Miller no era ningún tonto, había llegado donde estaba ahora gracias a eso, a su gran capacidad para leer personas, para conocer sus intenciones. Hay que admitir que vivir con alguien así te mantiene todo el tiempo en alerta, sobre todo cuando eres un mocoso de dieciséis años y no quieres que se entere de lo que haces, es por eso que cree la fórmula perfecta para que no me descubriera, podía fingir estados de ánimos de una manera casi natural, me camufle lo más que podía, no dejaba rastros de nada de lo que hacía y cuando lo hacía, un amigo mío se encargaba de borrarlo. No había nada que comprometa a Andrew Miller por ningún lado, nada que te mostrará chimentos, no había fotos con ninguna mujer, no había nada, hasta ayer, cuando el blanco fue Clara Hamilton, una mujer con miles de focos encima, con más fotógrafos personales que asistentes. Mi sistema de camuflaje falló. Observó la notificación en mi móvil, toda la información de ella, sus familiares, sus horarios de cursado, las horas que trabaja, algunas fotos con amigos y una con un chico, se ven cercanos, pero no lo suficiente. Leo sobre el problema con una reportera, justo la misma que público sobre nosotros. - Tengo que irme – murmuro – Tengo que juntarme con alguien – mamá sonríe. - Ve tranquilo, mándale saludos – afirmó es lo único que puedo hacer ante sus poderes de super bruja. - La quiero en casa, mañana en la mañana me dan el alta – miro a mi padre. – En la noche los espero a cenar – carraspeo. - Recién te darán el alta, no crees que mejor… - me interrumpe. - Mañana en la noche – sentencia - De no ir, sabré que era verdad lo que dicen de ti en los medios, que no eres más que un mujeriego, que mentiste con lo que eras gay y tendrás que casarte con quien yo diga – aprieto mis dientes. - Nos vemos mañana en la noche entonces – murmuro y salgo. Mis manos vuelven a marcar su número por quinta vez o séptima, esta chica no atiende su teléfono o está huyendo de los rumores, esa era una opción, yo lo estaba haciendo. Su voz suena desconfiada cuando atiende de mala gana y no tardo en bromear, me gusta molestarla, es de las pocas mujeres que me contestan como merezco, y mi amigo parece encantado con nuestro pequeño juego porque solo me mira con una sonrisa en su rostro. Cuelgo cuando ya quedamos en vernos y lo observo. - ¿Por qué sigues acá? – consultó. - Deje mi auto en la joyería, debes llevarme de regreso – ruedo los ojos. – Por cierto, ¿No te has acostado con ella? – parpadeo – Digo, por la mención de tu tamaño. - No, no lo he hecho – respondo sin más. - Joder, es en serio, va de verdad lo nuestro – no había nuestro. - Supongo - no hablo mucho. - Sí sabes que tienes a unas de las mujeres más deseables del ambiente, hay al menos unos quinientos hombres dentro de nuestro circulo que quieren acostarse con ella y tú que tienes la oportunidad no lo haces – no respondo. Sabía lo que Clara provocaba en los hombres, había escuchado los comentarios, visto las miradas lascivas que se llevaba cuando pasaba, no era una mujer que pasara desapercibida, para nada, era imposible ignorarla. Deje a Félix y maneje hasta las afueras de la ciudad, las calles pasaban tranquilas mientras pensaba en que le diría, necesitaba que cambiáramos esto, no sé, decir que éramos super amigas y le hacia el favor, al menos para mantener lo de gay. La espere sentado en uno de los apartados, le informe a la chica que me atendió, de la persona que esperaba y simplemente me senté ahí. No tardó mucho en llegar, era puntal, eso me gustaba. Su cabello estaba suelto, llevaba lentes de sol y ropa sencilla, solo un jean con una remera blanca cerrada que dejaba al descubierto su vientre plano. - Andrew – me levanté para saludarla. - Vaya, ahora ya no soy más amor, que rápido se pierden las cosas – giro sus ojos. - Muy gracioso – dejó un beso en mi mejilla – Espero no haberme demorado mucho. - Para nada – nos trajeron la carta. - Hola, te voy a pedir un moka con la tarta de frutos rojos – habla antes de que se vaya y la chica me mira. - Hola, café con la torta de chocolate – afirma - Muchas gracias – mis ojos se quedan clavados en la castaña frente a mí. - Muy caballero, la chica haciendo ojitos y tú mirándome – sonríe. - Tengo que ser respetuoso con mi novia – comienzo a reír – Al menos es lo que me enteré está mañana, que tengo novia, es algo raro, porque yo no lo recordaba – muerde su labio. - Sí, los reporteros inventan muchas cosas – muevo mi rostro. – Sobre todo esa arpía. - Parece que no le agradas, te llamo pequeña, te dijo alcohólica y ya te puso los cuernos – su rostro se pone rígido. – Y ni siquiera empezamos. - Pero tú no me podrías los cuernos – su voz cambia a una dulce – Verdad amor, al menos que no quieras ser padre en unos años – sonríe maliciosa. - ¿Qué tienen que ver mis pelotas en esto? – comienza a reír – Al menos volví a ser amor – niega divertida – En fin – tomo aire – Creo que tenemos muchas cosas para hablar – me mira. - Se que te metí en un problema – comienza. - Uno grande. - Tampoco es para tanto, no es como si fuera tan terrible ser mi novio falso. – pienso sus palabras. - No, pero ahora mi padre no deja de torturarme y necesito que arregles esto – muerde su labio – Por qué presiento que lo que dirás no es bueno. - Malo no es – levanta un dedo – Verás, necesito que me ayudes. - ¿Exactamente a qué? - Necesito que finjas que eres mi novio, al menos por un tiempo – subo mis cejas – Solo para afuera, las personas y los inversionistas de mi empresa – lo último es casi un susurro. - ¿Por qué haría eso? – niego – No, no me convence, no saco nada bueno de eso, mi padre me va a querer casar y no quiero. – abre la boca. - No puedes ser así, te estoy pidiendo un favor, los accionistas me quieren negar la presidencia por esa foto, al menos que ambos vayamos y digamos que estamos de novios y súper enamorados perderé todo por lo que he trabajado. – joder, no miente y se nota. - ¿Todo eso por una foto? – afirma. - No querían ningún chimento, creen que soy muy chica para tomar la presidencia – resopla y nos dejan las cosas. - ¿No lo eres? – eleva una ceja. - No, soy muy capaz de manejar todo eso – parece ofendida. - Nunca dije que no lo fueras, de hecho, creo que tu trabajo fue increíble, pero eso no quita que seas grande – respondo. - No te parecía muy pequeña cuando coqueteaste conmigo en la playa. Su gesto cambia, su voz se pone más seductora y joder, eso no es bueno. - Eso fue hasta que supe que tenías dieciséis – recalco lo obvio y cambio mi tono a uno más bajo y ronco – La verdad que ir preso no era algo que me apeteciera – relamo mis labios – No es mi culpa de que estes super desarrollada – muevo la mano. – Y buena. - ¿Estoy buena Andrew? – mordió su labio mientras sonreía. - Lo suficiente como para cometer esta locura, pero no – abre la boca – Le dije a mi padre que era gay para que se olvidara de casarme, así que tienes que decir que te ayude – arruga su nariz. - ¿Se creyó esa mentira? – afirmo - Tiene lógica, los lindos siempre terminan siendo gay o idiotas, tu al parecer cumples ambas. – sonrió. - De encantadora a arpía – jadea – Puedes poner ambos en sintonía. - ¿Qué me dijiste? - Veamos, me tratas de idiota, pero me necesitas para esto, puede que yo también te necesite, pero podría salir y decir que yo estaba ahí y que tú viniste pasada de copas, me besaste con esa lengua salvaje que tienes y no supe que hacer, me paralice, no sabía que pasaba, tuve miedo, me sentí ultrajado – su boca se abre en una gran “o” – Después digo que soy gay, mi padre cancela la boda y vivo mi soltería en privado – tomo un sorbo de café. - No serías capaz – subo mis hombros. - Tú me besaste – le recuerdo. - Tú me metiste la lengua – retruca. - No te vi muy molesta con eso – sonrío. - Tú no parecías asustado tampoco, más bien excitado – ambos sonreímos. - ¿Qué se supone que tengo que hacer? – consultó. - ¿Lo harás? - ¿Habrá besos de por medio? - subo mis cejas y carcajea. - Quizás algunos, solo para aparentar. – chasqueo la lengua. - ¿Sexo? – consulto solo para molestarla. - En tus sueños. - Tenía que intentarlo – subo mis hombros – Sera un noviazgo muy aburrido. – niego – No me convence. La moza pasa y le pido la cuenta, Clara me observa de fijamente y comienza a comentarme toda lo que le pidieron en su casa, lo que pasó antes de que me besara, porque me beso, junto mis cejas a medida que sus palabras siguen relatando, hasta lo que sería el día de hoy. - Y no tenías mejor idea que decir que soy tu novio – hace una mueca. – Mira, seré sincero, esto es una locura, te saco trece años, no hemos estado mucho tiempo juntos o en los mismos lugares, apenas nos hemos cruzado, tu familia no se lo va a creer – niego – Nadie lo va a hacer. - Pueden hacerlo si me sigues la corriente al pie de la letra. – suspiro – Vamos y te ayudo con tu padre, tú consigues tu herencia, yo mi puesto. - Mi padre quiere que me case – alza las cejas – No me dará nada hasta que eso pase – su color parece bajar – Era más fácil decir que soy gay honestamente – nos dejan la cuenta. – Bueno, tú pagas. - ¿Haces pagar a todas las mujeres con las que sales? – muestro mis dientes. - Cariño, si esto fuera una cita, primero no estaríamos acá, segundo pagaría y lo más probable es que termináramos follando – parpadea – Ya sabes – mi tono pasa a ser más seductor y ronco – En ese caso tu estarías contra alguna pared mientras yo… - Entendí – se ve acalorada. – Entonces no soy una de tus zorras. - No – respondo. - Me siento halagada – admite - ¿Vamos a media? Las parejas por ahí hacen esas cosas – carcajeó y sacó el dinero. - Vamos. – me levanto y estiro mi mano. - ¿Me vas a llevar al hotel? – consulta divertida. - ¿Quieres que lo haga? Su cuerpo está justo frente al mío, sus ojos verdes me observan curiosos y divertidos, me está probando, al parecer le gusta hacer eso con la gente o simplemente se mantiene simpática y no me patea las pelotas porque necesita que acepte. - No – responde. - Me lo imagine – caminamos a la salida juntos. - Me acercas, no vine en mi auto. - Claro Abro la puerta para que Clara salga y el primer flash llega, aprieto mis dientes mientras ella se paraliza en su lugar, sus ojos se enfocan en una súplica y no lo pienso mucho, simplemente tomo su cintura y comienzo a caminar con ella. Los reporteros comienzan con sus preguntas, intentamos avanzar y me frenó en seco cuando la escucho quejarse. - ¿Estás bien? – se soba el costado del cuerpo – Chicos, por favor, le han pegado – todos se quedan quieto. – Se que quieren saber, pero ahora no es ni el momento, ni el lugar, enviaremos un comunicado a la prensa y hablaremos de querer hacerlo, ahora por favor, denos permiso, acaban de golpear a Clara. Clara me vuelve a mirar y la pegó más a mi cuerpo mientras pasamos, le abro la puerta del coche y la dejo dentro, los flashes siguen y sé que esto lo jode todo más, alguien dijo que estábamos aquí, ahora no hay muchas opciones. - ¿Cuándo es la junta con los inversionistas? – consulto apenas subo. - ¿Lo harás? - afirme. – Gracias – su cuerpo se impulsó hasta llegar a mí. Fue rápido, sutil y jodidamente inocente, pero ahí estaba ella, dejando un beso en mi mejilla. Gire mi rostro para verla, sus labios se curvaron en un sonrisa pícara mientras el flash volvía a apuntar, el parabrisas no tenía los vidrios tintados, era ilegal. - Sonríe para la cámara Andrew – murmuró y lo hice. - Estás jugando con fuego Clara – niega igual de divertida. Se vuelve a acercar, sus labios estaban a centímetros de los míos, murmura un “ahora sí lo hago” antes de besarme despacio y luego alejarse. Era un demonio, un jodido demonio.
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