Clara
Me miro en el espejo una vez más, las fotos de nosotros juntos en el café recorrieron por todos los medios, también la reacción de Andrew cuando me golpearon accidentalmente, se lo veía molesto y preocupado, fue bueno, al menos para mí y hasta ahora.
¿Por qué hasta ahora? Bueno, resulta que mi gran acting atrajo la atención de los padres de Andrew y el señor Miller quiere conocerme está noche, por lo que tendríamos nuestra primera reunión familiar en unas horas.
Qué digo horas, minutos.
Novia falsa, activado.
— ¿Cómo me veo? – giro para que Hil me vea.
— Bien, muy bien – cruza los brazos – ¿Estás segura de seguir con esta locura? – afirmó.
— Claro, es un trato, uno meses, aseguro mi puesto y él su herencia – acomodo el vestido rosa a mi cuerpo – Todos felices y luego separación, no funcionó, tristeza, se acabó el amor, quedamos en amigos. – hago todo el teatro.
— ¿Si sabes que esas cosas no salen bien? – muerde la barra de cereal que tiene en la mano.
— ¿Quién dice?
— Bueno, todos – piensa – Luna y Ben, Tu hermana y Mateo, Tus padres… - movió la mano - ¿Sigo?
— Creo que entiendo – respondí con sarcasmo. – Saldrá todo bien – toma su móvil.
— Por favor repite eso – apunta con la cámara – Hoy es sábado tres de junio y Clara, mi prima – le saco el dedo del medio – Está por ir a cenar con sus suegros, ¿Cómo va a salir todo esto con Andrew? – consulta.
— Todo saldrá bien – corta la grabación.
— Por las dudas no grabaremos detalles.
— Por lo menos sigues siendo inteligente – respondo y me tira uno de los almohadones.
— Muy graciosa – el timbre suena. – Creo que llegaron por ti.
Tomó varias bocanadas de aire antes de salir de la habitación, llevó un vestido rosa pastel, es ajustado y cerrado en mi busto, un simple escote de cuello redondo, la falda acampanada llegaba hasta mis rodillas, había colocado unos tacones medianos color nude, llevaba un bolso pequeño solo con mi móvil. Mi cabello está suelto y en ondas, en mis orejas unos pendientes diminutos y la cadena de oro que me regaló Mateo para mis dieciocho.
Escucho a Hilary saludarlo y su voz ronca suena en toda la sala, un breve silencio se hace hasta que vuelve a hablar mi prima.
— Vaya, las fotos no te hacen justicia, lástima que seas tan mujeriego, estas bueno – comienzo a reír y camino a su encuentro.
— Es de familia ser tan directo – nos señala a ambas – Gracias por el cumplido Hilary – carraspea - ¿Puedo decirte Hilary?
— Claro cuñadito – sonríe y lo palmea – Viste eso que tienes entre las piernas y metes por todos esos lugares fáciles – señala a su entrepierna.
— Viene una amenaza ¿verdad? – me mira y afirmó despacio.
— Eso que tienes ahí, pasara por una triturado de carne si la lastimas – Andrew sonríe mostrando los dientes – Joder, eres sexy. – exclama asombrada.
— Gracias, pero – levanta la mano - ¿Qué pasa si ella me daña a mí? – me señala.
— ¿Yo? – lo miro sin creérmelo.
— Tú, ya viste lo que dicen de las chicas con cara de ángel, son las peores – abro la boca grande.
— Tú eres el mujeriego y yo te voy a dañar – Hil se aleja un paso y Andrew se acerca.
— No tienes pruebas para decir que eso es cierto – cruza los brazos – Nadie las tiene – sonreí ladina.
— Oh si tengo, te he visto con mujeres. – entrecierra sus ojos.
— Estás mintiendo – murmura, seguro y es verdad miento.
— No lo hago – levanto mi rostro.
— Sí lo haces preciosa y eres muy mala, tendremos que enseñarte a mentir – sonríe – Por cierto. Hola – sus dientes asoman con una sonrisa.
— Hola – le devolví el gesto. - ¿Qué tal estoy? – se alejó un poco y me miró.
— Hermosa, como siempre – halaga y ruedo los ojos.
— No te puede funcionar eso con las mujeres – Hil lo mira mientras habla.
— Primero, ¿Se ponen de acuerdo con las frases? – nos mira a ambas.
— No – respondemos al unísono.
— Ignorare que parecen siamesas para decir algo que tendría que parecer obvio – toma aire - No estoy intentando nada con Clara, de querer intentar algo se darían cuenta – mira a Hil – No voy a fingir que no lo sabes, porque es obvio que tú lo sabes, pero esto es un acuerdo, la ayudo y ella va a intentar ayudarme hoy, aunque miente muy mal – pasa la mano por su pelo.
— No miento mal – cruce los brazos.
— Mi padre es un experto en leer personas y al menos que digas que eres mi amiga y me has visto con hombres, no va a funcionar – niega.
Elevo una ceja mirándolo, Hil parece divertida con nuestra interacción, por mi parte solo le paso la cartera a mi prima que la agarra automáticamente.
Mi rostro muestra una sonrisa, Andrew junta sus cejas mientras yo camino despacio hasta llegar a él, mis manos van a su camisa.
— ¿Qué estás haciendo?
Acomodo la tela con mis manos, pasando cada una de ellas por su pecho y joder esta duro, puedo sentir sus músculos abajo de mi mano, lo miro a los ojos fijamente mientras me sigo acercando, su cuerpo esta tenso, sus ojos verdes siguen mis movimiento.
Subo una de mis manos por su cuello y la paso por su barba, eleva una de sus cejas y Hil suelta una carcajada.
— Te ves tensó cariño – mi voz sale cargada de ternura - ¿Todo bien en el trabajo?
Suspira y niega divertido, sus brazos se relajan y bajan hasta quedar en sus costados, me acerco de nuevo acortando la distancia, sigue sin tocarme, lo que me da gracia y curiosidad, sobre todo porque se supone que somos novios.
Llevé la mano hasta su nuca y la subí para jugar con su pelo.
— Creo que estas jugando con fuego – habla bajo y pone ambas manos en mis caderas.
— Aún crees que soy mala mintiendo – sonríe y yo lo imito.
El flash de la cámara nos hace ver a mi prima, seguimos sin apartarnos, ella solo nos mira divertida, vuelvo a mirar a Andrew y este sonríe maliciosamente antes de acercar su rostro al mío dejándome estática en mí lugar.
Puedo sentir su respiración en mi rostro, sus manos están en la parte baja de mi espalda tocando la zona con delicadeza, es sutil, cortés y me mira de otra manera.
— Acabas de fallar con tu actuación cariño – sus labios rozan los míos.
— Joder, hay muchas tensión s****l en el aire – Hil mira la cámara – Y se ven jodidamente bien juntos – parpadeo y me alejo.
— ¿Para qué la foto? – indago mientras intento tranquilizarme.
— ¿Los supuestos novios no tienen fotos juntos? – nos mira - ¿Quién hizo el plan? – Andrew me señala.
— Oye – me quejo.
— Es la verdad, lo hiciste tú y no pensaste en que no tenemos fotos juntos – niega - Mejor digamos que estas enferma, con cólicos, eso deja a las mujeres en la cama – lo miro.
— ¿Un problema menstrual? – afirma – Lo único con lo que te deja un problema menstrual, es la falta de sexo y dolor de cabeza – hace una mueca.
— ¿Quién te dijo que te deja sin sexo? – consulta.
— Eres un asqueroso, ¿con todo eso? ¿Ahí? – señaló la zona.
— ¿Con quién te has acostado? – consulta.
— No es de tu incumbencia – niego - Vamos, no quiero llegar tarde, no me gusta – saludo a Hil que sigue mirándonos.
Salimos de mi departamento en completo silencio, él con las manos en los bolsillos de su pantalón azul marino, lleva una camisa blanca con los tres primeros botones desprendidos y un saco azul un tono más claro con zapatos a juego.
En su muñeca descansa un reloj de oro y lleva algunos anillos en sus dedos.
La puerta del ascensor se abre, me deja pasar primero para luego tomar mi mano, no digo nada, simplemente lo sigo. La calle por suerte se encuentra libre de reporteros, aunque eso no me asegura de que sea cierto, por otro lado, sé que mis padres tienen a sus hombres cuidándome y también tengo que convencerlos a ellos.
Me acerco más a su cuerpo y me observa por sobre su hombro, le sonrío y hace lo mismo, no sé hasta qué punto no sabe que nos vigilan, aunque sí tiene mi número debe saber que nos están observando todo el tiempo.
Me abrió la puerta del coche y subí, su cuerpo pasó por enfrente de mis ojos, lo observé, era la segunda vez que estábamos solos en un auto, sobre todo después de aquel beso. Ese que decidí darle para que los reporteros sacaran sus conclusiones, y del que ninguno de los dos habló después, simplemente nos sumergimos en un silencio hasta que llegamos a mi casa.
Arreglamos está cita y le dije el número de mi departamento, todo quedó en eso, ninguno volvió a hablar, éramos como un gran silencio cuando estábamos juntos.
— Quiero aclarar algo – toma aire - Mi padre es un neandertal, machista con mentalidad del siglo diez mil antes de cristo – aprieto mis labios evitado reír – Él es así, yo no, así que, no dejare que te falte el respeto, pero debes saber que quizás no sea agradable. – hace una mueca.
— Entiendo, pero sé defenderme sola – su boca se curva un poco – No te preocupes tanto, lo haremos bien, o lo arruinaremos, cualquiera de las dos cosas – muevo la mano.
— Sí sabes que eso no me tranquiliza – comienza a reír – Por favor preciosa, necesito que entiendas que no esto no va a ser fácil, y es una mala idea.
— Tu tranquilo – relame su labio.
— Juegas mucho con fuego – niega.
— Sabes, pensé que eras más engreído, algo idiota, no quiere decir que no lo seas, pero eres divertido, agradable, no te ves así todo el tiempo – mueve su cabeza.
— No sé si sentirme halagado u ofendido – carcajeo – Pero supongo que gracias y con respecto a lo otro, soy muy reservado con mi vida privada, no hago nada en público, no vas a ver fotos mías haciendo nada en ningún lugar – me observa un momento – Me gusta mantener mis cosas para mí, aunque contigo, eso parece que nunca va a pasar.
— Es culpa de esa reportera – miro al frente.
— Exactamente ¿Qué pasó con ella?
— Honestamente – mueve su cabeza afirmativamente – No tengo idea, ella dice que su novio la dejó por mí, fue algo así como, estoy enamorado de Clara Hamilton y ahora me odia – suspiro frustrada – Pero eso no es todo, yo no sé quién es su novio, me dijo el nombre y no tengo idea de quién ese o de dónde me conoce – levanto las manos – Sabes que creo, creo que ese sujeto estaba cansado de ella y me usó a mí de excusa – suelta una carcajada.
— Eres una rompe relaciones – lo miro furiosa – Aunque no creo que sea mentira, tienes a muchos hombres locos – murmura.
— ¿Y a ti? – le preguntó en broma.
— Todavía no ha nacido mujer que me ponga loco, nena – mantengo la sonrisa.
No puedo negar que me siento un poco decepcionada con su respuesta, porque al parecer no le produzco nada, simplemente hace su papel y juega al galán.
Observó por la ventana, las calles pasan, sus padres no viven muy lejos de los míos, más bien viven dos barrios más abajo. Saludamos al encargado del portón y nos adentramos por un largo camino de piedra, mis manos se transpiran un poco, pero no hay vuelta atrás, no pienso perder mi puesto, no voy a dejar que me lo quiten.
Bajamos del auto, la casa blanca se alza frente a mis ojos, las ventanas te avisan que hay dos pisos, Andrew estira su mano y la tomó sin dudar mientras caminamos a la entrada, tomó aire profundamente y muerdo mi labio, su mano toca el timbre y se vuelve para mirarme.
— ¿Estás bien?
Afirmó despacio y él se intenta volver a dar la vuelta para colocarse a mi lado, pero lo detengo a la mitad del camino, sus ojos verdes se clavan en los míos, esperando que hable, pero la realidad es que estoy nerviosa y eso solo trae algo.
— Estoy nerviosa y suelo ser muy sarcástica cuando eso pasa – sus dientes asoman – Tienes que prometerme que no me dejaras hablar de más – mis manos se ponen en cada uno de sus brazos. – Promételo.
— ¿En serio quieres hacer esto? - afirmó despacio.
— En serio, por favor, necesito que me ayudes – su lengua aparece mientras relame sus labios.
Mis ojos siguen su recorrido, muerdo mi labio nerviosa y algo ansiosa, debería ser un delito verse así de sexy, porque el condenado estaba bueno, no importaba lo que dijera, tome aire y volví a morder mi labio antes de llevar de nuevo mis pupilas a sus pupilas verdes.
Andrew me observaba.
Avanzó un paso colocando sus manos en mi cintura con el mismo cuidado que en mi casa, lo más probable es que tuviéramos que alejarnos, cortar con esto porque nadie estaba acá y no había necesidad de mentir.
— Supongo que si estamos acá es porque voy a hacerlo – susurra con sus ojos clavados en mi boca.
— Eso es muy amable de tu parte. – murmure. – Creo que es importante que seamos cariñosos con el otro mientras estemos dentro – mi voz sale extremadamente baja.
— Sí, tenemos que mantener las apariencias en público – mi pecho está pegado al suyo. - ¿Algo que no quieras que haga? – eleve un poco mi mentón y él bajó su rostro.
— No me digas pequeña – comienza a reír – No puedes toquetear, nada de tocarme el culo o los senos.
— Lástima, se ven muy bien ambos – ruedo los ojos – Tú puedes tocarme lo que quieras. – me guiña un ojo.
— ¿Quieres que te toque? – pase la mano por su pecho de nuevo – Pensé que había bastado con lo de casa.
Me acerqué un poco más y sus manos envolvieron mi cintura, su nariz rozó la mía despacio, cerré mis ojos involuntariamente cuando sus labios rozaron los míos.
Mis manos tocaron su cuello de nuevo.
— Ajam – me quedé estática y él también.
Mis ojos se abren observando los suyos, siento el calor invadir mis mejillas, Andrew no se aleja, solo deja un beso en la punta de mi nariz y se vuelve al frente.
Su padre y madre nos observan, muerdo el interior de mi mejilla con fuerza sintiendo su mano en la mía con un leve apretón.
— Mamá, papá – carraspea – Les presentó a Clara Hamilton – sonrío algo tensa y estiro mi mano.
— Un placer conocerlos, Señor Miller, Señora Miller – mi corazón golpea fuerte en mi pecho – Lamento lo que vieron – murmuró.
— ¿Gay? – su padre mira a Andrew. – Creo que esto confirma que no.
— Hola cariño, eres hermosa en persona – su mamá me saluda. – Marc. – lo regaña.
— Señorita Hamilton, que gusto verla de nuevo. – bien me odia.
— Lo mismo digo señor – miró a Andrew.
— Vamos, pasen, en un rato está la cena – su madre habla.
No me pasa desapercibido la mala relación que tienen ambos hombres, Andrew está tensó, su rostro serio y parte de su picardía parece haberse esfumado desde que pasamos por la puerta y nos sentamos en el sillón.
Apenas participa de la conversación, solo se mantiene a mi lado, con su brazo por encima de mi hombros y jugando con un mechón de mi cabello.
— Mi hijo nunca dijo que salía contigo, más bien dijo que era gay – sonreí.
— Sí, lo sé – respondo con una sonrisa – Eso es algo que hizo por mí – lo miré - La realidad es que yo le pedí que mantener esto para los dos por un tiempo, simplemente estábamos viendo cómo nos llevábamos – su sonrisa pícara aparece mientras me mira. – Para evitar los chismes y los malos comentarios.
— ¿Cómo el de usted borracha en un club? – aprieto mis dientes.
— Papá – Andrew se endereza y levanto mi mano.
— Me imagino que usted en su juventud nunca salió con amigos – lo miro - Digo, estoy segura que lo hizo, como también sé que se junta con sus socios en los hoteles a tomar algo de Whisky mientras fuma un habano – cruzó mi pierna.
— No es lo mismo – mueve la mano.
— ¿Por qué? – consultó - ¿Por qué usted es hombre y yo mujer? – Andrew sonríe.
— ¿La he ofendido? – consulta en falsa modestia.
— Para nada – niego – Necesito más que eso para sentirme ofendida – sonrío.
— Tienes carácter – sonríe – Me gusta.
— Mis padres hicieron todo el trabajo. – mi mano se entrelaza con la de Andrew.
— La comida está lista - su mamá aparece por la puerta.
Nos levantamos en silencio, su padre nos deja pasar primero, sé que nos está mirando, puedo sentir sus ojos en mi espalda, sus ojos y la mano de Andrew justo arriba de mi culo, un lugar peligroso e íntimo.
— Amor – me frenó – Perdón, pero necesito ir un momento al toilette.
— Claro nena, te acom… - su madre nos interrumpe.
— Yo le muestro donde está, ustedes vayan al comedor – sonrío.
— Gracias – Andrew deja un beso en mi frente y sigue con su padre.
— Es muy bueno, aunque a veces se haga el frío – su madre me habla.
Dejé de mirar su espalda para mirar a su madre que me observa con una sonrisa en el rostro, volví a mirar por donde se fue mi supuesto novio.
— Conmigo nunca es frío – admito – La verdad es muy divertido, es muy fácil estar con él – comienza a caminar y la sigo.
— Te pido disculpas por mi marido, es grande, anticuado y no siempre tiene razón, pero es bueno, siempre lo ha sido – sonrío de lado, su concepto es raro.
— No lo dudo. – es lo único que puedo decir.
Volví a la mesa momentos después, me habían dejado al lado de Andrew.
Cuando fui a sentarme él se levantó para acomodar mi silla y luego se acomodó a mi lado, era bueno en esto de aparentar.
Mi suegra comentó el menú y nos sirvió, Marc Miller encabezaba la mesa, ahora hablaba con Andrew de las joyerías, más bien le estaba exigiendo nuevos diseños, algo así como has algo con el diseñador o lo despides, eleve mi ceja con su comentario, algo que no pareció gustarle.
— No está de acuerdo señorita Hamilton – deje mi tenedor y tome agua.
— No – carraspee – Disculpe, usted puede manejar su negocio como le parezca mejor, pero está comprobado que el intimidar a los empleados no mejora su rendimiento, lo empeora, genera un ambiente tenso y bajas en la calidad – entrelaza sus manos.
— Entonces dice que tengo que pagarle a alguien que no hace su trabajo – sopesó sus palabras.
— Nunca dije eso, claramente el empleado debe responder, pero quizás no esté pasando un buen momento, tal vez solo necesita unas vacaciones o algunos días, usted no sabe lo que pasa con su vida fuera de su negocio – ladea su rostro.
— Eso no es mi problema.
— Debería serlo, eso influye en cómo funcionan las cosas y sus ganancias – respondo sería.
— Igual, ¿Qué vas a entender tú de negocios?
— Marc – Andrew suena completamente amenazante.
— No es necesario – tocó su mano – Para que lo sepa, se mucho de negocios, crecí en ellos, puede que no tenga su edad, pero tengo la experiencia de toda mi familia y le aseguro que no somos ningunos imbéciles – sonrió con sarcasmo – Estamos entre los primeros puestos de las mejores empresas, nuestros empleados tienen una tasa de efectividad del noventa y nueve por ciento, estamos dentro de los mejores lugares para trabajar. – tomó un trago de vino – Y trabajo dentro de esas instalaciones desde los quince, por las dudas que también le preocupe mi edad, señor – la madre de Andrew lo mira molesta.
— Creo que mejor nos vamos - responde el chico a mi lado.
— Andrew – la madre lo mira con súplica.
— No la traje para que la tratara mal mamá – miró a su padre – El respeto que tengo por ti se está esfumando – siseo – Tanto que en este momento quiero partirte la cara – su padre lo mira sorprendido.
— Bien, ya que soy el malo, seré honesto – me mira – No me creo esto, así que dígame ¿Qué le ofreció mi hijo para que mintiera? – nada, yo lo hice
— Nada, simplemente estamos saliendo – respondo en su mismo tono de voz.
— ¿Entonces se casarán? - un nudo se implantó en mi estómago.
— No me han propuesto casamiento, así que no sabría responder eso – sonrío.
— ¿Quiere tener hijos señorita? - ¿Qué era esto?
— Claro, me encantaría tener hijos, quizás unos tres – Andrew escupió su bebida y me contuve de reir.
Quería asustarme con eso, estaba loco, aunque lo único que logró fue asustar a su hijo, que estaba rojo por ahogarse.
— ¿Tres? – me mira.
— ¿Te parecen pocos? – hago una mueca divertida y comienzo a reír.
— Uno – sentencia igual de divertido.
— Dos, la parejita, ya sabes después lo que dicen de los hijos únicos – lo miro – Bueno, eres un ejemplo – me vuelvo a reír y él me sigue.
— Dos entonces – me guiña un ojo, ambos nos estábamos tomando el pelo.
— Buenísimo – su madre aplaude
— Se casan en tres semanas – dice su padre y ahora ambos escupimos las bebidas.
— ¡¿Qué?! - la miró horrorizada.
— No, eso lo decidimos nosotros – Andrew lo mira.
— Para nada, o se casan en tres semanas o te caso con la chica que encontré para ti – me mira – Supongo que sí están enamorados no habrá problema, su familia no es del amor para toda la vida.
Viejo cabrón, jodido cabrón.