Inesperadamente

Mis manos sudaban, mi respiración era errática y mi corazón latía desenfrenado, no estaba feliz, quería llorar y salir huyendo, correr sin un punto fijo, solo irme. Quería acabar con esto de raíz y retractarme de cada una de mis decisiones, porque joder, esto no estaba bien, las cosas no deberían ser así, tenía otros planes, imaginaba otra cosa para mí futuro sin embargo estaba a punto de hacerlo, estaba a punto de condenarme por dos años a algo vacío y sin futuro. No estaba feliz. No podía estarlo. Mis manos pasaron por la suave seda, mis ojos seguían cada detalle del vestido que había diseñado para este día, me había esmerado en hacerlo, había puesto cada parte de mi en este objeto que carecía de significado, porque su uso no era el adecuado. Estaba vestida como para caminar en una pasarela, lista para que observaran el modelo y luego algún interesado lo comprase para usarlo aquel día tan especial, ese día donde dos almas se unen para ser uno solo, donde todo termina de cobrar sentido y las cosas mejoran a por mayor, estaba vestida para cumplir el sueño de algunas mujeres y la condena de unas pocas, yo era de las últimas cabe aclarar. La pedrería del corsé brillaba con la luz que atravesaba la ventana, el escote resaltaba mi busto de manera alucinante, no se veía vulgar ni mucho menos, solo mostraba parte de mis atributos con cuidado, incluso podría decir que me daba un toque de sensualidad en mi gran aspecto de princesa. El corte era con hombros caídos, completamente bordado, el escote en forma de corazón es pequeño, lo justo para dejar ver una parte de aquello que quería y a la vez no mostrar mucho, también contenía todo dónde debía, era ajustado hasta mis costillas y luego suelto hasta los pies, la espalda se cerraba con botones invisibles lo que le deba el aspecto de ser una sola pieza. Había diseñado el bordado como si fuese una enredadera, ramas cruzando y enlazando unas con otras formando hojas y algunas flores, pocas, solo las necesarias para armar bien el diseño. Llevaba mi cabello semirrecogido en la parte superior y suelto con bucles relajados en la inferior, el adorno en mi cabello sostiene el velo que cubrirá mi rostro, porque sí, no solo era una impulsiva que se casaba sin amor, también lo hacía virgen y con poca experiencias amorosas. Nos casamos por iglesia y civil, ambas cosas se harán en la misma ceremonia, no porque yo quiera, no, fue decisión de su familia y acepté porque era parte del trato, ese jodido trato que hicimos. - Pareces a punto de ir a un entierro – Hilary me observa a través del espejo. - No puedo tener mejor cara – hace una mueca. - Vas a tener que ponerla porque ahí vienen las mujeres - cerré mis ojos. - ¿Por qué hago esto? - Por idiota – responde y la miro enojada – Tu preguntaste - en eso tenía razón. - Lo sé – gire y ella tomo mis manos. - Aun puedes retractarte – negué - No puedo, nos pondría en ridículo a ambos – suspiro y miro mis manos. - Es un lindo anillo. Mis ojos se desviaron a nuestra alianza de compromiso, un modelo único que diseñó él mismo, o al menos es lo que dijo. La argolla era estrellas marinas, uniéndose por sus brazos, en el centro de esta un diamante, en realidad dos tipos de diamantes – esmeralda y zafiro – intercalados, lo que, hacia una secuencia de verde y azul, eran pequeños, solo un pequeño centro con forma de corazón con aquellos detalles. El resto – brazo y cuerpo – con diamante blancos milimétricos que lo hacían brillar un poco más. - Muy lindo – admito – Y delicado – porque esa era la realidad, aquella pieza era super delicada. El ruido de las voces me alerto que ya llegaban todos, incluido mi padre, tome aire y Hil acomodo mi velo. La puerta se abrió mostrando sus ojos verdes, sonreí y contuve las ganas de llorar. - ¿Estás lista? – no, no lo esto. - Super lista – sonreí más grande.