—Pablo es uno de los empleados de está empresa —responde intentando sonar lo más serena posible. —A Filippo y Gia les encanta molestar, pero no les pongas cuidado, en realidad no es nada importante así que mejor dime, ¿a qué viniste?
—No me digas que una vez más lo olvidaste —es más una afirmación que una pregunta —no hay mucho tiempo así que como estamos diciéndonos ciertas cosas mejor mira —le entrega un documento que llevaba en el bolsillo de su blazer —lo encontré ayer cuando revisé la correspondencia de la casa, como la señora no tiene nunca tiempo para esas banalidades.
—No me hables así —le reprocha —para eso está la empleada, bastante se le paga como para que haga sus labores y te evite tener que abrir la correspondencia de la casa, además esto ha de ser una tontería porque lo importante siempre me lo envían aquí.
—No lo creo, pero por si acaso mejor lee antes de salir con esas respuestas y rápido porque los niños están esperando.
Sin más Antonia traga saliva al ver el sello de un juzgado y comienza a leer lenta y dolorosamente para ella.
"Citación juzgado noveno de lo familiar, Señora Antonia Rossi de Lizardi se le cita al juzgado con motivo de la solicitud del divorcio y resolución de la custodia de la menor Paola Lizardi Rossi con motivo de la solicitud de guardia y custodia total para efectuar el reconocimiento por parte del padre Piero Lizardi, sírvase comparecer con la menor el día 23 del mes vigente para efectuar la prueba de ADN y posterior reconocimiento…"
Paolo maldice y si ¿Paola no es su hija? resopla, podría ser posible que Antonia hubiera estado con dos hombres al tiempo, niega eso no lo cree, aunque recuerda que ella fue muy clara al decir que lo había elegido a él y no a su exesposo, sigue pensando eso mientras la ve leer y observa cómo va cambiando sus gestos hasta volverse impasible cosa que le hace pensar en lo peor, sisea mentalmente mientras Antonia se lleva la mano a la boca.
Mientras que Antonia lee la citación, él solo puede pensar en ¿por qué esos apellidos? que sepa su mujer se apellida Lizardi le da vueltas al asunto no solo eso, sino que dice que un divorcio toma aire antes de siquiera poder decir algo al respecto lo que menos quiere es agrandar sus problemas maritales mismos que la morena se empeña en esconder o aceptar.
—¿Y bien, Antonia? —la mira inquisitivo intentando hablar calmado.
—Te lo puedo explicar —se queda pálida —esto no es válido, hablaré con Franco, tu eres el padre de Paola —se muestra firme —tu mejor que nadie sabes qué día fue el que concebimos a la niña así que esto no tiene sentido —resopla —sobre lo del divorcio —suspira —me temo que Piero nunca lo firmó.
—¿Eso quiere decir que no eres mi esposa? —deja el vaso de whisky sin muchas ganas sobre la mesa —te lo voy a preguntar una última vez —sisea —mírame, Antonia Lizardi, o ¿también me mentiste en eso? —la toma del brazo ella no responde —¿Paola es o no mi hija? necesito saberlo; —ella le mira horrorizada —sino me será imposible protegerla.
—Ya te lo dije —se muestra distante —Paola es tu hija o acaso debo recordarte ¿el día y el momento exacto en que fue concebida? —se aparta de él. —Nuestro matrimonio es completamente legal —explica —nunca me case por la iglesia solo contigo —sostiene su mirada —en cuanto a lo civil —se muerde un labio —es probable que Piero no hubiera firmado, tú sabes cómo terminó todo.
—No, no lo sé estuviste con los dos al tiempo y te quedaste conmigo así me creas un tonto, lo sé te escuche con Gianna cuando te debatías entre quedarte con Piero o conmigo —se remueve incomodo, la mirada de Antonia es un poema.
—¿Tú escuchaste? —habla nerviosa —te juro que no quería detener mi embarazo.
—Si escuche, no importa si Paola no es mía total tú no la querías, siempre puedes firmar la sesión de custodia y volver al lado de tu querido Piero —evita mostrar su vulnerabilidad —no me mires así, tú sabes que amarte más no pude, pero la falla fue tuya... —da un sorbo a su trago.
—Te gusta Carina, ¿verdad? —se tapa la boca - por eso ya no me buscas... — se hace silencio.
—Piensa lo que quieras, no fui yo quien dijo que te daban asco mis toques —se muestra indiferente —. Solo dime, ¿llegaste a abortar un hijo mío? —suspira.
—¿QUÉ?, —resopla escandalizada. —No lo hice, no volví a quedar embarazada y tú lo sabes además ya tienes a Massimo y Paola ¿para qué quieres otro hijo? —se cruza de brazos.
—Desearía que no fueras tan fría; no, no me gusta, pero si ocurriera te lo diría no es mi estilo jugar a dos bandas —se levanta —mañana vamos con mi abogado quiero que solucionemos eso, pero antes piensa si quieres seguir casada conmigo porque de no ser así lo mejor es aprovechar este bache y que cada uno siga por su lado.
—No puedo creer que pienses así —sisea pensando que aún no le ha contado de Pablo pues, aunque es su pasado, con él hay cosas que no hay con nadie más.
—Sabes será mejor que no vayas con nosotros a la celebración de los cumpleaños de tu hija, yo me puedo encargar solo de ella, siempre lo hago así que es mejor que no vayas, no quiero que le hagas pasar un mal rato a la niña —Antonia guarda silencio viendo a su esposo irse.
La tarde se pasa entre planes de niños de nueve y doce años, Paolo disfruta con sus hijos escuchando cada ocurrencia hasta que lleva a Massimo con la madre tal como prometió, al volver a su casa se encuentra que está de nuevo sola, resopla cargando a Paola hasta su recamara donde la acuesta luego de ponerle el pijama.