Pasion.

1946 Words
Eres maravilloso cariño, noches como estas no se repiten. Harry se abotonaba la camisa para ir a casa, eran ya las 6 de la mañana, había pasado la noche con esa exuberante rubia, alta, preciosa, enormes senos de plástico, una diminuta cintura creada por un médico, pero que al final para su ver funcionaba. Era el hombre que utilizaba a las chicas para lo que él consideraba servían. — ¿Cuándo volveremos habernos querido? Preguntaba la mujer a Harry que ahora se ponía la ropa interior después de una noche completa de sexo de locura. Estaba tan bebido que ni siquiera se tomó la molestia de preguntar el nombre de la mujer, mucho menos se interesaba en nada mas, solía hacer lo mismo, conseguía a una linda chica, la llevaba a su hotel preferido y después solo se alejaba. — ¡Jamás preciosa! No suelo repetir mi cena, la pasamos bien, pero, eso es todo. Harry no temía decir la verdad, era cínico según su abuela, pero jamás se enamoraba, al cerrar la puerta dejaba de pensar en ellas, era famoso por su fama de tener a cuantas mujeres deseará, pero no era él, en realidad las chicas aun sabiendo quien era él, buscaban la forma de acostarse con él, quienes ya lo habían probado decían que su m*****o era una verdadera delicia, un hombre en toda la extensión de la palabra, quien te dejaba adoloridas las piernas por la mucha energía que poseía, te asesinaba en la cama, era poderoso, sin contar que era el tipo mas apuesto y galante que existía, que tenía millones y por ello podía tener lo que deseaba. La chica al escuchar esas palabras se quedó bastante asombrada, ella pensaba que la habían pasado tan bien que podría darse quizá algo entre ellos, que quizá lograría al fin atrapar al tan deseado Harry Richmond, pero parecía que no seria así. — ¿Creí que la habíamos pasado bien? ¿Qué te divertiste anoche? ¿A caso hice algo mal? Preguntaba desconcertada ante aquella indiferencia del hombre con el que había pasado toda la noche. Pero Harry le dejaría claras las cosas, lo que significaba para él aquella noche. — Por supuesto que la pase bien, me divertí, tuvimos un gran sexo, pero eso es todo preciosa, no te equivoques conmigo, no busco casarme, mucho menos tener una pareja, solo fue esto y lo mejor para ti es olvidarle, yo no soy hombre de una sola mujer, no existe en este mundo una chica con la que desee tener un compromiso. La rubia asombrada lo veía, Harry no parecía sentir nada al hablar así, era real todo aquello que había escuchado antes sobre él, que era el hombre mas frívolo que existía, que solo utilizaba a las mujeres para complacer sus deseos, que jamás las volvía a buscar, mucho menos conocían su hogar, pues también era bien sabido que Clarity Franfort era su prometida, ella seria su esposa cuando el tiempo llegara, aun así le asombraba la frialdad con la que Harry hablaba después de haber sido suya. — Había escuchado tantas cosas sobre ti, pero no lo quise creer, creí que quizá.... Harry se giró hacia ella cuando termino de ponerse sus ropas. — Creíste que podría domarme, amarrarme para que fuese tu pareja, tu novio, tu esposo, pero debiste haber escuchado esos comentarios, son una realidad, no busco nada serio, y si lo hiciera tenlo por seguro que no seria en ese Pub, seria en un elegante baile con alguna preciosa virgen hija de alguna buena familia, no pienses en ello preciosa, lo disfrutamos, la pasamos bien, pero eso fue todo, jamás volverá a suceder. Harry dejaba claro cuál era su postura, él no buscaba una mujer para nada serio, de hecho huía del compromiso que su madre intentaba obligarlo a cumplir, él no deseaba casarse, y mucho menos con Clarity, ella era una pesadilla, un dolor de cabeza, a todos les hablaba sobre el compromiso, como si el de verdad se hubiese comprometido con ella, él no la amaba, ni siquiera la soportaba, deseaba estar lo mas lejos posible de ella. Harry camino hacia la puerta para salir de aquella habitación de un costoso hotel. — Oh, por cierto. Dijo deteniéndose de golpe antes de salir. — Esto es para ti, y la habitación esta alquilada por dos días mas, puedes quedarte aquí y ordenar lo que desees, eso es lo único que obtendrás de mí. Le lanzo a las manos una preciosa pulsera de piedras color ámbar, era hermosa, oro rosa, era una pieza muy fina y elegante, ella lo vio partir y cerrar la puerta, pensó que al menos le había dejado un lindo obsequio, pero un gran vació, ese hombre era todo lo que le habían contado de él, no había duda, Harry Richmond era un tipo que no seria de nadie en la forma en que todas las mujeres buscaban. Harry salió del hotel con rumbo a la mansión, estaba agotado, quería dormir un poco antes de la reprenda, siempre sucedía lo mismo, su madre lo despertaba con un gran número de gritos, frustrada y enfurecida porque su hijo no dejaba la vida que llevaba de despilfarro y mujeres, la mujer odiaba que la abuela de Harry lo apoyara en su libertinaje y no la ayudara a obligarlo a casarse con Clarity, ella era la mujer perfecta para él, una joven educada, proveniente de una familia poderosa como la suya, eran el matrimonio soñado, pero en cambio la mujer le dejaba gastar cantidades exorbitantes en bebidas, hoteles, joyas para las mujeres que pasaban la noche con Harry, que saciaban su deseo, un precio muy alto, que podría evitarse si tuviese una esposa y un matrimonio que cuidar, él debía cambiar su manera de vivir, avergonzaba a los Richmond, pero parecía que Sarah no pensaba en el honor de su familia, apoyaba a Harry en sus tonterías. Al llegar a casa subió directamente a su habitación, no vio a nadie, estaba feliz, al menos todos seguían durmiendo al parecer. Abrió la puerta y se dio cuenta de que no era así, alguien estaba despierta. Sarah estaba de pie en la habitación de Harry viendo por la ventana de la misma, ella estaba ahí en silencio guardando. — No me digas que ya estás senil y olvidaste cuál es tu habitación. Sarah se giró a verlo y viro de nuevo hacia la ventana para ver nacer el día. — Eso te agradaría quizá, pero no, aún no soy una mujer que pierda su mentalidad, solo vine hace poco a verte, creí que quizá por algún milagro estarías en tu habitación, que después del obsequio que te di algo cambiaría, te motivaría a ver la vida de forma distinta, ¿Quién fue esta vez? ¿Cómo era? Preguntaba Sarah por la mujer con la que había pasado la noche su nieto, Harry jamás hablaba sobre mujeres, solo las utilizaba para lo que según él servían, no buscaba una relación con nadie, mucho menos después de tener a una madre que planeaba una boda para su hijo. Harry se quitaba el saco y la corbata, el tenía sueño, deseaba solo abrazarse a su cama, pero parecía que su abuela no lo dejaría fácilmente. — Nana, nanita preciosa, por favor déjame darme una ducha, estoy muerto, mas tarde hablamos. Sarah era una abuela maravillosa con él, pero también le gustaba hacerlo caer en la realidad. — Mi pobre y dulce niño, cuanto sufres, eres un cínico, te fuiste toda la noche y llegas hasta ahora para ducharte e ir a la cama, jamás te reprendo, me gusta que vivas tu vida, pero sabes que tarde o temprano tendrás que casarte, heredar el imperio que tus antepasados formaron con tanto esfuerzo, necesitas comenzar a meditar que es lo que harás con tu vida, no puedes ir por ahí metiéndote con cada preciosa chica que te llena el ojo, podrías terminar con una enfermedad querido mio, yo no seré eterna mi pequeño, tú tendrás que aceptar el legado tarde o temprano, y dejar esta vida de emocionantes aventuras. Harry veía a su abuela como siempre lo hacía, con respeto, si en el mundo había una persona capaz de hacerlo cambiar era ella, pero aun así Harry aprovechaba el amor que la mujer sentía por él para ganársela. — Eres la mujer mas hermosa del mundo, no sabes cuanto te amo abuela, comprendo lo que dices, sé que algún día me ocuparé de los asuntos de la familia, pero ahora tengo mucho sueño, estoy agotado, por favor solo déjame darme una ducha y dormir un poco. Su abuela al ver ese rostro con mirada de un pequeño cordero sonreía, la mujer tenía una debilidad por ese muchacho. Harry le dio un abrazo y beso su mejilla. — Hueles a una horrible fragancia de mujer, que mal gusto, aléjate de mi mal nieto, ve a darte una ducha y descansa, espero que medites las cosas, y que pronto sea una decisión tuya la que te lleve a comenzar a hacer las cosas que te corresponden. Harry fue a la ducha, al salir pensaba que su abuela ya no estaría, pero la mujer seguía en el mismo lugar. — ¿Me pregunto en qué piensas? Pregunto Harry a su abuela. — En tantas cosas que me recuerda esta habitación, ¿Sabías que fue la de tu padre antes de casarse? Harry lo sabía, nunca la vio, pues cuando nació sus padres estaban ya casados y la habitación había sido remodelada para él. — Si, me lo dijo en varias ocasiones, siempre decía que tenía magníficos recuerdos de esta habitación, aquí vivió una infancia feliz, te amaba abuela, como yo lo hago, sé que lo echas de menos como yo lo hago, pero él ya no esta, y que te pongas triste no le sirve de nada, debemos vivir una vida feliz, no puedes echar de menos al pasado abuela. Pero la mujer observo a su nieto, le beso la mejilla y salió de la habitación, para ella el pasado era todo lo que tenía, pero aun que escuchaba a Harry ella sabía que no podía dejar ir su pasado, aferrarse a él, recordar a su hijo era algo que le inyectaba vida, veía en Harry a ese hombre que partió mucho antes de tiempo, a diferencia de Harry su padre siempre fue un hijo dedicado, un hombre que siempre hizo lo que se esperaba de él, jamás replico una orden, y eso la mataba, ella creía que lo había obligado a vivir una vida de perfección y no pudo disfrutar de una vida como lo que era, un hombre joven. Esa idea perturbaba a Sarah, le dolía no haber dejado a su hijo disfrutar mas de su soltería, casarse con la madre de Harry haba cambiado al hombre por completo, pues debía demostrar que era un Richmond. Harry veía como la mujer se alejaba y pensó en pregunta que era lo que sucedía, pero parecía que su abuela solo deseaba estar sola, así que la dejo alejarse. En ocasiones deseaba cambiar, ser distinto, pero se había acostumbrado a disfrutar de ciertos placeres, era demasiado frío, lo odiaba, pero no podía cambiar su forma de ser, pensaba antes de dormir si alguna vez se había enamorado, recordaba si alguna vez estuvo con alguna chica por amor, pero no, no había sucedido, pensaba en si lo deseaba, si enamorarse era para el importante, pero recordaba lo que el amor le hacía a las personas, la infidelidad era algo tan común que jamás se tomaba a nadie en serio, prefería herir a ser herido, así era él...
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