Me duele el trasero. Tengo más de veinte minutos sentada en la acera fuera de la gran reja negra esperando por mis padres. Luego haber sido descubierta de la forma más estúpida posible, y de Bastián Campbell haberme encarado, de haberme ofrecido una cantidad absurda de dinero para que me quedara y haberle yo expresado mis pensamientos y emociones; aquí me encuentro sentada esperando por ellos. Llamé a mi madre para pedirle que me trajera mi ropa. Al principio estaba bastante confundida y comenzó a llenarme de preguntas. Creo que no debí decirle que fui descubierta, y que para calma de ella, no iré presa por mi mentira. Obviamente, se alteró. Me regañó por haber intentado engañar a un hombre muy poderoso, y por último, se lamentó de que ya no me vestiré como una niña linda y hermosa. Esto