Me quedo de pie a la puerta, debatiéndome si entrar a este despacho, o no. El morbo de discutir con él, me incita a hacerlo. Pero saber que me echará con esos aires de grandeza por haber intentado engañarlo, me priva. Estoy en un dilema. La puerta está levemente abierta, la ha dejado así para que yo entre. Decido ser madura y hacerlo, al final, yo fui la que se metió en todo este rollo por andar haciendo llamadas con mi sistema dopado. Tomo aire y me preparo para oír como me enviaran presa. Bastián de seguro estará pensando lo peor de mí, capaz consideré que llegué aquí para hacer un robo millonario, o secuestrar a su hijo, pero no. Yo solo vine drogada, siendo impulsada por la rabia de no ser aceptada en una empresa por mi estilo, a ganarme esos cinco mil dólares de manera tan fácil que