Los rayos del sol se filtran por el gran ventanal de mi habitación. No sé qué hora es, tampoco tengo ganas de levantarme, pero debo de hacerlo. Hay un niño que me exigió anoche despertar temprano. Aun con mis ojos cerrados, busco debajo de la almohada mi móvil para ver la hora. «Seis con diecinueve minutos, carajo» Es súper temprano, pero en el interior de esta habitación luce como si fuesen las doce del mediodía. No me quiero imaginar la de Stephan. Ese niño está más que despierto a esta hora. Dejo mi móvil a un lado de la cama, y froto con mis manos mi rostro. Anoche me dormí casi a las tres de la mañana hablando con Zack. Quién lo diría. Luego de contestarle la llamada, me vine a la habitación y me acosté cómoda, para luego esperar la videollamada que me haría. Me mostró que estaba e