Yo creí que tendría a una madre soltera, divorciada o hasta casada con algún hombre barrigón amargado, pero no. Cuando me dijo que era un padre en vez de una madre, me imaginé incluso un viejo amargado, pero otra vez, no. «¡Semejante hombre tengo frente a mí!» Esto es un dios, un macho alfa, un hombre totalmente difícil de ignorar. Sus facciones, sus gruesos labios, su mandíbula, su piel bronceada y porte elegante, me gusta. Ver sus ojos me pone algo nerviosa, tanto así, que siento mi cuerpo estremecerse bajo su intensa mirada. Tengo ganas de ser esa Zoe que suelo ser, e invitarlo a tomar un trago, pero me contengo, decido ser paciente, porque al final es un hombre más que me cogeré. —Mucho gusto, señor —le extiendo mi mano—. Me llamo Zoe, y estoy encantada de cuidar a su hermoso hijo —