Mientras tanto Henry... Ya eran como casi las seis de la tarde y el pelinegro el cual ya era un hombre totalmente libre, no se sentía del todo alegre. Él intentaba trabajar mirando la calidad y pureza de varios diamantes que le trajeron con la lupa especial con que se veían las piedras preciosas, pero no lograba concentrarse. Él creyó que luego de ser un hombre soltero estaría muy alegre porque iba a estar con su adorada Amanda, pero fue todo lo contrario, el divorcio con Rosa estaba siempre en su mente. Ya aquella morena no le pertenecía y eso lo ponía muy ansioso sintiendo algo de rabia. —¡Ah, que me pasa! ¿Porque me siento así? —exclamó lanzando la lupa al suelo —¡Ahhh porque tuve que contestar esa llamada! ¡Si tan solo me hubiera esperado hasta la noche Rosa estuviera sumisa esperánd