En horas de la mañana, Rosa ya había firmado el divorcio cosa que jamás pensó hacer, ya que creía que algún día su esposo iba a cambiar, pero la realidad fue otra porque Henry fue cada vez de mal en peor. Entonces, la señora Patty al ver que la chica estaba algo desanimada la llevó para que conociera la tienda de antigüedades. Aquel lugar quedaba en un callejón en el centro de la ciudad de Windsor, donde había pequeños negocios tanto de suvenires, panaderías y pastelerías, y restaurantes de comida italiana, o francesa; si lo veías a simple vista era un callejón un tanto acaudalado con suelo de rocas finas y muy tranquilo. Rosa más de una vez pasó por ahí, porque cerca de allí, había una pastelería la cual vendían deliciosos pasteles de los cuales algunos de ellos eran los favoritos de He