Al día siguiente…
Rosa se encontraba aquella mañana en su cama, muy triste llorando pensando en separarse de Henry porque ya no soportaba más humillaciones de aquel aristócrata, y su preferencia por Amanda sobre ella quien era su verdadera esposa.
Punto de vista de Rosa.
Ya son las siete de la mañana y ni siquiera una llamada de Henry. Miro al teléfono a cada rato para ver si por lo menos me manda un mensaje si quiere desayunar pero no, es obvio que no mandará nada porque nunca le he importado, no se para que me casé y le entregué todo mi amor a un hombre donde su mente está otra mujer. Es que si tan solo pudiera devolver el tiempo jamás lo aceptaría. Ni siquiera por todas esas joyas y transferencias gigantes de dinero que me ha dado durante todos estos tres años, jamás lo haría. Nunca pensé que la Rosa de hace tres años atrás que estaba en aquel cubículo puliendo y cortando diamantes, era más feliz que la Rosa que está en prácticamente un castillo aquí en Inglaterra, con una cuenta bancaria de más de 20 millones de euros.
Pero la verdad fui una estúpida en solo dejarme llevar por el físico y la galanura de Henry, pero es que sus palabras se veían tan pero tan sinceras. Cualquier mujer en mi puesto se habría enamorado de él a simple vista y también con todos los tratos que me hacía. Recuerdo cuando en aquel junio del 2017 viajó hasta mi adorada Costa Rica, a quien tanto extraño, para pasar tiempo conmigo porque supuestamente se había enamorado de mí, y la verdad es que parecía algo irreal.
¿Un hombre como él así con ese porte que parece el de un príncipe y de una familia tan importante, viniendo desde Inglaterra hasta mi casa porque le yo le gustaba? ¿Qué mujer no se iba a sentir así como yo? —Me pregunto.
Pues creo que cualquiera, y de paso una muchacha de una ciudad no reconocida como era la mía. Recuerdo cuando Henry, me llevó un ramo gigante de rosas rojas porque en honor a mi nombre Rosa y sonreía cuando me veía.
¿Pero, será que todo era genuino aquella vez? ¿O solo una fachada para conquistarme y luego tratarme como una basura? —Me pregunto de nuevo.
La verdad son muchas las interrogantes que tengo en mi cabeza, pero Henry fue mi primer amor, hasta mi primer hombre pero para él solo soy una ama de casa con la que ni siquiera quiere tener hijos porque nunca me lo ha preguntado. Cada vez que le saco el tema me dice que no esta listo, pero claro como va a estar listo si se la pasa con Amanda. Pero esta semana fui la mujer más estúpida del planeta porque caí de nuevo en sus redes y no me protegí y no tomé mis píldoras creyendo que Henry había cambiado, pero no llegó ella de nuevo a nuestras vidas a dañar todo. De todas maneras estaré pendiente con mi ciclo menstrual a ver si no quedé embarazada porque si no, que difícil será —suspiro.
Já, cualquiera que viera mi vida y mi matrimonio pensará que soy una patética soportando todo esto, pero es que nadie sabe lo mucho que me gusta ese hombre a pesar de que es malo conmigo; soy una perfecta estúpida masoquista sin amor propio. Y la verdad no sé porque soy así si me crie en una familia funcional de padres amorosos, pero con Henry me volví una idiota. Me convenció y creo que me engañó emocionalmente cuando me dijo que me amaba con locura en aquel 2017 y yo toda estúpida diciéndole a mis amigas del barrio que un príncipe se había enamorado de mi y que quería casarse conmigo. Sonrió, burlándome de mi misma recordando aquella vez, cuando le mostraba a Henry a todos mis vecinos y ellos me decían que me gané la lotería. Pero mi madre nunca estuvo de acuerdo, creo que debí haberle hecho caso a sus palabras ella me decía:
—Rosa, ese matrimonio está muy apresurado, aún no conoces bien a ese hombre. Podrá ser de alta alcurnia pero no sabes si sus intenciones son verdaderas.
Yo le decía a mi madre que Henry era una oportunidad que nunca en la vida tendría y que él quizá me ayudaría con mi sueño de poner mi propia joyería ya que los dos teníamos eso en común en que sabemos de piedras preciosas. Aunque yo se un poco más que él pero a veces lo dejo ganar en las conversaciones para no discutir. Pero… mi madre tenía razón, creo que debí conocerlo un poco más y no casarme con él en tan solo tres meses, pero bueno ahora estoy pagando mi error. Un error que debí parar cuando en nuestra luna de miel Amanda estuvo allí.
Cinco de octubre de 2017…
Rosa y Henry estaban en un hotel en Paris, cuando una rubia alta, de ojos azules achinados de mirada astuta, se acercó a ellos para saludarlos.
—¿Henry? ¿Mi vida como estas? —Se acercó al hombre y le dio un gran beso en la mejilla.
—Eh… hola Amanda, ella es Rosa, mi esposa. —contestó Henry algo nervioso.
Henry no se podía negar que estaba un poco apenado con Rosa, porque era el día de su boda, y al parecer Amanda Kensington los había seguido. Él anteriormente le había dicho que se casaría con Rosa por obligación de su madre con lo de las joyerías y que quizá se darían una pequeña pausa en su relación, pero para Amanda eso fue un rotundo no. Ella no quería desperdiciar a Henry ni un segundo y menos por un matrimonio un tanto forzado de parte de él. Entonces, aquel día, aquella rubia descarada se apareció para ver a Rosa su supuesta competencia como le decía ella y la vez, para avisarle a Henry que no iba a ser tan fácil que la dejara a un lado. Así pues que la mujer mirando a Rosa María con una sonrisa hipócrita y con algo de desprecio por dentro, le estrechó la mano.
—Soy Amanda, y he sido amiga de tu esposo Henry por muchos años, es un gusto conocerte.
Rosa muy alegre le extendió la mano porque ella en aquel tiempo un tanto inocente, le daba algo de nervios, conocer a todas esas amistades de alta alcurnia de su flamante esposo.
—El gusto es mío Amanda, pero no te vi en nuestra boda. ¿Estabas de viaje?
—Si querida Rosa, estaba de viaje y bueno da la casualidad que me los encontré aquí en Francia. —La miró de pies a cabeza aquella vez —Que linda y hermosa eres. Eres… como exótica no, ese color de piel canela y esos ojos cafés son tan pero tan…extranjeros.
Rosa en aquel tiempo hizo una sonrisa un tanto apenada porque Amanda era una rubia muy imponente. Era mucho más alta que ella y su mirada era muy penetrante. Además que se vestía de Ropa muy costosa y Rosa aún no se adaptaba a tratar con ese tipo de personas adineradas.
—Oh muchas gracias señorita, vengo de Costa Rica, allí Henry y yo nos conocimos.
—¿Costa Rica? No se la verdad donde queda, pero se nota que es lejos y que nadie lo conoce. ¿Pero sabes qué? me sorprende que sepas hablar tan bien inglés y que entiendas nuestro acento. —sonrió de manera hipócrita.
—Eh Amanda, debo decirte algo. —miró a Rosa —Cariño ya vengo sí, es que Amanda es una… gran cliente de mi familia así que debo decirle una cosa.
—Ok cielo esta bien. —asintió con su cabeza e hizo una sonrisa cerrada.
Luego, Henry fue con la mujer hasta un sitio un poco más privado y se puso hablar con ella pero Rosa al ver que los dos se iban caminando, vio que Amanda bajó su mano hasta la parte baja de la espalda de Henry de manera algo sugerente.
«¿Será que ese tipo de toque es algo europeo? ¿Y porque se tuvieron que alejar tanto para hablar de negocios?» pensó Rosa mirando como se iban.
Ellos aquel día se encontraban en el Lobby del hotel, y Rosa esperó a que su esposo llegara pero ya habían pasado como unos treinta minutos y nada que llegaba. Entonces, ella estando sentada mirando su reloj pensaba:
«¿Adonde se metió Henry? Nuestra reservación para el restaurante es dentro de 15 minutos y no ha llegado. Iré a ver a donde está para decirle que nos tenemos que ir»
Aquel día Rosa se levantó de aquel sillón y fue directo hacia ese pasillo en donde había caminado Henry con Amanda. Luego, al llegar donde estaban ellos, pudo escuchar las voces de los dos conversando en tono de susurro.
—Pero mi vida, por lo menos escápate esta noche conmigo y déjala allí en la habitación.
—Amanda, cuantas veces te tengo que decir que no puedo. Es nuestra primera noche de luna de miel y debo cumplirle como esposo, no quiero que ella sospeche de ti.
—Pero mi amor anda, para eso vine de tan lejos para estar contigo, por lo menos hazme el amor esta noche y despues me voy… ¿Anda si? Compré la lencería que más te gusta solo para ti.
—Mmmm, ¿la roja?
—Obvio mi rey, ven dame un beso ¿sí? ¿nos vemos esta noche?
—Ahhh, esta bien, me convenciste. Le diré a Rosa cualquier invento y me quedaré contigo. ¿En que habitación estas?
—En la 903, bésame mi amor…
Rosa al escuchar eso tapó su boca y se dio cuenta de que Amanda y Henry eran amantes. Ella en aquel entonces tenía 23 años y estaba en un país extranjero, se había recién casado y no sabía como liderar con una infidelidad, así que en ese momento no supo si sorprender a Henry en el acto, o esperar una explicación por él. Entonces, ella con su mano sobre su boca se marchó de ese lugar y con sus ojos llorosos corrió hacia el lobby del hotel nuevamente. Luego, pasaron aquellos quince minutos y era obvio que la reserva de aquel restaurante se había perdido porque Henry había pasado casi una hora allí besándose con su amante.
Así pues, que los dos descarados se fueron hasta el lobby de nuevo para hablar con Rosa. Por lo que, Amanda con su cara de hipócrita le dijo lo siguiente:
—Ay Rosita, perdóname por haberte quitado tiempo con Henry, la verdad es que estábamos discutiendo un asunto importante con una de sus joyerías.
—Si cariño perdónanos, vamos al restaurante que se nos hace tarde. —miró que sus ojos estaban algo llorosos —¿te sucede algo cielo?
—Mmm, pues no me siento bien y lo del restaurante ya se perdió la reserva, recuerda que era a las 2:00 pm y ya son la 1:56 pm.
Henry muy hipócrita se acercó a ella y le dijo:
—Pero no importa aún tenemos chance, yo puedo pagar por una mesa.
—No, no quiero ir Henry —suspiró aquella vez —Mejor iré a mi habitación me duele la cabeza.
—Bueno, entonces vamos a la habitación —miró a Amanda y fingió tener una relación profesional con ella y continuó diciendo —Pues…señorita Kensington nos vemos entonces en Reino Unido ok, hablaremos este problema más a fondo.
—Claro que sin Henry, y ve con Rosa, se ve que se siente muy mal —Le estrechó la mano con hipocresía —fue un gusto conocerte Rosa.
Rosa le dio la mano a regañadientes y luego ella junto con Henry se fueron hasta la habitación del hotel. Henry se quedó junto con ella en toda esa tarde fingiendo interés, pero a cada diez minutos revisaba mensajes en su teléfono y Rosa se daba cuenta.
—¿A quien tanto le escribes Henry?
—Mmmm clientes amor. ¿Y como te sientes? ¿Ya se te pasó el dolor de cabeza?
—No…
—¿Quieres que te compre algo?
—No…
—Bueno, de todas maneras si deseas algo tu solo dímelo cariño y yo te lo compraré ¿sí? —Le dio un beso en la frente.
Aquel día 3 horas despues…
—Amor, ya vengo ¿sí?
—¿A dónde vas?
—Voy a… verme con un cliente que da la casualidad que esta aquí. ¿No me tardaré si? y si te quedas dormidita pues no te preocupes te entenderé porque estás mal —Le dio un beso en la frente —Adiós mi cielo hermoso.
En aquel momento, Rosa el mismo día de su luna de miel, se dio cuenta de que Henry estaba con Amanda. Aquel día el hombre llegó a la media noche y había pasado todo ese tiempo con la rubia en vez de con su esposa. Esa luna de miel fue terrible y fue un aviso para la pelinegra que su matrimonio iba a ser un infierno.
De vuelta con el punto de vista de Rosa…
No se en donde tenía la cabeza ese día. Henry fue tan pero tan cara dura, que llegó con el cabello mojado y me dijo que había llovido y cuando me asomé en la ventana todo estaba seco, já que mentiroso. Ese mismo día lo enfrenté y le dije que si estaba en la habitación 903 con Amanda. Al principio se negó claro está y luego le dije que me lo dijera y que no me engañara más y él sin pelos en la lengua me dijo que si, que Amanda sería su amante y que si no le gustaba nos podríamos divorciar ese mismo día y que ningún hombre en esta tierra era monógamo y que Amanda siempre estaría en su mente. Yo estaba destrozada mi corazón cayó al suelo pero aún lo amaba y apenas tenía un día de ser su esposa. Y como una perfecta estúpida lo acepté hasta el sol de hoy porque ese día me dijo que yo solo era su esposa y que Amanda era solo su amante pero no, ella hasta ahora siempre ha sido su prioridad, pero necesito ya darle un paro a esto porque debo recuperar mi dignidad como persona.