«Toc…toc»
Eran ya casi las nueve de la mañana y la puerta de la habitación de Henry y Rosa alguien la tocaba. La pelinegra estaba acostada en su cama deprimida esperando a que su esposo llegara para decirle lo que pensaba sobre la situación de él y su amante. Entonces, ella levantando su cabeza de la almohada, escuchando la puerta tocar dijo en voz baja:
—Ah, ¿Quién será? —miró su reloj y al ver la hora se levantó de un tirón de la cama —¡Ay Dios mío ya van a ser las nueve! ¡Me quedé divagando por casi dos horas!
«Toc…toc»
—¿Rosita? ¿Estás aún dormida querida? —Llamaba desde afuera Pippa la suegra de Rosa.
La morena poniéndose sus pantuflas corriendo hacia la puerta exclamó:
—¡Ya voy señora, no, y no estoy dormida!
Enseguida, Rosa abrió la puerta y se encontró a su suegra en bata con una expresión de preocupación en su rostro.
—Rosita querida, ¿Qué te ha pasado que son casi las nueve y el desayuno no está listo?
—Eh, lo siento mucho señora, lo que pasa es que hoy amanecí un poco mal, y pues no he tenido ánimos.
—Ah, no me digas que aún estás desanimada por Henry. Te dije que siempre los hombres tienen aventuras mi linda, debes relajarte un poco.
—¿Relajarme? pero señora, ¿Usted ha soportado también infidelidades del señor Phillipe?
La mujer tomó a la morena de la mano y cruzando su brazo con él de ella, la invitó a caminar.
—Ven, demos un paseo querida.
—Ok…
Era obvio que Pippa dirigía a la morena hacia la cocina; entonces, mientras iban marchando hacía allá ella le contestó:
—Mmm bueno que yo sepa nunca experimenté una infidelidad de mi esposo, pero… a lo mejor quizá cuando estaba más joven, pero nunca lo descubrí.
—Pero señora, entonces usted no sabe como yo me siento. Compartir al hombre que tu amas con otra no se lo deseo a nadie.
Rosa se detuvo y Pippa mirándola con hipocresía le respondió:
—Ay querida Rosita, te dije que así son todos los hombres. Se que Henry es mi hijo y que debería reprenderlo pero ya es un hombre de 30 años. Además, como te dije ayer, los hombres cuando tienen a otra son porque la mujer de la casa no cumple su función bien de esposa. Quizá y a lo mejor eres —La miró de pies a cabeza —… aburrida. Es que mírate Rosita, siempre andas con una cara de drama y siempre dices que estás cansada, por eso es que Henry se busca a otra.
—Pero señora Pippa, usted sabe porque siempre estoy cansada y es porque trabajo también en las joyerías y cocino para todos ustedes.
—Aquí todos trabajamos Rosita y con respecto a lo de la cocina, es porque nos encanta como lo haces. Además, tu eres la que siempre se ofrece a cocinarnos querida ¿O es que ya no quieres complacer a tu familia que tanto te ha ayudado? —cruzó sus brazos un tanto molesta.
—Claro que si señora Pippa, pero es que cuando no lo hago, todos ustedes se enfurecen conmigo y eso la verdad es muy incómodo, por eso que siempre cedo. Además, estoy un poco molesta con ustedes porque ayer no se acordaron de mi cumpleaños. —bajó su mirada hacía el suelo.
La señora rubia aristócrata al escuchar que ayer fue el cumpleaños de la morena, no hallaba en donde meter su cabeza, porque sabía que habían hecho mal y ella siempre pretendía querer a la pelinegra. Entonces, rascándose el cuello y mirándola fijamente con algo de vergüenza pensó:
«Ah, no tenía ni idea que la tonta cumplía años ayer, y de paso Henry ni vino para por lo menos alegrarla un poco. Es mi hijo pero a veces pareciera que no pensara, pero pobrecito mi príncipe, tiene que estar obligado a pasar el tiempo con esta tierruda… Entiendo que se vaya siempre con Amanda, ella tan linda y tan elegante no como esta. ¡Aish…debo inventarme algo para que se contente y que nos haga el desayuno!»
En ese instante, la mujer se acercó a la pelinegra y tomando una de sus manos haciendo un gesto hipócrita de tristeza le respondió:
—¡Ay mi Rosita hermosa, de verdad perdónanos! Debiste por lo menos recordarnos aunque sea, mira que no somos adivinos y más con tantos compromisos que tenemos con las joyerías.
—Pero usted siempre se acuerda de los cumpleaños hasta de sus yernos.
—Ay es que…yo a ellos los conozco desde que estaban pequeños y pues soy amiga de sus padres. Pero ven —La acercó hacia ella para darle un abrazo fingido —¿Perdóname si? aunque tu fuiste un poco la culpable por no habernos recordado, pero te pido perdón de todas formas. Tu sabes que yo te quiero como una de mis hijas, eres mi hija exótica de piel canela así que no te preocupes que te compensaré ¿y sabes cómo lo haré?
—¿Cómo señora? —preguntó con su cabeza en el pecho de la manipuladora y malvada Pippa.
Aquella rubia aristócrata, sabía que la debilidad de Rosa era Henry y que ya llevaba tres años consecutivos perdonando su infidelidad con Amanda. Ella sabía perfectamente, que Rosa era una mujer muy débil y en extremo manipulable así que, con solo decirle unas pequeñas mentiras para que se calmara y tenerla metida en la cocina y en las joyerías para que le enseñara a los artesanos de las joyerías sus técnicas, le dijo lo siguiente:
—Pues hablaré con Henry y le diré que se porte mejor contigo, lo voy a regañar muy pero muy fuerte. ¿Cómo se atreve a olvidar tu cumpleaños y estar de alegre por ahí? Creo que tienes razón, Henry está pasado de verdad… creo que ya es hora de darle un escarmiento —tomó su rostro y la miró con una sonrisa muy hipócrita.
—¿Enserio, hablará con él señora Pippa?
—¡Claro mi princesa hermosa, hablaré con él y le diré que estás sufriendo mucho por su aventura con esa mujer!
—Si, es que Henry en todos estos años me ha dicho que siempre la va a dejar pero nunca lo hace, y ya estoy muy cansada señora Pippa, mi corazón ya no resiste más —Sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Ay, deja de llorar mi linda —tomó su rostro y secó sus lágrimas —no te preocupes que yo hablaré con Henry y créeme que cuando yo hable con él cambiará su actitud.
—Eso espero señora, la verdad mi corazón ya no soporta más. He resistido todos estos años porque él siempre me ha dicho que va a dejar a su amante pero luego siempre se va con ella. —suspiró —La verdad, si le soy sincera señora Pippa, creo que Henry desde que nos casamos nunca me ha querido.
Pippa abrió sus ojos de par en par, porque percibió que Rosa quizá iba abandonar a Henry y eso a ella no le convenía todavía, porque los artesanos aún no dominaban a la perfección la técnica con las joyas que ella sabía.
—Ay Rosita, ay Rosita, no me digas que… ¿quieres separarte de Henry? Todos los matrimonios pasan por altos y bajos en sus primeros años querida. Mira que en los primeros cinco años de mi matrimonio con Philippe, no podíamos tener hijos y luego vinieron mis hermosas hijas.
» Luego cuando cumplí treinta años vino Henry y fue una bendición para todos. Así que… no te preocupes que esto que estás pasando ya verás que en unos años ya ni siquiera te acordarás. Además, eres una esposa fuerte porque a pesar de que mi Henry se ha portado algo malito has estado allí para él.
La morena soltó una lágrima y le respondió:
—Pero señora Pippa…
—Hey, hey —tomó su rostro —, hasta cuando quieres que te diga que no me digas señora Pippa, llámame madre y vamos desahógate mi princesa dime todo lo que quieras como una hija se lo diría a su madre. Pero vamos mejor a la cocina. —La mujer la tomó del brazo y siguieron caminando hacía la cocina.
—Ok, madre… lo que pasa es que… —aclaró su garganta.
—Vamos Rosita, te dije que te desahogaras, recuerda que tu adorada suegra tratará de arreglar la situación que tienes con mi hijo.
—Lo que pasa es que a veces pienso que Henry nunca me quiso y que se casó conmigo no se… forzadamente.
Pippa se sorprendió un poco y en ese instante caminando pensó:
«Que tonta eres, ¿Hasta ahora lo captas? Pero bueno necesito que te quedes por un tiempo más en las joyerías, así que trataré de convencer a Henry de nuevo para que se porte mejor contigo»
En ese mismo instante, la mujer se detuvo de nuevo y le dijo:
—¡Já, Rosita ¿Qué dices? ¿tú crees que un hombre se casaría con alguien así como así? Deja de imaginarte cosas. Mira, Henry te quiere mucho lo que pasa es que aún no ha madurado y debes esperar a que madure un poco. Además, él no tiene la culpa de nada. ¿no te has puesto a pensar que Amanda es la causante de todo?!
—Si, es obvio que es ella señora que digo madre, pero Henry también puede tomar sus decisiones.
—¡Ay querida tu sabes como son los hombres que tienen 30 años y piensan todavía como adolescentes. A Philippe aún yo le tengo que decir que es lo que debe usar porque si es por él já, se vestiría horrible. Así que… como regalo de cumpleaños hablaré con Henry y le diré que se porte mejor contigo. Vamos, dale otra oportunidad, mira que jamás conseguirías otra familia como nosotros y un esposo de la alta sociedad como mi hijo y menos, siendo de… centro america!
—¿Qué quiere decir señora Pippa? ¿Qué no puedo conseguir a nadie mejor que Henry por mis orígenes?
—¡No, no, mi hermosa princesa, no es eso! Tus orígenes y tu país son lo más hermoso que puede existir, si no que hay algunas personas tu sabes racistas y xenofóbicas por ahí y más aquí en reino unido. Pero tuviste la suerte que Henry y nosotros te queremos tal como eres.
Enseguida, Rosa la miró fijo y pensó:
«Si claro, a veces pienso que ustedes también son esas personas pero siempre me quedo callada»
—Oh… claro madre…tiene razón.
—¿Y ya te sientes mejor Rosita?
—Si, ya… me siento un poco mejor.
—¡Recuerda que hablaré con Henry y el amor volverá a ustedes! —hizo una sonrisa achinada de esas bien falsas.
De inmediato, una de las trillizas llamada Eugenia fue hasta la cocina y mirando a Rosa y a su madre exclamó tocándose la barriga:
—¡Tengo hambre! ¿Rosita, porque no está la comida?
—¡Mi niña buenos días! lo que pasa es que… tu cuñada no se sentía bien pero ya se siente mejor ¿no es así princesa?
Rosa quien sabía que si no cocinaba todos los Wallas le caerían encima, sacando de nuevo los ingredientes de la mesa le contestó:
—Si, ya…voy a cocinarles.
—¡Ay que linda es nuestra rosita ¿no hijita?!
—¡Si, es la mejor cuñada del mundo! Bueno, iré a despertar a David, hoy vamos a jugar Polo con la marquesa Agatha y su esposo, quieren varios collares para su colección otoño invierno, y ayer fueron para la joyería y nos invitaron a un partido de polo. Debemos jugar y pues necesitaré muchas pero muchas energías, así que Rosa, haz un desayuno bien cargado!
La pelinegra sacando la comida del refrigerador, mirando a Eugenia con una sonrisa algo desanimada le dijo:
—Ay, nunca he jugado polo, me encantaría aprender es que se ve tan interesante.
—Jajaja, ay Rosita, si eres graciosa. Es obvio que te matarías al momento de tocar la pelota con el mazo andando con el caballo jajaja. Se necesita de mucha experiencia.
—Pero… no se ve tan difícil.
Pippa mirándola con algo de burla le respondió:
—Já, no sabía que te interesaba ese deporte. Además no podrías mi princesa porque tienes que ser una experta en equitación.
—Mmmm siempre he querido aprender equitación pero con el trabajo no me ha dado chance.
—Bueno, todos estamos ocupados querida Rosita. Mira que Eugenia va a ese torneo y es por cuestiones de trabajo. No te preocupes que en diciembre planearemos unas vacaciones familiares y allí descansaremos un poco.
«Sonido de auto»
Rosa al escuchar aquel sonido, se dio cuenta de que era el auto de Henry, por lo que se alegró un poco ya que estaba decidida a hablar con él apenas llegara.
—¡Ay ya llegó Henry! —exclamó la morena.
Pippa la quedó mirando con una sonrisa hipócrita y de inmediato le dijo:
—Sigue haciendo la comida Rosita, yo voy hablar con mi hijo —Se levantó de la mesa.
Henry se bajó del auto, abrió la puerta y luego cerrándola enseguida exclamó:
—¡Rosa, ya llegué!
Henry ya había enviado a Amanda a primera hora al hospital para que “su amigo” el doctor la chequeara.
Dos horas antes…
La pareja se levantó como a eso de las siete de la mañana ya que el doctor Louis llamó a la rubia diciéndole que necesitaba verla alrededor de las ocho de la mañana.
—Mi rey debo ir al médico hoy quiera o no. De verdad me siento muy pero muy mal.
—Claro que si cariño vamos a llevarte, primero tu salud ante todo.
Seguidamente, Amanda se acomodó y luego, junto con Henry, en aquella hora se fue directo hacia el hospital. Despues, pasados como unos minutos, la pareja llegó al hospital, y Henry acompañó a la despampanante rubia hasta el consultorio del doctor Louis Russell. Entonces, al entrar, el medico miró a la mujer fijamente y no dudó en darle un gran abrazo.
—Linda Amanda ¿como te sientes?. No sabes lo preocupado que estuve por ti toda la noche.
—Bueno, doctor, la verdad aun me duele un poco la cabeza, pero no tanto como ayer.
—Oh, ya entiendo. Entonces… mejor haz algo de reposo aquí en el hospital, despues que te haga el chequeo médico ¿Qué dices?
En aquel instante, Amanda miró a Henry y le dijo:
—Mi rey hermoso, ya escuchaste lo que dijo el doctor. Debo quedarme aquí para recibir el reposo adecuado y que me hagan el chequeo.
—Ok, esta bien, me quedaría pero tu sabes que tengo… otros asuntos. Además estaré tranquilo porque estarás aquí en el hospital.
—Si cariño yo te entiendo, no te preocupes. Ve y luego te diré todo lo que el doctor me diga ¿sí? —tomó su rostro y le dio un beso.
—Esta bien, estaré pendiente con alguna llamada o tus mensajes de texto —caminó hacía donde el doctor, le extendió la mano y continuó diciendo —cuide mucho a Amanda doctor, espero que le haga un buen diagnóstico.
Louis apretó su mano y con una sonrisa algo maliciosa le respondió:
—Claro que cuidaré mucho a Amanda. La conozco desde hace cinco años gracias a su padre y la verdad siempre me preocuparé por la salud de los Kensington. Así que, váyase tranquilo señor Wallas que Amanda está en muy pero muy buenas manos.
—Me alegra saber eso doctor. —se acercó a Amanda y le dio un corto beso en los labios —Adiós mi cielo, llámame ok cuando tengas algún diagnóstico.
Y de ese modo, Henry se retiró del hospital y mientras caminaba, llamó a un famosísimo diseñador de zapatos en el Reino Unido para que le diera un par de tacones con mucha urgencia para regalárselos a Rosa. Era obvio que solo lo hizo para quedar bien con ella y no llegar con las manos vacías a pesar de haberle hecho un depósito de tres millones de euros la noche de su cumpleaños, pero en realidad no le importaba mucho porque en su mente estaba Amanda. Sin embargo, aquella rubia despampanante al ver que el pelinegro se retiró del hospital, se quedó muy bien acompañada del doctor. Louis, despues que Henry salió, cerró la puerta con seguro y luego se abalanzó a los labios de la rubia. Despues de ese gran beso que le dio se detuvo por unos segundos y le dijo:
—¡Mmmm, de verdad como te extrañé mi amor!. —comenzó a tocar su entrepierna.
—Bebé, ayer casi haces que Henry se fuera, ¿Estás loco?
—Ay es que no soportaba las ganas de estar contigo. No sabes lo mucho que tuve que contenerme en no besarte ayer ¿Cuándo por fin vas a dejar a ese idiota?
—Pues…al menos que tú me deposites quinientos mil euros mensuales —sonrió con sarcasmo.
—Ah, pero por lo menos te hago chequeos gratis a ti y a toda tu familia. Eso también es costoso.
—Si, pero lo siento mucho bebé ya te he dicho que quiero casarme con Henry y en un futuro heredar alguna de sus joyerías. Así que, no intervengas mucho en mis planes o si no, no te veré más. ¿Tú quieres que Amanda se vaya?
—¡No, no, que ni Dios lo quiera que te alejes de mí! perdóname mi amor, solo que hay veces que quisiera que tuviéramos una relación normal y no a escondidas como siempre. Dejé a mi esposa por ti y pues quiero que vivamos juntos.
Amanda caminó hacia la camilla de aquel consultorio, se sentó y luego mirando al médico con sarcasmo le dijo:
—Ay bebé, pareciera que no escuchaste lo que te dije. Te dije que quiero ser la heredera de alguna de las joyerías de Henry si algún día me caso con él. Tu dejaste a tu esposa porque quisiste, yo no te lo pedí. Desde hace cinco años para acá hemos sido amantes y creo que así vamos bien.
—Pero mi linda Amanda, en infinidades de veces te he dicho que Henry está casado y tu sabes que esos hombres aristócratas es difícil que se separen.
—Si, pero recuerda que su matrimonio es arreglado mi amor y ya, dejemos de discutir lo de siempre y ven a darme amor—comenzó a quitarse su ropa interior —. No sabes ni cómo te extrañé también.
El hombre se acercó y con una sonrisa maliciosa y algo pervertida le dijo tocando su entrepierna:
—¿Y quien es mejor en la cama? ¿Henry o yo?
—Ambos—comentó quitándose la camisa.
El medico besándole el cuello le respondió muy ansioso:
—¡Ay Amanda, eres una zorra, me tienes tan loco que te comparto con otro!
—¡Me encanta que me digas así, vamos dime cosas sucias!
Y así, aquella rubia traviesa comenzó a tener relaciones intimas con aquel doctor, a solos minutos que Henry se fue. Por otro lado, pasado un rato el pelinegro fue hacia la tienda de su amigo diseñador para comprarle los zapatos a Rosa y luego, dio marcha hasta aquella mansión a las afueras de la ciudad.
Tiempo actual…
Henry había llegado a su casa cuando de repente su madre lo tomó del brazo.
—Madre ¿Qué sucede?
Pippa lo llevó hacía una pequeña sala, cerró unas puertas de madera que estaban allí y luego mirándolo fijamente con algo de preocupación le susurró:
—¡Henry, a Rosa la veo cada vez más debilitada!, ¿Por qué no recordaste su cumpleaños ayer? ¡ninguno de nosotros lo recordamos tampoco!
—Bueno porque se me olvidó pero yo le transferí 3 millones y le compré estos zapatos, con solo unas caricias mías lo olvidará.
—¡Creo que no Henry, yo la vi muy afectada creo que ya no te cree!
—Ay madre, ella ha venido aguantando todo esto desde hace 3 años y no creo que se esté debilitando, esa mujer me ama. Pero dime, ¿hasta cuando debo seguir con ella? ya estoy harto quiero estar con Amanda.
—¡Todavía no puedes, algunos artesanos se les hace difícil pigmentar y pulir los diamantes como ella lo hace!. No entiendo porque a esos idiotas les resulta tan difícil hacer lo que ella hace ahhh. Pero bueno, espérate unos cuantos meses más cuando los artesanos incrusten y pigmenten los diamantes con la técnica de Rosa y listo puedes irte con Amanda mi cielo.
—Ahhh, la verdad madre, a veces me da lástima con ella porque se que es una excelente mujer pero no la quiero, mi único amor es Amanda y con ella es la que quiero estar.
—Yo también deseo que estés con ella, pero imagínate desde que conocimos a Rosa nuestras ganancias en las joyerías aumentaron un 200% así que si es un poco más valiosa que Amanda, pero bueno mi corazón precioso, tu sacrificio dio muchos frutos. Ahora ve y discúlpate con ella, no se invéntate tu algo allí.
Henry se sentó en el sofá y colocando la caja de zapatos a su lado le dijo a su madre:
—Le haré el amor, siempre cae cuando la trato bien.
—Bueno cariño tu ahí te las arreglas, y cuidado con embarazarla. Tu padre y yo no queremos nietos mestizos.
—Já, ¿si no querían nietos mestizos entonces para que me dijeron que me casara con una latina? Ustedes son unos tontos de verdad, soy un mártir aquí que he sacrificado mi libertad, solo por ustedes… espero heredar todas las joyerías yo solo ya que ni Eugenia, Gretel ni Hanna se lo merecen.
—¡Ay mi niño, tu te mereces el cielo y más, no te preocupes que ya pronto te divorciarás de Rosa y serás muy feliz con Amanda!
—Eso espero…
—Oye hijito hermoso —Se sentó a su lado — ¿y enserio no te importa para nada Rosa? Creía que por lo menos en estos tres años te enamorarías de ella pero bueno por suerte no.
—suspiró—como te dije madre, ella es una gran mujer, pero el amor de mi vida es Amanda. No puedo negar que Rosa es bonita y tiene buen cuerpo pero quiero es a Amanda.
Pippa hace un gesto de alivio y responde:
—¡Ay menos mal! que horrible sería que me dijeras que te gusta Rosa y que quieres tener hijos con ella. Aunque… si me encantaría tener un nieto tuyo con Amanda. ¡Lo querría con todo mi corazón! ¡Sería una abuela muy dichosa! Ya que tus hermanas no se que rayos esperan para darnos nietos.
—Tu sabes que ellas son raras madre—Se levantó —bueno, entonces de vuelta a los negocios llevaré a Rosa a un paseo, luego iremos a un hotel cinco estrellas y asunto arreglado.
—¡Ay, ese es mi hijo! Dile que no vas a ver más nunca Amanda.
—Si eso haré.
Seguidamente, el pelinegro se dirigió hasta la cocina con la caja de zapatos de lujo y luego al estar allí se encontró con la pelinegra quien estaba esperando a que se cociera el desayuno el cual olía super delicioso. Así que, se acercó a ella y abrazándola por detrás tocando sus senos le dijo:
—Mmmm, huele muy bien amor.
La pelinegra de inmediato se volteó y subiendo su mirada hacía él no dudó en darle una gran cachetada.
«Plaf»
—¡Estás loca! ¡Cómo te atreves a pegarme Rosa! —gritó el pelinegro con su mano sobre la cara.
—¡Y tú, ¿cómo te atreves a venir a tocarme despues que pasaste toda una noche con Amanda en el día de mi cumpleaños Henry? ¡Eres un cara dura!
Henry, de inmediato la tomó de la mano y encerrándose los dos en la gran alacena de la cocina la cual parecía una mini habitación, le dijo haciéndose la victima:
—¡Yo no me acosté con Amanda Rosa, solo estuve hablando con ella de negocios! Luego se puso mal y no me quedó más remedio que quedarme con ella, esta mañana la llevé al hospital.
Rosa mirándolo con decepción le dijo:
—¿Y tu esperas que te crea Henry? ¿Esos negocios de que eran? ¿Explorar su entrepierna?
—¡No, para nada. Más bien… estuve muy preocupado pensando en ti y me sentí muy mal por no haber venido a tu cumpleaños, pero Amanda se enfermó y que más me tocó!
—¡Cállate Henry, no me mientas más! ¡Ya no te creo ni una sola palabra!
El hombre al ver que Rosa no le creía, tomó sus manos y mirándola con sus ojos verdes esmeralda penetrantes le respondió:
—Te lo juro Rosa, ya yo no quiero nada con Amanda. Mira más bien, quiero que nuestra relación se acomode y dejaré de verla esta vez para siempre.
Rosa mirándolo con desilusión le contestó:
—¡Já, eso mismo me has dicho por tres años y después te vas con ella!
—Si, pero tu eres mi esposa y eres la mujer de mi vida. Amanda es solo un desliz, en cambio tu eres mi mujer ante todos.
Rosa se soltó de su agarre y con una lágrima cayendo sobre su mejilla le respondió:
—¡Soy tu mujer ante todos, pero para ti no lo soy Henry. Más bien, nunca lo he sido!