Mirar su casillero abierto en un día nublado, toma sus anteojos que tenía guardados sin aumento así fingiría hasta descubrir lo que le sucedía.
—Hola Tirza que tal tu fin de semana.
Cerro su casillero.
—Esteban, hola.
Esteban un muchacho alto, delgado, pálido y de pelo oscuro corto, con una sonrisa radiante era otro buen amigo de Tirza, confiaba en el demasiado por circunstancias que los involucra a los dos al ver sus ojos, recordó esos mismos ojos en aquel caballero de traje azulado que al sentir esas peligrosas gotitas en sus labios recorriendo al refrescar su garganta que sentía seca. Desde la mañana de ayer y después tomar esa bebida color rojiza que un caballero de traje n***o con el que conoció y converso, le ofreció una bebida que le refresco y quito su sed.
—Perdón muy bien, divertido y tú.
—También.
—Debo ir a clase te veo luego.
Asintió.
Al verla charlando con su primo no creía que fuera ella, pensó, la asesiné como sobrevivió me equivoqué.
—Hola Ian.
—Esteban que te decía la chiquilla.
—¿Tirza? — pregunto mientras veía que su primo a sentía poniendo los ojos en blanco. —Sobre su fin de semana, desde anoche estas distraído. —. Dijo Esteban.
—Cosas mías, debemos ir a clases. —. Responde Ian.
Los dos camina para su salón.
Tirza asistió a sus clases, en el receso mientras estaba sentada a la mesa que se encontraba en la cafetería, miraba desde la ventana a cada persona, en eso entra Esteban saludado a algunos amigos y a Ian que se encontraba charlando con una chica, al verlos algo activo su recuerdo del ayer.
—Hola ya estoy aquí siento a ver tardado.
Al ver a Alejandra sonriendo ese recuerdo se desvaneció sintiéndose aun rara.
—Hola no te preocupes quería decirte que estaré en la biblioteca.
—¿En serio? —. Pregunta Alejandra extrañada.
—Si.
No paraba, aún se sentía extraña como si miles de hormigas recorrieran su cuerpo, no sabía si se iba mantener parada o caminaría.
—Debo ir me, puedes comer esto estoy llena.
Alejandra miro las sincronizadas de jamón y queso que nunca toco su amiga para comerlas.
—Tirza espera.
Al verla ya con la mochila cargando a la espalda ella salió apresurada, al llegar a la puerta de la biblioteca ella entro, se dirigió hasta el pasillo del fondo, sentirse sola la hacía sentir segura acompañada de solo libros, respiro, su mochila cayó al suelo una lágrima caía por su mejilla se recargo a la pared resbalando al recordar que había visto directamente los ojos de Ian primo de su amigo Esteban, le hizo sentir algo extraño cuando sus labios comenzaron a arder y un hormigueo recorría su sangre y su boca, sentada al piso pensó, he visto antes esos ojos en alguien más, se tocó sus labios riendo al recordar la pequeña mordida que le provoco al sujeto que conoció en la galería pero no podía ser él, sus labios ya se encontraban bien debe ser alguien más, de cualquier forma no volveré a verlo pensó en sus adentros.
—¿Señorita está bien? —. Alzo la vista ella estaba sentada con las rodillas dobladas y sus brazos recargados en ellos.
—Estoy bien Yolanda gracias este no es el pasillo que buscaba.
—¿Quiere que la ayude? —. Tirza negó.
Tomo su mochila y se fue a sentar a la mesa saco su libreta, su lapicero y el libro, comenzó a escribir.
—¿Que te paso en la cafetería? —. Pregunto Esteban.
—Nada.
—Se me hizo extraño que Tirza saliera tan rápido ¿A ti no? —. Pregunto mirando de reojo a su primo.
—No. —. Contesto Ian.
—Voy a ir la a ver.
—No sabes dónde está.
—La conozco sé dónde está.
—Entonces te veré en casa. —. Dijo Ian.
—Si adiós.
Se despiden mientras Ian va caminando dejando atrás la escuela y dirigirse a los bosques pensó en lo que Esteban le había dicho, fue extraño que ella se fuera tan rápido, no se explicaba porque sus ojos tenían un tono suave carmesí, pero él, la había asesinado, como se hacía antiguamente lo que importaba era responder ¿Cómo había sobrevivido? Al ser que Ian nunca fallaba.
Al estar en su cuarto recostada a la cama, mirando al techo desde que regreso de la escuela, su tío no estaba en casa por la nota que había despegado de la televisión y leyó.
TIRZA VUELVO EN LA NOCHE LA COMIDA ESTA EN EL REFRI.
Ella se levantó bajo las escaleras y llego a abrir el refrigerador, miro el interior aún quedaba algo del pastel de chocolate de ayer, leche, yogur, jugo de mango, pero tomo el bistec empanizado que había preparado su tío, lo calentó al microondas tomo un vaso de vidrio, se sirvió jugo ya todo listo se fue a la sala donde estaba el sofá, una pequeña mesita y la televisión la encendió miro una caricatura animada y comenzó a comer, en eso suena el teléfono.
—¿Bueno? —. Pero solo escucha silencio, está por colgar.
—Tirza.
—Tío sí ¿Qué paso?
—No llegare, tengo que hacer un viaje volveré en tres días.
—Está bien.
—Cualquier cosa llámame o ve con Dennis.
Tirza pensó, rodea los ojos, la vecina.
—Lo se tío estaré bien.
Se despidieron, ella ya había terminado de comer comenzó a hacer tarea, al terminar lavó los pocos trastes que había después, subió a su habitación, entro a sus r************* busco para ver una película. Después de un rato bajo para servirse una rebanada de pastel, suena el timbre va a abrir.
—¿Esteban que haces aquí? —-. Lo miro parado sonriendo y cargando un tipo de botella de aluminio color azul.
—Hola siento venir.
—Puedes pasar.
—Es que te fuiste tan rápido de la biblioteca que no tuvimos tiempo de hablar.
—¿Sucede algo? —. Pregunto Tirza.
-—No solo ¿Quiero saber si estás bien?
—Estoy bien ¿Porque me sentiría mal? —. Al verlo confundida.
—Por nada solo saliste tan rápido de la cafetería ¿Se enojaron Alejandra y tú?
Ella río.
—No solo tenía una tarea atrasada, pero dime ¿Qué haces en mi casa?
—Sabes que me gusta inventar bebidas quieres probar lo.
—Me dirás de que está hecho.
Lo guio a la cocina mientras tomaba dos vasos de la a la cena dando le la espalda.
—De frutos rojos.
Destapó la botella sirvió el líquido en los dos vasos al tomar los, dieron un pequeño choque y lo bebieron. Tirza sentía esa refrescante bebida que corría en su garganta, tenía el sabor a frambuesa y fresas noto una sutil pizca a no sé qué algo que ya había probado antes, pero, aunque la palabra estaba en la punta de la lengua, ese algo refrescaba su garganta de algún modo, hasta dejar vacío el vaso.
—Hacía tiempo que no habías hecho tal bebida.
—¿Sucede algo Tirza? —. Pregunto Esteban, pero Tirza noto una impresión de interés muy curiosa.
Sonrió mordiendo su lengua para no preguntar sobre los ingredientes de la bebida.
—No, iba a comer pastel ¿Quieres un poco? —. Mostrando le la rebanada que ella ya se había preparado.
—No gracias es mejor que me vaya.
—Si debes ir te mi tío volverá pronto.
—No quiero meterte en problemas.
—Es lo que quiero evitar.
Ya estar los dos frente a la puerta.
—Tirza.
—¿Si?
—Si te paso algo sabes que puedes contarme.
—Lo sé gracias, pero no debes preocuparte por mí estoy muy bien.
Él la abrazo, se despidieron, ella aun tomando con su mano el picaporte y recargada a la puerta pensó preguntando ¿Qué le sucede a Esteban? Después no lo tomo en cuenta.
Subió a su cuarto el pastel lo había vuelto a meter al refrigerador, fue raro que la bebida de tuvo su hambre, volvía a su laptop donde miraba una película después bajo a la sala a mirar televisión pero antes miro por la ventana ya había oscurecido, solo fue a sacar de nuevo la rebanada de pastel sirviendo se algo de leche, volvió a sentarse al sofá comió el pastel después un poco de leche, se acabó el pastel tomo el demás leche los dejo en el lavadero, los lavo para que al día siguiente no tuviera que hacerlo, mientras los lavaba olió los vasos donde había servido el licuado de Esteban pero ya no tenían ese sutil olor, suena su móvil ella mira lee ALEJANDRA oprime responder:
—Hola amiga.
—Alejandra, hola ¿Que paso?
—¿Has visto tu correo?
—No porque es importante.
—Si checa lo y mañana hablamos, debo irme papá me llama te veo en la escuela.
—Si adiós.
Cuelga al subir por las escalares para ir a su cuarto a ponerse el pijama, pensando caminando de un lado para el otro y después lanzándose a la cama repitiéndose frambuesa, fresa y... Lo he probado antes en ¿Donde? se sentó a la cama ¡¿fierro?! No, es hierro, pero donde más probé eso metálico o ya al recordar ella el ayer.
Nimue corrió sintiendo esas pequeñas gotas de sangre en sus labios, pasando su lengua para hacer desaparecer el rojo, el miedo la acorralaba al sentir que sus pupilas se abrían, sintió un escalofrío de ansiedad y un hormigueo recorrió su interior y quería que desapareciera, en eso se topó con aquel chico de antifaz n***o y traje.
—Nimue ¿Que te sucede?
—No lo sé creo que corrí algo rápido.
—Ten toma esto es para ti.
—¿Qué es? —. El color de la bebida la hizo sentir se incómoda antes de asentir.
—Solo prueba un poco te hará sentir mejor.
Ella quería negar, pero sentir se extensamente acorralada por el cosquilleo en su garganta tomo la copa color dorada entre sus manos, colocándola frente a su boca el aroma por extraño que parezca, la animo a beber para percibir un olor a manzana y betabel fueron los primeros que corrieron por su esófago, pero el toque salado, agridulce refresco, calmo definitivamente el hormigueo.
—Me siento mejor.
Lo miro como si dentro de su boca estuviera las palabras que había elegido decirle, pero solo asintió.
—Gracias.
—De nada es mejor que sigas disfrutando la velada.
—Si gracias.
Se separaron, se encontró con Alejandra después de un rato se fueron.
Ella pensó si era hierro lo salado en esa copa como podía ser un ingrediente, pero le calmo o solo que el hierro recordó haber lo leído en algún lado y se dijo la sangre huele a eso hierro, se acostó a la cama mirando al techo cuando se dijo pensando en voz alta:
—He tomado sangre.
En escena la noche había caído por todo el pueblo de Volité, los habitantes se encuentran dormidos algunos desean desvelarse, otros más trabajan tarde, pero existen pobladores tan extraños como él que entra al cuarto recargado a un lado de la puerta mirando al piso la botella que tiene dentro de su estuche media abierta.
—¿Que llevabas en la botella azul? Esteban. —. Pregunta arqueando la ceja.
—Algo para Tirza. —. Respondió sin mirar a su primo solo a la pantalla de su computadora.
—¿Qué tal esta la chiquilla? —. Pregunto con ironía.
Al escuchar lo Esteban se siente desconcertado a la pregunta voltea a mirarlo porque aún no creía que quien preguntaba de ella, al llamar la por segunda vez chiquilla debía estar seguro de que esa voz pertenecía a su primo, gira al mirar lo desde su silla donde se encuentra sentado al decir:
—¿Porque tanto interés en ella? Ian. —. Responde con otra pregunta.
—Me lo dirás o no. —. Responde mirándolo a los ojos al entornar los, intentando mostrar que ella no importa.
—No habías quedado con mi madre que si te hablo de ella se lo contaras a tu querida tía. —. Responde con similar actitud.
—Es mejor que me vaya.
Salió de la habitación de su primo. Esteban continúo sentado en su silla navegando por internet, Ian fue hacia su cuarto, abrió la puerta con enojo y salió a su balcón mirando el bosque y dio un salto hacia afuera aterrizando al césped, entró y desapareció dentro del bosque.