ESCONDIDOS

1162 Words
Nos encontrábamos yendo río abajo mientras comenzaba a amanecer. Las aguas estaban muy tranquilas, y el viaje fue placentero. Nos dirigíamos hacía, lo que antiguamente había sido, la ciudad. Pero que ahora se encontraba abandonada. Ese sería nuestro punto de inicio. -Comienza a salir el sol- dijo nervioso Nerok- nunca he andado a plena luz del día por el bosque- lo noté más ansioso de lo normal. -Tienes razón, cuando noten que ya no estamos en las cuevas, nos comenzarán a buscar- traté de recordar algún hechizo que nos pudiese ayudar. -Puedes utilizar tu grimorio- me recordó Brena. Por fin decía una idea cuerda. Llamé a mi grimorio. Y el apareció ante los ojos atónitos del lobo. Se desplegó frente a nosotros rodeado de una tenue luz amarilla. En su tapa estaba escrito con letras doradas: “ hoc pertinet ad librum Elda Vermú” (trad: “Éste libro pertenece a Elda Vermú) era mi nombre de bruja y bueno mi único nombre. Cada bruja hereda un grimorio al nacer, en él hay dos apartados; uno con solo hojas vacías y otro con antiguos hechizos pertenecientes a nuestra familia materna. En la escuela nos enseñan los hechizos más comunes los cuales se comienzas a escribir en las hojas vacías a medidas que los dominas, también puedes crear tus propios hechizos eso sin duda es lo más difícil porque para ello hay q ser muy hábil y conseguir también objetos muy difíciles como uñas de pulpo, pelos de enano calvo, flores de las montañas, entre otras cosas. Yo había logrado crear un conjuro y estaba muy orgullosa de mí, porque había sido la única de la clase en lograrlo. Aunque sólo fueran para convertir la sopa en arroz. Pero era de mi autoría y eso me elevaba automáticamente de categoría. Le pedí al grimorio que me mostrara un hechizo de invisibilidad, nunca antes lo había usado ya que nosotras usábamos las capas para desaparecer. Y jamás lo había hecho con otro ser viviente. El libro comenzó a mover sus hojas, para adelante y para atrás, hasta que por fin se detuvo, examiné la página con cuidado. Era más fácil de lo pensaba. Me puse de pie sobre la barcaza y elevé mi varita lo más alto que pude, aunque eso no fuera necesario para el hechizo, lo hice porque quería impresionar a mi espectadores- invisibilis tudum- le di un toque a nuestro transporte y de inmediato nos hicimos invisibles para el resto. -Guau, niña- mis ojos cayeron sobre él, me miró de vuelta e hizo una pausa- …perdón Elda, esto es asombroso. ¿Estás segura que nadie nos verá? - Nerok cuestionaba mi poder. -Nadie nos verá, estas hablando con la mejor bruja del lugar- soné un tanto altanera pero sí que confiaba en mis capacidades. El sol ya había asomado por completo y nos comenzaba a calentar. Seguimos nuestro camino lentamente por el río, corriente abajo. Cada uno en lo suyo. Yo leyendo mi grimorio para memorizar algunos hechizos que nos podrían servir más adelante, mientras que Nerok estaba rascándose pronunciadamente tratar de sacar una pulga juguetona que lo hacía vibrar. Brena lo miraba con asco, tanto así que se levantó y se puso al otro extremo del bote. Yo me reí de la situación. Cuando Nerok notó que ambas lo mirábamos, se detuvo de golpe- ¿Qué?... recuerden que soy un animal- tenía toda la razón había nacido con esa forma, y no sabía comportarse de otra manera más que como una bestia. Sentí un poco de compasión por él. -Ya las quiero ver a ustedes tratándose de rascar su lomo con éstos inservibles patas- haciendo un gesto tierno con sus patitas delanteras. Se vio adorable. Ambas estallamos de la risa, mientras nos apretamos el estómago con ambas manos. Había sido una escena épica. Tanto nos reímos que a él no le quedó más que contagiarse de nuestro humor. Soltó una gran risotada, pero en vez de eso salió un tipo de aullido, tremendo. De inmediato nos quedamos en silencio por que del otro lado del río le contestaron su llamado. -¡Diablos! Saben dónde estoy- dijo nervioso Nerok- maldito hocico mío- se tapó la boca con su cola. -Shh…shh, guarden silencio. Nadie puede vernos, así que seguramente se irán al no encontrar nada aquí- me voltee a revisar los alrededores. Cuando de lejos llegaron corriendo dos lobos mucho más grandes y corpulentos que Nerok. Asustada miré de inmediato a nuestro acompañante, él se mantuvo en silencio, pero en sus ojos se veía el temor a ser descubierto. -¡Nerok!, ¿Dónde estás? No te escondas escuchamos tu aullido- gritó uno en dirección a nosotros. Las aguas comenzaron a calmarse aún más y el viento dejó de soplar. La barcaza dejó de avanzar o si lo hacía era casi imperceptible. Guardamos aún más el silencio. Contuvimos la respiración por un par de segundos. Pero ellos no se iban. -Puedes ocultarte, pero nuestro olfato nos dice que estás aquí. Nuestro padre quiere verte ¡Ya!- habló el segundo de los lobos, que parecía al jefe al mando de la misión. ¿De qué estará escapando Nerok?, ¿tanta será su desesperación que decidió hacer alianza con dos brujas? Sentí otra vez el temor salir de su pelaje, y la empatía me invadió. Habíamos hecho una promesa. Nos cuidaríamos bajo cualquier circunstancia y yo debía cumplir. -No te preocupes- le susurré al oído. Con voz casi imperceptible recurrí a la magia- sonat procul (sonidos lejanos). -¿Haz escuchado eso?- Le dijo el lobo líder al otro. -Si, ha escapado por allá- señalando con su pata un sendero lleno de árboles tupidos. Ambos corrieron en esa dirección y volvimos a quedar solos. Oí como Nerok soltó la respiración- ¿Cuánto tiempo pudo aguantar sin respirar? - ¿Estás bien?. -Si eso creo, gracias Niñ….Elda- me lanzo una mirada cómplice, y no se por que me sentí bien al haber hecho eso por él, a penas lo conocía pero presentía que teníamos más cosas en común de lo que imaginábamos. - ¿Ya se fueron?- dijo Brena mientras se sacaba su capa de encima, había obtenido una doble invisibilidad por si las moscas. -Está bien, nos salvamos esta vez, pero debemos perfeccionar el hechizo. Los lobos no podrán vernos, pero si nos pueden oler ¿Cierto? - todos asintieron con sus cabezas- Seguiré buscando en mi grimorio. -Puedes ver el mío también- dijo orgullosa Brena. La verdad que Brena era muy mala haciendo conjuros y más aún memorizándolos. Sus intereses eran otros, historia, literatura y cocina. Eso sí que lo hacía bien. Probablemente su grimorio estaría lleno de recetas de tartas, y versos para poder memorizar hechos históricos e incluso no dudo que tenga algo de moda ahí adentro. -Gracias amiga, pero primero inspeccionaré el mío- no quise sonar descortés. Ella se encogió de hombros y continúo mirando el paisaje. Aún nos quedaban un par de horas para llegar al destino.
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