Nuestra barca golpeó con algo duro y nos hizo saltar del susto. Todos nos habíamos quedados dormidos gracias al vaivén de las aguas.
Hemos llegado a nuestro puerto, era lo que parecía ser una antigua caleta de pescadores. Miré alrededor nuestro y no pude ver nada más que ruinas. Un viejo puesto de artesano, un muelle e incluso había un gran faro. De todas maneras, todo me parecía asombroso nunca antes había estado más allá del puente que colindaba con nuestra entrada secreta.
Los tres atónitos descendimos de la nave, pero antes volvimos a ser visibles. Nada más pisar tierra firme sentí un gran rugido gutural. Era el estómago de Nerok.
-Lo siento, a esta altura del día ya he comido tres veces- dijo avergonzado.
-Esta bien, todos tenemos hambre. Creo que sería correcto buscar un lugar seguro para poder merendar- todo estuvieron de acuerdo y comenzamos a caminar.
Siempre alerta porque, aunque pareciera un lugar desierto no podíamos confiar en nada ni en nadie, al menos ese era mi lema.
Atravesamos una calle, que parecía ser una avenida principal, para encontrarnos de frente con una antigua y desastrosa vivienda, las puertas estaban abiertas. Parecía segura, es probable que nadie hubiese venido allí en muchos años.
Una vez adentro, nos encontramos con una gran sala. Aún conservaba algunos de sus muebles. Al centro de esta una mesa para 8 personas. Le pedí al lobo que diera un gran soplido, a más puro estilo del cuento de los tres cerditos.
Esperé hasta que el chico-lobo exhalará y dije: -….Y sopló y sopló hasta que la mesa limpió- entoné el verso inventado con una gran carcajada. Brena me siguió la broma y también río.
Nerok se detuvo de inmediato y me dio una mirada espeluznante, quizás mi broma no fue la más indicada para ese momento.
-Ahhggg, se creen muy graciosas ¿no? entonces limpia tu NIÑA- sabía que con eso me haría enfadar.
-Pues bien, lo haré yo a mi modo. Apártate bola de pelos- le di la espalda y con mi varita en mano dije- purgato.
Una gran ráfaga de viento comenzó a soplar desde nuestras espaldas, un remolino de suelo a techo se formó. Y arrastró consigo cuanto polvo y basura pudo. Para después desaparecer por la puerta.
-¿Dónde irá toda esa basura?- preguntó intrigada Brena. Ella y sus preguntas raras.
Ninguno respondió no porque no quisiéramos si no por que nadie sabía dónde iría a parar todo aquello. Tampoco era algo que me importase así que lo dejé pasar.
- ¿Satisfecho? - encaré a Nerok, él se encogió de hombros y tomó lugar en una de las 8 sillas.
-Bien, esto es todo lo que trajimos- Brena dio vuelta su mochila de campaña sobre la, ahora, reluciente mesa.
Saltaron bolsas con semillas, un poco de fruta. Dos latas de sardinas. Dos botellas de agua. Y varios paquetes de galletas.
Dirigí mi vista hacia mi amiga- ¿Esto es todo? - reclamé
-Ehm…¿si?, pensé que ya estaríamos de vuelta en la casa a hacia la hora de almuerzo- definitivamente Brena jamás había tomado mi plan en serio.
- Gracias amiga- le entre cerré los ojos como cobrando sentimientos por su poca confianza en mí.
-Bueno ¿ustedes no son brujas?, pues hagan aparecer comida- exigió Nerok- Al menos eso me dice sus lindas verrugas- fue en tono irónico, y eso hizo mi sangre hervir.
Mi verruga era mi orgullo no estaba en la punta de mi nariz, si no más bien a un lado de mi mejilla derecha y más que verruga era un lunar. ¿A caso no notaba la diferencia, animal ignorante?
-No es una verruga es un lunar- quise aclarar la diferencia- ¿Y tú no eres un animal de caza?, pues cázanos comida- le devolví la pregunta.
-Se no está prohibido ocupar magia afuera de la cueva, sólo se puede si estamos en riesgo vital- aclaró Brena.
-Pero esto es una urgencia, de vida o muerte. Ya no aguanto el hambre y si no me dan comida no me quedará más remedio que buscar alguna presa fácil- clavó su vista sobre Brena mientras de relamía los bigotes.
- cibum c*m carne- ordenó de inmediato Brena moviendo su varita. Y apareció toda tipo de carnes frente a nosotros.
-¡Brena!- la reprendí por ocupar magia. Ella se encogió de hombros.
-Creí que moriría, eso debe bastar como “riesgo vital”.
Solté un soplido. Será mucho más difícil de lo que pensé darle seriedad a mi plan.
Envueltos por el hambre, comenzamos a degustar todos los deliciosos platos que Brena había puesto en la mesa. Al cabo de 20 minutos estábamos todos recostados sobre las sillas sobándonos los estómagos.
Brena haciendo honor a su espontaneidad le ofreció agua a Nerok.
-¿Te pongo un platito en el suelo para que bebas agua?- eso sonó muy tierno, pero a Nerok no les gustó que lo tratasen como una mascota. Así que le dio una mirada fulminante a Brena.
-No gracias puedo arreglármelas- se levantó de su silla y comenzó a caminar en cuatro patas hacia la puerta de salida. Lo vimos alejarse con dirección al río. Supuse que iría a refrescarse.
Brena un poco sentida por la indiferencia del lobo, se levantó y comenzó a ordenar todo el desastre, esta vez sin ocupar magia. Yo le ayudé en lo que pude, hasta que mi amiga se excusó que estaba muy cansada y se acomodó en el sofá para dormir, se tapó con unas frazadas que estaban dentro de mi mochila.
Yo debería hacer lo mismo, tomar un descanso, pero la repentina salida del chico-lobo de la casa me intrigaba de sobre manera y encontré así la oportunidad de conversar un poco más con él a solas.
Me levanté y comencé a caminar en la misma dirección en que Nerok lo había hecho hace una hora.
Nerok
-Estúpidas niñas, no van a tratarme a mí como un perrito faldero. YO, el príncipe de los lobos- maldije mientras camina en dirección al borde río.
No sé en qué estaba pensando cuando acepté unirme a está estúpida aventura, o quizás si sabía. Huir del reino era mi único objetivo. Por el momento no quería acordarme que es lo que me trajo aquí, porque eso nubla mi cordura y ahora lo que necesito es tener mi mente limpia para poder pensar.
Llegué al río y comencé a beber agua de la orilla, también aproveché de refrescarme y asearme. Claro, como cualquier cuadrúpedo lo hubiese echo lamiendo mi pelaje y cuerpo con mi áspera lengua.
A veces pensaba como se sentiría ser un humano, caminar erguido en dos pies, tener manos y brazos fuertes y pulgares opuestos, eso me hubiese facilitado bastante más las cosas. Estar encerrado en este cuerpo me daba impotencia, aunque nunca he experimentado la transformación era algo que anhelaba con todas mis ganas.
-¡Hey tu!, peludo ¿Qué haces ahí parado?- Elda me distrajo de mis pensamientos que vaya a saber cuánto tiempo me habían retenido ahí.
Me voltee a mirar y me topé inmediatamente con su cuerpo delante del mío. Ella me dio una caricia en mi cabeza.
-¿qué haces? Llevas mucho tiempo aquí afuera- por alguna extraña razón su caricia me provocó una corriente eléctrica, que jamás había experimentado. Ella noto mi incomodad y dio un paso hacia el costado para sentarse inmediatamente a mi lado, ambos quedamos mirando directo al río.
La noche era hermosa la luna estaba completa y se reflejaba en las capas de agua. Varias líneas brillantes se dibujaban en el río mientras éste se movía suavemente a causa de una tenue brisa.
-Elda ¿Qué sigue ahora?- le pregunté.
-Pues verás lobito, mi propósito era salir y conocer que había más allá del bosque. Creo que ya lo he logrado. Pero, ahora quiero más- vi brillar sus ojos de una forma que me hizo temblar.
-Ahora quiero romper tu maldición, y bueno la mía. Por eso tenemos que buscar pistas e intuyo que ésta pequeña caleta será nuestro punto de partida, escuché decir a Brena que aquí está la biblioteca más grande de la zona, además que debe ser la mejor ya que la construyó un potente hechicero- vi orgullo en su rostro, no quise molestarla por que parecía bastante seria la conversación. Además, su plan giraba en torno a mí y eso me alivió.
- ¿Y crees que podremos ocultarnos? - era algo que me preocupaba, la idea de que me encontraran mis hermanos me hacia entrar en pánico, lo que me esperaba al volver no era precisamente una gran bienvenida.
-Eso déjamelo a mí- me dio un certero golpe a puño cerrado sobre mi hombro, y guiño su ojo derecho el que estaba justo sobre su graciosa verruga. Sonreí.
Por un momento le creí todo, tuve confianza en ella y sus poderes. Sin embargo, presentía que lo que nos esperaba era mucho más grande de que lo pudiésemos manejar.
-Nerok…¿puedo preguntarte algo?- de repente interrumpió la bruja.
Se que no habíamos tenido tiempo de hablar nada sobre nosotros; y quizás ahora había llegado el momento. Sin embargo, no quiero decir muchas cosas sobre mí, aún no confío plenamente en ellas.
-Dime Niñ…..- aclaré mi garganta, de verdad me gustaba hacerla enojar- ….Elda…- sentí el peso de su mirada y su molestia por mi provocación.
-Estas buscando que te lancé un hechizo para cocer tu boca- me soltó de forma un tanto violenta, Elda sí que tiene carácter y muy difícil.
- jajaja Esta bien discúlpame- traté de distender la conversación.
Me miró en forma no muy convencida, pero prosiguió- ¿Quiénes eran esos dos lobos que te buscaban cerca al río?
Agache mi vista al suelo – Mis hermanos- respondí de forma seca deseando que ella no hiciera más preguntas, pero como era de esperar siguió…
-¿Y porqué estaban tan furiosos buscándote?- Su curiosidad crecía.
-Por que me escapé- quise finalizar la ronda de preguntas por que me estaba poniendo incómodo- te parece si volvemos a la casa, podría ser peligroso estar aquí- traté de desviar su curiosidad.
Y para mi buena o mejor dicho mala suerte se escucharon algunos ruidos río arriba que interrumpieron nuestra conversación. Parecían ser pasos, ¡no! no eran pasos, ¿eran?. Hicimos silencio para escuchar mejor, Elda apretó mi pelaje de forma nerviosa. Y yo me levanté en señal de alerta.
El ruido se acercaba a nosotros de forma abismante, tanto que no podíamos pensar en nada más para hacer. Probamente si comenzábamos a huir, nos dejaríamos en evidencia y sería nuestro fin. No era la opción más inteligente.
Miré a Elda mientras sacaba su varita mágica del bolsillo - operiat nos – dijo con voz casi imperceptible y sentí el toque de su instrumento en mi lomo. De inmediato la arena que estaba debajo de nuestros pies nos comenzó a cubrir, a envolver tan rápidamente que nuestros cuerpos desaparecieron enterrados bajo la superficie.
-Mantén el silencio Nerok- la sentía abrazarme con fuerza y cerrar sus ojos.
La gran masa de viento sonora pasó por sobre nosotros, pero el hechizo fue capaz de mantenernos ocultos, aunque no sabíamos por cuanto tiempo más.
Algo se detuvo encima nuestro, pero no tocaba el suelo, estaba... ¡Levitando!, eran brujas. Dos de ellas sobre sus escobas voladoras. Comenzaron a conversar.
-Jildish, siento su presencia cerca de nosotros. Pero no estoy totalmente segura este lugar es escalofriante y me cuesta rastrear su esencia.
¿Este lugar escalofriante? ¡Ellas me producían escalofríos!
-Yo también la siento Eleonora, no deben estar lejos. Debemos llevarlas de vuelta esta noche si no la Gran Hechicera nos matará- dijo con un poco de miedo la segunda bruja.
-Déjame pensar en algo, ya recorrimos todo el largo del río y este nos trajo aquí. Ya sé, voy a soltar a mi cuervo para que vigile por nosotras- hizo un chasquido con sus dedos y apareció volando de lo lejos un horrible cuervo n***o que se posó tranquilamente sobre el hombro de la llamada Jildish.
-Buena idea déjalo merodeando por la zona mientras nosotros continuamos la búsqueda más allá.
Le dio una instrucción al cuervo cerca de su oído y éste emprendió vuelo. Sentimos como la brisa volvió a soplar y las dos hechiceras salieron impulsadas por sus escobas hacia otra dirección.
-Esto si que es un problema me susurró Elda- yo asentí como pude con mi cabeza.
Sacó de nuevo su varita y dijo – traiceret – de inmediato aparecimos en la casona antigua que nos había servido de refugio unas horas antes. Y en el sofá dormía plácidamente Brena.