Espero a que Pin termine con los pendientes y nos devolvemos juntos a casa. Se ríe con todas las cosas que le he comentado, y sé que está feliz porque estoy saliendo y haciendo cosas.
—Me encanta verte así de animado. —menciona. Se acerca a mí y me abraza— Me gusta que seas feliz, Mati. —agrega.
—Aunque también me haría feliz, que tu lo fueras. —digo mirándola a los ojos— No quiero que te vuelvas un Matías más, Pin. —comento, y larga un suspiro— Si necesitas ayuda, es cosa que lo digas y ya. —Le pido y asiente.
—Por ahora no lo he necesitado, pero te prometo que, si me siento agobiada, lo haré. —responde y niego.
—No esperes a sentirte agobiada para reaccionar, por favor Pin, necesito que seas feliz, verte feliz. —pido. Ella acuna mi rostro y asiente.
—Lo prometo. —asevera.
—Enton
