Capítulo XXII

3120 Words
Alexander Salgo de mi trance llenando mis pulmones de oxígeno ya que siento que no respiro, vuelvo los ojos en su dirección, ella me mira perpleja por unos escasos segundos que se me hacen eternos. Mi pulso sale disparado y siento que se me rasga el corazón al ver su cuerpo desvanecerse sin más, soy más rápido y hábil, la sujeto con fuerza antes de que se impacte con el pavimento, la cargo en mis brazos aferrándome a ella como nunca pensé hacerlo, y la introduzco en el asiento t*****o del auto. Verla tan frágil y desprotegida remueve algo que creía muerto y hace que mi cuerpo extrañamente no quiera apartarse de ella, mi mente me tortura pensando en que hubiera pasado si no hubiera llegado a tiempo. No puedo dejar de recopilar los eventos y eso solo aviva la furia que se concentra en mis puños, y la que me grita que salga del auto y termine con esa escoria por tan siquiera haberse atrevido a mirarla. Tengo muy claro que la historia sería diferente, ese animal hubiera logrado su cometido y el solo pensar en ello me revuelve el estómago. Me encargaré de que esa escoria no vuelva a ver la luz del sol. Tal vez sea un m*****o ante sus ojos, una persona que carece de decencia humana y no me preocupa en lo más mínimo sus sentimientos, pero al ver lo que ese animal le estaba haciendo mis instintos hablaron por sí solos, la furia nublo mi juicio y no pude pensar en nada más que no fuese en acabarlo. Mi mente se puso en blanco y la imagen de él tocándola y estrujando su delicado cuerpo fue suficiente para querer matarlo. Desde hace años no tenía estos ataques de ira, los había sabido controlar perfectamente y no habían salido a la superficie a recordarme lo que soy y lo que no se me puede olvidar. En mi adolescencia solía controlarlos con peleas de boxeo ilegales, ese mecanismo me funcionaba a la perfección ya que descargaba todas mis frustraciones en ese lugar, el cual no he pisado desde hace mucho tiempo. Pero ahora han vuelto, no se como tuve la fuerza para contenerme y no matarlo a golpes, porque aunque no quiera admitirlo, algo muy dentro de mi quería matarlo hasta verlo desangrarse por haberla tocado sin su consentimiento. No puedo dejar de culparme, si hubiera llegado a tiempo ella no hubiera tenido que experimentar este trauma. Puede haberla cuidado y evitar que todo esta sucediera. Cuando salió prácticamente huyendo de mí y se subió en el auto de su amiga, supe que estaba enojada conmigo y me lo merecía pero necesitaba hablar con ella así que la seguí, ellas creyeron que me habían perdido pero cuando tomaron la primera salida me fue muy fácil deducir a dónde se dirigían. En cuanto llegué al club la ví bailando de una forma que jamás imaginé y que por igual me la puso dura. Sonreí cuando hacía diversos movimientos que me hechizaban y se dejaba llevar por el ritmo, su majestuoso cuerpo se acoplaba perfectamente al tubo, lo hacía cómo si fuera una profesional y por un pequeño instante la odié. Odié que siguiera sorprendiéndome en cada momento y que me hiciera saber que no la conozco lo suficiente para juzgarla cómo mujer. El hecho de que me hayan herido en el pasado no me da derecho a sentenciarla con una condena que no merece. Todos estaban embobados con su hermosura, no los podía culpar, ella es simplemente perfecta, y aunque no se de cuenta siempre roba las miradas en cualquier sitio, sus hermosos ojos verdes resaltan en cualquier lugar y en cualquier mujer. Ella nunca pasa desapercibida, por más que me obligue a mi mismo de lo contrario. Intenté acercarme cuando estaba apunto de acabar la canción, pero una mujer se me atravesó y empezó a besarme sin previo aviso, no tuve tiempo de advertir la situación y cuando por fin logré quitármela de encima, Camille ya no estaba en mi campo de vista. Intuí que había salido del club al no encontrarla en ningún lugar. Jamás me imaginé lo que estaba pasando y al ver a aquel sujeto queriendo tocarla me enloquecí. No pude pensar con racionalidad y es que cuando se trata de ella, no hay lógica que justifique todo el torbellino de sensaciones que se aglomeran en mi pecho. Conduzco hacía mi casa, sintiendo la tensión de mi cuerpo esfumarse, nunca he llevado a ninguna mujer ahí, pero por alguna razón con Camille no me molesta hacerlo. Necesito que esté segura, no quiero que nada le suceda, no sé en qué momento me permití a mí mismo que ella me importara tanto, pero lo hace. Camille me importa y ya no puedo negarlo. Es imposible no notarla. Yo lo hice hace un año, pero sabía que con ella no podía ser egoísta, a ella no le podía ofrecer lo mismo porque Camille aspira el amor y por eso mismo me alejé por su bien. Pero ella hace las cosas tan difíciles. Ella me complica a mí y ni siquiera sé cómo logra hacer tal cosa. Yo no soy un hombre que busca ser amado, no me interesa amar a alguien y nada de esas cursilerías, pero a ella si, busca un amor de película que no puedo darle. Es tan inocente e ingenua que a veces siento estas ganas de besarla gracias a la ternura que me sacude el pecho, esa que desesperadamente busco poder aniquilar y vaciar de mi sistema. Todo se fue a la m****a cuando me confesó que estaba enamorada de mi, no la amo y lo tengo muy claro, pero tampoco puedo alejarme de ella, es como si estuviera atado a ella con cadenas invisibles que me someten a todo lo que ella emana, estoy rendido en un abismo que lleva tatuado su nombre. No voy a negar que me gusta, porque si, me encanta todo en ella, pero hasta ahí. No hay nada más. Ahora todo será diferente, las cosas cambiarán para los dos, quería hablar con ella para proponerle un contrato. Al final resultó que mi difunta abuela si hizo esa maldita cláusula de matrimonio de la cual me habló James y efectivamente necesito una esposa en las próximas semanas o de lo contrario, perderé lo que por ley me pertenece. Aunque la idea me sigue disgustando, ella es la única solución en este momento. Camille es indispensable para cobrar esa herencia. Ocultaré el hecho de que su padre la haya ofrecido por dinero, no la lastimaría de esa forma, ella no se lo merece. Solo necesito convencerla de que acepte ser mi esposa por contrato y todo estará bien. El m*****o de James recibirá su parte del negocio con los rusos y yo tomaré parte de la herencia en Italia, la otra parte de la herencia ya está a nombre de Camille. Estipulé que fuera de esa forma mientras estaba en mi viaje. Ella también recibirá beneficios por el contrato. Aparco el auto enfrente de mi mansión y me dedico a bajar a Camille de los asientos traseros, la tomo entre mis brazos cargando su cuerpo, su aroma invade mis fosas nasales y suspiro agobiado. No es necesario que toque el timbre, la casilla de seguridad se encargó de anunciar mi llegada, así que me limito a esperar a que abran. —Niño, Alexander —mi nana abre la puerta con una sonrisa cálida, pero se sorprende al ver la mujer que yace en mis brazos—. Veo que trajiste a alguien —inspecciona a Camille con la mirada y niega con la cabeza, reprimiéndome en silencio. Trato de esquivar su mirada recriminatoria a toda costa, después hablaré con ella. —Si, necesito que prepares la ducha. Necesita bañarse —ordeno seriamente mientras empiezo a subir las escaleras llevándola a mi habitación. Dejo a Camille en la tina con suma delicadeza temiendo lastimarla, su cuerpo queda expuesto ante mis ojos, paso saliva nervioso y aparto la mirada, no me siento bien siendo yo el que la desvista, sé que no le gustaría que la viera en este estado y menos si ella no me ha dado consentimiento de que haga tal cosa. Así que no lo haré. No después de lo sucedido. —¡Clara! —grito exigente—. ¡Nana! Mi nana entra a la habitación un poco agitada por correr en respuesta a mis gritos, me observa esperando a que hable. —¿Puedes ayudarme? —le pido, suavizando mi voz—, ayúdame a ducharla para que duerma cómoda —musito alejándome de la tina en donde yace Camille inconsciente. Aún así sigue estando hermosa. —Claro que sí, Alexander —se acerca hacía Camille y comienza a desvestirla con delicadeza. Me quedo parado y se detiene a verme con detenimiento—. Sal de la habitación —dice obviada, yo solo la observo atónito, no quiero alejarme de ella, quiero estar por si despierta. Necesito estar aquí para ella. —Alexander, no seas necio. Sal de la habitación ahora —advierte mientras se acerca y me empuja fuera del baño para que me vaya—. Ella estará bien, yo te avisaré cuando acabe —me da una última mirada reconfortante y me cierra la puerta en la cara. Salgo del baño cabreado con ella y con todo mundo, no quiero dejarla sola, pero confío ciegamente en mi nana, sé que ella la cuidará y le dará el trato que no le puedo brindar en estos momentos. Suspiro pausadamente, llevándome las manos a la cara, un gesto de frustración se adueña de mis facciones. No puedo dejar de culparme por lo que pasó y tampoco entiendo por qué Camille salió del club con ese tipo. Mañana tendré una larga conversación con ella, necesita tener más cuidado con sus acciones, ya que no es una niña a la que se necesite estar vigilando. Ella sabe que el mundo no es color de rosa. La gente mala existe y apuesto que muchos de esos monstruos buscan apagar su luz. No pasará mientras esté con vida. ******* Narrando en tercera persona. La nana de Alexander comienza a desvestir el cuerpo de Camille, sabe muy bien quien es la joven que está bañando porque él le ha hablado de ella cuando se le escapan algunas oraciones de las ocurrencias que ella dice. Nunca la había visto en persona pero es muy hermosa y ahora entiende porque Alexander sonríe cuando la menciona. Ella es preciosa. Sus ojos se abren de par en par al percatarse los abundantes moretones en sus caderas, no puede evitar sentir pena al verla tan frágil, tan indefensa y desprotegida. Suelta un suspiro cansada y comienza a limpiar su cuerpo cuidadosamente con la esponja que trajo, hace la tarea como si de una muñeca de porcelana se tratase, quiere asegurarse que se sienta cómoda y segura. Camille solo emite pequeños quejidos de dolor al sentir el agua fría caer sobre cuerpo, sus extremidades se sacuden por la temperatura y después de unos largos y dolorosos minutos, Clara termina de lavar el cuerpo de la joven, seca la humedad con una toalla y se asegura de que no quede ningún rastro de agua. Abre las puertas de los gabinetes y saca una crema para bajar la inflamación de los hematomas en sus caderas, están ahí por una razón y es que Alexander las necesita cuando pierde el control Empieza a untar la pomada en las caderas haciendo pequeños masajes. Cuando termina envuelve el cuerpo de la chica en una bata para dormir, intentando cubrir su desnudez. Clara no puede evitar que la curiosidad la embargue, es muy evidente que Camille ha sufrido algún tipo de trauma, le es imposible no pensar en porqué Alexander la trajo a la casa, él jamás ha traído a nadie a su casa personal pero ahora lo hizo. Ella se dio cuenta de lo preocupado que estaba Alexander cuando la trajo, pero por más que su mente trabaje más rápido, no puede descifrar la conexión que tienen los dos jóvenes. Es imposible que ellos sean algo. Su niño ha cerrado su corazón al amor. Aunque ella no pierde la esperanza de que algún día llegue alguien que le muestre lo que es el amor. Por el otro lado, Alexander está hecho un lío, su mente lo tortura internamente, más a diario, siempre hay un debate en su cabeza y por alguna razón no quiere separase de la joven de ojos esmeralda que conoció hace dos años, su corazón está en una lucha constante, pero muy dentro la rabia le gana y no le permite quererla. El dolor que lo sumerge en la oscuridad no le permite amarla, sabe que si deja entrar a alguien en su corazón terminará yéndose, nadie soporta la oscuridad de los demonios. Y Camille no es la excepción, aunque la idea le comience a doler, porque cuando las luces se apagan, se queda pensando en los "quizá" que no se ha atrevido a admitir en voz alta. Alexander sabe muy bien que es un egoísta de m****a al no agarrarla, pero negarse a soltarla. Tiene perfectamente grabado que no la merece pero tampoco puede hacer algo para que su corazón no se emocione cuando ella le sonríe como si él fuese la única persona en el mundo. Y ahora que una boda está en camino, sabe que sus sentimientos encontrados se harán relucir, está en peligro y se siente vulnerable. Sabe muy bien que atarse a ella le traerá problemas a futuro, pero algo en él le dice que casarse con Camille es la mejor decisión que ha podido tomar, por más extraño que parezca. ******* Alexander Me encuentro dando vueltas por la inmensa habitación al borde de la jodida desesperación, mi nana ya se tardó demasiado y mis nervios no están ayudando en nada, me siento enojado con ella y a la vez preocupado, no es la primera vez que toma de manera descontrolada, no la culpo de lo sucedido, pero necesita dejar de tomar de esa manera, no entiende a todo el riesgo que se expone al beber así. Hay demasiado peligro en las calles, el mundo es un lugar cruel que puede dañarla. Y la sola idea de que alguien pueda apagar su luz llena mi cuerpo de rabia y aviva la furia que poseo porque soy capaz de matar a quien sea que se atreva a atentar con aquello que me mantiene cobijado en la oscuridad. —Alexander...—mi nana me saca de mis pensamientos—, ya termine. Necesito que me ayudes a traerla a la cama —habla nuevamente. No respondo, aún sigo enojado con ella por haberme sacado así, ignoro su presencia y paso de largo buscando con los ojos a la única persona que puede darme paz. Entro al baño tratando de ocultar mi nerviosismo y tomo a Camille en mis brazos, llevándola directamente a la cama, coloco su delgado cuerpo cuidadosamente en la orilla del colchón, ella se queja y hace una mueca de dolor, más no se despierta, las hebras castañas están mojadas pero no opaca su belleza, su rostro está al natural y luce más preciosa de lo normal. —Gracias por todo —musito después de un rato, observando a mi nana que está a punto de irse. —No tienes nada que agradecer, Alexander —me regala una sonrisa cálida y sale de la habitación a pasos apresurados. Comienzo a desvestirme mientras me repito que debo mantener la cabeza fría para afrontarme a lo que se avecina, me acerco al armario que contiene toda mi ropa en orden, saco una sudadera y un par de bóxers, me los pongo rápidamente y me acerco a Camille tratando de aguantar la respiración porque siento que mi corazón va a explotar en cualquier momento. Le alzo los brazos y bajo la tela por su cuerpo, ajustando la sudadera para que no tenga frío, vuelvo a depositarla en su lugar previo y la cubro con la colcha, colocando una almohada debajo de su cabeza. Lo pienso por unos segundos, la parte lógica me dice que me vaya porque solo así podré salir ileso de aquello que comienza a someterme a ella, pero sin embargo, ya no tengo la fuerza para hacerlo, así que me recuesto en la cama junto a Camille, resguardando un poco de distancia, pero sintiéndome más cerca de lo que me sentí a una persona en muchos años. Me abstengo de acercarme demasiado, no quiero lastimarla o aplastarla con mi cuerpo, que es gigante comparado con el de ella. Luce tan pequeña, frágil, preciosa. Me permito mirarla y es inexplicablemente hermosa pese a estar inconsciente, ¿cómo es eso posible?. Acomodo los mechones de pelo detrás de su oreja, la miro con veneración, mi cuerpo se cobija con esa cálida sensación que lleva tatuado su nombre a fuego y ahora entiendo que empiezo a quemarme en las llamas de lo que no quiero sentir, pero lo que a todo pronóstico empieza a crecer con ímpetu. Sin poder evitarlo, me inclino hacia ella, su rostro queda a escasos centímetros del mío y aunque muera por besar sus labios, no me siento bien al hacerlo así que planto un casto beso en su frente, permaneciendo ahí por más tiempo de lo debido. Después de unos segundos, me alejo nuevamente. No puedo evitar sentir este sentimiento de necesidad, la terrible necesidad de siempre tenerla cerca. Verla dormir me transmite una paz inmensa, que ansiaba desde hace mucho tiempo porque después de muchos años siento que vuelvo a respirar y lo que más me cala es que Camille es cómo ese aire fresco que anhelo a cada hora. La observo por última vez, una sonrisa plasmada en mis labios, acuno su pequeña mano bajo la mía y solo cuando nuestras respiraciones se sincronizan, puedo cerrar mis ojos con el corazón galopando como un desquiciado. Me dejo vencer por el cansancio del viaje, pero es ella la única que ocupa mis pensamientos al momento de caer rendido.
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