Capítulo VI—Es maravilloso! ¡Más maravilloso de lo que había imaginado— exclamó Lydia. La belleza del Castillo la dejó sin aliento. Estaba sentada junto al Marqués y él condujo su faetón, que atravesó las grandes verjas de hierro forjado y avanzó por el camino bordeado de castaños, cuyas flores blancas y rosadas apuntaban al cielo como candelabros. La gris torre normanda, que se veía tan impenetrable como cuando se construyó, apareció de súbito ante ellos. Las demás alas del Castillo habían sido añadidas a través de los años. El segundo señor de Thane había edificado el ala Isabelina, y el primer Marqués, quien había peleado bajo el mando del Conde de Marlborough, construyó el gran salón de coloridos murales. Más tarde, cuando Lydia contempló la galería, de donde pendían retratos famil