—¿Qué ha arreglado con respecto a Emmeline? —La señora Denvers sabe de un trabajo que esa moza puede desempeñar, como sirvienta en la residencia de uno de mis parientes, quienes le habían escrito pidiéndole que les consiguiera una persona apropiada. Lydia emitió un leve grito de alegría y se tiró sobre la alfombra a los pies del Marqués. —¡Oh, su señoría, sabía que no me fallaría! Gracias por ayudar a esa pobre chica. Ahora no necesita regresar a casa y reconocer que ha fracasado. Podrá cumplir su propósito: trabajar en una casa respetable y enviarle el dinero a su familia. No tengo palabras con qué expresarle mi agradecimiento. —La próxima vez podrá hacerlo obedeciendo mis órdenes, porque este asunto ha sido muy penoso y ha representado un desembolso considerable. —¿Le costó mucho?