Si le pasa algo lo mató.

2682 Words
Sofía sabe cómo arruinar mis días. Primero tengo que ver cómo le pega a Elisa, cómo me desafía, me reta y me echa de su oficina. Si eso no fuera suficiente, prácticamente me quita mi puesto y se lo da a Diego. ¿Cómo se atreve a ser tan altanera? Antes no solía ser tan desafiante. Cuando discutimos solo respira, dice dos palabras y se va, pero ahora, no solo me discute, sino que me reta, con lo que odio eso. ¿Con quién cenará hoy, si no es en casa de su familia? —Ángel — interrumpe en mi oficina, Hazli —No sabía que venías. —No necesito informar que vengo a mi empresa. —Ay, qué genio, menos mal te conozco. —Hazli, ¿qué quieres? —Saber por qué estás tan irritable, pensé que estarías feliz ahora que te estás separando de Sofía, pero estás peor. —¿Me la tenías que nombrar? — solamente con escuchar su nombre, recuerdo el día que he tenido y me pongo de peor humor. —Insisto, desde que te firmo el divorcio, estás insoportable. Más bien parece que te molesto. ¿Cómo van las cosas con ella? —Igual y deja de decir estupideces, deseaba está separación — no quiero hablar de eso — ¿Lograste concretar la cita con la empresa Let-tecnología? —No, por más que lo intento, la secretaria me dice lo mismo, que están ocupados o que no están, nos llamarán pronto. —¡Diablos!, ¿pero quién se creen que son?, ¿ya sabes quién o quiénes son sus dueños? — niega y golpeo la mesa. —Lo tienen bien escondido. Por más que pregunto nadie sabe, pero obviamente son unos genios. ¿Has visto sus aplicaciones nuevas? — afirmo. —Porque crees que quiero asociarnos con ellos — observo el reloj — ¿A qué hora tienes la reunión con Petrof? —Yo no, la cita es contigo, tú mismo dijiste que querías ir — no me acuerdo de eso — es a las ocho de la noche en el restaurante kliffhot en el centro. —Sé cuál es — me pasó las manos por el cabello porque a esa hora quedé en verme con Elisa. Petrof era un ingeniero eléctrico, según he escuchado y averiguado. Es uno de los mejores en su área. Queríamos ver sus diseños y, si cumplía con los requisitos que buscamos, lo íbamos a contratar. —¿Qué pasa? La reservación ya está lista y confirmada, no podemos posponerla. No tengo de otra, llamaré a Elisa, le diré que voy más tarde, pero esta reunión es importante. Pasamos dos horas más firmando, revisando diseños, creando nuevas ideas y organizando todo en la empresa. —Trata de concretar la cita con Let-tecnología — hablo con Hazli —no quiero que se nos adelante. —Lo intentaré, pero no están fáciles. —No quiero que lo intentes, sino que lo hagas — me arreglo mientras él agarra algunos papeles y salgo al restaurante. Al llegar, ya teníamos la reservación. Petrof llegó cinco minutos después de mí. Nos llevaron hasta la mesa donde pedimos para cenar. Hablamos de su trabajo, que resultó ser mucho mejor de lo que me habían dicho. Me mostró sus diseños e ideas, que eran justo lo que buscaba. También intenté conocerlo en el ámbito personal, no quería sorpresas, quería hacerme una idea sobre él. —¿Espero que le guste mi currículum? — me dice. —Estoy bastante impresionado, tiene buenas ideas, creo que sí vamos a hacer negocios, solo es cuestión de papeleo y formas parte de las empresas. —Gracias por la confianza, señor Ángel. —La confianza es que nadie debe saber que soy el dueño de la empresa, de hecho, firmaras un contrato de confidencialidad. —No tengo ningún problema. Nadie lo sabrá —brindamos con Whisky mientras terminamos de comer. Después de unas horas de estar conociéndonos y de plantear un plan de trabajo, vi al fondo del restaurante una mesa con una pareja muy animada. La mujer llevaba un vestido espectacular, sencillo hasta las rodillas, pero le resaltaba su figura; tenía un cuerpo perfecto, tanto que mi hombría respondió sin avisarme. Fue incómodo y sorpresivo; eso no me había pasado en casi cuatro años, solamente una vez, y fue al ver salir a Sofía del baño en toalla hace unos días. Hazli tiene razón, necesito una mujer, y esa es Elisa. —Es una mujer hermosa — escucho que dice Petrof. —¿Cómo dices? — me señala la pareja que había visto —¿esa es su esposa no? — ¿Cómo? Miro bien a la mesa y esta vez logro ver el rostro de la mujer, Sofía, era Sofía. ¿Qué hace aquí? ¿Con quién diablos está? —Creo que ese es el presidente de las empresas Rot- moto — vuelve a decir Petrof. ¿Qué hace Sofía con el presidente de una industria de motos? —Si es él. Están en una cena de trabajo — espero yo que así sea. Los observo, ella se veía radiante y alegre, se reían por cualquier cosa, no parecía una cena de negocios sino una cita. No sé por qué me irritaba tanto verla con otro hombre. —Lo admiro, ¿sabe? — no lo entiendo, me imagino que mi rostro lo interpretó por qué continuo —Se dice que ese hombre es un seductor nato, que no hay mujer que se le resista y usted lo deja cenar con su esposa, que es una mujer tan bella e inteligente, admirable. Si fuera mi mujer, estaría ardiendo de rabia. Me río con ironía —No tengo por qué estar molesto — digo, pero no sé si es para convencerlo a él o a mí. —Eso es bueno, confía en su esposa, pero ese hombre llama la atención de cualquiera y su esposa parece estar muy animada con él. —¿Insinúa algo? —me molesta el comentario, pero no puedo negar que los estoy viendo y parece una cita. —No; ¿cómo se le ocurre? Solo digo que debe tener cuidado, no por su señora, sino por él. Sé muy bien que si quiere algo, lo consigue de una u otra manera. —Petrof si vamos a trabajar juntos debería saber algo de mí y es que yo también consigo lo que quiero y cuando lo tengo no dejo que nadie me lo quité — él se ríe. Miro a Sofía, es que ¿por qué tiene que ser tan coqueta? En la media hora, me lo pasé viendo a Sofía con ese tipo, ella ya se ha tomado media botella de vino con él. ¿Desde cuándo bebe tanto? Hasta donde yo sé, no le gustaba beber. Veo que se retira al baño mientras él pide la cuenta. —Petrof voy a contestar una llamada — pido la cuenta, —yo p**o así que no te preocupes. —No tiene por qué molestarse. —No es molestia, véalo como una cortesía de su nuevo jefe — se ríe. Diciendo eso, me dirijo al tocador. Veo salir a unas damas y les pregunto si Sofía sigue allí, describiéndola. Una de las damas confirma que sí, y paso sin avisar. El tocador está vacío, solo está ella, que aún no me ha visto. Observo que se está refrescando con unas gotas de agua y retocando su maquillaje. Cuando se voltea, me ve. —Ángel, ¿qué haces aquí? — la observó, tiene la cara roja, sus ojos brillantes —es el baño de damas, el de hombres está al lado — ve que no digo nada e intenta salir, se lo impidió. Huele divino —¿Se puede saber que intentas hacer? —¿Qué haces con el presidente de Rot-moto? —Ese no es tu asunto, ¿acaso yo te pregunto qué haces con tu novia? — intenta salir y se lo impido. —¿Te das cuenta de que parece que tuvieras una cita? —Si así fuera ¿a ti que te puede interesar?, estamos divorciados. Yo tengo derecho a salir con alguien. —No él, ¿no sabes la fama que tiene? — esta mujer hace que yo pise el mismo infierno y la quiera matar. —Además te has bebido casi toda una botella tu sola, él apenas ha probado unas cuantas. —Ángel, me sé cuidar y si no fuera así, ¿qué te importa?, tú me odias, así que si me pasara algo estarías feliz —vuelve a intentar salir y la empujo contra la pared. —No vas a salir de aquí con él, ¿está claro?, aun ante los demás eres mi esposa. —Ah, eso es lo que te preocupa. Que la gente crea que le soy infiel al respetado señor Leffmans y dañe su imagen. Si es así, mira el lado bueno, yo seguiría siendo la villana. Así, cuando proclames a gritos al perfecto amor de tu vida, dirán que tienes todo el derecho porque yo te engañé y no al revés. Juro que esta mujer es intolerable, provoca que la ahorque, pero... ¿cuándo se volvió tan bella, tan sensual, tan mujer, con esos labios tan provocativos? —¡Apártate ya! —me empuja bruscamente y sale del baño. Pero, ¿qué demonios me pasa? Desde cuándo me preocupa lo que haga esa loca, terca, fría, soberbia y prepotente. Que haga lo que quiera. Al salir, la veo sentada con ese hombre de nuevo, voy a mi mesa y Petrof me espera. —Espero no haberme tardado tanto — le digo con toda la sutileza cuando me está llevando el diablo. Vuelvo a ver la mesa donde está Sofía y ese hombre le ofrece otro trago, que ella toma con más calma esta vez. Menos mal que se sabe cuidar. Petrof me hablaba de nuevas ideas, pero mi concentración estaba en la mesa del fondo. En un momento, veo que ese tipo toma la mano de Sofía y la besa. Siento que la rabia me sube como una marea hasta la cabeza, queriendo matarlo. ¿Quién le dio el derecho de besar a una mujer ajena? Nos levantamos de la mesa y ellos hacen lo mismo. Salimos primero, me despido de Petrof diciéndole que lo espero mañana en la oficina para firmar el contrato. Luego, espero a que Sofía salga con ese tipo, lo cual ocurre unos diez minutos después. Los sigo a una distancia prudencial hasta el auto de Sofía. —No gracias — es lo que puedo escucharle decir a Sofía mientras intenta sacar la llave del coche. —Insisto Sofía, déjame llevarte a casa, te ves algo mareada. —Señor Alexis, es muy amable, pero le aseguro que estoy en buenas condiciones. El último trago no me cayó muy bien, sabia raro. Tal vez fue la combinación con la comida, pero gracias por preocuparse. —No estaría cómodo sabiendo que te deje ir sintiéndote mal, por favor voy a llevarte — le quita las llaves de la mano, ¿bueno es que este tipo no entiende o que le pasa? —Señor Alexis, de verdad no es necesario, ¿me puede devolver mis llaves? —No, te vas conmigo — Yo lo voy a matar —móntate en mi coche — Sofía lo mira con ganas de matarlo, pero lo disimula muy bien. —Le agradezco nuevamente que se preocupe por mi bienestar, pero ya le dije que no es necesario, además no me voy sola —¿Cómo qué no?, enfurezco. —¿A no? — dice y ella lo niega — ¿Con quién te vas entonces? —Mi esposo está adentro en una cena de negocios, ya debe estar por salir, así que como verá no tiene por qué preocuparse — astuta, me utiliza para salirse del lío en que se metió. —¿Su esposo?, Sofía, ¿crees que te voy a creer?. Si fuera así, ¿cómo te deja cenando conmigo? —¿Qué tiene de malo?, fue una cena de negocios la cual platicamos en buenos términos y no sería agradable echarla a perder. Por favor, mis llaves —esta vez lo dice con más carácter. —¿Sabes qué reputación tengo Sofía? —, este tipo está buscando su muerte hoy mismo. —Si, pero yo también tengo una y le recuerdo que fue usted quien me busco para negociar e insistió, pero si creyó otra cosa, eso es su asunto, no le di motivos. —Sofía, todos saben que ese matrimonio tuyo es cuestión de tiempo para que termine. Él nunca está contigo, ni en reuniones, ni en fiesta, solo en ruedas de prensa. Te tiene descuidada, eso es una pena porque una mujer como tú no se puede perder de vista — ahora sí lo voy a matar — además no es el hombre indicado para ti —se acerca a ella y mi paciencia ya se perdió. —Alexis, mi esposo no tiene un buen carácter, aunque parezca dócil en las cámaras. Como hombre de negocios, debe saber que él tiene un genio muy particular. No quiero que salga y tengan un altercado por su insistencia. A él no le gusta que otros quieran robarle lo que es suyo.— eso es verdad, sí que me conoce. —A mí me encanta robar cosas, sobre todo si son tan hermosas y valen la pena — se acerca más y Sofía se aparta. —Lo digo en serio, ya me está haciendo molestar. Regréseme mis llaves antes de que salga mi esposo y voy a hacer de cuenta que esta conversación nunca existió. —Deja la mentira Sofía, tu esposo no va a llegar porque no está aquí. Y si lo estuviera ¿qué podría hacerme? —se acerca tomándola del brazo y atrayéndola a él mientras que ella se trata de soltar. —Podría partirte la cara o las manos — mi rabia está a mil y juro que lo haré, él se voltea y Sofía aprovecha a quitarle las llaves — no me gusta que toquen a una mujer cuando está no quiere, mucho menos si esa mujer es la mía. Lo desafío, la rabia que tengo es tan grande que lo mataría sin pensarlo —¿Ángel no sabía que estabas aquí? —Ya lo sabes, ahora sí no quieres que la cena con mi esposa sea lo último que hagas en tu vida, más te vale mantenerte alejado de ella — lo agarro por la camisa y le susurro en el oído — Vi lo que le pusiste al trago, agradece que no te mato ahora — lo empujó y le doy un golpe, cuando me va a responder lo esquivo, le doy otro golpe y Sofía se mete entre los dos. —¡Ángel! Cuidado — le doy un par de golpes más —¡Ángel, basta! — Me agarra el rostro y me mira —Suéltalo, lo vas a matar, ya entendió — lo miro, estaba casi desmayado en el piso. —¡Debería matarlo! —Ángel, déjalo. Llévame a casa, no me siento bien, por favor. La volteó a ver y está pálida, apenas se puede mantener en pie —¿No es que te sabías cuidar? —Me sé cuidar, pero no lo traje, se me quedó en casa. —¿Qué cosa? — me mira dándome las llaves del carro y se monta en el asiento del copiloto mientras le cierro la puerta y golpeó una vez más a ese imbécil antes de montarme. Vuelvo a ver a Sofía, está más pálida, sudando — ¿Sofía, estás bien? Voy a matar a ese idiota —me agarra la mano. —Hospital — se desmaya. ¿Pero qué demonios? —¡Sofía! Manejo hasta el primer hospital que consigo, los médicos la reciben para chequearla. Llamo a Hazli le digo lo que sucedió para que busque a ese desgraciado. Nunca pensé decir esto, pero si a Sofía le pasa algo ¡juro que lo mató!, ¡lo mató!
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