Tengo tanta rabia que no sé por dónde descargarla, ¿cómo se atreve Sofía a hablarme de esa manera y echarme de la oficina?
—Ángel, esa mujer nunca nos va a dejar en paz — ¿por qué las mujeres tienen que llorar por todo?
—Elisa, no llores, sabes que no me gusta verte así. No le des importancia a Sofía.
—Me trato muy mal, Ángel. Me culpa por su divorcio aun sabiendo que mató a nuestro hijo — solo recordarlo me hierve la sangre.
—Elisa cálmate, esos ojitos no deberían estar llenos de lágrimas. A mí también me duele lo de nuestro hijo, pero ya estamos juntos y tendremos una nueva oportunidad.
—¿Lo prometes? Sofía se puede meter otra vez entre nosotros.
—No lo va a hacer, sabe que la destrozaría únicamente si lo intenta — la abrazo hasta que se calma, Fabiola, mi secretaria le trajo algo para beber —¿Elisa?
—Si amor, ¿te he dicho que me gusta estar entre tus brazos? — sonrió por ese comentario.
—Es bueno saberlo, veo que estás más calmada — asiente — Eli ¿qué hacías en la oficina de Sofía?
—Te dije que me equivoqué de oficina, creí que era la tuya — la observó y no sé por qué siento que me miente. Es Elisa, ella jamás me mentiría, es muy inocente y bondadosa para eso —¿no me crees?
—Si te creo, es solamente que debiste preguntar en la recepción. Nuestras oficinas están en cada extremo.
—No había nadie, quería darte una sorpresa, no a pasar un mal rato.
—No te preocupes, Sofía no nos va a arruinar nuestra felicidad.
—Eso espero, ¿podemos salir hoy? Desde que nos reconciliamos no hemos podido estar solos, te extraño.
—Y yo a ti, Elisa, pero tengo mucho trabajo — me hace pucheros e insiste. Se me había olvidado lo caprichosa que puede ser —Quiero organizar todo para que mi estadía aquí no sea larga.
—Pero en la noche puedes ir a mi casa, te sabes el camino de memoria — extrañaba esa picardía que la caracteriza, pero no sé por qué no se siente bien aceptar su invitación.
—Está bien, voy a ir, espérame.
—¡Bien! — salta como niña chiquita que le acaban de dar un caramelo —Voy a prepararte una noche inolvidable — me da un beso y sale de mi oficina.
Desde que Elisa y yo nos separamos, nunca he estado con otra mujer. No porque no lo desee, pero juré que le sería fiel. Por eso, ni siquiera he tocado a Sofía, aunque ella es la última mujer en la que me fijaría. Pero a quién engaño, tiene una piel tan blanca, pecosa y se ve tan suave, su melena larga, su rostro tan fresco y hermoso que no necesita ni una gota de maquillaje.
Recuerdo cuando la vi en traje de baño en la universidad. Me pareció que era la mujer más sexy, bella y natural que había visto. Estaba tan lejos de saber la mujer que se escondía detrás de esa belleza y aún no conocía a Elisa.
—Señor — me interrumpe Fabiola — El señor Hazli al teléfono.
—Gracias, pásalo — seguro me va a hablar de las negociaciones con Let-tecnología.
—Buenas tardes, chico listo — me contesta todo alegre.
—No sé qué tienen de buenas, pero para tu alegría espero que me tengas buenas noticias. ¿Te comunicaste con las empresas Let-tecnología?
—¡Qué humor! siempre tan agrio Ángel. Te lo he dicho, necesitas a una mujer, esa sequía te ha vuelto amargado.
—Hazli...
—Si me comunique con ellos, pero me dijeron que se pondrían en contacto, ahora estaban ocupados.
—¡¿Qué?!, que insólito. ¿Le dijiste quienes éramos?
—Obviamente, Ángel, pero me dijeron que tenía que esperar.
—¡Ja!, ¿cómo se les ocurre hacerme esperar?, no quiero que nadie se nos adelante, quiero trabajar con esa empresa, sigue insistiendo.
—Ya los llamo y me pongo a trabajar en ello. Nos vemos más tarde y cambia ese genio, eras más amable casado que ahora — me cuelga. No puedo correr el riesgo que papá se me adelante, también tengo que ir al área de diseño, aunque no me apetezca, también tengo deberes en esta empresa.
Salgo al área e inspecciono. A penas saludo a los empleados, nunca socialice con ellos solo lo básico. Veo a Diego dando órdenes y encerrándose en su despacho. Se me viene a la mente lo que sucedió en la oficina de Sofía.
—¡Diego!
—Ángel, pensé que te habías ido.
—No, quiero terminar unas cosas aquí para no dejar nada pendiente.
—¿Cuándo te vas al extranjero?
—No sé, pronto. Tal vez cuando salga el veredicto del divorcio — veo unos bocetos, sé da cuenta y los guarda.
—¿Pasa algo Diego?, escondite los bocetos, si estás trabajando en un diseño puedes decirme así te doy ideas.
—Gracias Ángel, pero no, tengo órdenes explícitas de no mostrar los diseños a nadie — lo miro sin entender, somos un equipo.
—Diego, soy el diseñador de esta empresa, igualmente voy a verlo. ¿Qué sucede? — se mueve algo incómodo.
—Ángel, te lo voy a decir por qué somos amigos antes que jefe y empleado. Sofía me acaba de nombrar jefe de diseño, soy el nuevo director automotor de la empresa — ¿Qué diablos?
—¿Diego, de que estás hablando?
—Es mejor que hables con tu esposa o exesposa sobre el tema, lo único que sé es que de ahora en adelante soy el encargado del área y tengo prohibido mostrar los diseños antes de hablar con ella.
—¿Es un chiste? Sofía quiere volverme loco. ¿Cuándo tomo esta decisión?, y sin consultar.
—Yo no quiero problema, pero ella es la jefa y mi amiga, así como lo eres tú; por eso te pido ve a hablar con ella.
Salgo de su oficina para la de Sofía, ¿quién se cree para quitarme el puesto?
—¡¿A ti te encanta hacerme enojar?, ¿no te cansas de buscar las maneras de irritarme durante el día?! — entro a su oficina, ni cuenta me doy que estaba al teléfono.
—Te llamo luego. Ahora que tengo una visita — ¿visita? — no hay problema, cenamos esta noche — ¿cena?, hablará con un m*****o de su familia — está bien — cuelga — ¿Qué sucede hoy que nadie toca antes de entrar?
—No estoy para protocolos, Sofía. ¿Con el derecho de quién me quitas mi puesto y se lo das a Diego?
—Mm, ya veo que te dijo. ¿Qué tiene de malo?, es un buen ingeniero, tiene grandes ideas y es tu amigo, confío en él.
—No hablo de sus capacidades, sé que es muy bueno, sino de tu atrevimiento de nombrarlo sin ni siquiera decirme. ¿Te quieres vengar?, ¿quieres que nos enojemos? Es mi mejor amigo, eso no lo vas a lograr.
—Voy a responder a todas tus preguntas, la primera: tengo todo el derecho de hacer lo que deseé en esta empresa porque soy su dueña y gracias a tu buen corazón, ahora soy la presidenta — dice con todo el sarcasmo — Segundo, no tengo por qué vengarme de ti y por último Diego y tú realmente dejaron de ser amigos incondicionales desde la universidad y yo no tuve nada que ver con eso. ¿Otra pregunta?, sé breve, que tengo trabajo y planes para hoy.
—Si tienes trabajo o no ese es tu problema, si hubieras llegado temprano no estarías atrasada. ¿Dónde se supone que estabas?
—Ese no es tu asunto.
—Es mi asunto cuando afecta a la empresa.
—No veo en que le puede afectar a la empresa que llegue tarde. Tú nunca estás y marcha bien — entra Sara con unas carpetas.
—Disculpen, no sabía que estaba ocupada con el señor.
—No te preocupes, pasa y deja eso aquí — Sofia señala su escritorio y Sara deja las carpetas e inmediatamente se retira.
—¿Eso no son las carpetas de los ingresos de la empresa?
—Tal vez, no sé. Si no tienes otra cosa porque gritar o reclamar, puedes salir y cierra la puerta — su frialdad e indiferencia me molesta, ¿quién se cree?
—¿Por qué nombras a Diego director de diseño?, es mi puesto.
—Ángel — se levanta de su asiento y se me acerca, pero deja una distancia prudencial — seamos claros. Odias a mi familia y esta empresa es más mía que tuya. Tienes tu propia empresa que resulta ser la competencia y llevas dos años sin hacer nada creativo y nuevo para esta compañía. Ahora, me pides el divorcio, me dejas como presidente de las empresas y ¿quieres que te deje ser el encargado de los diseños de la producción? Puedo parecer tonta, pero no lo soy.
—¿Crees que le haría algo a la empresa?, te recuerdo que el patrimonio de mi familia también depende de esta empresa.
—Tal vez, pero no eres precisamente el hijo que sacrificaría algo por su familia.
—¿Cómo te atreves a decir eso?, me casé contigo y mantuvimos esta farsa por casi cinco años por mi familia.
—No, lo hiciste porque sabías que podías llevar tu nombre a una escala más alta, por tu propio beneficio, así que no me vengas con golpes de pecho y seamos sinceros, si Elisa no se hubiera inventado una gran historia para mandarte al diablo, no te hubieras casado y muy poco tu familia te hubiera importado — está mujer quiere que yo la maté —como yo lo veo, ¿por qué debería confiar en ti?
—Tú eres increíble.
—Lo sé, soy un tesoro muy difícil de conseguir, pero que la mayoría admira.
—Qué modesta. Tu soberbia me sorprende.
—¿Después de cinco años?, bueno, es que realmente nunca nos conocimos, éramos dos extraños que de vez en cuando compartimos la casa y a duras penas. Menos mal ya terminó, ahora somos libres. Ángel ve a tu empresa, dedícate a ella como lo has hecho estos años que de la mía me encargo yo.
—¿Quieres deshacerte de mí?, estás desesperada, ¿por qué tanta prisa?, ¿tienes a alguien?
—Si así fuera ¿cuál es el problema? Tú has tenido a Elisa, sabrá Dios por cuánto tiempo. Ahora yo puedo darme el lujo de salir con quién quiera.
—¿Admites que me has engañado? — el descaro de esta mujer es insólito.
—No admito nada porque no lo he hecho. Te he respetado cosa que tú no, pero está bien, sería esperar mucho de ti.
—¿Por qué tendría que guardarte algún tipo de respeto después de lo que me hiciste?
—Lo que te hice, claro, se me olvidaba que yo soy la villana en tu hermoso cuento de hadas.
—Una persona que nunca se ha enamorado le es fácil burlarse de otra, tú eres experta en eso.
—¿Quién te dijo que yo nunca me he enamorado? — la miro — ¿alguna vez te has preguntado que sacrifiqué yo por este matrimonio? No, claro que no, tú solo pensaste en ti.
—Después de lo que hiciste.
—Yo no hice nada o bueno si, cometí el error de llevarte a una habitación para qué pasarás la borrachera que cargabas — ¿borrachera?
—Me drogaste Sofía, no te hagas la tonta que no te queda. Luego me llevaste a esa habitación, e hiciste que nos tomarán fotos para mandárselas a Elisa, por tu culpa perdí... — no puedo ni mencionarlo porque lo que más me duele es mi hijo.
—Sigo sin entender como un hombre de negocios, que piensa con la mente y el cuerpo frío, no se da cuenta de nada.
—No, no me di cuenta de quién eres en verdad.
—En eso estamos de acuerdo porque si hubieras tenido solamente un momento para conocerme sabrías que nunca haría nada de lo que crees, pero a estas alturas para que hablar del tema. Ya estamos divorciados, tú vuelves con tu cuento de hadas, con tu princesa soñada y yo inicio mi vida lejos de ti. Todos ganamos.
—No te importa el daño que hiciste hace cinco años, mirarme a la cara con tanta frialdad.
—Ángel piensa un poco, ¿quieres? Primero, yo no te obligué a que te casaras conmigo. No te puse una pistola en la cabeza, no te amenacé, nada. Tú fuiste quien decidió casarse, yo acepté, aunque no directamente. ¿Yo qué ganaba con este matrimonio? Porque la fusión era más para tu familia que para la nuestra. A nosotros no nos hacía falta nada. Crecimos, es cierto, pero lo podíamos hacer con o sin ustedes.
—Tuvieron sus beneficios, Sofía no te hagas la víctima.
—No me hago la víctima, yo asumo mi error en aceptar este matrimonio, pero los beneficios que obtuvimos no necesariamente lo realizo tu familia, lo que has hecho lo has hecho para ti, no para nosotros. Hemos salido beneficiados por la sociedad, pero los logros son tuyos.
Con respecto a tu novia, apenas hablábamos en la universidad. Tú vivías en un mundo donde solo existía ella, las clases y el fútbol; del resto no existíamos. Te apartaste de tus amigos, no socializabas, solo en fiestas y con ella a tu lado, a menos que ella no lo quisiera y se alejara. ¿Cómo podría yo saber si ibas a esa fiesta o no? Yo no te di nada en esa fiesta. Es más, ni te había visto hasta que tú mismo entraste a la terraza de esa habitación.
—Estabas obsesionada conmigo, todas lo hacían, cuando empezamos estábamos juntos, pero te molesto que al conocer a Elisa no hubo ninguna otra para mí.
—¿Obsesionada?, todas te admiraban por el cuerpo que tenías, tu manera de jugar y de disfrutar de las fiestas cuando estabas con tus amigos, pero yo no, a mí eso no me importaba. Admiraba tu inteligencia, la manera en que te desempeñabas en clase me gustaba porque eras un gran diseñador, tus ideas eran increíbles y eso me hacía esforzarme, pero de ahí estar obsesionada contigo es un tramo muy grande. Yo también tenía mi vida, Ángel y tú no estabas en ella.
—¿Pretendes que te crea ahora que eres una buena samaritana y mi novia una cruel bruja?
—Lo que tú creas a mi meda igual. Solo quiero que uses esa cabeza para pensar que pasó ese día realmente, por qué yo no tuve nada que ver, solo te acosté en esa cama porque no podías mantenerte en pie.
—Hiciste más que eso — la rabia me carcome de solamente pensarlo.
—Si eso quieres creer no puedo hacer nada, pero piensa ¿que ganaba yo con eso?, además como podría saber de sus vidas, si apenas hablábamos en clase.
—Te quiero fuera de mi vida y la de Elisa, Sofía.
—Tú eres él que está aquí. Querías el divorcio y te lo di. Querías que me fuera de tú casa, me fui. Quieres estar con tu novia, ¿quién te lo impide? Te estoy diciendo que puedes irte a tu empresa, que yo me encargo de la mía y te molestas. Tu novia viene a molestarme y yo soy la mala del cuento.
—Fue un error y la trataste mal después de que por tu culpa perdió lo que más amábamos.
—Si, ella amaba muchas cosas. La verdad, los años no la han cambiado en nada, pero nunca viste más allá de lo que ella te mostraba.
—¿Quieres hablarme mal de ella? — es una arpía, por poco me hace dudar —claro, eso quieres, pero no te voy a dar gusto.
—No necesito hablarte mal de ella, la conozco, tú no.
—Nadie la conoce mejor que yo y siempre va a ser mejor que tú y que cualquiera.
—Está bien, esa es tu opinión. Espero que seas muy feliz, pero Ángel si no me quieres en tu vida ni en la de ella, entonces no te atravieses en la mía. Agarra tus maletas y vete a pasear por el mundo con ella o dedícate a tus negocios, pero no invadan mi espacio.
—No invado tu espacio, dejo todo organizado.
—¿Cuándo te vas entonces?
—Sé que estás ansiosa porque me vaya, pero no quiero que tu familia diga que deje todo tirado. A tu papá no le va a agradar la idea de que te haya nombrado la presidenta de la empresa porque aún no se lo dices ¿verdad?
—De mi familia me encargo yo Ángel, no te preocupes, tú ocúpate de hacer lo que tengas que hacer para que te vayas de mi empresa.
—Nuestra empresa, Sofía. Y si tienes razón — miro las carpetas que están en su escritorio — si crees que le he estado robando a la empresa o hecho algo indebido, puedes revisar también mis estados de cuenta.
—No es necesario, por ahora — ¿está mujer en qué momento se volvió tan indiferente?
—Eras más amable cuando estábamos casados —recuerdo que cuando llegaba, trataba de que estuviéramos juntos, cuando le salía con una de mis contestaciones solo me respondía cordialmente y se iba luego. Solo pasamos a evadirnos para evitar pelearnos, ahora mira, me desafía.
—Uno de los dos tenía que ser cordial si no íbamos a terminar matándonos, pero bien dijiste ya la farsa termino.
—Puedo acompañarte esta noche a tu casa para decirle a tu papá de nuestra decisión, sé que puede ser un poco pesado — me mira sin creerlo — ¿te cuesta creer que sea amable? No lo hago por ti, sino porque siento que tengo la obligación de hacerlo.
—No te sientas obligado, como te dije, yo me encargo de mi familia. Además, tengo planes esta noche que nada tienen que ver con mi familia.
—Pero es jueves y siempre cenas con tu familia, si no cenas con ellos, ¿con quién te vas a ver?
—¿Ángel, te estás escuchando? — ella respira, se vuelve a sentar en su silla — estás más pendiente de lo que hago y lo que no, en estos últimos días que en los cinco años que tenemos de casados.
—No estoy pendiente de ti, no me importa lo que hagas mientras no me afecte. Eso es lo que me preocupa, que vayas a hacer algo.
—¿Cómo decirles a nuestros padres que eres la competencia de nuestra empresa? — por así decirlo, aunque es lo que menos pensaba —descuida, no lo haré, no lo hice durante estos cuatro años, no lo voy a hacer ahora, ese es tu asunto. Si es todo, cierra al salir.
¿De verdad me está botando de su oficina otra vez? No la soporto — Quiero ver los diseños de Diego, después de todo también es mi empresa.
—Claro, puedes verlos en la próxima reunión con el resto de los socios.
—¡Sofía! — la voy a matar —estás jugando con mi paciencia.
—Ángel, el bienestar de mi empresa es importante, por lo tanto, no puedo mostrarle al dueño de mi competencia nuestro producto, así que no insistas. Adiós.
Salgo furioso de esa oficina, juro que un día la mataré.