Al llegar a la oficina está Sara con una cara de susto que preocupa. Es la primera vez que la veo así, excepto cuando yo me enojo y aunque lo estoy, ella no podría saberlo.
—Buenas tardes, Sara.
Entro a mi oficina con ella detrás de mí.
—Buenas tardes, señora. Espero que sus reuniones hayan salido bien, la señorita Sandra me puso al día.
—Perfecto, aun no entiendo ese sistema de estar conectadas para saber lo que hago.
—Es nuestro trabajo, saber dónde está para poder cubrirla si es necesario.
—No si sentirme halagada o vigilada. De todas maneras, gracias. Ahora, ¿me dices por qué tienes esa cara de susto?
—Señora es que... — me mira, retuerce sus manos y está más nerviosa que de costumbre — bueno...
—Deja de tartamudear que sabes que me molesta, dilo de una vez.
—El señor llegó esta mañana, está preguntando por usted y ya no sé qué decirle, pero tiene un genio que no lo calienta ni el sol.
—¿Ángel está aquí? — afirma — ¿Para qué me busca?
—No lo sé. Desde que llegó está encerrado en su oficina y las pocas veces que ha salido a preguntando si usted había llegado y dónde estaba.
—¿Qué le dijiste?
—Que estaba con la señorita Amelia resolviendo unos asuntos de la empresa y viendo a unos clientes. Obviamente no especifiqué que clientes.
—Pero conociéndolo, te pregunto — afirma —Está bien Sara, mejor tráeme algo de tomar y comunícame con el departamento de diseño y luego con la fábrica, por favor.
—Si señora. Por cierto, ¿qué hago con el señor?
—Nada, déjalo ocupado en sus asuntos y si pregunta por mí le dices que ya llegué — ella asiente y sale de mi oficina. No entiendo a Ángel, ¿será que si sabe que soy la dueña de Let-tecnología, por eso anda preguntando por mí y llamo a la empresa?
—No, Sofía deja de inventar. Es imposible que lo sepa, te has cubierto muy bien.
El teléfono suena, es el área de diseño, les pregunto si Ángel les ha entregado un nuevo diseño, me han dicho que no, cosa que esperaba y los pongo a crear nuevos modelos a todos los diseñadores automotores que tenemos. Necesito hablar con Ángel sobre este tema para poder contratar un nuevo ingeniero automotor porque él ya no es una opción.
Me pongo al día con la empresa, los clientes asumí que Ángel lo manejaba, también pienso en la cena familiar y en cómo les diré que estoy divorciada, en Elisa y sus comentarios; solo pensarlo ya me pone de mal humor.
—Una linda oficina — escucho que dicen desde la puerta, no puede ser ¿esta mujer que hace aquí? —si lo pienso se parece a ti, tan impersonal.
—Se toca la puerta antes de entrar y te equivocaste de oficina, la de tu novio está hacia el otro lado del pasillo, la primera puerta — sigo mirando mis documentos sin darle la más mínima importancia.
—Gracias por la información, pero estoy en la oficina correcta.
—Elisa, ¿qué parte de que no me gusta perder el tiempo no entendiste?
—Siempre con aires de superioridad, “nadie es mejor que tú” — la observo y me río con burla mejor que ella lo soy —vine a darte las gracias.
—¿Las gracias?
—Sí, firmaste el divorcio y pensamos que ibas a hacer un escándalo, hacerte la víctima o algo por el estilo. Incluso pelear por todo lo que es de Ángel, no lo dudo. Él creía que no te ibas a separar de él por todo el dinero y los negocios que los unen, aunque yo sé que ese no sería el caso.
—Ah, ¿no?, ¿qué creíste?, ilumíname.
—Sofía, tú y yo sabemos que siempre has estado enamorada de Ángel desde que estábamos en la universidad, si él no te hizo caso es porque me conoció a mí y se volvió loquito de amor.
—Veo que no has perdido la capacidad de decir estupideces ni de manipularlo a tu antojo.
—Ya vez, el amor es así, después de tanto tiempo aún está loquito por mí. También te doy las gracias por eso, por haberlo cuidado durante todo este tiempo y que ninguna mujer se le acercara.
—¿Te lo cuidé? — esta mujer sabe cómo irritarme —¿no te preocupaba que estando casado conmigo se enamorara?
Se ríe a carcajadas. —No, si algo conozco de Ángel es que nunca perdona algo que le cause tanto daño y te odia demasiado para sentir algo por ti que no sea desprecio. Por eso, sé que ni siquiera ese matrimonio se ha consumado. — La mato.
—Cierto, lo que sea que le inventaste tuvo que ser muy bueno para que su odio siga aún después de tantos años.
—Sí, me costó, debo admitirlo, pero con un poco de ayuda lo logré. —Sabía que esta arpía era la causante.
—Sigo sin creer cómo Ángel no pudo, ni ve la clase de persona que realmente eres.
—El amor es ciego y Ángel es ingenuo. Siempre fue así — me molesta que hablé así de él, es todo menos ingenuo. Bueno, excepto cuando se trata de ella.
—Elisa, sal de mi oficina.
—¿No quieres saber la razón de porque te odia? — la miro con ganas de matarla — Igual te lo voy a decir, Ángel quería separarse de su familia, por lo tanto, hubiera perdido todo el apoyo familiar y el poco estatus social que tenía. Tú y yo sabemos que su apellido no tenía tanto peso como el tuyo, aunque si tenía cierto prestigio, pero Ángel al separarse de su familia perdería todo eso, él quería que me fuera con él.
—Es lo que una buena novia, enamorada, haría. Apoyar a su pareja.
—Eso es para tontos, Sofía. Eres una mujer inteligente. Yo no podía darme ese lujo y perder todas mis comodidades por un hombre, así que tuve que alejarme de él, pero solo por un tiempo, mientras ambos conseguíamos lo que queríamos.
—Esta conversación no tiene nada nuevo que no sepa.
—Lo que no sabes es que yo no podía dejar de ser la novia, pura, inocente e indefensa que él tanto amaba para convertirme en una interesada, cruel que rompiera su corazón.
—¡Ja!, pura e inocente. Si tú eras eso, yo soy una santa.
—Pero no lo eres, por lo tanto, yo tan poco lo soy, pero Ángel no lo sabe. Seamos sinceras, eres hermosa, inteligente, carismática, tenías a muchos detrás de ti en la universidad.
—Tú eres la fácil — me mira con cara de matarme, le di en el ego —yo me hacía y me hago respetar. No cualquiera tiene el lujo de estar conmigo.
—Menos Ángel, el único que querías y no lo has tenido ni puedes tener, aun después de años de casado no pudiste enamorarlo, seducirlo, ni dejar que te odie. Hice un buen trabajo.
—¿Qué fue lo que hiciste? — la intriga me consume, porque de esta se puede esperar cualquier cosa.
—¿Te acuerdas la fiesta de graduación? — cómo olvidarla fue la primera vez que Ángel me beso —claro que debes recordarla, drogue a Ángel — la miro incrédula —cuando empezó a tener efecto lo lleve a un lugar donde una buena samaritana lo ayudará a descansar de lo “borracho" que estaba.
Recuerdo ese día yo estaba en la terraza de arriba y él entró casi cayéndose, no podía mantenerse en pie.
—Tú fuiste tan amable y lo llevaste a la habitación a qué se acostará, pero él pesaba tanto que caíste encima de él — las imágenes vienen a mí, como si estuviera pasando en este instante.
—No podía salir mejor, si no fuera suficiente le quitaste la camisa — se la había manchado con tragos o eso quería pensar —otra imagen perfecta y para cerrar con broche de oro, un beso; debo admitir que me molesto un poco eso, pero era un mal necesario. Bastante comprometedora la escena.
—Le hiciste creer que yo monte toda esa escena para qué se casará conmigo — lo admite, esta perra sucia —Tuviste que hacer algo más, no me odiaría solo por eso — lo conozco suficiente para saber que estaría furioso, pero no al punto de odiarme y mirarme con tanto asco.
—¿Te parece poco hacerle pensar al amor de su vida que me fue infiel?, me perdió por tu culpa —estoy a punto de enterrarle el lapicero en el pecho y ella lo sabe —Ángel perdonaría a una mujer que armó ese teatro, pero nunca a la mujer que hizo que su hijo no naciera.
—¡¿Qué?! — no dijo lo que creo, ella asoma esa sonrisa. Me levanto de golpe de la silla.
—La noticia me impacto tanto que me puso tan mal que perdí a nuestro hijo.
—¡Eres una desgraciada! ¿Quién puede ser tan cruel de inventar algo así? — levanta la mano como si fuera un logro.
—Como ves, Ángel no podría perdonar nunca a la mujer que asesino a su hijo.
—¿Lo estabas?, ¿de verdad era de él?
—¿Importa?, quien sabe. El punto es que él lo creía y tú fuiste la culpable de que yo me pusiera tan mal que lo perdí.
—Sabía que eras una desgraciada sin moral, pero de ahí hacer algo tan cruel y no por mí sino por él. Hacerle pensar que perdió un hijo que tal vez ni siquiera existió y que capaz ni era de él.
—Verdad, mentira. Yo gano, ahora que él tiene todo y yo ya me cansé de estar soltera. Regresé por él y basto nada más unas palabras para que te pidiera el divorcio.
—¿Por qué me dices esto ahora?, ¿no tienes miedo de que le cuente tu mentira?
—Sofía, soy el amor de su vida. Ante sus ojos soy lo más puro y perfecto, mientras que tú eres la intrigante y asesina de nuestro hijo, ¿Crees que va a creer algo de lo que digas?
—Elisa, sal de mi oficina en este momento antes de que yo olvide quién soy y dónde estoy — mi coraje sube tanto que si no sale la mató.
—¿Sabes por qué te lo cuento?, para que sepas de lo que soy capaz de hacer cuando quiero algo. Sabes, pensando bien, no eres tan mujer como pensé que serías, en cinco años no has podido acostarte con él.
—Yo no estoy a la venta como otras, tampoco necesito de un hombre o de mi familia para ser alguien. Eso te lo dejo a ti, que no sabes hacer nada que no sea vivir del dinero de los demás.
—Ahora viviré con el dinero de Ángel. Así que no te interpongas porque puedo hacer que te odie aún más y ambas sabemos cómo es de cruel y frío.
—No me conoces y no quieres hacerlo Elisa. Si crees que Ángel es cruel y frío, aún no has visto nada porque yo soy mucho peor. ¡Ahora, largo!
—Sabes, no fue difícil convencerlo de que se casará contigo.
—¿Tú lo convenciste?
—Claro, le dije que la mejor manera de que lo perdonara algún día es que la muerte de nuestro hijo valiera la pena. Por eso le pedí que consiguiera todo lo que tú tenías y que te llevara a la ruina. Mira, te quito la presidencia de la empresa. Ya tu apellido no pesa tanto como el de él. Ahora estás divorciada, no tienes nada.
—¿Me dices que él me ha llevado a la ruina? No sabes lo que dices.
—Me pregunto si por ese carácter eres tan frívola y soberbia que tu padre no te quiere y menos mal que tu madre no existe para ver lo fracasada que eres.
La rabia se apoderó de mí, tanto que lo único que sentí fue el picor en mi mano después de voltearle la cara.
—¡¿Qué diablos crees que haces?! — escucho la voz de Ángel, no sé en qué momento entro a mi oficina, solo sé que si la veo un minuto más la mato.
—Me duele Ángel, me insulto — Veo la cara de Ángel llena de rabia, ese fuego en su mirada.
—Sácala de mi oficina ahora — le digo con rabia porque me conozco y estoy perdiendo la poca paciencia que me queda.
—Te dije que no te atreviera a tocarla, ni a mirarla porque ibas a saber de lo que soy capaz — me agarra de un brazo tan fuerte que me lastima.
—Ella es la que está en mi oficina.
—Me confundí, pensé que era la tuya — dice con esa voz de víctima y llorando. Es buena la desgraciada —cuando iba a salir me dijo que me detuviera, me empezó a culpar de su divorcio, que nos iba a ser la vida imposible, que no vamos a ser felices.
Ángel me aprieta aún más duro con cada palabra, trato de soltarme, pero no puedo. La miro con odio, está, no sabe con quién se está metiendo. Ángel me mira y al soltarme me tropiezo y caigo al piso golpeándome con la silla.
—¡Sofía! ¿Pero qué haces? — Le grita Diego a Ángel acercándose a mí. ¿Es que ahora en mi oficina entra todo el mundo sin tocar?
—Ella se atrevió a golpear a Elisa.
—¿Eso te da el derecho de lastimarla?, si le pegó por algo ha de ser. Además, ¿qué hace en su oficina?
—¿La estás defendiendo? — me levanto con ayuda porque la verdad me duele la espalda.
—¿Cómo se atrevió ella a ponerle una mano encima?
—¡¿Cómo te atreves tú a ponerme una mano encima?! — me acerco con tanta rapidez que juro que me desconozco —Sal de mi oficina en este instante y llévate a tu novia si no quieres ser tú el que quieras ver lo que soy capaz de hacer.
—Sé de lo que eres capaz — me mira desafiándome. La miro a ella y está con una ligera sonrisa que oculta.
—No, no lo sabes y ella tampoco — la miro, no sé qué expresión tengo en mi rostro, pero la que sea sé que la asusto porque cambio su expresión, está asustada —Haz que se mantenga a metros de mí, si no quieres que la mire ni la moleste.
—Ella es mi novia, la futura señora Leffmans y la vas a respetar.
—El respeto se gana, no se exige. Pero eso ella no sabe lo que significa, porque ni ella misma se respeta — ahora es ella la que se enfurece.
—¡Discúlpate! — me grita Ángel mientras me vuelve a agarrar del brazo
—¡Ángel! — le reprocha Diego. Y me suelto.
—En tu vida, me vuelvas a tocar Ángel Leffmans porque la próxima, no te va a alcanzar la vida para pagarme —me acerco tanto a él que respiro su mismo aire, estamos tan pegados, que puedo sentir su corazón latir de rabia.
—Lo mismo te digo yo a ti. La vuelves siquiera a mirar y te vas a arrepentir.
—¡Largo de mi oficina, de mi empresa y de mi vida!. Después de todo, esa es la mujer que te mereces, son tal para cual.
—Tú...
—¡Largo Ángel! — veo en su mirada tanto odio, que en estos momentos es correspondido.
—Ángel mejor sal de aquí ahora y llévate a Elisa — Diego nos aparta, mientras él sale de mi oficina con esa.
Diego se voltea, va hacia mí.
—Sofía, respira, parece que te va a dar un ataque —empiezo a respirar, pero estoy tan molesta que me siento como un tigre enjaulado.
—Es un imbécil. Los dos son iguales, se merecen.
—Cálmate, mejor siéntate, déjame revisarte el golpe que te diste.
—No es necesario, gracias, Diego.
Diego es uno de mis ingenieros automotores, estudiamos juntos y es un gran amigo. Solía ser el mejor amigo de Ángel en la universidad, pero se distanciaron debido a Elisa. Aún se hablan, pero no es lo mismo después de que nos casamos. Él empezó a trabajar aquí con Ángel y luego comenzaron los viajes al extranjero, y Diego se encargaba de todo.
—¿Te diste muy duro?
—Me duele más el orgullo, para ser sincera.
—No lo vale, Sofía. Ya conoces a esa mujer, no sabía que había vuelto.
—Eso no es novedad, llevan meses juntos, nos separamos, está el divorcio firmado.
—No lo sabía.
—No tendrías por qué saberlo. Apenas llevamos dos días divorciados y él ya se pasea con ella, pero está bien. Él es quien debe dar explicaciones, no yo.
—No imaginé que esa mujer volviera a nuestras vidas, no sé cómo Ángel no se da cuenta como es.
—No lo hizo en la universidad, no lo va a hacer ahora. Todos somos malos, menos ella. Su maldad es increíble.
—No lo dudo, sé lo que es capaz de hacer.
—No te mandé a llamar por Ángel o bueno sí, pero no para hablar de él.
—Llegué justo a tiempo o capaz, debí venir antes.
—En resumen, Ángel y yo estamos separados. Yo asumí la presidencia de la empresa, él tiene otras prioridades ahora, por lo tanto, no está al cien por ciento en esta empresa, por ello, quiero que tú seas el ingeniero automotriz principal de la compañía.
—¡¿Qué?! — me mira sorprendido — Ángel no me ha dicho nada.
—Ángel no se preocupa por esta empresa y lo sabes. Solo cumplía un papel, tú eres de las pocas personas además de Amelia y nuestra familia que sabe la verdad.
—Sí, pero...
—Pero nada, no confío en él, ahora menos que antes, y su prioridad no está aquí. Tiene otras obligaciones, así que como sabrás, nuestras competencias han lanzado nuevo material y nosotros tenemos un año que no creamos algo innovador.
—Pero es porque nos fue bien en el último lanzamiento, tal vez no tanto como los Autos-Let, pero quedamos en segundo lugar.
—Ese es el punto, los últimos dos años hemos estado en el segundo o tercer lugar y nuestras ventas están cayendo por la rutina — pienso en lo que dijo Elisa, no debí ser tan confiada —así que quiero algo nuevo, que sea sorprendente, que deje la boca de los demás abiertos.
—Tienes ideas.
—Las tengo, pero tú eres el diseñador aquí, así que quiero ver las tuyas.
—Pero Ángel es el encargado de hacer los diseños.
—Con tu ayuda.
—Sí, pero sería traición.
—Diego, ya deja de estar bajo las sombras de Ángel. Además, sé que tienes buenas ideas, él se va al exterior, es más, se la pasa más afuera que aquí y cuando está, solo es en las reuniones.
—Pero de ahí a ocupar su sitio, él es el ingeniero automotriz principal.
—Ahora lo eres tú. Dime, ¿vas a querer el puesto o debo buscar a otro? — sé que lo pongo contra la espalda y la pared, pero debo cuidar mi empresa.
—No es eso, es que Ángel se va a enojar.
—Si se enoja yo me encargo, tú solamente obedece una orden que te da la presidenta de esta empresa — sonríe.
—Ingeniero principal, ¿puedo hacer lo que quiera?
—Puedes diseñar todo lo que a esa mente se le ocurra, lo conversamos y si me gusta, lo apruebo. Eso sí, hay una condición.
—Ya sabía yo que esto no era tan fácil.
—¿Ser ingeniero principal es fácil?
—Sabes lo que quiero decir. ¿Cuál es la condición?
—Ángel no debe ver tus diseños. Nadie puede ver lo que creamos, excepto tú y yo.
—¿Pero si él me pide ver?
—No lo hará porque nadie va a saber que estamos generando nuevos diseños. Diego, no quiero uno sino varios. Yo también tengo una idea, pero es mejor trabajarlo en conjunto, nada mejor que trabajar en equipo. ¿No te parece?
—Está bien, me voy a poner en eso. Y gracias por la confianza.
—Nada tiene que ver esto con nuestra amistad, eres bueno en tu trabajo, eficiente y capaz, aún no sé cómo no has generado tu propia empresa.
—Aquí estoy bien, tengo lo que necesito, no me falta nada.
—Pues entonces, a lucirse.
Sonreímos. Sale de mi oficina y me quedo pensando en todo lo que acaba de suceder, lo que dijo Elisa, Ángel, todo este enredo.
—Señora...
—Sara, hazme un favor, manda a pedir las cuentas y los libros de ventas de los últimos años y que nadie se entere.
—Si señora.
Voy a revisar cada movimiento, porque aunque he estado manejando una parte de la empresa, Ángel ha sido el presidente durante casi cinco años. Me odia a mí y a mi familia también, por lo tanto, no sería raro que la desquiciada tenga razón y el plan sea llevarnos a la ruina; después de todo, es la competencia.