Me dolía tanto la cabeza que apenas podía abrir los ojos. No debí beber tanto y mucho menos por él; esto sería el colmo, morir por alguien que me odia.
—No vas a morir — escucho a Amelia y me cubro los oídos.
—No grites, susurra, yo te escucho.
—Apenas mencioné palabras, toma esta pastilla, te hará sentir mejor. —La veo con odio, pero me la tomo. —Duérmete una hora más y luego te levantas. Hoy tienes una reunión con los de Let-tecnología y luego en LíAndios.
—¿Cómo sabes eso?
—Por qué soy tu abogada. Duerme.
Me acosté un rato más y desperté dos horas después, un poco desorientada hasta que los recuerdos vinieron a mí: Ángel, divorcio, empresa, Elisa, todo. Me había mudado a mi antiguo apartamento y había bebido hasta el agua de los floreros, algo que no me gusta hacer.
—Ya te despertaste. Muy bien, ¿cómo te sientes?
—Como si me hubiera pasado la vida por encima.
—Míralo de esta forma, te divorcias de una mentira. Ángel y tú nunca fueron un matrimonio de verdad. Es cierto que tú lo amas, pensaste que se enamoraría de ti, pero no ocurrió. Ahora él va a ser feliz con la mujer que él ama.
—Es una arpía, interesada, ya la conoces. Me da coraje que me odie por ella. Quiero saber cuáles fueron sus razones.
—No importa sus razones, Sofía. Te odia, lleva cinco años alimentando ese odio, esa es la mujer que él quiere, déjalo ser feliz con ella y cuando él se entere de la clase de bruja que es, lamentara haber perdido a alguien como tú.
—No es fácil, no sé ni por qué siento que el corazón lo tengo en pedazos. Tú tienes razón, nunca fuimos un matrimonio de verdad. Nunca nos sentamos a conversar, si no era de la empresa, y en la empresa o en las cenas familiares, del resto me ignoraba o peleábamos.
—Se acabó todo eso. Ahora empiezas una nueva vida. Hombres es lo que te sobra. Tienes tus propios negocios, eres multimillonaria y ya es hora de que seas feliz y dejes de llorar por alguien que no te quiere, por muy bueno que esté.
—¿Te gusta mi esposo? — le digo en broma, pero a quién no, si está guapísimo.
—No soy ciega amiga, solo me atrae físicamente. En persona lo he tratado y estar con él en un mismo cuarto, ya se siente el frío — me da una taza de café — ahora arriba, ponte guapa que tenemos reunión.
—Debo llamar Andios & Leffmans para decir que llegaré tarde.
—Eso está listo, tu secretaría es eficiente.
—Lo sé, por eso es mía.
Después de una hora salgo vestida, maquillada y super poderosa, en este mundo no me puedo dejar vencer.
—¿Qué te parece?, ¿parezco una mujer con el corazón roto a quien su esposo acaba de dejar?, o ¿Una mujer libre, feliz, que se quiere comer el mundo?
—La segunda, estás que ardes. Por cierto, David insiste en reunirse contigo.
—¿David? — pienso tratando de recordar quién es —Ya, Dente, el dueño de las empresas textiles.
—Ese mismo, quiere reunirse con la dueña de LíAndios para...
—Conocer su competencia y saber quién lo está destronando.
—Tal vez, es un hombre guapo, inteligente y de buen gusto.
—Sería imperdonable que tuvieras mal gusto, siendo dueño de una de las empresas de moda más famosas del mundo.
—Lástima que sea un Dente.
—Ni modo. Uno no escoge a la familia, nacemos y luego tenemos que vivir con eso.
—¿Cómo dos personas pueden ser tan diferente y ser hermanos?
—Amelia, apenas me estoy despertando. Acabo de subir mi autoestima; ¿me lo quieres arruinar mencionando a la pareja ideal?
—No los mencioné, solo digo que no entiendo cómo ese hombre puede ser hermano de esa arpía.
—Curiosidades de la vida, mejor vamos.
Salimos primero a las empresas Let-tecnología, tengo mi propia entrada para que nadie sepa quién soy, solamente mi secretaria, Amelia y los accionistas me conocen como la dueña de la empresa y cada uno tiene un contrato de confidencialidad. El resto del personal me ha visto, pero siempre de la mano con Ignacio, mi ingeniero de sistema. Algunos rumoran que es el dueño en secreto, porque se comporta como tal, se encarga de todo mientras yo no estoy.
—Buenos días, señoras — nos dice Sandra, mi secretaria de Let-tecnología.
—Buen día, Sandra — respondí, — puedes decirle a Ignacio que ya llegué y que lo espero en mi oficina.
—Claro.
—No me vuelvas a decir señora — la regaña Amelia —mejor tráenos un té, a ver si te perdono. —dice mientras entramos en mi oficina riendo.
—La pobre tiembla cuando me ve — dice Amelia.
—Aun sabiendo, la molestas.
—Es divertido. Además, me dijo señora.
—Buenos días — entra Ignacio — ¿dónde están las mujeres más guapas de este lugar?
—Eso fue rápido —, comenta Amelia — gracias por lo guapa.
—Estaba trayendo unos archivos y Sandra me dijo que estaban aquí. Jefa que hermosa estás y no es broma — se dirige a mí.
—Gracias. Esa es la idea, cada día más bella. Siéntate. —le indico con un gesto. —Para empezar la plataforma que creaste se ha incrementado en el último mes de una manera que no esperábamos, supero el promedio que esperábamos.
—Si lo vi ayer en la reunión y he estado supervisando las descargas. Te dije que producir la plataforma como una herramienta de trabajo y comunicación sería mejor que de recreación.
—Sin embargo, haber mezclado ambas ideas nos ha permitido llegar hasta los más jóvenes, sus vídeos son virales.
—Me imagino. Yo la tengo y se me es más fácil comunicarme.
—Ignacio, ¿revisaste el nuevo proyecto? — afirma.
—¿Nuevo proyecto? — nos interrumpe, Amelia.
—Sí, hemos creado un nuevo sistema de seguridad para autos, casas y comercios. Que no sea llamativo, pero potente — le digo.
—¿No has terminado de obtener los frutos que te está generando la plataforma y ya estás produciendo otra cosa? Descansa ese cerebro, Sofía.
—Amelia, eso es como decir que deje de pensar y no es lo mío. Cada minuto cuenta en los negocios, si no viene otro y se te adelanta.
—Exacto — interviene Ignacio — verifiqué el sistema operativo, hay ciertos detalles que no se ajustan en cuanto al comercio debido a que ingresan muchas personas, pero estoy trabajando en ese ajuste. En el de la casa perfeccioné solo el mecanismo de reconocimiento.
—¿Me explican? — Amelia nos ve sin entender, haciendo pucheros.
—El sistema es igual que el de los otros. Lo que cambia es que tendrá solo un código de acceso que se difundirá en la empresa en el momento en que adquieran el producto. Si el código es erróneo, se activará la alarma, pero en lugar de que sea en casa, será en nuestra plataforma y automáticamente se comunicará con las estaciones de policía para no alertar a los antisociales.
—¿Y si se me olvida? ¿o si yo misma me equivoco?
—Tendrás una oportunidad. Al ingresar incorrectamente el código, el propietario recibirá un mensaje con una pregunta personal que solo él y nosotros conocemos. Incluso si fue un error del propietario, el personal de seguridad tendrá la responsabilidad de asegurarse de que así sea.
—¿Eso también es para coches?
—Por supuesto, —dice Ignacio. —Es mi favorito porque se bloquea automáticamente. No puedes manejarlo ni manipularlo sin que nosotros lo desbloqueemos. Es el mismo proceso que el de la casa y el comercio, además de contar con un GPS que lo rastrea si por mala suerte logran robarlo o incluso si estás secuestrado, puedes avisar sin poner en peligro tu seguridad.
—Sofía, insisto. ¿Cómo demonios ese cerebro puede crear tanto? A veces me asustas — reímos.
—Con permiso — entra Sandra con el té y un café para Ignacio — señora llamaron de la empresa Autos-Let para concretar una cita. —¡¿Qué dijiste?! — la empresa de Ángel, ¿por qué querría una cita?
—La empresa Autos-Let quiere concretar una cita con nosotros — repite viéndonos a todos.
—Esa es la nueva empresa automotriz, que ya no es tan nueva, creo que tiene 4 años en el mercado, ¿no?. Son muy buenos sus diseños — dice Amelia.
—Si yo estuve viendo sus carros. Mi hermana tiene uno y son una máquina de poder extraordinario — ¿Por qué diablos, Ángel quiere una cita con nosotros?
—Sofía, ¿estás bien? — me consulta Ignacio con preocupación —estás pálida.
—No. Es decir, estoy bien, es solo que no desayuné y me dio un mareo, eso es todo.
—Ya le traigo algo de comer, señora — interrumpe Sandra — ¿qué le digo a los de Autos-Let?
—Después te digo — ella siente y sale de la oficina.
—¿Seguro que estás bien? — me mira Amelia. Afirmo perdida en mis pensamientos.
—Ignacio, ¿revisaste sobre la plataforma de navegación para niños?
—Sí, de hecho, te iba a pedir que lo comprobaras para ver si te gusta el diseño. Además, se modificó el sistema de seguridad para evitar que se vean páginas no deseadas. También se instalaron los juegos educativos y recreativos de forma individual, ajustada a cada país.
—Perfecto. Quiero lanzar el mes que viene ese sistema. Ya que van a empezar las clases.
—Va a estar listo para la fecha, no te preocupes por eso. Ahora, ¿qué vamos a hacer con las empresas Autos-Let?
—Buena pregunta, porque independientemente, eres dueña de una empresa automotriz de la competencia —expresa Amelia.
—Una no tiene que ver con la otra, eso no es lo que me preocupa.
—¿A no? Me da curiosidad que podría una empresa automotriz hablar con una de tecnología — se queda pensativa.
—Amelia somos una empresa de tecnología innovadora, seguro quieren un sistema de seguridad o algo así —, comenta Ignacio.
—No importa lo que quieran igual. No vamos a hacer negocios con esa empresa — me miran extrañados.
—¿Ni siquiera vamos a escuchar la oferta?
—No, Ignacio. No quiero nada de esas empresas.
—Pero Sofí sería un golpe grande, sé que están preparando un nuevo lanzamiento, podemos ofrecerle el nuevo sistema de seguridad — reclama Ignacio.
—Te recuerdo que ella es dueña de la otra empresa automotriz de la competencia — le susurra Amelia a Ignacio como si yo no estuviera presente, pero eso es lo de menos es la empresa de Ángel, no quiero nada que me arriesgue.
—Cierto, ¿entonces instalarán el sistema en los carros de tu empresa?
—No sé. Ángel es el que crea los diseños de autos y sistema, no sé cómo haremos ahora.
—Va a originar uno nuevo, me imagino. ¿Y si la competencia va a lanzar un nuevo modelo? —comenta Ignacio, aunque el detalle es que él es la competencia.
—Quién sabe, con Ángel todo es una sorpresa. Ignacio, te lo voy a decir porque tarde o temprano la noticia saldrá: Ángel y yo decidimos separarnos.
—¡¿Qué?!, ¿es en serio? pero ¿cuándo?
—Es una decisión reciente. El punto es que ahora yo soy la nueva presidenta de la empresa, aunque él sigue teniendo acciones y continúa trabajando para la empresa, pero la verdad no sé si vaya a producir nuevos diseños. Él tiene otras prioridades ahora.
—Pero es su empresa, no creo que la vaya a dejar en la ruina, ¿no?
—Es una empresa familiar. Es más de la familia que de él, así que cualquier cosa me puedo esperar.
—No entiendo.
—No es necesario que entiendas. El caso es que no sé qué vamos a hacer aún con eso, pero déjame pensarlo un poco y organizarme con respecto a la empresa automotriz y te aviso.
—Está bien — le llega un mensaje — bellas damas, las dejo. Voy a ver un cliente y pasar por el área de sistema a ver cómo va la nueva creación de comunicación.
—Gracias — sale y nos deja a Amelia y a mí con nuestros desayunos. Ella me mira de forma interrogante.
Después de una hora que ella se va a su oficina a supervisar unos papeles y yo me quedo revisando algunos contratos, no puedo evitar pensar en porque Ángel querrá una reunión con esta empresa. ¿Qué se trae?
—¿Ya estás lista? — entra Amelia a la oficina y la miro sin entender —tenemos una reunión en LíAndios.
—Es verdad, déjame terminar unos documentos aquí y salimos.
—¿Estás distraída por lo de Ángel?
—Solo reflexionando en que hay que hacer un nuevo movimiento en la empresa automotriz. Me ocupé tanto en mis negocios propios que no pensé en que ahora que Ángel se va, no tengo diseñador de autos.
—Dijiste que él aún va a ser parte de la empresa, su trabajo es crear e innovar autos.
—Sí, pero ahora tiene su propia empresa y aunque estos años ha sabido manejar ambos no me puedo arriesgar.— Igual odia a mi familia. A él solamente le importaba conseguir su estatus. Ya lo tiene, así que no creo que le importe mucho el bienestar de mi empresa.
—¿Qué no me has dicho? — la observó porque me conoce muy bien para saber que hay algo más.
—Nada, lo sabes todo.
—Mentira, hay algo más que te preocupa con respecto a Ángel. ¿Qué no me has dicho?.
—Tu olfato de abogada a veces es molesto.
—Es mi trabajo leer a las personas.
—Bueno, señora, ya que es tan buena leyendo a las personas, vamos a ver cómo nos va con los clientes.
Cerca de un rato, vamos a un restaurante del centro donde nos están esperando unos clientes que trabajan en la industria de concursos de belleza y modelaje. Quieren trabajar con nuestras empresas y el objetivo es ser uno de los patrocinadores del concurso. Ellos usarían nuestros productos y harían publicidad para nosotros. —¿Qué les parece? — nos comenta uno de los clientes.
—Con una condición — les digo — haremos un desfile utilizando solo nuestras líneas de maquillaje, accesorios, ropa, calzado y si alcanzamos el nivel que queremos, cerramos el trato.
—Tendremos que consultar con nuestros socios en vista de que tenemos otros patrocinadores y no queremos perderlos.
—La idea no es dejar a los otros patrocinadores. Es un desfile con las modelos del concurso para notificar nuestro apoyo — les digo —en la final, unas usarán nuestros productos y otras los demás. Todos ganamos.
—Me parece genial.
—Perfecto. Entonces los dejo con Amelia, nuestra encargada legal y socia. Yo me debo retirar.
Amelia me ve sin entender, —Ya es tarde y debo ir a la empresa, además está llegando gente no grata — le señalo una mesa y vemos a la familia Dente y me entiende. Sabe que no me pueden ver con los accionistas de belleza.
Al salir me tropiezo con unos ojos verdes encantadores —Así si provoca venir a reunirse con la familia — es David. Coqueto y seductor como de costumbre.
—Me imagino. Las reuniones familiares son divertidas siempre y cuando la familia sea unida. ¿Es tu caso? — se ríe.
—Te ves más hermosa que de costumbre.
—Gracias.
—Te sienta el divorcio — me extraña su comentario y recuerdo…
—¿Tu hermana ya se está encargando de notificarle a todos? Pero no estoy divorciada.
—Está emocionada, lleva meses hablando de eso —¿meses?, vaya yo creyendo que Ángel estaba en asuntos de negocio y andaba de luna de miel —pero es oficial, ¿no?. Ayer ceno con la familia Leffmans.
—Si lo sé, una gran cena, pero no era solo por eso.
—La verdad no entiendo como Ángel teniendo una mujer como tú se decide por mi hermana — lo miró sin entender su comentario — no me mires así, amo a mi hermana, mataría por ella, pero no soy ciego. Mucho menos bruto para no saber diferenciar las cualidades de una bella dama.
Considero que Amelia tiene razón. ¿Cómo es que un hombre tan inteligente y guapo puede tener una hermana como Elisa?
—Cosas extrañas que tiene la vida. Yo a veces me lo preguntó ¿y si no fuera porque me parezco a mi papá? juraría que soy adoptado — nos reímos.
—¡David! — aquí está la causante de mi desgracia amorosa — Vaya, Sofía, que placer verte.
—Yo no puedo decir lo mismo.
—¿Vas a hacer una escena porque Ángel te dejo por mí?, eso no está bien visto, sé que debes odiarme.
—Elisa, no empieces — le susurra David.
—No te odio, eso es darte importancia y yo no soy mujer de perder tiempo en esas estupideces, pero nunca he sido hipócrita, no me caías bien en la universidad, ¿por qué has de hacerlo ahora?, decir que me da placer verte sería mentir.
Me mira con arrogancia y odio, si las miradas matarán estaría muerta.
—Lo que pasó en la universidad quedó en el pasado. Yo te perdoné por separarme de Ángel, pero después de tantos años, aquí estamos juntos porque nos amamos.
—Yo no los separé, él tomó la decisión de no casarse y aun así lo hizo. Pero bien lo dices, cuando dos personas se aman, tarde o temprano, están juntas y, para ser sincera, se lo merecen.
—Por supuesto que nos merecemos, por eso nos casaremos pronto, no te importa de este modo te invito a la boda de esta forma vez un matrimonio por amor y no por obligación — Sofía respira, no la mates aquí.
—No, gracias. ¿para qué incomodar?, además soy una mujer con una agenda ocupada y mi tiempo libre me gusta disfrutarlo con gente agradable y que aprecio. Ahórrate la invitación. Gracias.
—Su familia me recibió con los brazos abiertos, cosa que tú nunca supiste que significaba porque todos te odian.
—Elisa, basta — le reclama David.
—No me extraña, se parecen mucho y como dije no soy mujer de perder tiempo, tu suegra y cuñada son expertas en eso — miro mi reloj — hablando de tiempo ya te di el honor de tener unos cuantos minutos conmigo, siéntete agradecida. David me dio gusto verte, espero que la comida no te caiga pesada —Le guiño un ojo y salgo del restaurante antes que los socios me miren. Poco después le mandó un mensaje Amelia diciendo que David está ahí, así que cuide las apariencias.
Me voy directo a la empresa, furiosa porque Ángel lleva meses con Elisa. No podía decirme por teléfono del divorcio o que esto acabó. Ash, idiota, es un idiota.