Sigo sin entender como esta mujer hace que yo pierda los estribos de esta manera, me estresa. —Señor, hemos llegado — escucho a Chad, observo que esta no es la casa. —¿Dónde estamos? —En el apartamento de la señora, señor. —Chat, te dije que nos llevarás a casa, ¿te parece que esta es la casa? —Pero... — lo miro y baja la mirada, observo a mi lado y Sofía está dormida. —Vamos... Pensé que Sofía había vendido este apartamento cuando nos casamos — cuando Chad me responde es que me doy cuenta de que lo dije en voz alta. —No, señor, la señora venía una vez o dos veces a la semana y se quedaba aquí. —¿Por qué? Tiene una casa enorme para ella sola. —¿Quién entiende a las mujeres, señor? La observo, se ve tan sencilla, inocente, como cuando la conocí. Recuerdo que me quedé impresionado