Capítulo V: Enredo

1687 Words
Cuando llegó el fin de semana, y consigo la boda de Edvin y Lucina, Stephen decidió enviar su regalo y no asistir, a pesar de que era socio de Dorasen, sin embargo, nunca se habían llevado del todo bien. Así que no sintió pesar por no asistir. Stephen no se sentía bien, no después del rechazo de Venecia y la necedad de sus familias por unirlos. Venecia estaba en la lujosa recepción de la boda, bebía vino, mientras admiraba la pista de baile, la música. Observó al otro lado de la pista, ahí estaba Aretta, no estaba ahí Igor, ella lo sabía, que él había viajado a América por petición del abuelo de Aretta, y eso le dolió, pronto ese par iban a unirse en matrimonio tras un breve noviazgo de seis meses. Cuando su mirada cruzó con la mujer, alzó la barbilla, mirándola con desdén, cansada caminó al tocador, necesitaba refrescarse y arreglar su cabello. Al llegar al tocador escuchó unas voces risueñas, cuando escuchó su nombre tuvo que detenerse, y sin evitarlo escuchó la naturaleza de la conversación entre viejas conocidas —Pero, vamos, que para mí Venecia lo hizo bien, le gritó a la arpía todo lo que uno quisiera decirle, porque en realidad, Aretta es una mujerzuela se metió con un hombre comprometido en una relación, nada la justifica. —¿Y qué dices de Venecia? Mi sirvienta me contó todo, que el día de la fiesta, ella se fue a la casa con Stephen, ¡Y pasó la noche en su recámara! Las tres jóvenes se quedaron boquiabierta —¡Ay, no! ¡Qué no me la creo! ¿Se volvió loca de despecho? Porque estamos claras en que Stephen jamás se comprometerá con ella, lo conocemos, es incasable, ni siquiera Giselle de Fontaine lo logró cuando vivió en Oslo, y se contentó casándose con un viejo y gordo duque. —Bueno, pero que recuerden que es diferente, Stephen ha estado ligado a los Dorata desde siempre, tienen una sociedad de años, y siempre mostró mucha predilección por Venecia. La joven Vyrska rio un poco —¿Y eso qué? Eso no determina que la volverá su esposa por pasar una noche juntos, Stephen no es de los hombres que puedas obligarlos a nada, lo cierto es que, si Venecia fue tan liberal para dormir con Stephen sin promesa de matrimonio, pues ahora sabemos porque Igor la dejó por la americana. Venecia abrió ojos enormes, sintió su cuerpo trémulo, la rabia la consumía, casi quiso romper en sollozos, pero tragó saliva y se contuvo, se quedó pensativa, una idea atravesó su mente y siendo tan impulsiva, sacó la argolla, lo puso en su dedo anular y entró de prisa, irrumpiendo entre las risas, provocando el desconcierto —¡Hola, chicas! Ellas disimularon bien su burla y la saludaron. Venecia se acercó al espejo, conteniendo su rabia, y sonriendo como si nada pasara, entonces Vyrska observó semejante diamante brillando en su dedo anular, se levantó del sillón de descanso y fue a admirarla —¡Qué hermoso anillo! ¿Acaso es…? —¿De compromiso? —preguntó Venecia con la cara risueña y la ironía en sus palabras—. Pues sí, me caso chicas. Las jóvenes se levantaron con algarabía —¿Con quién te casas? —preguntó la morena —Me caso con Stephen Olsen. Las jóvenes se miraron irresolutas —¿Por qué tanta prisa, Venecia? —exclamó Vyrska —¿Prisa? Para nada, cariño, solo que no tenemos nada que esperar, nos conocemos desde la infancia, nuestra fortuna esta tan ligada y nuestras familias nos respaldan, ustedes saben que Stephen es encantador ¿Qué más podremos esperar? —Tienes razón, Venecia, además que, si tardas mucho tiempo, como con Igor, quien quita y llega otra a robártelo —dijo Vyrska con maldad y Venecia contuvo un insulto —No tengo miedo de eso, porque conozco a Stephen, y ustedes también, tratándose de mí, él no tiene ojos para nadie más, siempre ha estado ahí tratándome como una reina. —¡Y tú tratándolo como un mendigo! —exclamaron entre risas —Bueno, es que del odio al amor hay un paso, y yo ya di el mío, como sea, esperen pronto sus invitaciones, que ya saben que será la boda del año. Venecia salió de prisa porque ya no podía sostener su mentira, se quedaba sin aire. Caminó de regreso a la pista y se encontró con Liv, quien sujetó sus brazos al verla pálida —¿Qué sucede, Venecia? —Quiero irme de aquí. Liv tomó su mano y caminaron al exterior. —¡¿Pero, como que les has dicho que te casas con Stephen?! —¡Pues que sí, que me tenían harta con sus ofensas! No sé qué me pasó —exclamó con ojos llorosos, apenas recuperó el aliento —Venecia, es una mentira, o ¿Vas a casarte con Stephen? Porque te lo advierto que la mentira correrá como pólvora por todo Oslo —señalo Liv Venecia parecía tan asustada, su amiga le pasó el brazo, tratando de brindar un poco de apoyo —Te entiendo, estás pasándola difícil, todo lo sucedido es tan terrible. Pero, si estuviera en tu lugar, no lo pensaría, me casaría con Stephen —Venecia se desafanó de su agarre y la miró incrédula —¿Te oyes? ¡¿Qué no sabes que yo no le amo?! ¡Qué yo amo a Igor! —¡E Igor ama a otra! —gritó con desespero, mientras observó las lágrimas salir de los ojos azules de su amiga, y eso provocó su dolor—. Lo siento, no quiero lastimarte, pero es hora de que alguien te diga la verdad, no encontrarás a alguien mejor que Stephen Olsen, ni a nadie que te quiera como él. —Por favor, estás diciendo tonterías, ¿Qué sucede contigo? —¿Qué sucede conmigo? ¡Ay, Venecia! ¡Hasta que lo preguntas! Suceden cosas conmigo, no eres la única con problemas ¿Te enteras? Liv caminó unos pasos y Venecia la siguió consternada —Venga, Liv, por favor, lo siento, dime que pasa, eres mi amiga, casi mi hermana, sabes que me importas, dime lo que sea. —Pasa que yo también me caso, ¡Felicítame! —dijo deteniendo su avance y girándose a verla, mientras Venecia la miraba extrañada —¿Qué te casas? Pero ¿Con quién? —Con el señor Isak Johansen. —¿Qué dices? ¿Con ese viejo! —exclamó impresionada —Sí, Venecia —sentenció molesta—. Pues resulta que mi padre está en bancarrota, que mi madre se muere sin su estatus social, y que no puedo verlos sufrir, a diferencia tuya no puedo escoger entre aceptar o rechazar a un gran partido como Stephen, yo debo contentarme con lo que tengo, y es poco, por lo menos Isak es amable, elegante y rico, voy a aceptarlo —dijo con amargura, observando la cara de miedo de Venecia —No lo hagas, Liv, juntas tendremos nuestra empresa de modas ¿Lo olvidas? No necesitarás a ningún hombre que te mantenga o salve a tu familia. —Eso es un sueño, Venecia, ¿Cuándo madurarás? ¿Cuándo dejarás de ser una soñadora? —preguntó con decepción. Liv sujetó su vestido para caminar con libertad, dio la vuelta y se fue, dejándola consternada. Venecia bajó la mirada, sintiéndose indefensa, tan triste por el destino de su amiga, y también por el propio. Aretta que era muy amiga de la novia, caminaba por el salón, entonces se encontró con Vyrska —¡Aretta, Qué alegría verte! —Hola, Vyrska —dijo fingiendo cortesía, a decir verdad, detestaba a esa chica —Querida, últimamente comes mucho ¿Verdad? —Aretta sonrió por pura paciencia—. Te ves un poco más… rellenita, parece que el futuro matrimonio te tiene un poco ansiosa. —Solo espero mi gran día —dijo Aretta —Claro, estaba segura de que tú serías la novia del año, y, sin embargo, ahora no estoy tan segura —Aretta sonrió y asintió —Claro, Lucina es hermosa y su boda es magnífica. —Ah, sí, claro, pero no me refiero a ella, sino a Venecia Dorata. —¿Venecia? —¿A que no sabías que se casará? Aretta abrió ojos enromes y se puso pálida, Vyrska disfrutó de su descontrol —¿Qué se casa? ¿Con quién? —exclamó con intriga —Pues con tu primo, Stephen Olsen —Aretta se quedó boquiabierta, ya sabía que Stephen moría por Venecia, para ella fue tan notorio, pero jamás imaginó que declarara su amor tan pronto —¿Y cómo te has enterado? —La propia Venecia nos lo ha dicho, y lleva en su dedo una joya más grande que la tuya —dijo con un mohín de burla—. Pero, ¿Qué pasa? ¿No te ha gustado la noticia? ¿O acaso temes que Igor se sienta celoso? —¿De qué hablas? —espetó con dureza, mirando a Vyrska con rabia —Pues, ya lo sabes, dicen que ningún hombre tolera que lo que fue suyo pase a otras manos, y ¿Quién sabe? Quizás cuando Igor vuelva, y vea que perdió a Venecia para siempre, descubra que la quiere de vuelta —la joven sonrió con ironía y se alejó, dejándola perturbada, Aretta se quedó seria, pensó en Igor, tuvo temor. —Aretta, gracias por venir —dijo Edvin, ella sonrió suave —Les he dejado un regalo, Igor hubiese querido estar aquí. —Lo sé, ¿Estás bien? —preguntó al notarla tan rara y distante —Dime algo, Edvin, ya que tú trabajas en Dorasen, ¿Sabes que Venecia va a casarse? —¿Venecia Dorata va a casarse? ¡Madre mía! No lo sabía, ¿Con quién? —Júrame que no le dirás a Igor con quien va a casarse, hasta que yo le diga —suplicó —Lo juro. —Se casará con mi primo Stephen. Edvin enmudeció, se quedó perplejo al escuchar semejante noticia.
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