En una elegante sala de reuniones figuraban algunas personas; en la cabecera y muy concentrado en sus documentos estaba el Prince, a su derecha e impecablemente vestida estaba Deva quién además era socia de Malek Al Saud, en el otro extremo John hurgaba su celular, y por último justo frente a él, Rose miraba atentamente la puerta de ingreso. Los cuatro esperaban a que llegaran los proveedores de fibra óptica, era una reunión sencilla y cotidiana, los proveedores daban su reporte mensual cada primer miércoles del mes. Rose se había preparado bien para esta instancia, había estudiado cautelosamente los informes anteriores, y los reportes semanales también por si las moscas.
El crujido de la puerta de pino Oregón anunció la entrada alguien, el asistente de gerencia, Dave entraba con un tablet en sus manos.
-Buenos días señores, los proveedores han llegado
-Buenos días Dave, hazlos pasar por favor
Rose se acomodó en su silla, e irguió su espalda para lucir mucho más formal.
John despreocupado aún no sacaba la vista de su pantalla, parecía no importarle nada más que su interesante red social.
-Buenos días- saludaron los dos hombres que acababan de ingresar.
-Tomen asiento, por favor- respondió Prince
El reporte se llevó a cabo igual como cada mes, Prince dirigía el diálogo, Deva tomaba nota de absolutamente todo y si hacía falta intervenía de una forma muy inteligente, Rose admiraba profundamente a su tía Deva, algún día quería ser como ella, tan locuaz y activa. Estaba convencida que cuando ella fuera CEO ambas harían una gran dupla.
-Creo que estamos claros con el informe mensual, ¿alguna duda?- dijo Prince dirigiéndose al resto de la mesa.
John seguía sin mirar al frente, al parecer no había escuchado ni una pizca de la conversación.
Rose tomó aire, y levantó con seguridad su mano.
-Rose, cariño, no es necesario que pidas la palabra. Puedes intervenir cuando lo desees- aquella frase de Deva hizo enrojecer un poco el rostro de la joven, pero no lo suficiente para dejarla sin palabras.
Aclaró su garganta y enfocó la vista en sus apuntes.
-Carl, en tu reporte hay un error- los ojos del proveedor en jefe se abrieron como dos huevos fritos.
-Lo siento señorita, creo que usted se equivoca- dijo con seguridad, jamás había cometido un error, y estaba convencido que esa no sería su primera vez.
-No, no me he equivocado. Hay un error- revocó Rose- página 15, subtítulo: flujo de caja- leyó con determinación Rose
Todos mantenían el silencio y la expectación en lo que la chica tenía que decir, Prince bajó sus lentes de lectura y clavó la vista en ella. Deva se acomodó en su silla y sonrió con satisfacción. John dejó caer su celular y comenzó a pensar rápidamente para decir algo, no podía dejar que su hermana tomará ventaja ni mucho menos se mostrara más que él.
-En tu flujo de caja no consideraste la variación diaria del dólar, sólo pusiste el valor actual. Deberían haber usado un promedio del último año de variaciones- dijo Rose y bajó el papel para mirar de nuevo a los proveedores.
La mandíbula de Carl comenzó a temblar, leyó y releyó la hoja, y con todo su pesar no le quedó más que darle la razón a Rose, ella estaba en lo correcto.
-Tiene usted razón señorita, lamento nuestro error, lo corregiremos de inmediato.
Rose sonrió, y su pecho de infló, sin duda se sentía más segura que nunca.
A la vez los puños de John se cerraron con fuerza, estaba irritadísimo por la situación y por no haber puesto atención. Había sido un tonto.
-Bien, corrijan lo que la señorita Rose comentó y mañana a la misma hora lo revisaremos. Pueden retirarse- anunció Prince dedicándole un sonrisa a su sobrina.
Todos se pusieron de pie al mismo momento y comenzaron a salir de la sala de reuniones.
-Bien hecho pequeña- dijo Deva en voz baja, cuando Rose pasó por su lado.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de la joven y le asintió con la cabeza.
Decir que estaba orgullosa de ella misma era poco.
Todos se fueron a sus oficinas y Rose se quedó parada en el pasillo, ella no tenía oficina. Prince se percató de la situación y se devolvió hacia la joven.
-Rose, por ahora no tenemos ninguna oficina habilitada, lo mejor sería que compartieras la de tu hermano
John quién venía recién caminando por el pasillo, escuchó lo que Prince le había dicho a su hermana y apresuró el tranco para regurgitar su opinión.
-Prince…no creo que sea buena idea- dijo sin pelos en la lengua, no compartiría espacio con su hermana ni en cien años.
Rose al ver lo tensa de la situación, pensó en alguna vía fácil. Tener a su hermano cerca le incomodaba, pero como dice el dicho “ten a tus amigos cerca, y a tus enemigos aún más cerca” y pensó en una rápida idea.
-Hermano, ¿sabes?, como que se me quitaron las ganas de ir a los bolos. Voy a estar muy ocupada habilitando una oficina para mí.
El rostro de John se tensó, Rose pensó que ella también podía jugar sucio, aunque esta vez era por una buena causa.
Prince miró fijamente a John esperando una respuesta, sin entender muy bien lo que Rose intentaba comunicar.
Mientras Rose sonreí de oreja a oreja en dirección a su mellizo, éste aflojaba su corbata con disimulo.
-Bien, puedes venir a mi oficina- dijo entre dientes
-Perdón no te oí ¿Qué dijiste John?- dijo Rose alzando la voz.
John apretó con fuerza su móvil y suspiró.
-Eres bienvenida en mi oficina Rose- dijo con voz más clara.
-Perfecto, entonces está arreglado. Necesito que estudien la carpeta de recursos humanos, quiero darle un aire fresco a esa área y necesito ideas nueva- Dijo Prince antes de volverse sobre su eje y caminar hacia su despacho.
John le dio una mirada asesina a Rose y luego se fue a su oficina.
Rose inspiró profundamente y apretó con fuerza sus folders contra su pecho. Estar en la empresa le estaba encantando.