CAPÍTULO 2

1926 Words
Revolví con insistencia mi mano dentro del bolso en busca de las llaves de mi carro, me mordí la lengua y traté de concentrar mi sentido del tacto en mis yemas, ya iba bastante tarde para la cena con Alexy y esa presión extra me volvía mucho más torpe. Aprisioné con fuerza las carpetas bajo mi brazo izquierdo, pero el movimiento que ocasionaba el rebusque de las famosas llaves logró al fin hacer resbalar las dichosas y escurridizas al suelo (por segunda vez en día). -Demonios- gruñí con exaspero -Voy a comenzar a pensar que te gusta dejar caer tus cosas al suelo- el acento que ya conocía y que seguía taladrando con fuerza en alguna parte de mi cerebro me hizo estremecer. El tambaleo de mi bolso se detuvo bruscamente y mi mano mantequillosa salió torpemente del interior para recibir las “malditas” carpetas. -G-gracias profesor- sonrojé y esperé con todas mis fuerzas que la oscuridad de la noche borrara todo rastro de enrojecimiento de mi piel. Mi profesor sonrió, y pensé de inmediato que sonaba enormemente extraño llamarlo “profesor” … ¿acaso tenía 3 o 4 años más que yo? perfectamente podía pasar desapercibido en una de las escandalosas fiestas de la facultad. Sin embargo, no logré imaginar al profesor Máximo Petrova emborrachándose con los demás chicos de su edad, por alguna extraña razón no pude recrear la escena en mi mente. -Buenas noches- asintió con la cabeza para luego marcharse. Lo vi alejarse entre los vehículos hasta desaparecer. -Buenas noches “profesor”- sonreí. Su aroma continuaba alrededor mío, y causaba un efecto ensordecedor sobre mi cuerpo, a tal punto que no me permitía actuar ni pensar con normalidad, ¿Por qué él era capaz de romper mi esquema así de fácil? Sacudí mi cabeza un par de veces, y recordé mi cita con Alexy. Si no llegaba a tiempo me iba a matar. Saqué las llaves, que por alguna extraña razón o quizás coincidencia siempre habían estado en el bolsillo exterior de mi bolso. Resoplé y aceleré hacia el restaurante acordado. … -Rosy, por aquí- la mano serpenteante de mi exagerada amiga me marcó su ubicación. -No me digas Rosy, sabes que no me gusta- le dije apenas llegué a nuestra mesa. Ella soltó una carcajada infantil. -Me encanta hacerte enojar, y sabes que a ti también te gusta- acercó su mano y me acarició la espalda. -Pendeja- bufé para luego darle un beso en su mejilla. -¿Y bien como estuvo tu día?- preguntó mientras examinaba la carta. De mi nariz y boca salió un fuerte resoplido, lo necesitaba tanto que no escatimé en falsas composturas y tan solo lo dejé salir. -Vaya, vaya…parece que no muy bien- habló Alexy sin despegar sus ojos del menú. Levantó su delgada mano e hizo un gesto. Un joven mesero se acercó de prisa y tomó el pedido. -Quiero las entrañas de ternera al ajillo y una botella de vino rosé Muga 2014 -Entendido y ¿para la señorita? - el mesero me preguntó a mí. -Para ella lo mismo- se apresuró a decir Alexy. El mesero brincó los ojos de ella hacia a mí para buscar mi aprobación. -Lo mismo. Gracias El joven hizo una reverencia y se marchó. Mi amiga parecía a ratos ser muy mandona, pero justo en este momento se lo agradecí, ya que no tenía cabeza para nada ni mucho menos para rebuscar en la carta algo para cenar. -¿Y bien me vas a decir que es lo que te tiene tan distraída?, ¿es la noticia sobre el retiro de tu padre? Ojalá fuera eso, y solo eso, de esa manera sería tan simple mantener mis pensamientos en orden y mi norte seguiría siendo el mismo: convertirme el CEO de la empresa. Ahora mis ideas divagaban locas entre la presidencia de AS medical y los labios de mi querido profesor. Alexy carraspeó con fuerza para devolverme los pies a la tierra, la miré y decidí guardarme mi escandalosa confesión, talvez si trataba de mantener mi romántica ilusión en nada más que eso, una simple ilusión las cosas volverían a su centro de una vez por todas. ¿Qué tan difícil sería sacarme de la cabeza a Máximo Petrova?, en menos de un mes él ya no deambularía dentro de mi radio y todo sería parte del pasado. Sonreí con bastante autoconvencimiento, tanto que me creí todo mi débil discurso. -Si, eso me preocupa, tú sabes competir con mi hermano…- sabía que si el nombre de mi aburrido hermano salía a flote podía crear una gran distracción en mi insistente amiga, y así fue, la conocía tanto que su preocupación hacia mi pasó a segundo plano y John se adjudicó las palabras de su boca. - ¿Por qué es tan guapo? - dijo mientras tomaba un sorbo del vino rosé, que hace tan solo un segundo el chico había servido en silencio. Rodeé mis ojos, mi amiga podía ser tan madura y tan infantil a la vez. -Basta Alexy, ¿Por qué te empeñas en enamorarlo?, sabemos de sobra que es un imbécil- dije con conocimiento de causa, pero como lo esperaba mi amiga hizo oídos sordos a mis dichos y sólo continúo sonriendo mientras masticaba su carne e imaginaba una vida junto a John llena de hijos y mascotas. De algún modo me gustaba estar allí, olvidarme de lo importante y por el tiempo que durara la cena sólo hablar de cosas vánales, cosas que solían hablar los jóvenes como nosotras… ¿fiestas, moda, chismes, el artista de turno? Me analicé con detención, ¿en que momento me había transformado en una adulta tan aburrida?, -Vamos a un bar -¿Qué?- Alexy se atoró con un poco de vino al contestar. -Eso, lo que escuchaste vamos a divertirnos. Vamos a un bar -¿Estas segura?, tú no eres… -No importa, sólo vamos y olvidémonos del mundo por una noche Una sonrisa brillante se dibujó en el rostro de mi amiga, había presionado el botón de escape, había activado la alarma, era hora de divertirse…quizás eso me hacía olvidarlo, aunque sea por un momento. Nos apresuramos a engullir toda la comida, la promesa de una noche fantástica y alocada nos envolvió como un caramelo a un niño. Ambas estábamos ilusionadas; Alexy por lograr al fin llevar a su “aburrida y ocupada” amiga a una noche de chicas y yo por gastar el tiempo que podría haber pasado a solas pensando en aquel sujeto divirtiéndome o al menos “intentándolo”. El bar/discoteca/antro más popular de la ciudad nos recibió con luces y música estruendosa, y mucha, pero mucha gente “feliz”. Alexy me tomó de la mano y me arrastró consigo por un túnel oscuro que más se asemejaba a la cueva del lobo que al ingreso a una fiesta. Una ventisca cálida meció mis cabellos y me sacó una sonrisa genuina, la brisa me obligó a cerrar por un momento los ojos, pero la música sonando detrás de mis oídos me obligó a abrirlos nuevamente. Y la imagen de una horda de jóvenes (si, como nosotras) divirtiéndose, bailando y bebiendo me pegó en el rostro. La melodía alegre me invitaba a mover mis caderas, y el ambiente estaba cargado de … ¿felicidad? Me comencé a preguntar ¿Por qué no había venido antes?, talvez mi constante enceguecimiento por ser la mejor, me arrebató los años de adolescencia, dónde se suponía que debía explorar mis límites, debía emborracharme hasta vomitar y hacer este tipo de locuras ...por un instante empaticé con Josh, que seguramente estaba viviendo esto en carne propia, por un segundo comprendí su irrisoria alegría al ir a tocar con su banda. Sonreí. -¡Quieres beber algo?- Alexy me gritó muy cerca de mi oído, tratando de romper la barrera del sonido y hacerse entender. La miré y le asentí con la cabeza, como buena amiga me volvió a tomar de la mano y me llevó hacia el bar más cercano, uno de los cinco que contenía la discoteca. -¿Qué quieres?- me volvió a gritar. -Una cerveza Un chico bastante guapo tomó nuestro pedido, Alexy como era de esperar y dada su poca vergüenza o gran espontaneidad como ella la llamaba, comenzó a coquetear con él y no la culpo porque el metro ochenta y su pectoral trabajado habría hecho tambalear a cualquiera. La miré de reojo mientras me volteaba a tomar mi cerveza con vista a la pista de baile. -¿Rose?- un grito proveniente desde mi derecha me alertó. Me animé al notar que la persona que trataba de llamar mi atención era un querido amigo de la escuela, Chris. -Chris, que gusto verte- le esbocé mi alegría por topármelo allí. El muchacho se acercó más a mí, para poder entablar una conversación sin tener que estar gritandonos. -Hace mucho que no nos veíamos, ¿Cuánto años serán ya? - dijo llevándose su mano al mentón. -Creo que ¿unos 5 años?- Chris asintió dándome la razón. -No pensé que tu eras asidua a las fiestas, en la escuela te veías tan… - ¿Nerd? - lo interrumpí con una mueva en mi boca. El sólo sonrió ante la franqueza de mis palabras, y negó un par de veces fijando su mirada en su botellín de cerveza. Un carraspeo de garganta desvió mi atención hacia Alexy, que nos miraba atentamente esperando una introducción formal. -Claro… ella es mi amiga Alexy -Mucho gusto- se apresuró a decir la morena a la par que interponía su cuerpo entre el mío y el de él. A Chris no le quedó de otra que presentarse de una manera muy cortes, aunque un poco intimidado por la “espontaneidad” de mi amiga. - ¿Vienen solas? - preguntó Chris en dirección a mí, e ignorando la presencia de Alexy, lo cual le pareció de bastante mal gusto, tanto que regresó sus pasos hasta su posición original, deseando no haber dejado escapar al fornido bar tender. La actitud infantil de mi amiga me causó gracia, sobre todo por la evidente mueca de desagrado que se dibujó en su rostro y que mantuvo por algunos minutos. -Si- le respondí mientras miraba de reojo a mi querida y pueril amiga - ¿y tú? - me pareció correcto devolverle la interrogante, Chris siempre me había agradado, era un chico bien compuesto y educado, no veía lo malo en mantener una dialogo cortes con él. Por que a eso se suponía que veníamos, a distraernos un poco. - No, ando con un conocido de mi papá, le estoy mostrando la ciudad -¿Y dónde ésta él?- interrumpió curiosa Alexy, demostrando que le habían devuelto el alma al cuerpo con la reciente afirmación. -Fue al baño, ya debe estar por volver… Mis ojos fueron directo hacia la entrada de los servicios sanitarios, y sin ni siquiera darme cuenta estaba rebuscando entre la gente al “conocido” del papá de Chris, no tenía ni la más mínima idea de cómo lucía, sonaba hasta ridículo… -Allá viene- dio un grito que me hizo saltar en mi puesto. - ¿Dónde? - dijimos al unísono con mi amiga Tuve de nuevo esa horrible sensación, mis piernas se volvieron de hule, y el aire me comenzó a faltar, miré a Alexy para buscar algo de ayuda, pero lo único que encontré fue una mujer obnubilada por la presencia de un hombre…un hombre que era mi profesor.
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