Rose
Mis ojos quedaron fijos en la mano que hace unos minutos había sido aprisionada por mi profesor, ya no quedaba nadie más en la sala aparte de mi cuerpo tembloroso y mi ego desinflado.
-Disculpe señorita- una voz tímida interrumpió mis pensamientos pecaminosos.
Levanté la vista y me encontré con una señora y su carro de aseo.
-Debo hacer limpieza en esta sala, ¿me permite? – me obligué a reaccionar y con todas las fuerzas emití una señal a mis piernas algodonosas para que se movieran de allí.
Le devolví una sonrisa forzada, y agarré mi bolso para marcharme.
La piel de mi mano aún me palpitaba, lo que me hacía recordar una y otra vez el rostro de mi profesor.
Debes estar loca Rose
Sacudí un tanto mis hombros, tratando de liberarme de esa sensación tan…¿agradable?, y me puse en marcha hacia el casino de la facultad.
Aún me quedaba una clase más para poder concluir la tarde, y llegar al fin al encuentro de mi querida mejor amiga Alexy.
En nuestra mesa favorita estaba Miren y Greg, mis dos amigos de la universidad y con los cuales había tomado el doctorado.
Le hice una señal a los lejos y me dirigí hacia la fila para tomar mis alimentos, elegí frutas y un yogurt y enfilé con decisión hacia la mesa.
Miren me señaló la silla desocupada y le lanzó una mirada asesina a Greg para que sacara su bolso de encima, el aludido reaccionó de inmediato dandome espacio para poder sentarme a comer.
-Estos sándwich están cada día más pobres- comentó Greg con su boca repleta de pan.
-El problema es que tu siempre traes el hambre de un troglodita- le contestó la otra.
-No, el problema es que ustedes, siempre están haciendo dieta y eso nos perjudica a todos- respondió mirando hacia los demás comensales.
Verlos discutir me hacia mucha gracia, y ellos siempre lograban crear una agradable distracción que justo en ese momento agradecí, por que me permitió dejar de pensar en Máximo.
-Qué joven es nuestro profesor de economía, ¿te fijaste Rose? - el yogurt tomó otro camino dentro de mi garganta al escuchar el comentario de Miren, y una tos gutural no tardó en salir de mi boca.
-Debe ser alguna clase de prodigio, otro arrogante a la lista de profesores que se creen dioses- Greg rodó los ojos, el odiaba a la gente que se creía superior al resto, incluso también odiaba a la que realmente lo era.
-De todos modos, el tipo está como quiere ¿o no Rose? - la chica insistía en sacarme una palabra, pero de mi rostro sólo pudo salir una sonrisa.
Miren quién era morena y algo regordeta, me miró de lado intuyendo algo. Mascó su comida con cuidado y sin despegar sus ojos de mí.
-¿Notaron su acento?- volvió a comentar, mientras revolvía el alimento en su boca.
-¡Claro!, otro obstáculo más para poder entender correctamente la clase- se volvió a quejar Greg- cómo si economía fuera un juego de niños.
Jugué con la cuchara entre mis dedos, no quería verme nerviosa pero mi intento estaba fallando desastrosamente, la comida a penas me pasaba y ya había revuelto varias veces la fruta con el yogurt antes de volver a llevarme un bocado.
Entonces Miren, dejó sus cubiertos sobre la mesa y me miró fijamente a los ojos.
-¿Te gusta cierto?
-¿Qué?, ¿quién?- dije tratando de hacerme la aludida.
-El profesor de economía, te gusta lo puedo ver en tu rostro. Desde que comenzamos hablar de él no has dicho ni una sola palabra, y eso en ti Rose Al Saud es demasiado extraño- la morena entrecerró los ojos, dejando caer todas sus suposiciones en mí de manera aplastante.
Miré con desesperación a Greg, como buscando algo de ayuda, pero los colores comenzaron a encenderse en mi cara, las mejillas inevitablemente empezaron a quemarme y supe que estaba completamente roja.
Greg levantó los hombros e hizo una mueca con sus labios, esta vez no había salvavidas que me podría rescatar del mar de acusaciones que impuso mi amiga sobre mis hombros.
-Bien, voy averiguar más sobre él, tengo una conocida: Judith, que trabaja en administración…es vecina de mi tío me conoce desde pequeña, ella podría…
-No detente, no te vuelvas loca. No pasa de nada con el profesor
-¿Segura?- el entrecejo de Miren se marcó.
-Ajá, estoy un poco distraída, han pasado cosas en la empresa de mi padre- solté alguna noticia impactante para que dejaran de hablar del tema que tanto quería evadir: el profesor de economía me gustaba.
-Ya veo…, espero que no sea nada grave- Miren tomó mi mano, y su calor solo me permitió sonreír - Pero…de todas maneras averiguaré sobre el profesor- sonrió con malicia mientras se levantaba para salir con rumbo a la administración de la facultad.
-Espera Miren no…- alcancé a decir antes que la morena se diera vuelta y desapareciera por la puerta del comedor comunitario.
Lancé un bufido hacia mi plato de yogurt con fruta y bajé mis hombros.
-No le prestes tanta atención a Miren, ella solo es muy…chismosa. Pero no dirá nada, conoce los límites- intervino Greg, que por algunos momentos se mantuvo en total silencio, incluso había logrado desaparecer de mi radar.
¿los límites?
-Espera no, a mi no me gusta el profesor- dije con apuro, tratando de convencer a mi otro amigo, tenía la necesidad imperiosa de que alguno me creyera. Para así volver al fin a la calma, y reordenar mis pensamientos.
Greg me miró y me cerró un ojo.
-Greg, yo no…
-Ven, vamos a clases- interrumpió mis pobres intentos de hacerles creer mis intenciones, aunque fuera una pequeña mentira, que me estaba creyendo yo misma.
Ambos tomamos nuestras charolas y volvimos a nuestros deberes.
Mientras acortábamos la distancia que nos separaba de nuestra sala de clases, en mi cabeza sólo existía un mantra: Dejar de pensar en Máximo
Si eso ocurría todo estaría bien…¿o no?
Tomamos asiento y antes que la clase comenzara, llegó Miren muy agitada. Dejó caer su humanidad en el banco que estaba a un lado mío y respiró profundo para poder hablar.
De reojo miró a la profesora y cuando encontró un buen momento para no ser descubierta chismoseando, se acercó a mi banco, su hombro chocó con el mío y dijo:
-Viene por una pasantía, es un profesor extranjero…y ¡Es Ruso! - dijo con emoción.
Uno de los compañeros de atrás lanzó un fuerte “shh” pero Miren se volteó y lo liquidó con la mirada, tanto que el chico que antes se había molestado ahora no le quedó más que encogerse hombros, ante mi atrevida amiga.
-Miren…no me interesa saber…
-Hará sólo 4 clases, al parecer de un tema en particular y luego volverá a su país
Giré mi cabeza y encontré sus ojos.
- ¿Volverá a su país?
Miren asintió muy segura de sus palabras y se mordió el labio inferior. Sus ojos brillaron y con un movimiento sagaz tomó una de mis manos.
-Tienes sólo un mes para comerte a ese bombón- dijo para luego regresar rápidamente a su posición original.
¿un mes, solo un mes?