DEFENDERTE

961 Words
[CRUZ] Como lo suponía, la discoteca es una de las más exclusivas de Miami y, por ende, está repleta de gente. No me considero un hombre aburrido, pero tampoco soy de los que se la pasan en sitios como este todos los fines de semana. La música es ensordecedora, y ahora entiendo porque he recibido una foto con Mel bailando entre dos hombres. El ambiente está lleno de descontrol, hay hombres besándose con más de una mujer, mujeres besándose con desconocidos, y ni hablar de la manera en la que bailan y se rozan. «¿Qué es este sitio?» Me cuestiono por dentro y después de pagar la entrada, ingreso a la discoteca y camino por el lugar esquivando a la gente hasta que llego al área VIP. Centro mi mirada en el área dividida con cortinas de cadenas de metal y allí la veo a ella. Tiene una copa de Martini en su mano, y un hombre abrazándola por la cintura desde la espalda y me sorprende que no sea su novio. Respiro profundo, muevo la cortina, y al pasar veo como el hombre que estaba en la fiesta, ese que dice ser su novio se acerca a ellos y la toma de la cintura, pero desde adelante. La escena me sorprende demasiado, pero al ver como él la besa y luego ella gira su rostro y besa al otro hombre, todo se torna más confuso para mí. «¿Qué estás haciendo de tu vida Mel?» Me cuestiono por dentro y hago un par de pasos más, pero veo como ella se tambalea y el hombre que está detrás suyo mete una pastilla en su boca y ríe junto con el novio de Mel. Me acerco un poco más a ellos y sus palabras me sorprenden —Es hora de sacarla de aquí— Le dice el tipo que está detrás de ella a su novio. —Cruz que bueno que has llegado— Escucho la voz de Fabian y lo veo a mi lado. —¿Qué está pasando?— Indago tratando de asimilar la situación. —Creo que la están drogando, le están dando algo hace rato— Me cuenta y la rabia me consume haciendo que cierre mis puños y sin pensármelo más me acerco a ellos. —¡Suéltenla ya!— Les grito mientras que los empujo para separarlos de ella. Francisco toma a Mel de la cintura con un poco más de fuerza y su amigo trata de golpearme, pero en respuesta soy yo quien da el primer golpe en su cara haciendo que él pierda el equilibrio. Noto como un grupo de gente se va acercando a nosotros, pero nada de todo esto importa cuando veo que ella pierde el equilibrio entre los brazos de ese idiota —¡Emely!— Gritan una chicas que no sé ni siquiera quienes son y lo siguiente que veo es como Mel se desploma en el suelo. —¡Mel!— Exclamo y rápidamente me agacho para tomarla entre mis brazos —¡Mel! respóndeme— Insisto. —Emely— Susurra ese idiota agachándose a mi lado, pero clavo mi mirada de tal forma que le digo todo. —¡Tú y yo vamos a hablar!— Sentencio y al darme cuenta de que Mel no responde, no dudo ni un solo segundo en salir de aquí con ella entre mis brazos. —Cruz, ¿Qué vas a hacer?— Me cuestiona Fabian mientras camina a mi lado ayudándome a apartar la gente que se acerca con curiosidad. —Llevarla al hospital, ¿no te das cuenta el estado en el que se encuentra?— Explico y él asiente. —Vale, me encargare de esos dos cabrones, si necesitas que los lleve a alguna parte me avisas— Oigo que dice, pero no tengo cabeza para nada de todo eso, solo estoy preocupado por ella… no reacciona. […] El pasillo de este hospital pareciera ser una cárcel. Camino de un lado a otro esperando a que me den noticias de ella, pero no sé cuánto tiempo llevo esperando y comienzo a preocuparme más de la cuenta «por favor, que este bien» me repito una y otra vez por dentro hasta que finalmente escucho que un doctor me llama. —¿Usted es el hermano de la señorita Kuffner? ¿Correcto?— Cuestiona y asiento. —Si, soy yo ¿Cómo esta Mel?— Insisto. —La trajo justo a tiempo, sufrió una sobredosis de éxtasis. Tuvimos que hacerle un lavado de estómago— Explica y con escuchar estas palabras tiemblo. —Pero ¿estará bien?— Me atrevo a cuestionar en un susurro. —Si, hemos hablado con su doctor, él trabaja en este hospital— Comenta. —¿Qué tiene que ver su doctor en todo esto?— Pregunto confundido. —Quería saber si la señorita Kuffner ya había sufrido un episodio como este— Expone. —¿Y que dijo?— Presiono. Él se me queda viendo —Su hermana no es adicta a las drogas, algo ocurrió, si me pregunta a mí, quisieron drogarla para abusar de ella— Explica y la rabia me consume por dentro. —Entiendo— Murmuro. —Lo que sí puedo decirle es que su hermana tiene problemas alimenticios, su doctor dice que ya hablo con ella, pero al parecer no quiere hacer ningún tratamiento— Menciona y escuchar esto me parte el corazón. —¿Puedo hablar con él?— Es lo único que se me ocurre decir y es que de alguna manera siento que debo ayudarla. El doctor asiente —Le diré que venga a buscarlo aquí— Se limita a decirme y me pregunto si nuestros padres están al tanto de todo esto.
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