Capítulo 5. Daniela enfrenta las primeras dificultades en el trabajo.
Tal y como Javier esperaba Maximiliano llamó al intercomunicador de Daniela, todos en el piso estaban atentos a lo que la joven haría. El día estaba por terminar cuando Maximiliano llamó a Daniela a su oficina. La joven, que se hacía pasar por Verónica su mejor amiga, sabía que se enfrentaría a un gran desafío. Sin embargo, estaba decidida a demostrar su valía y a no dejarse intimidar por su jefe.
-- Señorita Franco necesito que me entregues el informe que te di para hacer – le ordenó Max con su habitual tono frío y distante, Daniela sintió un escalofrió recorrer su espina dorsal, era como si el mismísimo demonio le acabara de dar una orden sin embargo ella asintió decidida, se sentía confiada gracias al apoyo de los demás, a quienes miró de reojo mientras iba recogiendo la pila de documentos que cada uno de ellos le había entregado.
Al entrar en la oficina de su jefe, notó en su mirada una mezcla de impaciencia y expectativa, sus años de estudios en psicología le decían que estaba esperando que ella fallara, al parecer ese hombre estaba listo para despedirla en el acto. Ahora entendía la actitud de sus compañeros y agradecía en silencio su increíble apoyo.
-- Aquí tiene señor Rossell – le dijo Daniela con una encantadora y fresca sonrisa en el rostro, entregándole los papeles. Maximiliano recorrió la primera página con una atención minuciosa, estaba decidido a encontrar cualquier error que le sirviera como excusa para despedirla. A medida que avanzaba, su expresión se mantenía impasible, pero internamente estaba sorprendido, no había encontrado ningún error, nada que criticar y eso era algo imposible para una jovencita que acabara de conocerlo, se necesitaban al menos un par de meses para saber como le gustaba que hicieran los informes, lo que lo llevó a sospechar.
Maximiliano levantó la mirada para observar a Daniela con detenimiento, ella intentaba mantenerle la mirada, sin embargo, en algún momento se sintió avergonzada al saber que mentía y cuando su rostro comenzó a sonrojarse ella decidió mirar a otro lado, confirmándole sus propias sospechas.
-- Lo revisaré con detenimiento, puedes volver a tu lugar – Daniela agradecio tener que dejarlo solo, se sentía demasiado agobiada siendo observada por él. Al verla salir sonriente y tranquila todos en la empresa se sintieron confiados, lograron engañar al CEO y consiguieron que el reemplazo de Carla se quede a trabajar.
Maximiliano pensaba en su oficina la actitud de sus empleados, al parecer a todos le caía muy bien esta nueva empleada, era eso o estaban cansados de los cambios continuos de personal, algo que en definitiva a él mismo también lo estaba llegando a molestar, pensó.
-- Bien si han decidido apoyar a esta empleada es su problema, veremos cuanto tiempo podrán ayudarla – susurro mientras un brillo extraño aparecía en su mirada.
Maximiliano miró su reloj, faltaba poco para que todos se retiren a casa. Así que decidió salir con los documentos en su mano, condujo su silla de ruedas hasta el escritorio de su nueva secretaria y los coloco frente a ella,
-- Está bien hecho señorita Franco la felicito – le dijo sin mostrar ninguna emoción y mucho menos elogio alguno, su voz sonó fuerte como siempre, lo suficiente para que todos en el piso lo pudieran escuchar.
-- Ahora necesito que lo rehagas en otra fuente, anillado, y con ocho copias cada uno. Cuando termines lo dejas en la sala del directorio. Mañana tendremos reunión a primera hora y necesito esos informes allí – le ordena.
-- Claro, señor Rossell – le respondió Daniela, sin perder su encantadora sonrisa, todos los empleados habían comenzado a arreglar sus cosas esperando irse apenas el jefe desaparezca, sin embargo, al oír sus nuevas órdenes, cada uno comenzó a actuar para ayudarla, hasta que escucharon lo que continuó.
Maximiliano Rossell giró su silla de ruedas y se dirigió hacia la puerta, deteniéndose un momento antes de salir.
-- Y que quede claro, esta vez nadie puede ayudarte – añadió con un tono de advertencia, señalando que sabía perfectamente que todos la ayudaron antes.
-- Revisaré las cámaras de seguridad en casa, esta bien que no quieran que despida a la señorita Franco, así que no tendré compasión si debo despedir a alguien en su lugar – sentencio. Consiguiendo que todos los empleados dejaran de hacer lo que hacían, cada uno apago su portátil, tomó sus cosas y salieron de la oficina despidiéndose de Daniela con palabras de aliento.
-- Tú puedes, no te rindas – añadió una de las chicas esbozando una sonrisa solidaria,
-- Mañana será mejor, buena suerte – decía otro empleado antes de salir,
-- Estamos contigo – se escuchaban más voces de los empleados mientras salían de la empresa.
Solo Javier fue el valiente que se acercó a Daniela para despedirse de ella,
-- Lo siento Daniela, pero debes aguantar. El señor Rossell era el mejor jefe antes del accidente, todos esperamos que algún día vuelva a ser el mismo – le dice y le levanta los pulgares dándole ánimo, y sorprendiéndola de pronto la abraza. Daniela no responde el abrazo porque ni siquiera lo conoce bien, recién se presentaron hacía solo unas horas, pero cuando le escuchó susurrar algo al oído compendió su actitud,
-- Lo siento, pero espero que esto te ayude en algo – le susurro Javier poniendo en su bolsillo el USB con su trabajo, al menos su parte no tendría que volverla a escribir, pensó él. Luego salió de la empresa dejándola sola.
Daniela agradeció los ánimos mientras observaba cómo todos se iban. Sabía que el verdadero desafío comenzaba ahora. Con todos los empleados fuera, tendría que completar el trabajo sola, tal y como Max había ordenado.
Sentada en su escritorio, Daniela se puso manos a la obra.
-- Esto no puede ser tan difícil – se dijo a sí misma, mientras abría el archivo del USB. Ella estaba creando su archivo, Maximiliano le había dejado en desorden las carpetas a propósito, sin embargo, Daniela observo que algo no estaba bien. Ella no entendía nada de presupuestos, ni reportes, y mucho menos de análisis y resultados. Pero revisando los documentos se dio cuenta que todos estaban en un orden diferente a como se lo entregó ella.
Algo que prendió estudiando psicología Daniela, era que siempre debía fotografías sus trabajos, así que revisa su teléfono y observa las imágenes que tomó del reporte antes de entregárselo a su jefe, luego lo acomodo tal y como estaba al inicio. Y comenzó a trabajar.
Aunque la tarea era ardua, no dejó que la presión la desanimara. Su espíritu alegre y su determinación la impulsaban a seguir adelante. Mientras trabajaba, recordó por qué había aceptado ayudar a su amiga Vero. Esta experiencia, aunque difícil, también le ofrecía una oportunidad única para aplicar sus conocimientos en psicología de una manera práctica, al menos en su primer día ya había aplicado un par.
Las horas pasaron rápidamente mientras Daniela trabajaba sin parar. Sabía que el señor Rossell esperaba que fallara, pero estaba decidida a no darle el gusto. Revisó cada página, asegurándose de que todo estuviera perfecto antes de imprimir las copias y anillarlas.
Finalmente, cuando el reloj marcaba las once de la noche, Daniela había terminado. Con una sensación de logro, miró los documentos impecablemente anillados y preparados en ocho copias. Estaba agotada, pero satisfecha con su trabajo, ella miró buscando la oficina del directorio para dejarlas ubicadas en su lugar, pero no la encontró así que las guardo en su escritorio, vio una llave en el cajón, la puso y salió de ahí. Maximiliano la observaba desde su casa, había estado observando a la jovencita desde que llegó a su hogar, esperando que se diera por vencida, sin embargo, verla trabajar tanto lo hizo sentirse extraño, le recordó a él mismo antes del accidente y eso lo molestó aun más, y cuando ella salió de la empresa, él simplemente apagó su portátil y se fue a dormir, esperando que haya cometido al menos un error.